S


S

nom, SAALABÍN

tip, CIUD
sit, a2, 274, 379
vet,
= «zorros».
Ciudad amorrea, en el territorio de Dan (Jos. 19:42); los amorreos resistieron durante tiempo, y sólo fueron hechos tributarios (Jue. 1:35). Fue la sede de uno de los gobernadores de Salomón (1 R. 4:9).
Identificación plausible: Selbit, a unos 5 Km. al noroeste de Ajalón.

nom, SAARAIM

tip, CIUD
ver, SARUHÉN
vet,
= «dos puertas».
(a) Ciudad de la llanura de Judá (Jos. 15:36); parece que al oeste de Soco y de Azeca (cfr. 1 S. 17:52 con v. 1). Identificación plausible: En los alrededores del Tell es-Sãfi.
(b) Ciudad de Simeón (1 Cr. 4:31) (véase SARUHÉN).

nom, SABÁ

tip, PAIS
sit, a8, 334, 473
vet,
Pueblo surgido de Cus (Gn. 10:7), y que se instaló en el sur de Arabia. Sabá es una variedad dialectal de los términos «Seba» y «Sheba».
Según las inscripciones asirias, esta nación se hallaba, en el siglo VIII a.C., en el noroeste de Arabia. En el Sal. 72:10, Sabá asociado con Seba designa una región meridional alejada. La alusión a Sabá asociada con la mención de Egipto y de Etiopía parece indicar una tierra africana a la que habían emigrado numerosos descendientes de Cus (Is. 43:3; 45:14). Josefo identifica Sabá con la isla de Meroé (Ant 2:10, 2), gran extensión de terreno entre el Nilo y el Atbara, su afluente. Según Estrabón (16:4, 8-10), el puerto de Sabá y la ciudad de Sabai se hallaban en la costa occidental del mar Rojo.

nom, SABAOT

tip, TITU
ver, EJÉRCITO, DIOS (Nombres)
vet,
El término heb. «Sabaot», «ejércitos», se añade al nombre de Dios, p. ej., en 1 S. 1:3; Is. 1:9, etc. Es una expresión que significa: Señor de las huestes de ángeles y de todas las fuerzas de la naturaleza (cfr. Gn. 2:1). (Véanse EJÉRCITO DE LOS CIELOS y DIOS [NOMBRES DE], c.)

nom, SÁBADO

tip, CALE LEYE
ver, QUMRÁN, JUBILEO, DOMINGO
vet,
= «reposo», «cesación de actividad».
Día de reposo instituido divinamente para todos los hombres.
(A) Origen.
Según el relato de la creación, Dios reposó en el día séptimo de toda Su obra, y lo bendijo y santificó (Gn. 2:2-3). El término «Sabattu» se halla en cuneiforme sobre las tabletas babilónicas; parece designar un día nefasto, y se aplica también a los días 14, 19, 21 y 28 del mes lunar, además de al séptimo. Durante estos días, el rey se debía abstener de ciertas actividades. Se puede ver cómo una tal concepción estaba bien alejada del sábado israelita, que no dependía en absoluto de las fases de la luna.
(B) Institución y objeto:
La primera mención de la institución para Israel de un séptimo día de reposo, consagrado a Jehová, se halla en Éx. 16:23-30. Esta ordenanza fue después incluida en el cuarto mandamiento del Decálogo, estableciéndose allí de manera directa su relación con el cese de la actividad creadora en el séptimo día (Éx. 20:8-11, 31:13-17). Dios cesó Su obra contemplándola y bendiciéndola; el hombre es llamado a participar de esta bendición, y a cesar también en sus obras, en este día santificado. El reposo del sábado queda así ligado al cumplimiento entero de la obra del hombre:
«Seis días trabajarás, y harás toda tu obra.»
Por otra parte, según Dt. 5:15, el sábado recuerda la liberación de la esclavitud de Egipto: el pueblo se puede gozar de la libertad que le ha otorgado la poderosa mano de Dios. Todos deben participar de este reposo: padres, hijos, siervos, extranjeros, e incluso las bestias de carga y tiro (Dt. 5:14). El sábado vino a ser un signo peculiar del pacto perpetuo celebrado por el Señor con Israel (Éx. 31:13, 16-17).
(C) Observancia del sábado.
(I) El Decálogo prohibía de manera general llevar a cabo ninguna obra durante este día (Éx. 20:10). La Ley especifica que no se debe encender fuego en las casas, porque las comidas deben ser preparadas el día anterior (Éx. 35:2-3). El hecho de recoger leña queda considerado como una violación del sábado, y los transgresores son castigados con la muerte (Nm. 15:32-36); de la misma manera, está prohibido llevar cargas (Jer. 17:21-22). Se consideró que viajar durante el sábado era contrario a Éx. 16:29, y que tampoco estaba permitido comerciar (Neh. 10:10-31; 13:15-21; Am. 8:5).
(II) El sábado era el día consagrado al Señor (Éx. 16:23; 35:2). Se debían inmolar, en el santuario, dos corderos, además del holocausto perpetuo de los días ordinarios (Nm. 28:9-10, 13). Los dos panes de la proposición eran renovados cada sábado (Lv. 24:5-8; 1 Cr. 9:32). El sábado era asimismo contado entre los días de gozo de Israel (Nm. 10:10; cfr. Os. 2:13). El pueblo tenía que hacer de él su delicia, para tratar de manera particular en este día hacer la voluntad del Señor, santificándolo y honrándolo; el hombre piadoso se cuidaba en aquel día de no hacer su propia voluntad ni decir lo que le salía de sí (Is. 58:13). Era bendecido, santificado por su búsqueda de Dios, y proclamado feliz (Is. 56:2, 4-6; Ez. 20:12, 21).
Es especialmente después del cautiverio que la observancia del sábado cayó en un legalismo extremado. Antíoco Epifanes, el rey perseguidor de Siria, intentó prohibir su celebración (1 Mac. 1:45, 52; 2 Mac. 6:6), pero los israelitas que permanecieron fieles se rebelaron bajo el caudillaje de los Macabeos, manteniéndose estrictos observantes de esta ordenanza.
Al principio de la guerra, los judíos creían que no tenían derecho a defenderse durante el sábado. Las hostilidades comenzaron con la matanza de 1.000 patriotas judíos y de sus familias. Los supervivientes, resolvieron defenderse si el enemigo los atacaba en día de sábado, pero no pasar a la ofensiva en este día (1 Mac. 2:31-41), incluso si tal actitud favorecía el avance de los paganos. Más tarde, durante el asedio de Jerusalén, Pompeyo erigió, durante un sábado, arietes y torres. Los judíos no respondieron a la amenaza. Apenas si el sábado había ya acabado, los romanos abrieron una brecha en las murallas (Ant. 14:4, 2 y 3). En la época de Cristo, los fariseos habían dispuesto normas ridículas acerca del sábado, prohibiendo incluso los gestos de misericordia, y combatían a Jesús porque efectuaba curaciones en sábado. Sin embargo, los fariseos no consideraban contra la Ley salvar un buey, un asno o una oveja en día de sábado, ni se privaban de abrevar a sus animales (Mt. 12:9-13; Lc. 13:10-17). Los fariseos no se opusieron sólo a las curaciones, sino también a la recogida fortuita de algunas espigas por parte de los discípulos de Jesús en sábado. El Señor declaró entonces: «El día de reposo fue hecho a causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo» (Mr. 2:23-28). Por lo que respecta a los esenios, su postura era exacerbada. No podían socorrer a un animal que cayera en un hoyo; ni siquiera podían aliviar las necesidades fisiológicas, por cuanto sus normas les prohibían hacerlo en Jerusalén, y la distancia a que tenían que ir fuera de la ciudad era superior a la de un día de sábado (véase QUMRÁN [ROLLOS DE], VI, Qumrán y los esenios).

(D) Ciclos sabáticos.
Además del séptimo día, había períodos regulares consagrados al reposo, a la adoración de Jehová, a la proclamación de la libertad. Había: el primer día del mes séptimo (Lv. 23:24-25); en este mismo mes, el día décimo (Lv. 23:27, 32), y a partir del día 15, se pasaba una semana bajo los tabernáculos (Lv. 23:39-41); cada siete años se celebraba un año sabático (Éx. 23:10-11; Lv. 25:2-7, 20-22; Dt. 15:1-4; 31:10), durante el cual la tierra misma debía reposar, y los acreedores liberar a sus deudores de sus deudas; todo israelita reducido a la condición de esclavo recuperaba su libertad. Finalmente, el jubileo tenía lugar en el año cincuenta, después de siete ciclos de años sabáticos. Al final del año sabático se tocaba la trompeta para proclamar el año de gracia (Lv. 25:8-16). (Véase JUBILEO.) Hay algunos testimonios históricos acerca de la observancia del año sabático:
el pacto concertado en la época de Nehemías (Neh. 10:31);
el año 150 de la era de los Seléucidas, esto es, el año 164-163 a.C. (1 Mac. 6:49, 53; cfr. Ant. 12:9, 5);
el año 178 de los Seléucidas, el año 136-135 a.C. (Ant. 13:8, 1; Guerras 1:2, 4);
el decreto de César librando a los judíos de pagar el tributo durante el año sabático (Ant. 14:10, 6; cfr. Tácito, Historias 5:4);
el año 38-37 a.C. (Ant. 14:16, 2; 15:1, 2); y
el año anterior a la caída de Jerusalén, 68-69 d.C. (Talmud). Cfr. asimismo Ant. 11:8, 5 para la época de Alejandro Magno.
El cautiverio había sido predicho entre las maldiciones; durante este tiempo la tierra de Israel disfrutaría de los sábados que no habían sido cumplidos (Lv. 26:34-43). Jeremías profetizó que Dios castigaría la idolatría del pueblo mediante la devastación del país y la servidumbre de Israel en Babilonia durante 70 años (Jer. 25:7-11). El autor de Crónicas confirma que la violación de la Ley y la profanación del Templo hicieron sobrevenir sobre los judíos, como Jeremías lo había predicho, el exilio de 70 años, y que durante este período la tierra de Israel disfrutó de sus sábados y reposó (2 Cr. 36:14, 16, 20, 21).

(E) El sábado y el cristianismo.
En los Evangelios y Hechos, el sábado es frecuentemente mencionado en relación con los judíos. En el resto del NT es citado sólo en dos ocasiones (Col. 2:16; He. 4:4) para indicar su significado espiritual y tipológico. En estos dos pasajes no se afirma en absoluto que debamos observarlo, sino que en la institución sabática del AT podemos ver una imagen del reposo que espera al pueblo de Dios. Al haber sido comprados con la sangre preciosa de Cristo, todo nuestro tiempo y ser pertenece a Dios. Nadie debe ser juzgado por la observancia de una fiesta, de una luna nueva ni de sábados (Col. 2:16). En los primeros años de la Iglesia cristiana, había creyentes que seguían haciendo distinción entre días, en tanto que otros los estimaban todos iguales (Ro. 14:5); Pablo no desea que estas divergencias provoquen un quebrantamiento en el espíritu fraternal. Pero era también normal que la observancia legal del día séptimo dejara paso al reposo constante en Cristo, del que el reposo hebdomadario era sólo una sombra (Col. 2:17). Los que creen, entrarán en este reposo, en el que en principio ya están por la fe (cfr. He. 4:3), pero cuyo cumplimiento definitivo está aún en el futuro (cfr. He. 4:9).
Es deseable que, a fin de tener el tiempo libre deseado para poder frecuentar el culto (He. 10:25) y en vista de un buen equilibrio físico, los cristianos tomen el domingo como festivo, el día del Señor. Sin embargo, no se trata de un cumplimiento legal del cuarto mandamiento, que es de carácter ceremonial y no correspondiente a la dispensación de la gracia. La verdadera obediencia a Dios por parte del cristiano consiste en vivir todos los días en el reposo espiritual descrito en Hebreos caps. 3 y 4, permitiendo que el Señor sea quien obre en ellos y por medio de ellos. (Véase DOMINGO.)

Bibliografía:
Chafer, L. S.: «Teología Sistemática» (Publicaciones Españolas, Dalton, Ga., 1974, esp. tomo II, PP. 104-126 y 710-718);
Darby, J. N.: «The Sabbath», en The Collected Writings of J. N. Darby, vol, 10, PP. 270-303 (Stow Hill Bible and Tract Depot, Kingston-on-Thames, reimpr. 1964); cfr. también op. cit., vol. 14, PP. 349-357;
Pressensé, E. de: «Histoire des trois premiers siècles de l'Église chrétienne »(Ch. Meyrueis, París, 1870, vol. II, esp. PP. 362 ss.).

nom, SÁBADO (CAMINO DE)

tip, CALE LEYE
ver, QUMRÁN, JUBILEO, DOMINGO
vet,
Distancia limitada que los escribas permitían recorrer en un día de sábado. En Hch. 1:12, la expresión designa el trayecto entre el monte de los Olivos y Jerusalén, o extendiéndose desde Jerusalén a un punto del monte desde donde se divisaba Betania (Lc. 24:50). Si se mide desde la puerta oriental de Jerusalén (siguiendo el método judío) hasta la iglesia de la Ascensión en la cumbre del monte de los Olivos, la distancia es de 690 m. a vuelo de pájaro; recorrida a pie, sería más larga. Según Josefo, había de 5 a 6 estadios de Jerusalén al monte de los Olivos (Ant. 20:8, 6; Guerras 5:2, 3). La ordenanza del camino de sábado se remonta a la prohibición de abandonar el campamento durante el séptimo día (Éx. 16:29). El origen de la evaluación de un camino de sábado es:
(A) Una interpretación de Nm. 35:5, que atribuye a cada ciudad levítica un territorio de dos mil codos a partir de las murallas.
(B) La idea, basada en Jos. 3:4, de que el campamento de Israel estaba a dos mil codos del arca y del Tabernáculo, y a donde, evidentemente, podían acudir los israelitas en día de sábado.
Los ciudadanos tenían permiso para desplazarse por el interior de su ciudad, si no era grande. La casuística rabínica inventó una escapatoria a esta estricta ordenanza: se podía establecer una residencia ficticia, para el depósito de alimentos correspondientes a dos comidas, dentro del límite de dos mil codos. Entonces, se permitía recorrer dos mil codos más allá de este segundo lugar en día de sábado.

nom, SABACTANI (Véase ELÍ, ELÍ, ¿LAMA SABACTANI?)

nom, SABEOS

tip, TRIB
ver, SABÁ, SEBA
vet,
Pueblo de Sabá (Is. 45:14), nación lejana (Jl. 3:8; cfr. Ez. 23:42). (Véanse SABÁ y SEBA.)

nom, SABIDURÍA

tip, DOCT
ver, APÓCRIFOS, PROVERBIOS
La Ley expone los mandamientos y exigencias del Señor. La profecía juzga el comportamiento de los hombres a la luz de la voluntad de Dios, y revela el desarrollo de Su plan eterno. Por lo que respecta a la sabiduría, ella se esfuerza, mediante la observación, experiencia y reflexión, en llegar a conocer a los hombres y a Dios. La Ley y la profecía, que provienen directamente de Jehová, expresan Su misma Palabra. La sabiduría, expresión del buen sentido humano, es asimismo un don de Dios. Implica la reverencia hacia el Señor y la obediencia a Sus mandamientos (Sal. 111:10; Pr. 9:10; Ec. 12:13). La sabiduría es personificada en los primeros capítulos de Proverbios y en el libro de Job (véase PROVERBIOS [LIBRO DE LOS]).
A lo largo de toda la historia de Israel se dieron sabios consejeros (Jer. 18:18); entre otros,
la astuta mujer de Tecoa (2 S. 14:2);
la mujer sabia de Abel-bet-maaca (2 S. 20:18);
los cuatro renombrados sabios: Etán, Hemán, Calcol y Darda (1 R. 4:31).
Se servían de
parábolas (2 S. 14:4-11);
preceptos (Pr. 24:27-29);
proverbios (Pr. 24:23-26);
enigmas (Pr. 1:6);
lecciones de la vida (Pr. 24:30-34).
Muestras de este género:
La parábola de Jotam (Jue. 9:7-20);
la adivinanza de Sansón (Jue. 14:14);
las parábolas de Natán (2 S. 12:1-7),
de la mujer de Tecoa (2 S. 14:4-17),
y por un profeta desconocido (1 R. 20:35-43);
la fábula del rey Joás (2 R. 14:9, 10).
Los máximos exponentes de la sabiduría hebrea son
Job,
Proverbios y
Eclesiastés.
Entre los libros apócrifos se pueden señalar
Eclesiástico, y
Sabiduría de Salomón.

nom, SABIDURÍA (LIBRO DE LA). Véase APÓCRIFOS.

nom, SACERDOTE

tip, SACE OFIC
ver, QUMRÁN, CARISMAS, AARÓN, ALTAR, EXPIACIÓN, LEVITAS, LEVÍTICO, OBLACIÓN, OFRENDAS, TABERNÁCULO, TEMPLO, IGLESIA
vet,
Ministro especialmente designado para el culto, oficiando ante el altar, y ejecutor de ciertos ritos en nombre de la comunidad. Siendo mediadores entre el hombre y la divinidad, los sacerdotes constituían por lo general una casta entre los egipcios, madianitas, filisteos y griegos (Gn. 47:22; Éx. 2:16; 1 S. 6:2; Hch. 14:13). En los albores de la humanidad eran los mismos individuos los que ejercían ciertas funciones religiosas antes de la organización del sacerdocio. Los patriarcas asumieron estas funciones para sus familias, como se observa en los casos de Noé, Abraham, Isaac, Jacob, Job, etc. El caudillo de un pueblo estaba asimismo revestido del cargo sacerdotal.
En la época del éxodo había ciertos israelitas que poseían esta prerrogativa por derecho natural. El crecimiento de la cantidad de hebreos que recurrían a sus servicios parece haber llevado a los israelitas investidos de funciones sagradas a dedicarse a ello a tiempo completo (Éx. 19:22). Al establecerse el código levítico, sin embargo, el sacerdocio quedó limitado a la casa de Aarón. En épocas de desconcierto nacional y de apostasía, cuando Dios se manifestaba directamente a un hombre, éste reconocía de inmediato su derecho a sacrificar sin pasar por los mediadores oficiales (Jue. 6:18, 24, 26; 13:16). Después del cisma, los israelitas piadosos del reino del norte no pudieron ya recurrir al sacerdocio oficial, que tenía su centro en Jerusalén, capital del reino de Judá; para poder ofrecer los sacrificios prescritos, muchos de los piadosos emigraron al reino del sur (cfr. 2 Cr. 15:9; 30:5-11 ss.; 35:16-19). Como en la época de apostasía de los Jueces, Elías preparó un holocausto excepcional, bajo la autoridad de Dios, en la guerra de Jehová contra Baal. Sin embargo, para evidenciar, además del poder de Dios, el hecho de que no había autorización para que los hombres asumieran una posición de independencia frente al santuario de Jerusalén en tanto que el Señor lo reconocía, fue Jehová mismo quien lanzó fuego desde el cielo para consumir el sacrificio dispuesto por Elías (cfr. 1 R. 18:20-40). Así, no se puede presentar este sacrificio de Elías como «un ejemplo de ofrecimiento de sacrificios de israelitas piadosos en el reino del norte» con independencia del sacerdocio aarónico centrado en Jerusalén. Los israelitas verdaderamente piadosos debían ofrecer sus sacrificios no por sí mismos, sino en Jerusalén.
El pueblo de los hijos de Israel, llamado en el Sinaí a formar una nación organizada, recibió al mismo tiempo un santuario y un cuerpo sacerdotal dignos de Jehová. Aarón y sus hijos fueron los designados para el sacerdocio, declarado hereditario, y reservado a la familia de Aarón (Éx. 28:1; 40:12-15; Nm. 16:40; 17; 18:1-8; cfr. Dt. 10:6; 1 R. 8:4; Esd. 2:36 ss.). Todos los hijos de Aarón que no adolecieran de defectos corporales eran sacerdotes (Lv. 21:16 ss.). Cuando se menciona su clase, se trata de los «sacerdotes» o de los «sacerdotes hijos de Aarón», alusión a su ascendencia (Lv. 1:5; 2 Cr. 26:18; 29:21; 35:14; cfr. Nm. 3:3; 10:8; Jos. 21:19; Neh. 10:38); también se los nombra como «los sacerdotes levitas», haciendo referencia a su tribu (Dt. 17:9, 18; 18:1; Jos. 3:3; 8:33; 2 Cr. 23:18; 30:27; Jer. 33:18, 21; cfr. Éx. 38:21). Más tarde, se dijo: «los sacerdotes levitas hijos de Sadoc», que es designación de una rama de la familia de Aarón (Ez. 44:15; cfr. 43:19). Esta manera de designar a los siervos del culto era corriente, al mantenerse la distinción entre los simples levitas, ayudantes en el acto del sacrificio (Nm. 1:47-54), y los sacerdotes propiamente dichos (Éx. 28:1). El sacrificio sobre el altar del Tabernáculo y el uso del Urim y del Tumim estaban estrictamente reservados a la familia de Aarón, como lo demuestra la historia.
Los sacerdotes tenían tres deberes esenciales:
(1) el servicio del Señor en el santuario;
(2) la enseñanza de la Ley al pueblo;
(3) consultar a Jehová por el pueblo, mediante el Urim y el Tumim (Éx. 28:30; Esd. 2:63; Nm. 16:40; 18:5; 2 Cr. 15:3; Jer. 18:18; Éx. 7:26; Mi. 3:11).
Los sacerdotes estaban sometidos a unas normas particulares (Lv. 10:8 ss.). Les estaba prohibido casarse con una mujer deshonrada o repudiada. Tenían que casarse con una israelita que fuera, o bien virgen, o viuda, y cuya genealogía estuviera comprobada (Lv. 21:7; Esd. 10:18, 19; Contra Apión 1:7). En el ejercicio de sus funciones llevaba vestiduras sagradas, cuyo uso estaba prohibido fuera del Templo:
(a) Los calzones, que iban de la cintura a los muslos.
(b) La túnica, ajustada al cuerpo, de una sola pieza, sin costura, que llegaba (por lo menos en época tardía) a los tobillos, y ceñida sobre los riñones con un cinto bordado con colores simbólicos.
(c) Un turbante.
Todas estas piezas eran de lino fino (Éx. 28:39-42; Ant. 3:7, 1-3).
En las ceremonias religiosas, tanto los sacerdotes como los levitas llevaban un sencillo efod de lino; no era obligatorio llevar estas vestiduras, que no tenían comparación posible con el lujoso efod del sumo sacerdote (1 S. 2:18; 22:18; 2 S. 6:14).

Los sacerdotes descendientes de Aarón (sin duda, la tercera generación) recibieron, en conformidad con la regla mosaica, trece ciudades con sus pastos y tierras, suficientes asimismo para sus descendientes (Jos. 21:10-19), cuyo número aumentó considerablemente con el transcurso de los siglos. Es por ello que los sacerdotes fueron divididos por David en veinticuatro órdenes. Durante las semanas de grandes solemnidades, los veinticuatro órdenes oficiaban simultáneamente, pero por lo general sólo un orden efectuaba su servicio cada semana; el cambio tenía lugar durante el sábado, antes del sacrificio de la tarde (1 Cr. 24:1-19; 2 R. 11:5, 9; Ant 7:14, 7). Del exilio babilónico sólo volvieron cuatro órdenes sacerdotales con Zorobabel (Esd. 2:36-38); sin embargo, más tarde fueron reconstituidos los veinticuatro órdenes (cfr. Lc. 1:5, 9). Los sacerdotes estaban constituidos en una jerarquía encabezada por el sumo sacerdote. Inmediatamente por debajo de él se hallaba un sacerdote (2 R. 25:18) que posiblemente pueda ser identificado como el «príncipe de la casa de Dios» (2 Cr. 31:13; Neh. 11:11) y con el «jefe de la guardia del Templo» (Hch. 4:1; 5:24). Los principales sacerdotes mencionados en el NT eran el sumo sacerdote reinante, los sumos sacerdotes precedentes aún vivos, y los miembros de sus familias. La confusión política reinante y la dominación extranjera habían invalidado de facto las provisiones de la Ley en cuanto a la sucesión del sumo sacerdote. Ya desde los tiempos de los Seléucidas, y como también sucedía con los romanos, el cargo del sumo sacerdocio estaba sometido a los avatares políticos. Los romanos designaban y destituían a su placer a los hombres investidos de este importantísimo cargo (véase QUMRÁN [MANUSCRITOS DE], VI, apartado Bosquejo histórico del qumranismo).
El sacerdocio en la dispensación de la gracia.
En el AT la jerarquía religiosa se presentaba de la siguiente manera:
(a) Aarón (o su sucesor), el sumo sacerdote, que tenía acceso una vez al año al Lugar Santísimo en el día de la expiación.
(b) Los sacerdotes y sus ayudantes los levitas, que ejercían el servicio del santuario.
(c) El pueblo, que podía presentar sus ofrendas en el lugar ante el altar de los holocaustos.
En el NT, Cristo es nuestro único y perfecto Sumo Sacerdote (He. 7:24-28). Los creyentes constituyen, todos ellos, un regio sacerdocio (1 P. 2:5, 9; cfr. Ap. 1:6; He. 10:19-22); la multitud que debe ser evangelizada y llevada ante la cruz del sacrificio expiatorio, la clave del camino que conduce a Dios. Así es que, admitiendo plenamente los dones y ministerios particulares (véase CARISMAS), el cristianismo no reconoce ningún tipo de clero, ninguna casta separada de sacerdotes; en el Nuevo Testamento la Iglesia entera es un reino de sacerdotes. (Véanse AARÓN, ALTAR, EXPIACIÓN [DÍA DE LA], LEVITAS, LEVÍTICO, OBLACIÓN, OFRENDAS, TABERNÁCULO, TEMPLO, etc.).

Bibliografía:
Chafer, L. S.: «Teología Sistemática» (Publicaciones Españolas, Dalton, Ga., 1974, tomo II, PP. 66-70);
Keil, C. F. y Delitzsch, F.: «Commentary on the Old Testament, The Pentateuch» (Wm. B. Eerdmans, Grand Rapids, reimpr. 1981);
Kelly, W.: «Priesthood», serie de artículos en The Bible Treasury, feb. 1899 a nov. 1903 (H. L. Heijkoop, 58 Blijhamsterstraat, Winschoten, Holanda, reimpres. 1969).
(Véase también Bibliografía bajo IGLESIA.)

nom, SACO

tip, UTEN COST TEJI
ver, CILICIO
vet,
Un tejido basto hecho de pelo, con el que se fabricaban sacos y vestidos burdos. Cuando alguien se vestía con saco como símbolo de dolor o de arrepentimiento, se llevaba en contacto directo con la piel, y no se sacaba por la noche; en estos casos las cenizas eran un frecuente acompañamiento (1 R. 21:27; 2 R. 6:30; Jb. 16:15; JI. 1:13; Ap. 6:12, etc.). (Véase CILICIO.)
nom, SACRAMENTO. Véase MISTERIO, esp. último párrafo.

nom, SACRIFICIO

tip, LEYE TIPO
ver, TIPO, TIPOLOGÍA, PASCUA, EXPIACIÓN (Día de la), ESCATOLOGÍA, MILENIO, REINO
sit,
vet,
Como término técnico religioso, «sacrificio» designa todo aquello que, habiendo sido dedicado a un objeto religioso, no puede ser reclamado. En la generalidad de los sacrificios ofrecidos a Dios bajo la Ley se supone en el ofrendante la consciencia de que la muerte, como juicio de Dios, estaba sobre él. Por ello, se había de dar muerte al sacrificio para que le fuera aceptado de parte de Dios. De hecho, el término «sacrificio» se usa en muchas ocasiones para denotar el acto de dar muerte.
El primer sacrificio mencionado en la Biblia de una manera expresa es el efectuado por Abel, aunque hay una indicación claramente implícita de la muerte de unas víctimas en el hecho de que Adán y Eva fueron vestidos por Dios con túnicas de pieles después del pecado de ellos (Gn. 4:4; cfr. 3:21). Es indudable que Dios dio instrucción al hombre acerca del hecho de que, siendo que la pena por la caída y por su propio pecado, es la muerte, sólo podría allegarse a Dios de una manera apropiada con la muerte de un sustituto limpio de ofensa; en las Escrituras se dice claramente que fue por la fe que Abel ofreció un sacrificio más excelente que el de Caín (He. 11:4). Dios tuvo que decir a Caín que si no hacía bien, el pecado, o una ofrenda por el pecado, estaba a la puerta (Gn. 4:7).
En los albores de la humanidad hallamos a los piadosos ofreciendo sacrificios al Señor:
Noé (Gn. 8:20-21),
Abraham (Gn. 12:7, 8),
Isaac (Gn. 26:25),
Jacob (Gn. 33:20). Asimismo, las investigaciones arqueológicas han revelado que las antiguas civilizaciones de Babilonia, Egipto, etc., tenían elaborados rituales de sacrificios en sus religiones.
Los sacrificios del AT muestran la base y los medios de allegarse a Dios. Todos ellos son tipos (véanse TIPO, TIPOLOGÍA), careciendo de valor intrínseco, pero constituyendo sombras, o figuras, de Cristo, que, como Antitipo, las cumplió todas. Los principales sacrificios son cuatro: el holocausto, la ofrenda, la ofrenda de paz y la ofrenda por el pecado, a la que se puede asociar la ofrenda de expiación por yerro. Éste es el orden en que aparecen en los capítulos iniciales de Levítico, donde tenemos su significado presentado desde el punto de vista de Dios, empezando, tipológicamente, desde la devoción de Cristo a la gloria de Dios hasta la muerte, y llegando hasta el significado de su provisión para la necesidad del hombre culpable. Si se trata del pecador allegándose a Dios, la ofrenda por el pecado tiene que ser necesariamente la primera: La cuestión del pecado tiene que quedar solucionada antes de que el que se allega a Dios pueda estar en la posición de adorador.
Las ofrendas, en un aspecto, se dividen en dos clases: las ofrendas de olor grato, presentadas por los adoradores, y las ofrendas por el pecado, presentadas por aquellos que, habiendo pecado, tienen que ser restaurados a la posición de adoradores. Se debe tener muy presente que en estos sacrificios en Levítico no se tipifica la redención. Estos sacrificios fueron dados a un pueblo ya redimido. La imagen de la redención se halla en la Pascua (véase PASCUA). En estos sacrificios tenemos una provisión para un pueblo ya redimido. Incluso en la ofrenda por el pecado la grasa debía ser quemada sobre el altar de bronce, y en una ocasión se dice que es para olor grato (Lv. 4:31), constituyendo esto un enlace con el holocausto. Las ofrendas de olor grato representan la perfecta ofrenda que Cristo hizo de Sí mismo a Dios, más bien que la imposición de los pecados sobre el sustituto por parte de Jehová.
Los varios tipos y el sexo de los animales presentados en la ofrenda por el pecado eran proporcionales a la medida de responsabilidad en Lv. 4, y a la capacidad del ofrendante en el cap. 5. Así, el sacerdote o toda la congregación tenían que llevar un becerro, pero una cabra o un cordero eran suficientes si se trataba de una persona. En las ofrendas de olor grato el ofrendante tenía libertad para escoger la víctima, y el diferente valor de los animales ofrecidos daba evidencia de la medida de apreciación del sacrificio. Así, si un hombre rico ofrecía un cordero en lugar de un becerro, ello mismo sería evidencia de que subvaloraba los privilegios que tenía a su alcance.
La sangre se rociaba y derramaba. No se podía comer; era la vida, y Dios la reclamaba (cfr. Lv. 17:11). La grasa de las ofrendas tenía que ser siempre quemada, porque representaba tipológicamente la acción espontánea y enérgica de Cristo hacia Dios (Sal. 40:7, 8). La levadura, que siempre significa lo que es humano y, por ende, malo (porque si se introduce el elemento humano en las obras de Dios, obrando en su seno, el mal resulta de ello), no se podía quemar nunca en el altar a Dios, ni estar en ninguna de las ofrendas, a excepción de una forma especial de la ofrenda de primicias (Lv. 23:16-21) y en el pan que acompañaba al sacrificio de acción de gracias (Lv. 7:13). También estaba prohibida la miel en la ofrenda, denotando típicamente la mera dulzura humana. Se tenía que añadir sal a la ofrenda, y se debía usar en toda ofrenda: recibe el nombre de la sal del pacto de tu Dios (Lv. 2:13; cfr. Ez. 43:24). La sal impide la corrupción y da sabor (Nm. 18:19; 2 Cr. 13:5; Col. 4:6). El pecho de la víctima puede ser tomado como emblema de amor, y la espaldilla, de la fuerza.
Los principales términos heb. utilizados con referencia a las ofrendas son:

(a) «Olah», «Alah», de «hacer ascender», y que se traduce como «holocausto».
(b) «Minchah», de «presente, don, oblación», y que se traduce como «oblación». La V.M. traduce «oblación de ofrenda vegetal».
(c) «Shelem», de «estar completo», estar en paz, en amistad con alguien. Se traduce «sacrificio de paz». La forma ordinaria está en plural, y podría traducirse como «ofrenda de prosperidades».
(d) «Chattath», de «pecar», traducido constantemente como «expiación» y «expiación por el pecado».
(e) «Asham», de «ser culpable». Traducido «sacrificio por la culpa».
(f) «Tenuphah», de «levantar arriba y abajar, mecer», traducido «ofrenda mecida».
(g) «Terumah», de «ser levantado», traducido «ofrenda elevada».

En cuanto al acto de quemar los sacrificios, se emplean diferentes términos heb. Además del término «Alah» mencionado en el párrafo anterior, se emplea comúnmente el término «katar» de quemar sobre el altar: significa «quemar incienso». Pero cuando se trata de quemar el cadáver de la ofrenda por el pecado, el término usado es «saraph», que significa «quemar, consumir». Así, lo que asciende como olor grato se distingue de lo que es consumido bajo el juicio de Dios.

(a) El holocausto.
Tipológicamente, representa a Cristo presentándose a Sí mismo de acuerdo con la voluntad divina para el cumplimiento del propósito y mantenimiento de la gloria de Dios allí donde se advertía pecado. En el tipo, la víctima y el ofrendante eran esencialmente distintos, pero en Cristo los dos estaban necesariamente combinados. La ofrenda ofrecida en holocausto, cuando no estaba obligatoriamente prescrita, era ofrecida para la aceptación de alguien. La expresión «de su voluntad» en Lv. 1:3 tiene una mejor traducción como «la ofrecerá para su aceptación». La víctima podía ser macho de las manadas, o de las ovejas o cabras de los rebaños, o bien una tórtola o un palomino, según la capacidad económica del ofrendante, o el aprecio que tuviera de la ofrenda. Estas ofrendas eran diferentes en grado, pero del mismo tipo. El macho es el tipo más elevado de ofrenda; no se menciona ninguna hembra en la ofrenda de holocausto.
Después que el ofrendante hubiera puesto sus manos sobre la víctima, le daba muerte (excepto en el caso de las aves, que eran muertas por el sacerdote). De Lv. 1 parecería que también era el ofrendante quien la desollaba, descuartizaba y lavaba sus intestinos y patas en agua; pero las expresiones usadas pueden tomarse en un sentido impersonal: «el holocausto será desollado, y será dividido en sus piezas», etc. (v. 6). Estas funciones pueden haber sido llevadas a cabo por los sacerdotes o por los levitas. (Los levitas desollaban los sacrificios cuando había pocos sacerdotes; cfr. 2 Cr. 29:34). El sacerdote rociaba la sangre alrededor del altar y, excepto la piel, que quedaba para el sacerdote, todo el animal era quemado como olor grato sobre el altar. Hacía expiación por el ofrendante, que hallaba aceptación en base a su valor. Tipológicamente, es figura de Cristo en su perfecta ofrenda de Sí mismo, siendo probado en lo más hondo de su ser por el fuego escudriñador del juicio divino (Lv. 1). (Este aspecto de la cruz se ve en pasajes como Hch. 2:8; 3n. 10:14-17; 13:31; 17:4; Ro. 5:18, etc.).
En Lv. 6 se da la ley del holocausto: «El holocausto estará sobre el fuego encendido sobre el altar... no se apagará» (Lv. 6:9, 13). Esto se refiere a los corderos de la mañana y de la tarde; constituían un holocausto continuo (Éx. 29:38-41). Se debe señalar que era «toda la noche, hasta la mañana» (aunque era perpetuo), indudablemente para señalar que Cristo es para Israel siempre olor grato a Jehová, incluso durante el presente periodo de tinieblas y olvido de Israel. Aarón tenía que ponerse sus vestiduras de lino para quitar las cenizas del altar y ponerlas «junto al altar». Después se cambiaba los vestidos de lino por otras ropas, y llevaba las cenizas fuera del campamento. Las cenizas constituían la prueba de que el sacrificio había sido totalmente aceptado (Sal. 20:3, lit.: «encenice tu holocausto»; cfr. la versión de Reina 1569). Por «la mañana» Israel conocerá que su aceptación y bendición es mediante la obra de su Mesías en la cruz. El sacrificio diario era ofrecido por el sacerdote actuando por toda la nación, y presenta tipológicamente la base de sus bendiciones y privilegios. De ahí que la fe le diera un gran valor (cfr. Esd. 3:3; Dn. 8:11, 13, 26; 9:27).

(b) La oblación.
En Lv. 2 se da el carácter intrínseco de esta ofrenda, aunque al ofrecer el holocausto se añadía una oblación. En la oblación no había derramamiento de sangre y, por ello, no había expiación. El holocausto era tipo del Señor Jesús en Su devoción hasta la misma muerte; la oblación de ofrenda vegetal (Y. M.) lo representa en Su vida, la inmaculada humanidad de Cristo en el poder y energía del Espíritu Santo. Consistía de flor de harina, sin levadura alguna, amasada con aceite, y untado todo ello con aceite e incienso. En su forma más sencilla, se tomaba un puñado de harina con algo de aceite, que se quemaba en el altar; también se hacía en forma de tortas, cocido en un horno, o en una sartén o cazuela. Sólo una parte de la harina y del aceite, pero todo el incienso, se quemaban sobre el altar, como olor grato a Jehová. El resto quedaba como alimento para el sacerdote y sus hijos, aunque no para las hijas. La excelencia de Cristo como hombre, en quien cada uno de sus actos, incluso al dirigirse a la muerte, fueron para Dios, sólo puede ser disfrutada en una intimidad sacerdotal. Es una ofrenda que correspondía esencialmente al santuario.
Todo el sabor de la vida del Señor fue hacia Dios. No vivió para los hombres ni buscando la alabanza de ellos. Por ello, el tipo del incienso debía ascender íntegramente del altar. La flor de harina es un tipo de la uniformidad del carácter del Señor: en él ninguna característica descollaba de las demás como sucede generalmente con los hombres. En el Señor todo era perfección, y todo ello de manera uniforme y todo para la gloria de Dios. Fue engendrado por el poder del Espíritu Santo (cuyo tipo es el aceite), y fue ungido por el mismo Espíritu en Su bautismo; Sus gracias y gloria moral se corresponden con el incienso. En una hermosa relación con el holocausto continuo cada mañana y cada tarde, habla asimismo una oblación de ofrenda vegetal perpetua. Era «cosa santísima». No se podían quemar ni levadura ni miel con la oblación de ofrenda vegetal, pero debía ir acompañada de sal. Las características aquí simbolizadas fueron claramente evidentes en la vida del Señor (Lv. 2; 6:14-18; Éx. 29:40, 41).
En Lv. 23:17 hay levadura con la ofrenda vegetal allí representada porque es un sacrificio de primicias que constituye una sombra de la Iglesia, la primicia de las criaturas de Dios, presentada en Pentecostés en la santificación del Espíritu.

(c) Ofrendas de paz.
Éstas son distintas tanto del holocausto como de la oblación de ofrenda vegetal, aunque está basada en ambas. Su objeto no era enseñar cómo un pecador podía conseguir la paz ni tampoco hacer expiación: se trata más bien del resultado de haber recibido bendición, de la respuesta del corazón a esta bendición. El alma entra en la consagración de Cristo a Dios, el amor y poder de Cristo como bendición de la familia sacerdotal, y su propio sustento en la vida allí donde la muerte se ha introducido. La ofrenda de paces podía ser de las manadas o de los rebaños, macho o hembra. El ofrendante imponía las manos sobre la cabeza de la ofrenda, y le daba muerte. La sangre era rociada alrededor del altar. Toda la grasa, los dos riñones y la grasa de encima del hígado se debían quemar sobre el altar, como ofrenda de olor grato a Jehová. Esto era la parte de Dios, lit. Su pan. El pecho de la ofrenda era mecido como ofrenda mecida y a continuación era usado como alimento para Aarón, y sus hijos e hijas. La espaldilla derecha era una ofrenda elevada, y quedaba para el sacerdote que la ofrecía. Por su parte, el ofrendante y sus amigos comían también de la ofrenda aquel mismo día; si era un voto o una ofrenda voluntaria, podía ser comida al día siguiente. Lo que quedara de ella tenía que ser quemado con fuego: ello indica que para que la comunión sea real tiene que ser directa, no demasiado separada de la obra del altar.
La ofrenda de paz iba acompañada de una oblación de ofrenda vegetal, constituida por tortas sin levadura y hojaldres sin levadura untados con aceite; junto a ello se añadían tortas de pan leudado. Esto último reconocía la existencia de pecado en el adorador (cfr. 1 Jn. 1:8) que, si era mantenido inactivo, no lo descalificaba como adorador. Todo lo que tipifica a Cristo era sin levadura. Que la ofrenda de paz tipifica comunión queda patente de las instrucciones acerca de su uso: parte de ello era aceptado sobre el altar, recibiendo el nombre de «el alimento de la ofrenda»; otra parte era alimento para el sacerdote (tipo de Cristo) y de los hijos del sacerdote (los cristianos); y otra parte era comida por el ofrendante y sus amigos (el pueblo, y quizá también los gentiles, que en el Reino «se gozarán con su pueblo»). Este pensamiento de la comunión halla su expresión en la mesa del Señor, en la comunión de la sangre y del cuerpo del Señor (1 Co. 10:16). Se dice que la ofrenda de paz «pertenece a Jehová»; del mismo modo toda la adoración pertenece a Dios: es el fruto y expresión de Cristo en los creyentes (Lv. 3; 7:11-21, 28-34).

(d) La ofrenda por el pecado.
Ésta y la ofrenda por yerro forman un caso aparte de las ofrendas. En la ofrenda del holocausto y la de paz el ofrendante viene como adorador, y por la imposición de manos se identifica con la aceptabilidad y aceptación de la víctima; en cambio, en la ofrenda por el pecado la víctima se identificaba con el pecado del ofrendante.
La ofrenda por el pecado era la provisión para cuando algún miembro del pueblo redimido hubiera pecado, a fin de evitar que el juicio cayera sobre el ofrendante. Esta característica general es siempre constante, aunque los detalles difieran, como se puede observar en la siguiente tabla:
El Día de la Expiación se mantiene aparte: la sangre de la ofrenda por el pecado era llevada al Lugar Santísimo, y rociada sobre y delante del Propiciatorio. Se tenía que hacer la expiación conforme a las demandas de la naturaleza y majestad del trono de Dios. Este tipo era repetido cada año para mantener la relación del pueblo con Dios, debido a que el Tabernáculo de Jehová permanecía entre ellos en medio de las impurezas del pueblo. También se hacía expiación por el lugar santo y el altar; todo ello era reconciliado mediante la sangre de la ofrenda por el pecado, y sobre la base de la misma sangre, los pecados del pueblo eran administrativamente llevados lejos, a una tierra desierta (Lv. 16).
En caso de pecado por parte del sacerdote o de toda la congregación, la comunión quedaba interrumpida: por ello, la sangre tenía que ser llevada al lugar santo, rociada allí siete veces, y puesta sobre los cuernos del altar del incienso (el lugar de allegamiento sacerdotal) para el restablecimiento de la comunión. (Véase EXPIACIÓN [DÍA DE LA].) En caso de que se tratara del pecado de un jefe del pueblo o de alguno de los miembros del pueblo, la sangre era untada sobre el altar de bronce, el lugar donde el pueblo se allegaba. Con ello se restauraba también la comunión de los individuos del pueblo.
De la ofrenda por el pecado no se dice que sea, como un todo, olor grato: el pecado es el concepto dominante en esta ofrenda, pero la grosura sí se quemaba sobre el altar como olor grato (Lv. 4:31). Cristo fue, en todo momento (tanto en la cruz como en vida), un deleite para Dios. La ofrenda por el pecado que era consumida por el sacerdote es declarada «cosa santísima» (Lv. 6:29). Todo ello es tipo de Cristo, sacerdote y víctima, con nuestra causa en Su corazón.
En los casos que se prevén en el cap. 5, vv. 1 - 13, donde se trata específicamente de infracciones de normas u ordenanzas, se considera la capacidad económica del ofrendante. Si alguien no podía llevar una cordera o una cabra, se le permitía que llevara dos tórtolas; y si incluso no podía costear éstas, ni dos palominos, podía entonces llevar la décima parte de un efa de flor de harina. Esto no parece concordar con la necesidad de derramamiento de sangre para remisión, pero el memorial quemado sobre el altar tipificaba el juicio de Dios sobre el pecado. Hacía que la ofrenda pudiera estar al alcance de todos, de manera que la más pobre de las almas tuviera manera de encontrarse con Dios con respecto a su pecado. La pobreza representa poca luz o ignorancia, no rechazo ni indiferencia hacia Cristo. Y al llegar la harina al fuego del juicio del altar, la muerte de Cristo por el pecado no quedaba fuera en esta forma de ofrenda por el pecado, la más sencilla de todas.

(e) La ofrenda por la culpa.
Ésta se diferencia de la ofrenda por el pecado en que tiene a la vista el gobierno de Dios, en tanto que la ofrenda por el pecado tiene a la vista la naturaleza santa de Dios, y por ello su necesaria acción contra el pecado en juicio. El Señor es también la verdadera ofrenda por la culpa, como se ve en Is. 53:10-12 y Sal. 69. Él restaura más a Dios que el daño hecho a Él por el pecado del hombre, y los efectos de la ofrenda por la culpa se manifestarán en el Reino (véanse ESCATOLOGÍA, MILENIO, REINO).
La ofrenda por la culpa se halla por primera vez en Lv. 5-6, y tiene que ver con faltas cometidas contra el Señor o contra el prójimo. En estos casos, se tenía que ofrecer una ofrenda expiatoria por la culpa, porque una falta cometida contra un semejante violaba los derechos de Dios, y se debía hacer restitución también, con la adición de un quinto del perjuicio. En Lv. 5:6-9 la misma ofrenda recibe el nombre de «expiación por su pecado»; en Lv. 14, para la purificación del leproso se establece el ofrecimiento de un sacrificio por el pecado, y otro por la culpa; las mismas que tenían que ser hechas cuando un nazareo quedaba contaminado (Nm. 6:10-12). Así, es evidente que la ofrenda por la culpa es una variedad de la ofrenda por el pecado.

(f) La vaca alazana
Ésta era también una ofrenda por el pecado, y tiene un carácter singular. La vaca alazana era muerta fuera del campamento, y su sangre era rociada por el sacerdote siete veces directamente ante el Tabernáculo. Después se quemaba el animal entero, y el sacerdote echaba madera de cedro, hisopo y escarlata en la pira donde se quemaba la vaca. Se recogían las cenizas, y eran puestas en un lugar limpio fuera del campamento. Cuando se usaban las cenizas, una persona limpia mezclaba las cenizas en una vasija con agua corriente, mojando después un hisopo con ella, y rociaba con esta mezcla la persona, tienda, etc., que estuviera contaminada. Era el agua de la separación, una purificación del pecado.
La ordenanza de la vaca alazana era una forma excepcional de la ofrenda por el pecado. No considera la expiación, sino la purificación mediante el agua de aquellos que, teniendo su morada y lugar en el campamento, donde estaba el santuario de Jehová, se hubieran contaminado por el camino (cfr. Nm. 5:1-4). Se corresponde con Jn 1:9 sobre la base de que el pecado fue condenado en la cruz. El lavamiento de pies de los que ya están limpios, tal como el Señor lo enseñó en Jn. 13, tiene este carácter de limpieza con agua. El Espíritu Santo aplica, por la Palabra, la verdad de la condenación del pecado en la cruz de Cristo al corazón y a la conciencia, para purificar al creyente, sin aplicar de nuevo la sangre (Nm. 19:1-22; Ro. 9:13). Pero Juan 13 va más allá. El Señor aplica la verdad de Su partida de este mundo al Padre al mismo caminar de Sus discípulos.

(g) Ofrenda de libación.
Por lo general no se ofrecía sola (pero cfr Gn. 35:14). Se ofrecía con el sacrificio de la mañana y de la tarde, que era un holocausto, e iba acompañada de una oblación de ofrenda vegetal. Consistía de vino, y la cantidad era variable, en relación con el animal ofrendado (Nm. 28:14). «Derramarás libación de vino superior ante Jehová en el santuario» (Nm. 28:7). En la tierra de Canaán se debería ofrecer una libación a las oblaciones de olor grato. La cantidad de vino y aceite debían ser iguales, y en proporción a la importancia de la víctima (Nm. 15:1-11). La libación puede ser un tipo del gozo en el Espíritu en la consciencia del valor de la obra de Cristo hecha a la gloria de Dios (cfr. Fil. 2:17, que puede ser una alusión a la ofrenda de libación).

(h) Las ofrendas mecidas y elevadas.
No eran ofrendas separadas, sino que en ocasiones ciertas porciones de una ofrenda eran mecidas o elevadas ante el Señor. Así, en la consagración de Aarón y de sus hijos, la grosura, el rabo con su grasa, el sebo, los riñones con su grosura, y la espaldilla derecha del carnero, junto con una torta de pan y otra de pan amasado en aceite y un hojaldre, todo ello fue mecido por Aarón y sus hijos delante del Señor, y fue después quemado en holocausto en el altar (Lv. 8). El pecho del carnero fue también mecido como ofrenda mecida delante del Señor, y la espaldilla fue levantada como ofrenda elevada; todo ello fue comido por Aarón y sus hijos (Éx. 29:23-28). De las ofrendas de paces, el pecho era siempre una ofrenda mecida, y el hombro derecho una ofrenda elevada, y eran para los sacerdotes (Lv. 7:30-34).
Los rabís explican que la espaldilla elevada era movida hacia arriba y hacia abajo, y el pecho mecido lo era de lado a lado. Estas acciones eran hechas «delante de Jehová», y parecen simbolizar que aquellos que movían las ofrendas estaban realmente en Su presencia, con las manos llenas de Cristo.
Cristo es así el Antitipo de todos los sacrificios: en ellos se prefigura Su consagración hasta la muerte; la perfección y pureza de Su vida de consagración a Dios; la base y el sujeto de comunión de Su pueblo y, por último, la eliminación del pecado por el sacrificio. En la Epístola a los Hebreos se expone en detalle el contraste entre la posición del judío, para el que todos los sacrificios tenían que ser repetidos (existiendo el sistema tipológico mediante la repetición), y la posición del cristiano, que mediante el único sacrificio de Cristo (que no admite repetición) quedan perfectos para siempre, y tienen asimismo acceso al Lugar Santísimo, porque el gran Sumo Sacerdote ha entrado en él. Así, habiendo aparecido Cristo «en la consumación de los siglos» para «por el sacrificio de sí mismo quitar de en medio el pecado», no queda ya más sacrificio por los pecados (Ef. 5:2; He. 9:26; 10:4, 12, 26). Sin fe en la muerte sacrificial de Cristo no hay salvación, como queda claro en Ro. 3:25; 4:24, 25; 1 Co. 15:1-4.
El cristiano es exhortado a presentar su cuerpo como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, lo cual constituye su culto racional (Ro. 12:1; cfr. 2 Co. 8:5; Fil. 4:18). Con ello ofrece a Cristo el sacrificio de alabanzas a Dios, y los actos de bondad y de comunicar de lo propio a los demás son sacrificios agradables a Dios (He. 13:15, 16; cfr. 1 P. 2:5).

(i) Los profetas y los sacrificios.
Ciertas declaraciones de los profetas han servido de pretexto a los críticos para emitir la afirmación de que no tenían conocimiento de la ley de los sacrificios dada por Moisés en el Sinaí. Es cierto que, dirigiéndose a una época de decadencia espiritual, donde las ceremonias y sacrificios se habían convertido en una rutina meramente legalista, los profetas se expresan con vehemencia contra este género de piedad hipócrita. Porque «obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros» (1 S. 15:22), y Dios aborrece la multiplicación de los holocaustos cuando las manos de sus ofrendantes están manchadas de crímenes (Is, 1:11-15). Sin embargo, en este mismo pasaje, el Señor rechaza toda otra forma de religiosidad desprovista de sinceridad: las asambleas santas, las ofrendas, el incienso, las fiestas solemnes, los días de reposo, las oraciones. No hay duda que es en este sentido que Oseas afirma: «Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocausto» (Os. 6:6). Miqueas (Mi. 6:6-8) y David (Sal. 51:18-19) dan a entender con una claridad meridiana que antes que todo otro sacrificio Dios desea lo que es condición previa indispensable: un corazón contrito y humillado; ello no impide en absoluto a David desear ser purificado con hisopo (Sal. 51:9), que servía para la purificación por la aspersión del agua de la vaca alazana y de la sangre de la expiación (cfr. Nm. 19:18; Lv. 14:4-7; cfr. Éx. 12:22); asimismo, promete al Señor holocaustos dignos de ser aceptados (Sal. 51:21; cfr. el mismo pensamiento expresado en Mal. 2:13-14 y 3:3-4). En Am. 5:25-26 Dios demanda si el pueblo le había ofrecido sacrificios y ofrendas durante los cuarenta años en el desierto. Oesterley afirma en su libro «Sacrifices in Ancient Israel» que la respuesta es positiva. Sin embargo, el v. 26 indica que no fue a Dios a quien ofrecieron sus sacrificios, sino que lo dejaron a un lado para sacrificar privadamente a sus ídolos (cfr. Am. 17:7; Dt. 12:14). Este extremo parece estar confirmado en Hch. 7:41-43. Otros han creído que a causa de la falta de ganado los sacrificios privados hubieran sido casi imposibles en el desierto. El pasaje de Jer. 7:21-23 parece a primera vista más difícil de explicar: Dios no habría dado a los israelitas ninguna orden acerca del tema de los holocaustos y de los sacrificios a su salida de Egipto, sino que les habría demandado que andaran en Sus caminos. Pero los hebraístas han demostrado que la expresión traducida en el v, 22 como «ni nada les mandé acerca de holocaustos» significa con frecuencia «a causa de» o «en vista de» (cfr. Dt. 4:21; cfr. W. R. Harper, «International Critical Commentary», y Binns, «Westminster Commentary»). El sentido se hace entonces claro: Dios no habló a los primeros israelitas con vistas a los sacrificios, sino con vistas a su obediencia (Manley, «Nouveau Manuel de la Bible», p. 148). Los sacrificios no eran el fin que Dios tenía en mente, sino la obediencia de corazón de ellos. Esta interpretación está apoyada en todas las confirmaciones que da Jeremías de la revelación transmitida al pueblo por Moisés. Menciona la salida de Egipto con sus portentos, la ley, el sacerdocio, el arca del pacto, el pacto mismo, la persona de Moisés, la ordenanza del sábado, el año sabático, etc. Todo ello proviene directamente del Pentateuco, que el profeta evidentemente conocía a la perfección. ¿Cómo hubiera podido ignorar la existencia de los sacrificios? De hecho, tan poco los ignora que desea ver al pueblo vuelva a la fidelidad a la Ley del Señor, para entonces llevar a Su casa «holocausto y sacrificio, y ofrenda e incienso», las ofrendas ordenadas en Lv. 1-7 (Jer. 17:22, 26).

Bibliografía:
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Darby, J. N.: «Hints to the Sacrifices in Leviticus», en The Bible Treasury, ene.-mar. 1873 (58 Blijhamsterstraat, Winschoten, Holanda, reimpr. 1969);
Keil, C. F. y Delitzsch, F.: «Commentary on the Old Testament, The Pentateuch» (Wm. Eerdmans, Grand Rapids, reimpr. 1981);
Mackintosh, C. H.: «Estudios sobre el libro de Levítico» (Ed. «Las Buenas Nuevas», Montebello, Calif., 1960);
Saphir, A.: «Epistle to the Hebrews» (Kregel Pub., Grand Rapids, reimpr. 1983);
Seiss, J.: «Gospel in Leviticus» (Kregel Pub., Grand Rapids, 1981);
Wilson, W. L.: «Wilson's Dictionary of Bible Types» (Wm. Eerdmans, Grand Rapids, 1957).

nom, SACRIFICIOS HUMANOS (Véanse MOLOC, QUEMÓS, TOFET)

nom, SADOC

tip, BIOG SACE HOMB HOAT
ver, SUMO SACERDOTE
vet,
= «justo», «recto».
(a) Descendiente de Eleazar, el hijo de Aarón (1 Cr. 24:3). Hijo de Ahitob (2 S. 8:17). Era indudablemente el hombre valeroso que acompañó a los jefes de las tribus a Hebrón para transferir la corona de Saúl a David (1 Cr. 12:27, 28). Al comienzo del reinado de David, Sadoc fue sumo sacerdote al mismo tiempo que Abiatar (2 S. 8:17). Cuando la revuelta de Absalón, Sadoc y Abiatar permanecieron fieles a David siguiéndole en su huida. El rey les ordenó que volvieran a Jerusalén para observar cómo se desarrollaban los acontecimientos (2 S. 15:24-29). Después de la muerte de Absalón, David envió a decir a Sadoc y a Abiatar que convenía sugerir a los ancianos que volvieran a llamar al rey (2 S. 19:11). Cuando Adonías intentó usurpar el trono del anciano rey, Sadoc permaneció fiel a David, en tanto que Abiatar tomó el partido del rebelde Adonías contra Salomón (1 R. 1:7, 8). El monarca se enteró del complot; dio orden a Sadoc y al profeta Natán que confirieran a Salomón la unción real (1 R. 1:32-45). Salomón despojó a Abiatar del sumo sacerdocio, cargo que entonces ostentó Sadoc en solitario hasta su muerte (1 R. 2:26, 27; cfr. 4:4). Así, esta alta función pasó a la línea de Eleazar. (Véase SUMO SACERDOTE.)
(b) Sacerdote de la línea de los sumos sacerdotes, padre de Salum (1 Cr. 6:12). Descendía del segundo Ahitob (1 Cr. 6:12; Esd. 7:2) y del segundo Meraiot (1 Cr. 9:11; Neh. 11:11).
(c) Padre de Jerusa, que fue esposa del rey Uzías y madre del rey Jotam (2 R. 15:33; 2 Cr. 27:1).
(d) Hijo de Baana, restauró una parte de las fortificaciones de Jerusalén (Neh. 3:4). Es posible que sea el mismo que se adhirió al pacto (Neh. 10:21).
(e) Sacerdote, hijo de Imer. Restauró la fortificación en la zona enfrente de su casa (Neh. 3:29). Éste es probablemente el escriba a quien Nehemías hizo uno de los principales tesoreros del Templo (Neh. 13:13).
(f) Antecesor del Señor Jesús (Mt. 1:14).

nom, SADRAC

tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
Nombre que le dio el jefe de los eunucos a Ananías, uno de los tres amigos de Daniel que se mantuvieron fieles al Señor y que fueron más tarde salvados milagrosamente del horno ardiente (Dn. 1:7; 3:12-30).
nom, SADUCEOS
tip, RELI ANGE
ver, QUMRÁN, SEOL
vet,
(lat. «Sadducaei»; gr. «Saddoukaioi»).
Partido judío opuesto a los fariseos (Ant. 113:10, 6). Los saduceos eran relativamente poco numerosos, pero eran personas de elevada instrucción y en su mayor parte ricas, influyentes y poseedoras de altas funciones públicas (Ant. 18:1, 4). A juzgar por la etimología, este nombre deriva del nombre propio Sadoc, frecuentemente escrito Saddouk en gr. Según los rabinos, el partido provenía de un hombre llamado Sadoc, que vivió alrededor del año 300 a.C., y que hubiera sido su fundador. Sin embargo, como es evidente que los miembros de la más elevada aristocracia sacerdotal formaban parte de este partido, se piensa generalmente que su origen se remonta a otro Sadoc (2 S. 8:17), sumo sacerdote en la época de David. El sumo sacerdocio fue ostentado por los descendientes de Sadoc hasta la turbulenta época de los Macabeos (véase QUMRÁN [MANUSCRITOS DE], VI, Bosquejo histórico del qumranismo). Sus descendientes y partisanos se llamaron sadoquitas. Parece que se dividieron en dos ramas, la radical, que desembocaría en el qumranismo (véase ref. anterior), y la acomodaticia, de la que surgieron los saduceos. En contra de los fariseos, que daban una gran importancia a la tradición de los antiguos, y a los qumranitas, que se aislaron y tuvieron un desarrollo propio, más exacerbado que los fariseos, los saduceos se limitaban a los escritos de la Torah, de la Ley de Moisés. Para ellos, sólo la Ley escrita era determinante (Ant. 13:10, 6), pero pretendían el derecho a interpretarla a su manera (Ant. 18:1, 4). Se mantenían aferrados a la letra de las Escrituras, incluso con el resultado de un gran rigor en el ejercicio de la justicia (Ant. 20:9, 1).
Opuestos a los fariseos, los saduceos negaban:
(A) la resurrección y la retribución en el más allá, afirmando que el alma muere juntamente con el cuerpo (Mt. 22:23-33; Hch. 23:8; Ant. 18:1, 4; Guerras 2:8,14).
(B) La existencia de los ángeles y de los demonios (Hch. 23:8).
(C) La predestinación, a la que oponían el libre albedrío. Enseñaban que sufrimos las consecuencias directas de nuestros actos, buenos o malos, y que aparte de esto Dios no se ocupa de nuestra conducta (Ant. 13:5, 9; Guerras 2:8,14).
Su negación de la inmortalidad y de la resurrección se basaba, según ellos, en el hecho de que la Ley de Moisés no contiene textos explícitos acerca de estas doctrinas. Los saduceos no tenían en cuenta la creencia de los patriarcas en el más allá ni en la morada de los muertos (véase SEOL). Sin embargo, esta creencia contenía el germen de las posteriores revelaciones bíblicas acerca de la resurrección del cuerpo y del juicio venidero. En efecto, es indiscutible que los patriarcas creían en la supervivencia del alma. Al negar la existencia de ángeles y demonios los saduceos reaccionaban contra la compleja angeleología del judaísmo de su época, lleno de fantasiosas concepciones; sin embargo, oscilaban al otro extremo, negando a su vez la clara enseñanza de la Ley (Éx. 3:2; 14:19). Al principio, esta secta probablemente enseñaba que Dios confiere los castigos y las recompensas en la tierra, según el comportamiento de los hombres. Pero si es cierto que pretendían, como lo afirma Josefo, que Dios se desinteresa de nuestra conducta, se enfrentaban abiertamente con la Ley de Moisés, que ellos decían querer seguir (Gn. 3:17; 4:7; 6:5-7). Es indudable que empezaron negando lo que no estuviera expresamente revelado en la letra de la Escritura. Después, influenciados por las concepciones helenísticas, acabaron por asumir la filosofía de Aristóteles, descartando toda doctrina que no pudiera ser demostrada racionalmente.
Origen y desarrollo del partido de los saduceos.
Sobre este punto, se sigue la reconstrucción de Schürer: La casa sacerdotal de Sadoc estaba a la cabeza del judaísmo en los siglos IV y III a.C., bajo la dominación persa y griega. Esta aristocracia sacerdotal se apoyó más en los manejos políticos que en sus funciones religiosas, posiblemente cediendo a las condiciones históricas. En la época de Esdras y de Nehemías, la familia del sumo sacerdote se inclinaba hacia el mundo pagano. En la época de Antíoco Epifanes (175-163 a.C.), numerosos sacerdotes se arrojaron en brazos del helenismo (2 Mac. 4:14-16); los sumos sacerdotes Jasón, Menelao y Alcimo se mostraron partidarios de la cultura griega. Bajo los Macabeos, el pueblo se declaró resueltamente partidario de la religión de Israel y en contra de los usos y costumbres del paganismo. Cuando los Macabeos accedieron al sumo sacerdocio, los partidarios de la casa de Sadoc se dividieron en dos bandos. Los puristas se encerraron en sí mismos (véase QUMRÁN [MANUSCRITOS DE], VI, Bosquejo histórico del qumranismo), mientras que los seguidores de las tendencias helenizantes de los sadoquitas tardíos se daban a la política y descuidaban más y más las costumbres y las tradiciones de los antiguos, a fin de cultivar la cultura griega. Juan Hircano, Aristóbulo y Alejandro Janneo (135-78 a.C.) favorecieron a los saduceos. Bajo el dominio de los romanos y de Herodes, la política dependía en gran parte de los saduceos; los sumos sacerdotes de este periodo pertenecían a este partido (Hch. 5:17; Ant. 20:9, 1).
Tanto saduceos como fariseos acudieron a Juan el Bautista en el desierto. El profeta los llamó «generación de víboras» (Mt. 3:7). Se unieron para demandar una señal del cielo a Jesús (Mt. 16:1-4). El Señor puso en guardia a Sus discípulos contra uno y otro partido (Mt. 16:6-12). Los saduceos intentaron ponerlo en una posición apurada con una pregunta insidiosa acerca de la resurrección, pero Él refutó sus argumentos, y no supieron qué responderle (Mt. 22:23-33). Se unieron a los sacerdotes y al jefe de la guardia del Templo para perseguir a Pedro y a Juan (Hch. 4:1-22). El apóstol Pablo compareció ante el sanedrín, constituido por saduceos y fariseos, y usó las diferencias entre ellos acerca de la resurrección para salvar su vida (Hch. 23:6-10).

Bibliografía:
Edersheim, A.: «Sketches of Jewish, Social Life in the Days of Christ» (Wm. Eerdmans, Grand Rapids, reimpr. 1984);
Edersheim, A.: «The Life and Times of Jesus the Messiah» (Wm. Eerdmans, reimpr. 1981);
Schürer, E.: «History of the Jewish People» (1886-1890);
Whiston, W.: «The Complete Works of Flavius Josephus» (Kregel Pub., Grand Rapids, reimpr. 1978).

nom, SAFÁN

tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
= «damán», «tejón de las rocas».
Escriba y secretario del rey Josías. El sumo sacerdote Hilcías redescubrió el libro de la Ley y lo hizo entregar a Safán, que lo leyó primero por sí mismo, y después lo leyó al rey. Éste envió a Safán, junto con otros israelitas, a consultar a la profetisa Hulda acerca de las maldiciones consignadas en el libro (2 R. 22:8-14). Safán fue padre de Ahicam (Jer. 26:24; 39:14), de Elasa (Jer. 29:3), de Gemarías (Jer. 36:10), de Jaazanías (Ez. 8:11) y abuelo de Gedalías (2 R. 25:22).

nom, SAFIRA

tip, BIOG MUJE MUNT
vet,
= «hermosa».
Esposa de Ananías, que murió por haber mentido a Dios. Safira corrió idéntica suerte por haber participado en el mismo engaño (Hch. 5:1-10).

nom, SAL

tip, ALIM TIPO
ver, PACTO
vet,
En las costas del mar Muerto se conseguía una sal de una calidad mediocre, después de la evaporación del agua salada. También se conseguía sal de la que se adhería a los acantilados. Los moradores de Canaán y de las regiones circundantes se servían de la sal para sazonar sus alimentos y para conservarlos (Jb. 6:6; Eclo. 39:26). La Ley ordenaba poner sal en todas las ofrendas (Lv. 2:13; Ez. 43:24; Ant. 3:9, 1). Las tierras impregnadas de sal quedan estériles (Jb. 39:9). Las ciudades condenadas a la total destrucción eran sembradas con sal. Abimelec devastó Siquem y la cubrió de sal (Jue. 9:45). Durante el cataclismo que destruyó las ciudades de la llanura del Arabá, la mujer de Lot se demoró en la región maldita y fue transformada en una columna de sal (Gn. 19:26; Ant. 1:11, 4). La impura sal de Siria, expuesta a la lluvia, al sol, o depositada en casas húmedas, perdía su sabor. No valiendo para nada, era tirada (cfr. Mt. 5:13; Lc. 14:35).
La sal, que da sabor agradable a los alimentos, es el símbolo de los hijos de Dios, cuya vida y testimonio deben ser llenos de sabor y atractivo. Todas las ofrendas de Levítico, imágenes de la ofrenda de Cristo, debían ser presentadas con sal, que era señal del pacto con Dios (Lv. 2:13; cfr. Ez. 43:24). El perfume sagrado que era quemado sobre el altar de oro debía ser salado (Éx. 30:35). El Señor Jesús dijo a los creyentes que ellos, a su vez, eran la sal de la tierra (Mt. 5:13); deben tener sal en sí mismos (Mr. 9:51); su palabra debe estar siempre sazonada con sal (Col. 4:6). En efecto, no hay nada más llano, insípido, incluso mortífero, que los cristianos sin influencia, las vidas sin relieve, las palabras vacías de sentido: son cosas totalmente inútiles. Se han hecho otras aplicaciones a este símbolo: así como la sal detiene la corrupción, los creyentes son un freno a la corrupción del mundo; si la sal provoca la sed, los cristianos auténticos deberían provocar sed de Dios en los que tienen a su alrededor.

nom, SAL (Ciudad de la)

tip, CIUD
ver, PACTO
vet,
Ciudad asignada a Judá, en el desierto; se hallaba entre Nisbán y En-gadi (Jos. 15:62). Algunos autores la han identificado con Tell el-Milh, «loma de la sal», 31° 13' N, 35° 1' E.

nom, SAL (PACTO DE). Véase PACTO.

nom, SAL (VALLE DE LA)

tip, VALL
ver, PACTO
sit, a3, 428, 466
vet,
Lugar en el que David y Amasías entablaron batallas contra sus respectivos enemigos (2 S. 8:13; 2 R. 14:7; 1 Cr. 18:12; 2 Cr. 25:11; Sal. 60, título). Se cree que se halla en la zona norte del Arabá, al sur del mar Muerto.

nom, SALADO (Mar). Véase MAR MUERTO.

nom, SALAMINA

tip, CIUD
sit, a9, 507, 281
vet,
Ciudad marítima, al este o sureste de la isla de Chipre. Según la tradición, su fundador fue Teucer, llegado de la isla griega de Salamina, situada frente a la Ática.
La Salamina de Chipre tenía sinagogas en las que Pablo predicó durante su primer viaje misionero (Hch. 13:4, 5).
Su nombre moderno es Famagusta.

nom, SALARIO

tip, LEYE COST
vet,
En la antigüedad, los salarios se pagaban frecuentemente en especie (Gn. 29:15, 20; 30:28-34), y también con plata (Éx. 2:9).
La Ley de Moisés ordenaba el pago de cada trabajador al declinar el día (Lv. 19:13; Dt. 24:14, 15).
Los profetas denunciaban a los que retenían el dinero debido a sus trabajadores (Jer. 22:13; Mal. 3:5; Stg. 5:4).
En la época de Cristo, el salario por el trabajo de un día ascendía a un denario (Mt. 20:2). El poder de compra de esta suma era elevado, aunque no lo conocemos con exactitud (cfr. Lc. 10:35).

nom, SALATIEL

tip, BIOG HOMB HOAT
ver, GENEALOGÍA DE JESÚS
vet,
= «yo he pedido a Dios».
Uno de los hijos del rey Jeconías (1 Cr. 3:17; Mt. 1:12).
En Lc. 3:27 figura como hijo de Neri; en Esd. 3:2, etc., es mencionado como padre de Zorobabel; parece que era tío de Zorobabel, o quizá su abuelo (1 Cr. 3:17-19). Una solución verosímil parece ser que, aunque Salatiel no era hijo directo de Jeconías, ni padre de Zorobabel según la carne, sí era heredero legítimo del trono de Jeconías. A la muerte de Salatiel, el derecho a la corona pasó a Zorobabel. Salatiel es entonces el enlace entre Jeconías y Zorobabel. (Véase GENEALOGÍA DE JESÚS.)

nom, SALCA

tip, CIUD
sit, a2, 613, 51
vet,
Ciudad de Basán, cercana a Edrei (Dt. 3:10; Jos. 12:5; 13:11); se hallaba sobre la frontera del reino de Og, y señaló más tarde el límite septentrional de Gad (1 Cr. 5:11). Su nombre moderno es Salkhad, una ligera modificación del nombre antiguo. Estaba situada a 56 Km. al este de Edrei y a 100 Km. al este del Jordán, 32° 32' N, 36° 40' E.

nom, SALEM

tip, CIUD TIPO
ver, MARDIKH
sit, a9, 536, 377
vet,
= «paz».
(a) Nombre simbólico dado a Jerusalén (Sal. 76:2).
(b) Quizás el título de Melquisedec como rey de paz (Gn. 14:18; He. 7:1, 2). Sin embargo, se han sugerido varias ciudades. Los hay que creen que reinaba sobre Jerusalén; Jerónimo estaba convencido de que el verdadero lugar era una ciudad cerca de Escitópolis, llamada Salem. Con respecto a esta cuestión, se debe tener en cuenta la mención, en las tabletas de Ebla (véase MARDIKH, [TELL]), de Salim y Urusalim. En tal caso, Melquisedec puede haber sido rey de la primera ciudad, probablemente la indicada por Jerónimo, y no de Jerusalén.

nom, SALIM. Lugar cercano a las aguas de Enón (Jn. 3:23). (Véase ENÓN.)

nom, SALISA

tip, LUGA
vet,
= «una tercera parte».
Distrito del país montañoso de Efraín. Saúl, buscando las asnas de su padre, lo atravesó (1 S. 9:4). Su situación probable es al noreste de Lida, sobre la ladera occidental de la cadena.
No parece que se pueda identificar con Baal-Salisa (cfr. 2 R. 4:42).

nom, SALMANSAR

tip, BIOG REYE ARQU HIST HOMB HOAT
ver, ACAB, SARGÓN
vet,
(as. «Shulmanu-asharidu»: «el dios Shulman es principal»). Nombre de varios reyes de Asiria:
(a) Salmansar I, que construyó, o restauró, la ciudad de Cala. Reinó entre el año 1280-1260 a.C. (cronología convencional) o 1272-1243 (cronología revisada).
(b) Salmansar III, hijo de Assurbanipal. Reinó aproximadamente entre 860-825 a.C. (858-824 a.C. - Courville). Enérgico y perseverante, fue el primero de los soberanos asirios en entrar en conflicto con los israelitas. Desde el primer año de su reinado, se lanzó a la campaña, atravesando el Éufrates, devastando el país de los hititas hasta el Mediterráneo. Además de las expediciones que emprendió al norte, este y sur de Nínive, cruzó en varias ocasiones el Éufrates. Para cerrarle el camino hacia occidente, los sirios formaron una liga englobando a Damasco, Hamat y doce reyes de la costa. En algunas ocasiones hubo refuerzos de tropas de naciones vecinas para hacer más sólida la coalición. En Karkar, en el año 853 a.C., el ejército de Acab, rey de Israel, se unió a los soldados de Damasco para combatir contra los asirios (véase ACAB, a). Salmansar pretende haber ganado la batalla de Karkar. Si éste fue el caso, no sacó de esta victoria ningún provecho, porque de inmediato retiró su ejército a Nínive. El rey de Asiria volvió a aparecer en el oeste tres años más tarde, pero la coalición volvió a detenerlo. En el año siguiente, el undécimo de su reinado, cruzó el Éufrates, saqueó numerosas ciudades del reino de Hamat, pero fue detenido. En su decimocuarto año consiguió aplastar la coalición. En el año decimoctavo, 842 a.C., derrotó a Hazael de Damasco sobre el monte Hermón. Los reyes de Tiro, de Sidón y de Israel (Jehú) se apresuraron a someterse y a pagar tributo.
Se han descubierto numerosos monumentos del reinado de Salmansar III, muchos de ellos bien preservados. El más bello de ellos es el obelisco negro conservado en el Museo Británico. Se trata de un gran bloque de basalto de más de 1,80 m. de altura descubierto en Balawat, cerca de Nimrod, en 1845. Sus cuatro caras están cubiertas de inscripciones y de bajorrelieves que representan a los reyes tributarios que rinden homenaje al rey, seguidos de sus numerosos presentes. De manera particular se ve a Jehú, rey de Israel, prosternándose para besar el pie de Salmansar; la inscripción reza: «El tributo de Jehú, hijo de Omri: plata, oro, etc...» En realidad, Omri había sido el rey anterior a Jehú, y no fue padre de este último; pero durante mucho tiempo los asirios conocieron a Israel como «el país de Omri». Acerca de la batalla de Karkar, Salmansar dijo en su crónica que, entre otros, destruyó a «diez mil hombres de Acab, el israelita». Es notable cómo los descubrimientos arqueológicos concuerdan una y otra vez con los detalles del texto bíblico, en este caso el libro de Reyes.
(c) Salmansar V fue sucesor de Tiglat-pileser III, y reinó entre los años 727-722 a.C. Inició sus campañas en el año 725 a.C. Según los Anales sirios, citados por Josefo, invadió Fenicia. Al aproximarse los asirios, Sidón, Aco y la parte de Tiro situada sobre el litoral, sacudiéndose el yugo de la Tiro marítima (construida sobre una isla), reconocieron la soberanía del rey de Asiria; éste se retiró, y después volvió para atacar a los tirios en su isla. Éstos dispersaron las naves asirias, tripuladas por fenicios. Salmansar se retiró, pero dejó sobre el litoral un numeroso ejército que bloqueó la isla de Tiro durante cinco años (Ant. 9:14, 2); este bloqueo finalizó con el sometimiento de Tiro a Sargón. Oseas, rey de Israel y tributario de Salmansar como lo había sido de su predecesor, se apoyó sobre So, rey de Egipto, y rehusó pagar el tributo al rey de Asiria. Es posible que se hubiera sentido alentado por la resistencia de Tiro. Salmansar hizo llevar a Oseas a Arbela (en Galilea), poniendo sitio a Samaria después de ello; esta capital resistió durante tres años antes de rendirse a los asirios (2 R. 17:1-6; 18:9, 10). (Véase SARGÓN.)

nom, SALMÓN

tip, BIOG MONT HOMB HOAT
vet,
(a) (o SALMA).
Padre de Booz. Miembro de la tribu de Judá, del clan de Fares, descendiente de Hezrón y Ram (Rt. 4:18-21; Mt. 1:4; Lc. 3:32). La forma Salma figura en el texto heb. de Rt. 4:20. Salma es la ortografía que se halla también en el texto heb. de 1 Cr. 2:11. Hay expositores que consideran que el Salma de Rt. 4:20 es el antecesor de los belenitas que se menciona en 1 Cr. 2:51, 54, pero esta genealogía se remonta a Caleb, no a Ram. La diferencia de linaje indica con probabilidad a otro personaje, aunque es posible que pueda haber en este hombre una unión de ambas genealogías.
(b) Monte mencionado en Jue. 9:48; posiblemente el mismo que se menciona en el Sal. 68:14. Se hallaba cerca de Siquem.
(c) El cabo más oriental de Creta (Hch. 27:7). Su nombre actual es cabo Salmone, o Plaka. Algunos autores proponen el cabo Sidero, 24 Km. más al norte.

nom, SALMA. Véanse SALMÓN.

nom, SALOMÉ

tip, BIOG MUJE MUNT
vet,
(forma femenina de Salomón).
(a) Esposa de Zebedeo y madre de los apóstoles Jacobo y Juan (Mt. 27:56; cfr. Mr. 15:40; 16:1). Una de las mujeres que asistieron de lejos a la crucifixión (Mt. 27:56) y que, por la mañana del día de la resurrección, llevaron especias aromáticas al sepulcro de Jesús (Mr. 16:1).
(b) Hija de Herodías y de Herodes Felipe; danzó ante Herodes el Tetrarca y, habiéndole éste prometido con juramento que le daría lo que quisiera, bajo instigación de su madre Herodías pidió la cabeza de Juan el Bautista (Mt. 14:3-11; Mr. 6:17-28. Para el nombre de Salomé, cfr. Ant. 18:5, 4). Se casó con su tío Felipe el Tetrarca.

nom, SALOMÓN

tip, ARQU BIOG REYE HOMB HOAT
ver, PROVERBIOS, ECLESIASTÉS, CANTAR DE LOS CANTARES, ROBOAM, EGIPTO, HICSOS, ASIRIA, BABILONIA, HITITAS, PÓRTICO
vet,
= «pacífico».
Hijo de David con Betsabé (2 S. 12:24; 1 Cr. 3:5; Ant. 7:14, 2); nacido en Jerusalén. David, advertido que bajo su sucesor habría un reinado de paz, le dio el nombre de Salomón, «pacífico» (1 Cr. 22:9). El profeta Natán le dio el nombre de Jedidías, «amado de Jehová» (2 S. 12:25). Cuando David envejeció y se debilitó, Adonías, uno de sus hijos nacidos en Hebrón, y probablemente el mayor después de la muerte de Amón y de Absalón, intentó usurpar el trono. El profeta Natán, ayudado por el sumo sacerdote Sadoc y por Benaía, el jefe de la guardia, y con el apoyo de la guardia personal de David, desarticularon esta conspiración, y Salomón fue proclamado rey (1 R. 1:5-40), poco después de lo cual murió David.
Salomón inició su reinado alrededor del año 970 a. C. Tendría entonces unos 20 años. Obedeciendo las últimas recomendaciones de su padre, depuso a Abiatar del sumo sacerdocio, e hizo ejecutar a Simei por desobedecer la orden de permanecer en Jerusalén. Ante una nueva pretensión de Adonías, Salomón lo hizo ejecutar, lo mismo que a Joab, también implicado en este asunto (1 R. 2:1-46).
Salomón contrajo matrimonio con la hija del rey de Egipto, y la llevó a Jerusalén (1 R. 3:1). Después que el Señor hubiera abandonado Silo, el culto no había sido restaurado. El Tabernáculo se hallaba en Gabaón, y el arca del pacto en Jerusalén. Menospreciando la orden de la Ley, el pueblo había erigido altares en los lugares altos. Salomón acudió a Gabaón para ofrecer sacrificios. Aquella noche, el Señor se le apareció en sueños y le preguntó qué era lo que él deseaba. Salomón imploró la gracia de la sabiduría y de la inteligencia, a fin de poder administrar justicia. En aquella época la administración de la justicia incumbía al rey. Dios dio respuesta a esta oración. Poco después, Salomón emitió un juicio que se ha hecho célebre porque con ello descubrió quién era la verdadera madre de un recién nacido reclamado vehementemente por dos mujeres como propio (1 R. 3:2-28; 2 Cr. 1:3-12). Unos veinte años después, durante una nueva aparición, Dios prometió a Salomón, de forma condicional, conservar el trono para su dinastía, y le hizo solemnes advertencias (1 R. 9:1-10; 2 Cr. 7:12-22).
David había sometido a las naciones vecinas. Según los textos, Salomón sólo emprendió una campaña bélica, contra Hamat. La posesión de esta ciudad le permitió mantener la paz en el noreste de sus estados. Hadad, príncipe edomita, y Rezón, de Damasco, se opusieron a Salomón. Éste fortificó la ciudad de Hazor, sobre el alto Jordán, y edificó una fortaleza en el Líbano para pacificar a Damasco; también logró mantener seguro el camino que llevaba a Ezión-geber atravesando Edom. El rey Salomón mantuvo relaciones amistosas con numerosos soberanos; organizó su reino, y protegió las artes. David había amasado una gran cantidad de materiales con vistas a la construcción del Templo. Salomón construyó el edificio en siete años. Hiram, rey de Tiro, le consiguió materiales y artesanos (1 R. 5:6). Salomón llevó a cabo una solemne dedicación del Templo (1 R. 7:13-8:66; 2 Cr. 2-7). Después se hizo edificar un palacio, cuya construcción duró trece años (1 R. 7:1-12). Fortificó numerosas ciudades y construyó otras en diversos puntos del país (1 R. 9:17-19; 2 Cr. 8:4-6).
Salomón administró sus estados con mucha sabiduría. Se rodeó de funcionarios competentes, con el nieto del sumo sacerdote como jefe de ellos (1 R. 4:2-6). Mantuvo un ejército poderoso; dividió el reino en doce distritos. Independientemente de los antiguos límites de las tribus, lo que facilitó su administración (1 R. 4:7-19). El soberano se cuidó asimismo del mantenimiento del culto a Jehová, pronunciando la oración de dedicación del Templo e invocando la bendición divina sobre el pueblo.
La expansión comercial enriqueció al reino (1 R. 10:14-29; 2 Cr. 9:13-27). Venían mercancías de Ofir y de la India, de donde las traían los siervos de Salomón (1 R. 10:22, 23; 2 Cr. 9:10-22). El rey hizo construir ciudades de almacenamiento, entre otras Palmira, en el desierto, a mitad de camino entre Damasco y el Éufrates. Salomón se interesó por las letras y por las ciencias, y «disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces» (1 R. 4:33). Además, recogió y compuso numerosos proverbios (véase PROVERBIOS). Los Sal. 72 y 127 le son atribuidos en el encabezamiento (véanse también ECLESIASTÉS y CANTAR DE LOS CANTARES).
La magnificencia de su corte, de su mesa, del lujo del que se rodeaba en sus desplazamientos, se correspondía con sus ingresos e importancia política (1 R. 10:4, 5, 21). Acudían muchos de lejos para oír sus dichos llenos de sabiduría (1 R. 4:34; 10:23-25). La misma reina de Sabá acudió a Jerusalén para plantear al rey difíciles cuestiones (1 R. 10:1-13).
Pero Salomón no fue obediente a las instrucciones divinas. Tuvo un harén de algo más de mil mujeres. Muchas de ellas eran princesas, entregadas al rey de Israel como prendas de pactos políticos. Salomón se dejó persuadir por estas extranjeras idólatras para erigir santuarios a sus dioses (1 R. 11:1-8). El Señor castigó la apostasía del soberano no dejando a su dinastía más que una pequeña fracción del reino (1 R. 11:9-13). El profeta Ahías, de Silo, anunció a Jeroboam, funcionario de Salomón, que Dios le daría diez tribus (1 R. 11:28-29), pero no las obtendría antes de la accesión de Roboam. Salomón pecó también por su lujo y ostentación, que costeó imponiendo pesadas cargas fiscales sobre sus súbditos. Estas exacciones quebrantaron la confianza de los israelitas en su rey y vinieron a ser posteriormente causa de rebeliones (véase ROBOAM).
Salomón reinó 40 años, muriendo alrededor del año 931 a.C. Los acontecimientos de este periodo fueron consignados en las siguientes obras:
Libro de los hechos de Salomón,
Libro del profeta Natán,
Profecía de Ahías silonita y
Profecía del vidente Iddo (1 R. 11:41-43; 2 Cr. 9:29-31)

Arqueología
Los descubrimientos arqueológicos muestran una estrecha concordancia y arrojan buena luz sobre una multitud de detalles referentes a los textos bíblicos acerca de Salomón, en tanto que las teorías meramente especulativas del pasado, sin ninguna base en evidencias independientes, sino basadas en una serie de «a prioris» de «evolución histórica», tenían una fuerte tendencia a restar crédito a la descripción del poder y de la gloria de este rey que aparecen en 1 R. 3 a 11 (cfr. además Mt. 6:29; 12:42; Lc. 11:31). Entre otros aspectos tocados por los descubrimientos arqueológicos se pueden considerar:
(a) El reino de Salomón.
Frente a las posturas que afirmaban que los reinos de David y Salomón se limitaban estrictamente a Palestina, debido a que no hubiera podido existir un reino con las extensas fronteras que se le afirman ante los poderes mundiales de Egipto, Asiria y Babilonia, se puede constatar que estos imperios no ejercían poder en aquella época.
(A) Egipto se había sacudido hacía poco del dominio de los hicsos, y se estaba recuperando (véanse EGIPTO, a, Historia, HICSOS y, para más detalle, las correspondientes Bibliografías). Asiria estuvo carente de un caudillaje capaz entre Tiglat-pileser I (muerto alrededor del año 1076 a.C.) y la accesión de Assurbanipal II (alrededor del año 880 a.C.). Babilonia vegetaba entonces, y el imperio hitita había sido aplastado por Asiria en el año 1110 a.C., habiendo quedado sólo algunas ciudades libres. (Véanse ASIRIA, BABILONIA, HITITAS.)
(b) La gran prosperidad de Salomón había sido también puesta en tela de juicio. Sin embargo, se reconoce en la actualidad que en la época de Salomón se daban todas las condiciones comerciales y políticas necesarias para ello. Se ha podido constatar por medios arqueológicos que en la época de Salomón había un intenso tráfico de caravanas entre el sur de Arabia y Mesopotamia. De esta manera, Salomón, que dominaba el estratégico enlace palestinense, y sin ningún poder que le pudiera disputar el dominio, pudo ejercer un monopolio sobre las caravanas que circulaban por esta vía de comunicación. Con el control de las rutas que canalizaban el comercio entre los diversos puntos del mundo antiguo, el soberano israelita no podía dejar de tener abundantes ingresos en base a los impuestos sobre «los mercaderes, y lo de la contratación de las especias, y lo de todos los reyes de Arabia, y de los principales de la tierra», con la gran cantidad de productos que atravesaban sus territorios (1 R. 10:15).
(c) Las minas de cobre descubrieron el puerto de Ezión-geber y una gran fundición de cobre. Nelson Glueck afirma de ello que Salomón fue «el primero en hacer de la industria minera del Wadi Arabah una empresa verdaderamente nacional» («The Other Side of the Jordan», 1951, p. 98).
(d) Las fortificaciones, los caballos y los carros. Además de mantener un activo intercambio comercial con las naciones vecinas (1 R. 10:28-29), Salomón invirtió grandes recursos en el mantenimiento de un ejército poderoso (1 R. 4:26). Ciudades militares importantes fueron Hazor, Meguido y Gezer, que estaban provistas de las necesarias instalaciones logísticas para resistir y detener potentes ataques, así como para almacenar provisiones y acantonar tropas de caballería (cfr. «The Sad Case of Tell Gezer», en Biblical Archaeological Review, jul./ago. 1983, PP, 30-42; también «How Water Tunnels Worked», Bib. Arch. Rev., mar./abr., PP. 9-29, y «Five Ways to defend an Ancient City», Bib. Arch. Rev., mar./abr. 1983, PP. 73-76).
(e) La visita de la reina de Sabá (1 R. 10:1-13) ha sido considerada por algunos críticos como una mera ficción. Se mantiene que no existe ninguna prueba de la existencia personal de la reina. No obstante, Velikovsky («Ages in Chaos», Doubleday, 1952) demuestra, sin dejar lugar a ninguna duda:
(A) que la ausencia de identificación se debe a un desfase en la cronología convencional de Egipto de 600 años, debido a unas identificaciones erróneas en el inicio de la egiptología;
(B) señala Velikovsky que Josefo (Ant. 8:6, 5) afirma que esta mujer era «reina de Egipto y Etiopía»;
(C) en base a la cronología revisada, llevando a una estrecha correspondencia los relatos de los monumentos y la Biblia, la reina Hatsepsut fue contemporánea de Salomón;
(D) Hatsepsut afirma en sus crónicas que visitó la tierra «de Punt»;
(E) Punt se hallaba, según las inscripciones egipcias, al este de Egipto, y allí había un río que corría hacia el sur (evidentemente el Jordán); además, «Punt» recibe también el nombre de «tierra de Dios». Éstas y muchas otras razones, basadas en el estudio de los hallazgos arqueológicos de Egipto referentes a la reina Hatsepsut y a su viaje a la tierra de Punt, y una cuidada consideración de la estructura cronológica de la historia de Egipto, llevan a la identificación de «la reina de Sabá» con «la reina de Egipto y Etiopía» mencionada por Josefo, no otra que la célebre Hatsepsut. En la ya citada obra de Velikovsky se da una copiosa documentación y un tratamiento exhaustivo de todo este tema.

nom, SALOMÓN (PORTICO DE). Véase Portico.

nom, SALTERIO

tip, MUSI
ver, MÚSICA
vet,
(heb. «nebel»; gr. «psalterion», designa una lira; Is. 5:12; 14:11; Am. 5:23; 6:5). En gr., el término «nebel» vino a ser «nabla». En la LXX se encuentra ordinariamente la transcripción «nabla» (1 S. 10:5; 2 S. 6:5; 1 Cr. 13:8; 15:16, 20). El cuerpo de este instrumento, que al principio fue de madera (2 S. 6:5; 2 Cr. 9:11) se hizo más tarde metálico (Ant. 8:3, 8). Se desconoce el número de cuerdas; eran de tripa; se mencionan diez cuerdas para un tipo de salterio concreto (el decacordio; Sal. 33:2; 92:4). Acompañaba a la voz de soprano (1 Cr. 15:20), y era portátil (1 S. 10:5). Josefo dice que la «kinnura» (heb. «kinnõr», lira, arpa) tenía diez cuerdas, y que se tañía con el plectro, en tanto que la nabla tenía doce notas y se pulsaba con los dedos (Ant. 7:12, 3).
Según Eusebio, el salterio recibía en Israel el nombre de nabla y tenía la tabla de resonancia arriba. Agustín de Hipona, comentando el Sal. 42, dice que el salterio tiene la tabla de resonancia por encima de las cuerdas, al revés de la cítara, que la tiene debajo.
Saúl se encontró con un grupo de profetas tocando el salterio (1 S. 10:5), instrumento que fue también usado cuando el arca fue devuelta a Jerusalén (2 S. 6:5).
Cuando David organizó el servicio musical del santuario, designó a ciertos levitas para tocar el salterio (1 Cr. 15:16, 20, 28; 16:5; 25:1, 6), perpetuándose así su uso para el culto público (2 Cr. 5:12). También se tocaba en las fiestas (Is. 5:12; Am. 6:5). Este instrumento acompañaba frecuentemente al arpa (1 S. 10:5; 2 S. 6:5; 2 Cr. 9:11; Sal. 81:3; 108:3). (Véase MÚSICA.)

nom, SALUD. (Véanse ENFERMEDAD, SANIDAD)

nom, SALUDO

tip, COST
vet,
Al encontrarse, los israelitas pronunciaban fórmulas expresando mejores votos y bendiciones. Los más corrientes eran:
(a) «¡Bendito seas de Jehová!»; «¡Dios tenga misericordia de ti!», o una fórmula equivalente (Gn. 43:29; Rt. 3:10; 1 S. 15:13).
(b) «Jehová sea con vosotros», a lo que se respondía con «Jehová te bendiga» (Rt. 2:4)
(c) «¡Paz a vosotros!» o «¡Paz a ti!» (prosperidad) Éste era el saludo más frecuente (Lc. 24:36), todavía usado en nuestros días entre los judíos, evocando la respuesta «¡Paz a ti!» o « ¡Paz a ti y paz a tu familia!» (1 S. 25:6; Lc. 10:5)
(d) «¡Salud!» era una forma corriente durante el periodo gr. (Mt. 26:49; 27:29; 28:8; Lc. 1:28; en la versión Reina-Valera se traduce como «¡Salve!»).
(e) «¡Viva el rey para siempre!» era el saludo de los israelitas a sus soberanos (cfr. 1 R. 1:31); esta fórmula era empleada también por los judíos para dirigirse a los reyes de Babilonia y de Persia (Neh. 2:3; Dn. 2:4; 3:9; 5:10; 6:6, 11). Al despedirse se pronunciaban bendiciones (Gn. 24:60; 28:1; 47:10; Jos. 22:6), que acabaron tomando la forma convencional de «¡Ve en paz!» (1 S. 1:17; 20:42; 2 S. 15:9; Mr. 5:34; Hch. 16:36), lo que evocaba la respuesta «Halle tu siervo/a gracia delante de tus ojos», si se dirigía a un superior (1 S. 1:18).
Abraham y Lot se levantaron para acoger a extraños, y se postraron delante de ellos, apremiándolos a aceptar su hospitalidad (Gn. 18:2; 19:1). Booz intercambiaba saludos con sus segadores (Rt. 2:4). Los caminantes saludaban a los trabajadores de los campos (Sal. 129:8). Se dejaba de saludar a los adeptos a otra religión (Mt. 5:47), a fin de no entablar relaciones espirituales con ellos (2 Jn. 11). Los mensajeros encargados de apresurarse en su comisión no debían saludar a nadie por el camino (2 R. 4:29; Lc. 10:4), porque el saludo oriental tomaba mucho tiempo. No implicaba una simple inclinación de cabeza o un ademán, sino una detención en la que se intercambiaban profundas reverencias y preguntas acerca de la salud de la familia y de los propios interesados, con intercambio de buenos deseos y bendiciones. Si alguien iba montado, debía descender de su montura o de su carro (1 S. 25:23; 2 R. 5:21).
Durante el periodo grecorromano en Palestina, los saludos epistolares eran de un estilo más directo y breve. El nombre del autor va en el encabezamiento «El rey Alejandro a su hermano Jonatán, salud» (1 Mac. 10:18) «El rey Demetrio al pueblo de los judíos, salud (1 Mac. 10:25; cfr. Hch. 15:23; 23:26; Stg. 1:1). La conclusión de la carta era, a menudo, una fórmula derivada del latín «Adiós» o más exactamente «¡pásalo bien!» (cfr. Hch. 15:29). Los judíos añadían un voto de paz (2 Mac. 1:1). Sus saludos eran frecuentemente detallados (2 Mac. 1:1-5) y siguiendo la antigua fórmula (2 Mac. 9:19, 20). De la misma manera, Pablo comienza sus cartas mediante saludos llenos de contenido (Ro. 1:1-7). En la Epístola a Timoteo, desea gracia, misericordia y paz a su hijo en la fe; pero el deseo ordinario es: «Gracia y paz a vosotros». El apóstol añade al final de sus cartas sus propios saludos y los de otros cristianos (1 Ts. 1:1; 5:26-28).

nom, SALUM

tip, BIOG REYE SACE HOMB HOAT
ver, JOACAZ
vet,
= «recompensa».
(a) Decimosexto rey de Israel, hijo de Jabes. Dio muerte al rey Zacarías para reinar en su lugar sobre las diez tribus, pero sólo reinó un mes, muriendo a manos de Manahem (2 R. 15:8-15).
(b) Hijo de Ticva y esposo de la profetisa Hulda. Era el guarda de las vestiduras sacerdotales, depositadas en el Templo, o bien de los ropajes reales (2 R. 22:14; 2 Cr. 34:22).
(c) Jefe de los porteros del Templo (1 Cr. 9:17, 18). Parece que sus descendientes volvieron del cautiverio (Esd. 2:42; 10:24; Neh. 7:45). Se puede identificar este Salum con Meselemías (Selemías) en 1 Cr. 26:1, 2, 9, 14.
(d) Miembro de la familia del sumo sacerdote Sadoc, y antepasado de Esdras. Vivió varias generaciones antes de la toma de Jerusalén por Nabucodonosor (1 Cr. 6:12-15; Esd. 7:2); aparece en 1 Cr. 9:11 bajo el nombre de Mesulam.
(e) Tío del profeta Jeremías y padre de Hanameel (Jer. 32:7, 8). En contra de la opinión de ciertos comentaristas, no pertenecía a la familia del sumo sacerdote. El hijo de este Salum vivía en Anatot, localidad donde residían los descendientes de la línea de Itamar, que había representado Abiatar (1 R. 2:26). Pero en la época de Salum, los sumos sacerdotes pertenecían a la línea de Eleazar.
(f) Otro nombre de Joacaz, hijo de Josías, rey de Judá (2 R. 23:30; Jer. 22:11). (Véase JOACAZ, c.)

nom, SALVACIÓN

tip, DOCT
vet,
(SALVADOR).
Tanto el AT como el NT están centrados en la concepción de la «salvación», basada sobre el hecho de que el hombre, totalmente arruinado por la caída, y por ello mismo destinado a la muerte y a la perdición eternas, tiene necesidad de ser rescatado y salvado mediante la intervención de un Salvador divino. Así, el mensaje bíblico se distingue claramente de una mera moral religiosa que dé al hombre consejos de buena conducta o que preconice la mejora del hombre mediante sus propios esfuerzos. También se halla a una inmensa distancia de un frío deísmo, en el que la lejana divinidad se mantenga indiferente a la suerte de sus criaturas.

En el Antiguo Testamento:
En el AT el Señor se revela como el Dios Salvador. Éste es, entre una multitud de otros, Su más entrañable título en relación con nosotros, el más bello de ellos (2 S. 22:2-3). Él es el redentor, el único Salvador de Israel (Is. 25:9; 41:14; 43:3, 11; 49:26), y ello de toda la eternidad (Is. 63:8, 16). Ya en Egipto empezó a manifestarse en este carácter, al decir: «Yo soy JEHOVÁ... yo os libraré» (Éx. 6:6). Él liberó a Su pueblo del horno de aflicción, del ángel exterminador, del amenazador mar Rojo, y Moisés exclama, ante todo ello: «Bienaventurado tú, oh Israel. ¿Quién como tú, pueblo salvo por Jehová, escudo de tu socorro, y espada de tu triunfo?» (Dt. 33:29). No se trata de los miles de medios que emplea Dios, sino que es el mismo Dios, Su presencia, Su intervención victoriosa, lo que salva (1 S. 14:6; 17:47). David exclama: «Dios mío... el fuerte de mi salvación» (2 S. 22:3). ¿Quién es el que puede resistir, cuando Dios se levanta para salvar a todos los mansos de la tierra? (cfr. Sal. 76:8-10). Él salva a Sus hijos, frecuentemente rebeldes, a causa de Su nombre, para manifestar Su poder (Sal. 106:8). El profeta puede decir a Sion: «Jehová está en medio de fi, poderoso, él salvará» (Sof. 3:17), y el salmista no deja de ensalzar la salvación de Dios (Sal. 3:8; 18:46; 37:39; 40:17; 42:5; 62:7; 71:15; 98:2-3, etc.).
Esta salvación comporta además todas las liberaciones, tanto terrenas como espirituales. El Señor salva de la angustia y de las asechanzas de los malvados (Sal. 37:39; 59:2); Él salva otorgando el perdón de los pecados, dando respuesta a la oración, impartiendo gozo y paz (Sal. 79:9; 51:12; 60:6; 18:27; 34:6, 18).
Sin embargo, el Dios Salvador, en el Antiguo Pacto, no se manifiesta aún de una manera plena; se halla incluso escondido (Is. 45:15). El Señor responde a la humanidad sufriente que le pide romper los cielos y descender en su socorro: «Esforzáos... he aquí que vuestro Dios viene... Dios mismo vendrá, y os salvará» (Is. 35:4).

En el Nuevo Testamento:
Cristo es ya de entrada presentado como el Salvador, y no sólo como un Maestro, amigo o modelo de conducta. El ángel dice a José: «Llamarás su nombre Jesús (Jehová salva), porque Él salvará a su pueblo de sus pecados.» Zacarías bendijo al Señor por haber levantado «un poderoso Salvador» (Lc. 1:69). No hay salvación en nadie más (Hch. 4:12). Jesús es el autor de nuestra salvación (He. 2:10; 5:9). Dios envió a Su Hijo como salvador del mundo (1 Jn. 4:14), no para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él (Jn. 3:17; 12:47). El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido (Lc. 19:10); vino, no para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas (Lc. 9:56). La verdadera dicha es la alcanzada por aquellos que pueden exclamar: «Sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo» (Lc. 4:42).
En el Nuevo Pacto, el término de la salvación se aplica casi exclusivamente a la redención y a la salvación eterna. La salvación viene de los judíos (Jn. 4:22). El Evangelio es la palabra de la salvación predicada en todo lugar (Hch. 13:26; 16:17; 28:28; Ef. 1:13); es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree (Ro. 1:16). La gracia de Dios es la fuente de la salvación (Tit. 2:11), que está en Jesucristo (2 Ti. 2:10). Dios nos llama a que recibamos la salvación (1 Ts. 5:9; 2 Ts. 2:13). Es confesando con la boca que llegamos a la salvación (Ro. 10:10); tenemos que ocuparnos en nuestra salvación con temor y temblor (Fil. 2:12). Somos guardados por el poder de Dios mediante la fe para alcanzar la salvación (1 P. 1:5, 9). Mientras tanto, esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo (Fil. 3:20), por cuanto se acerca el momento en que se revelará plenamente la salvación conseguida en el Calvario (Ro. 13:11; Ap. 12:10). No escapará el que menosprecie una salvación tan grande (He. 2:3). Al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos (Jud. 25).

Bibliografía:
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Blanchard, J.: «Aceptado por Dios» (El Estandarte de la Verdad, Edimburgo, 1974);
Chafer, L. S: «El camino de la salvación» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1972);
Chafer, L. S: «Grandes temas bíblicos» (Pub. Portavoz Evangélico, 1976);
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Ironside, H. A.: «Grandes palabras del Evangelio» (Ed. Moody, Chicago, S/f);
Lacueva, F.: «La Persona y la Obra de Jesucristo» (Ed. Clíe, Terrassa, 1979);
Lacueva, F.: «Doctrinas de la gracia» (Clíe, Terrassa, 1975);
Lacueva, F.: «El hombre: su grandeza y su miseria» (Clíe, Terrassa, 1976);
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Ryrie, C. C.: «La gracia de Dios» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1979);
Spurgeon, C. H.: «No hay otro Evangelio» (Estandarte de la Verdad, Barcelona, 1966);
Spurgeon, C. H.: «Ganadores de hombres» (Clíe, Terrassa, 1984);
Stott, J. W. R.: «Las controversias de Jesús» (Certeza, Buenos Aires, 1975);
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Wolston, W. T. P.: «En pos de la luz» (Verdades Bíblicas, Apdo. 1469, Lima 100, Perú, 1982).

nom, SALVADOR (Véase SALVACIÓN)

nom, SAMA

tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
= «desolación».
(a) Hijo de Zofa, y de la tribu de Aser (1 Cr. 7:37).
(b) Descendiente de Esaú y asimismo de Ismael (Gn. 36:3, 4, 13, 17), llegó a ser uno de los jefes de Edom (v. 17).
(c) El tercer hijo de Isaí, hermano de David (1 S. 16:9; 17:13), llamado también Simea.
(d) Uno de los tres primeros héroes de David, hijo de Age ararita (2 S. 23:11). En el versículo 33 se menciona este Sama; 1 Cr. 11:34 y el examen del texto permiten identificarlo con el padre de Jonatán. Estos pasajes de Samuel y Crónicas deben leerse: «Jonatán, hijo de Sama, de Harar.»
(e) Guerrero de Harod; uno de los héroes de David (2 S. 23:25).
nom, SALMOS (Libro)
tip, LIBR CRIT LIAT
fot, dib00064, dib00071
ver, SALTERIO, DAVID, MARDIKH, UGARIT, PASCUA, ASAF, MONOTEÍSMO, RESTO (de Israel), CANON, GRACIA, LEY, ESCATOLOGÍA, ISRAEL, MILENIO, TRIBULACIÓN
vet,
Colección de poemas religiosos, de los que una gran cantidad se cantaba en el Templo. Los israelitas los llamaban «Himnos de Alabanza». La expresión «libro de los Salmos» (cfr. Lc. 20:42) proviene de la traducción griega. Hay setenta y tres salmos cuyos títulos heb. los atribuyen formalmente a David. De ahí proviene la designación general de «Salmos de David» (cfr. He. 4:7).
Hay 150 salmos repartidos en cinco libros, siguiendo, según se cree, el modelo del Pentateuco. El texto heb. marca con rúbricas esta antiquísima división, señalada en la LXX. La comparación de 1 Cr. 16:34-36 con Sal. 106:47, 48 no permite llegar a la conclusión de Delitzsch de que la división en cinco libros existía ya durante la redacción de Crónicas, porque este pasaje de Sal. 106 podría proceder de 1 Cr. 16:34-36. Las cinco divisiones comienzan en los Sal. 1, 42, 73, 90 y 107. Cada división finaliza con una doxología.
(a) Primer Libro.
Con excepción de los Sal. 1, 2, 10 y 33, llamados anónimos, los salmos de este libro pueden ser atribuidos a David. En la LXX se considera que el Sal. 1 es una contribución anónima, y no se atribuye el Sal. 2 a David, a quien se considera como autor del resto. En la LXX se unen los Salmos 9 y 10 en uno solo, y el Sal. 33 recibe la rúbrica de «para David». Este libro emplea por lo general el nombre divino de Yahweh para Dios.
(b) Segundo Libro.
Los ocho primeros de los treinta y un salmos son una serie de cánticos de los hijos de Coré; siete de los ocho primeros son expresamente atribuidos a estos autores. Con respecto al Sal. 43, que posiblemente sea de ellos, constituye la conclusión del Sal. 42, con el que primitivamente formaba un todo. El Sal. 50, de Asaf, forma una transición con un grupo de veinte salmos atribuidos a David, excepto los Sal. 66 y 67. Sin embargo, en la LXX el Sal. 77 sí es atribuido a David. El Segundo Libro finaliza con un salmo anónimo y un cántico de Salomón (Sal. 71 y 72). En esta colección, Dios recibe frecuentemente el nombre de Elohim. El Sal. 53 es una reproducción casi idéntica del Sal. 14 del Libro Primero, y el Sal. 70 es una repetición del Sal. 40:14-18. Pero estas repeticiones presentan unas diferencias significativas, que alteran su carácter y oportunidad, así como la relación que se tiene con Dios, expresada en el uso de los nombres.
(c) Tercer Libro.
Éste contiene diecisiete salmos. Los once primeros son atribuidos a Asaf; cuatro a los hijos de Coré, uno a David y uno a Etán. Estos salmos fueron recogidos después de la destrucción de Jerusalén y del incendio del Templo en el año 587 a.C. (Sal. 74:3-8; 79:1).
(d) Cuarto Libro.
También tiene diecisiete salmos. El primero de ellos es atribuido a Moisés, los 101 a 103 a David; los catorce restantes son anónimos. En la LXX se atribuyen a David once de estos salmos, y se dan sólo cinco como anónimos: los Sal. 92; 100; 102; 105; 106.
(e) Quinto Libro.
Contiene veintiocho salmos anónimos, quince de David y uno de Salomón. Esta quinta colección fue reunida tardíamente, ya que algunos de estos salmos se refieren al cautiverio: Sal. 126; 137. Los salmos más antiguos son muy anteriores a David (p. ej., la oración de Moisés, Sal. 90), en tanto que otros son posteriores al exilio. Así, la composición de este libro abarca un prolongado período.
(f) Parte de David en la redacción del libro de los Salmos.
Son numerosos los testimonios, directos e indirectos, acerca de que David redactó salmos (véase DAVID). Los mismos títulos de los salmos, que son de gran antigüedad; los traductores de la LXX los tomaron del original heb., junto con expresiones musicales y otros términos que no siempre pudieron comprender. En ocasiones, los títulos son ambiguos: el Sal. 88 tiene dos; en total, se atribuyen setenta y tres salmos a David. Los críticos extremistas (p. ej., Duhm) pretenden que David no escribió nada, y que toda la colección de salmos procede del período post-exílico. Sin embargo, hay multitud de argumentos en favor de la antigüedad de la mayoría de los salmos:
(A) La poesía religiosa existía ya mucho tiempo antes de David. En Ebla (véase MARDIKH [TELL]) se han descubierto tabletas con composiciones hímnicas, entre otros escritos de estilos diversos, anteriores a la época de los patriarcas. Hay, además, himnos en la literatura de civilizaciones circundantes, aproximadamente contemporáneas a la israelita, habiéndose descubierto semejanzas en la forma de expresión entre ciertos salmos y la poesía épica de Ras-Samra (véase UGARIT). Además, la Biblia misma contiene cánticos de gran antigüedad, como:
«el cántico del pozo» (Nm. 21:17-18),
el cántico de Moisés (Éx. 15),
el de Débora (Jue. 5),
los oráculos de Balaam (Nm. 24),
aparte del notable «cántico de la espada» de Gn. 4:23-24.
No hay ninguna base racional, histórica ni arqueológica para mantener, como lo mantienen algunos críticos, que «la mayor parte de los salmos habría sido compuesta sobre el AÑO 400 y 100 a.C.».
(B) David estaba excepcionalmente dotado para la poesía y la música, y su nombre va unido a todo lo que se hizo en su época en este campo (cfr. 1 S. 16:15-23; 2 S. 1:17-27; 3:33, 34; 6:5-15; 22:1-23:7; 1 Cr. 16:4-37; 2 Cr. 7:6; 29:30; cfr. Am. 6:5; Mr. 12:36; Hch. 2:25-31; 4:25-26). David fue llamado muy justamente «el dulce cantor de Israel» (2 S. 23:1).
(C) El establecimiento de la monarquía tuvo lugar en una época de renovación nacional caracterizada por la victoria sobre los enemigos exteriores, la paz y la estabilidad política, la prosperidad, y los preparativos para la construcción del Templo. ¿Por qué razones se puede pretender que la actividad literaria fuera a ser descuidada?
(D) Muchas pruebas internas señalan a David como el autor de numerosos salmos. La mayor parte de los que le son atribuidos reflejan uno u otro de los períodos de su vida (cfr. Sal. 13:18; 23; 32; 34; 51; 52; 57, etc.).
(E) La expresión «de David» puede significar, en heb., no sólo que él fuera el autor de aquel salmo (lo que sin embargo es su sentido más natural), sino también «tratando de» o «dedicado a» David.
(F) Cristo y los apóstoles atribuyen a David diversos salmos (Hch. 4:25-26; Sal. 2; Hch. 2:25-28; Sal. 16; Ro. 4:6-8; Sal. 32; Hch. 1:16-20; Ro. 11:8-10; Sal. 69; Hch. 1:20; Sal. 109; Mt. 24:44; Mr. 12:36-37; Lc. 20:42-44; Hch. 2:34; Sal. 110).

(g) El salterio.
El Salterio. bajo su forma actual, era la colección de himnos para el culto del Templo restaurado después del cautiverio. Su riqueza espiritual lo hacía adecuado asimismo para las celebraciones religiosas particulares (Mt. 26:30; véase PASCUA). La colección se compone, como sucede con nuestros modernos himnarios, de obras datando de diversas épocas. El título de los salmos indica con frecuencia su origen. De ello se desprende que hubo Salterios anteriores a los del Templo de Zorobabel. Se pueden distinguir:
(A) La colección de David. En base a los títulos del texto heb., son setenta y tres los salmos que pertenecían primitivamente a esta primera colección de alabanzas: 3 a 9; 11 a 32; 34 a 41; 51a 65; 68 a 70; 86; 101; 103, 108 a 110; 122, 124; 131; 133; 138 a 145. En la versión griega no hay encabezamiento para los Sal. 122 y 124; en cambio, los Sal. 33; 43; 67; 71; 91; 93 a 99; 104 y 137 sí llevan encabezamiento, además de los salmos que lo llevan en el texto heb., siendo atribuidos a David. Además, en esta «colección de David», trece salmos tienen una introducción en prosa: Sal. 3; 7; 18; 34; 51; 52; 54; 56; 57; 59; 60; 63; 142 (solamente los salmos titulados «de David» presentan esta introducción). Por otra parte, no se puede descartar que algunos salmos «anónimos» sean de David. Concretamente, el Sal. 2, formalmente anónimo en el actual texto heb., es atribuido de manera clara a David en el NT (Hch. 4:25-26). Más tarde, se irían añadiendo himnos al Salterio, y serían empleados por numerosas generaciones en los servicios, tanto públicos como privados. No hay nada implausible en este desarrollo. Sin embargo, el Salterio mantuvo su titulo primitivo: «Las oraciones de David, hijo de Isaí» (Sal. 72:20), aunque contuviera incluso poemas compuestos después de la destrucción de Jerusalén por los babilonios. Cuando la colección de David se unió a las otras colecciones, cada uno de los salmos recibió una anotación que indicara su origen. Hubo escritos de profetas, sacerdotes y poetas anteriores al exilio que sobrevivieron a la catástrofe nacional; no es sorprendente que una importante serie de himnos también fuera preservada, y que fuera incorporada a la nueva colección.
(B) La colección empleada por los hijos de Coré, familia de la que algunos miembros tenían el puesto oficial de cantores. Son once los salmos que llevan un encabezamiento indicando este origen: 42; 44 a 49; 84; 85; 87; 88.
(C) La colección de Asaf o de miembros de su familia, que eran músicos y cantores del Templo (véase ASAF). Doce salmos, 50 y 73 a 83, constituían esta colección. Además de estas tres colecciones, numerosos poemas, sencillos y breves, fueron también admitidos para el culto público. Pero las tres colecciones primitivas constituyen las dos terceras partes de todo el Salterio.
Posteriormente, después de unir estas tres colecciones, aparecieron grupos secundarios.
(A) Se reunió una serie de salmos elegidos de entre las tres colecciones primitivas. La idea esencial en estos himnos es Dios en la plenitud de Sus atributos, Sal. 42 a 83. Este grupo incluía: la colección de Asaf, posiblemente el conjunto de los doce salmos; siete salmos de los coreítas; unos veinte himnos adicionales del Salterio de David; un salmo sacado de los libros de Salomón. Esta colección, que tenía por objeto suplir las necesidades del culto, comprendía salmos que expresaban adoración y contemplación.
(B) Un grupo de quince salmos que provenían de diversas fuentes, especialmente poemas cortos y sencillos. Título: «Cánticos graduales» (Sal. 120-134). Este grupo figura íntegramente en el Salterio definitivo.
(C) Elección de los salmos, extraídos especialmente de las tres colecciones primitivas por parte del músico principal. Este grupo contiene cincuenta y cinco salmos que figuran en el Salterio definitivo: 39 de la colección de David, 9 de la de los hijos de Coré, 5 de la de Asaf, y una o dos composiciones que no llevan nombre: 66 y 67 (a menos que este último sea de David, conforme lo indica la LXX). La LXX añade a estos 55 otro de la colección de David: el Sal. 30. Incorporan también la Oración de Habacuc (Hab. 3:1-19). En nuestro Salterio actual, todos los salmos que llevan indicaciones musicales son los que habían figurado en este grupo; insertado en el Salterio definitivo no se compone, sin embargo, sólo de salmos con anotaciones musicales. Esta última constatación confirma asimismo que se trata de una colección. Las anotaciones podrían referirse sólo al músico principal, lo que explicaría que se le mencione. Los salmos que formaban parte de la colección del músico principal quedan indicados como tales en el Salterio definitivo.

(h) Fecha de redacción de un salmo en base a las diversas pruebas internas.
(A) Estilo y sintaxis.
El empleo de estos criterios exige una gran prudencia, por las siguientes razones: la poca cantidad y brevedad de las obras literarias para permitir su comparación; el hecho de que el compositor se viera obligado a recurrir a vocablos de otros dialectos semíticos, por cuanto el paralelismo de la poesía heb. demanda el uso de sinónimos (cfr. Sal. 19:3-5); utilización de un vocabulario poético, caracterizado por términos y construcciones inhabituales; diferencias de vocabulario y de formas exhibidas por los diversos dialectos heb. de la nación israelita (cfr. Jue. 5; 1 R. 17 a 2 R. 8; Oseas, Jonás).
(B) Acontecimientos históricos y de otro tipo mencionados en los Salmos.
A menos que no se cite una fecha conocida de manera expresa (Sal. 137), estas alusiones no permiten muchas precisiones. Las circunstancias que evoca el salmo en el espíritu de un lector moderno (p. ej., el Sal. 46 hace pensar en la victoria sobre Senaquerib, cfr. Is. 36-37), pueden no ser en absoluto aquellas a las que se refiere el salmista. Efectivamente, la cuestión que se plantea es si los acontecimientos descritos lo son de tal manera que se excluye todo otro hecho análogo.
(C) El estadio religioso que revela el salmo.
Este argumento suscita hipótesis acerca de la espiritualidad del salmista y sobre el valor y profundidad de la experiencia religiosa de los fieles que vivieron al inicio del período monárquico. Las evidencias arqueológicas concuerdan plenamente con la expresión dada por los salmistas primitivos. (Véanse MONOTEÍSMO, etc.).
(D) El empleo de la primera persona del singular o del plural revela que el redactor representa con frecuencia a la comunidad, no expresando únicamente sus propios sentimientos. Israel es personificado de comienzo a fin de su historia. Ello se advierte, p. ej., en el Decálogo y en su prefacio. Los profetas se sirven constantemente de este proceder; su empleo en un salmo no permite la determinación de la fecha de redacción (cfr. la primera persona del sing.: Dt. 7:17; 8:17; 9:4; Is. 12:1, 2; Jer. 3:4; 10:19, 20; 31:18, 19; Os. 8:2; 12:9; 13:10; Mi. 2:4). El examen atento de numerosos casos lleva al siguiente resultado: no existe razón alguna que conduzca a rechazar la autenticidad de ninguno de los encabezamientos. En otras palabras: el contenido de los salmos se corresponde con lo indicado en el encabezamiento.

(i) Expresiones técnicas.
«Neguinah» y su forma pl. «Neguinot»: instrumentos de cuerdas.
«Nehilot» instrumentos de viento (Sal. 4; 5; 61).
Términos que probablemente tengan relación con la música:
«Alamot» (voz de): muchachas, o sopranos (Sal. 46; 1 Cr. 15:20).
«Guitit»: prob. cántico de vendimias; quizás: arpa de Gat, o marcha de la guardia de Gat (Sal. 8; 81; 84).
«Selah»: intermedio musical, o paso de piano a fuerte (Sal. 3:3).
«Seminit»: instrumento de ocho cuerdas; otra trad.: octava de bajo (Sal. 6; 12; 1 Cr. 15:21).
Términos que caracterizan el salmo:
«Masquil»: Poema didáctico o contemplativo (Sal. 32 y otros doce salmos).
«Mictam»: posiblemente sea un epigrama o himno (Sal. 16; 56 a 60).
«Mizmor»: poema lírico; término traducido como «salmo» (Sal. 3 y muchos otros salmos).
«Sigaion»: prob. poema lírico para alabanza de Dios (Sal. 7; Hab. 3:1).
Expresiones que indudablemente indican melodías conocidas:
«Ajelet-sahar»: cierva de la aurora (Sal. 22).
«Jonat-Elem-Rekhokim»: la paloma silenciosa en paraje muy distante o, cambiando la pronunciación del segundo término: paloma de los lejanos terebintos (Sal. 56).
«Mahalat»: flauta; o con un modo triste (Sal. 53; 88).
«Mut-labén»: pos.: muerte del hijo (Sal. 9).
«Shoshannim» (Sal. 45).
«Shoshannim Eduth» y «Shushan Eduth»: lirios (Sal. 45; 60; 80).
Los cánticos graduales (Sal. 120-134) fueron probablemente escritos para los peregrinos que subían a Jerusalén.

(j) Contenido espiritual
Este libro ha sido muy justamente llamado el corazón de la Biblia. Expresa sentimientos producidos por el Espíritu de Cristo, sea en oración, confesión o alabanza, en los corazones del pueblo de Dios, en los que se desarrollan los caminos de Dios, y vienen a ser conocidos, con sus consecuencias de bendición, por los fieles. Se trata de un libro de un carácter distintivamente profético. El período que cubre el lenguaje de los Salmos se extiende desde el rechazamiento del Mesías (Sal. 2; Hch. 4:25-28) hasta los Aleluyas consiguientes al establecimiento del Reino. Los escritores no relatan meramente lo que otros hicieron y sintieron, sino que expresan lo que sucedía en sus propias almas. Sin embargo, su lenguaje no expresa lo que ellos sentían, sino el lenguaje del Espíritu de Cristo que habló en ellos, como tomando parte en las aflicciones, el dolor y los gozos del pueblo de Dios en cada fase de su experiencia. Esto explica el hecho de que la figura de Cristo se halle a través de los Salmos: algunos se refieren a Él de una manera exclusiva, como el Sal. 22; en otros (aunque el lenguaje sea el del remanente de Su pueblo), Cristo toma Su lugar con ellos, haciendo de los sufrimientos de ellos Sus propios sufrimientos, y de sus aflicciones Sus propias aflicciones (cfr. Is. 63:9; véase RESTO [DE ISRAEL]). En ningún otro lugar de las Escrituras se revela la vida interna del Señor Jesús como en el libro de los Salmos. El libro de los Salmos puede ser llamado «el manual del coro terreno». Abre con las palabras «Bienaventurado el varón», y cierra con «Aleluya» (o: «Alabad a Jehová»). El hombre recibe bendición en la tierra, y Jehová es alabado desde la tierra.
En 1 Cr. 16 y 2 S. 22 tenemos ejemplos de ocasiones que llevaron a la composición de salmos; en los encabezamientos se mencionan otros casos; sin embargo, por el Espíritu de Dios el redactor fue más allá de las circunstancias inmediatas, y fue conducido a proclamar cosas que serían cumplidas sólo por Cristo. Así, David puede decir: «El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua» (2 S. 23:1, 2). Con respecto al orden en que se hallan los salmos, se ha intentado por parte de algunos autores disponerlos en un supuesto orden cronológico. Sin embargo, su ordenación sigue un criterio fijado con un propósito concreto (véase más adelante), y evidentemente la fijación de este orden, para el culto del Templo de Zorobabel, fue guiada por Dios y goza de la sanción profética, además de la del mismo Señor Jesucristo (véase CANON).
No se debe olvidar que los profetas del AT no llegaron a alcanzar qué «indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos» (1 P. 1:11). La experiencia propia de David no le hubiera llevado a poner por escrito el contenido del Sal. 22. Pero, siendo profeta, es evidentemente el Espíritu de Cristo en él que le dio las palabras que serían pronunciadas por Cristo desde la cruz. Tenemos aquí un claro ejemplo de un salmo profético. Es indudable que el espíritu profético se hace presente en todos ellos.
Siendo que la principal característica de los Salmos es la profética, presentan por ello un aspecto enteramente diferente del que muchos le atribuyen como libro de experiencia cristiana. La piedad que se respira en los Salmos es siempre edificante, y la profunda confianza en Dios que en ellos se expresa bajo pruebas y dolores ha alentado el corazón de los santos de Dios en todo tiempo. Estas experiencias santas han de ser preservadas y abrigadas. Sin embargo, un hecho que ha provocado no pocas perplejidades y problemas para muchos es la presencia de los salmos o pasajes imprecatorios, en los que se pide a Dios la destrucción de los propios enemigos. La presencia de frases como «dichoso el que tomare y estrellare tus niños contra la peña» (Sal. 137:9), imprecación dirigida contra Babilonia, la destructora de Jerusalén, no concuerda con el carácter del cristianismo. El cristiano es embajador de Dios en «gracia». La solución no reside tampoco en «espiritualizar» este tipo de expresiones, porque queda en pie que el espíritu en que fueron proclamadas era el de venganza. Sin embargo, estas imprecaciones sí son inteligibles con respecto al futuro, cuando el Día de la Gracia habrá llegado a su fin, y cuando el Señor, en medio de juicios, frente a una apostasía universal y ante una oposición total, obrará mediante la destrucción de Sus enemigos la liberación de Su pueblo terrenal (véanse ESCATOLOGÍA, ISRAEL [EL PUEBLO DE], MILENIO, TRIBULACIÓN [LA GRAN]).
A no ser que se reconozca la diferencia de carácter entre los Salmos, con su perspectiva de retribución, y el cristianismo, que se enmarca en la presente era de gracia y que debe reflejar este mismo carácter de gracia, no se podrá apreciar la luz plena de la redención y del puesto del cristiano en Cristo; el lector de los Salmos puede, en tal caso, ser presa de un espíritu legalista. Con ello, el progreso del cristiano en el camino y actitud de la gracia puede quedar frenado, y se puede dejar de comprender el verdadero mensaje de los Salmos, con los sentimientos de Cristo en su verdadera aplicación. Cuando se tienen en cuenta la actitud de los judíos contra el Señor, y su tenaz oposición al Mesías de ellos, que persiste hasta el día de hoy, los Salmos dan una relación de los sentimientos de ellos cuando, bajo tribulación, sus ojos serán abiertos para ver que fue ciertamente su propio Mesías a quien ellos crucificaron (cfr. Zac. 12:10; 13:5-6; Dn. 9:26). Grande será también la persecución que sufrirán desde fuera, pero Dios preservará un remanente y lo introducirá a la bendición. Cristo entra en todas sus angustias, y sufre en simpatía con ellos. Todas estas cosas, y las experiencias por las que pasarán, son expuestas en los Salmos. Pero estas experiencias no son, propiamente hablando, del mismo carácter que las de los cristianos, aunque los cristianos sí pueden sacar grandes enseñanzas y aplicaciones prácticas de los Salmos (cfr. Ro. 15:4).
Los Salmos constituyen parte integral de las Sagradas Escrituras, y se tiene que dilucidar su verdadero puesto y pertinencia antes de que puedan ser interpretados de una manera correcta. Los escritores no eran cristianos, y no podían expresar la experiencia cristiana, centrada en la gracia, no en la Ley (véanse GRACIA, LEY). Sin embargo, su confianza en Dios y el espíritu de alabanza allí expresado pueden frecuentemente ser los de un cristiano, e incluso avergonzar a muchos cristianos. Cristo se halla por todas partes, ya en aquello por lo que Él pasó personalmente, ya en Sus simpatías hacia Su pueblo Israel, que tendrá su culminación en el acto por el cual Él los introducirá a una bendición plena en la tierra, en aquel día en que será abiertamente reconocido como «Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz».

(k) Distribución.
Ya se ha visto anteriormente que el libro de los Salmos está distribuido en cinco libros. Cada uno de ellos tiene sus propias características proféticas. Cuanto mejor se adviertan, tanto mejor se verá cómo el orden en que se hallan ha sido dirigido divinamente.
(A) Primer libro.
El Primer Libro finaliza con el Sal. 41; trata del estado del remanente judío del futuro (Judá) antes de que sea expulsado de Jerusalén (cfr. Mt. 24:16). Cristo se halla muy identificado con ello. El libro preanuncia mucha de la historia personal del Señor en Su andar en la tierra, aunque su aplicación sea futura. La luz de la resurrección resplandece en este libro para los fieles, habiendo pasado Cristo a través de la muerte a una plenitud de gozo a la diestra de Dios (Sal. 16; cfr. Ap. 6:11).
En el Sal. 2 (el 1 y el 2 pueden ser considerados como introductorios a la totalidad del libro) tenemos a Cristo rechazado por judíos y gentiles, pero establecido como Rey en Sion, y declarado Hijo de Dios, teniendo la tierra como Su posesión, y juzgando a Sus enemigos, las naciones. En un sentido más amplio, los Sal. 1 a 8 exponen Su exaltación como Hijo del hombre, finalizando con «¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra!» (Sal. 8:9). El Sal. 16 expone la excelencia personal de Cristo y Su asociación con «los santos que están en la tierra, y... los íntegros» (Sal. 16:3).
Hay lugares en que lo apropiado de la secuencia de los salmos, que ya se ha mencionado, es muy evidente, como p. ej., los Sal. 22, 23, 24. En el Sal. 22 representa los sufrimientos de Cristo en la consecución de la redención. En el Sal. 23, como consecuencia de la redención efectuada, el Señor asume Su papel de Pastor, y toma cuidado de las ovejas. En el Sal. 24 se celebra la entrada del Rey de la gloria a través de las puertas eternas. En el Sal. 40 viene de Dios Uno que es divinamente perfecto, la verdadera arca del pacto, que podía llevar a cabo la voluntad de Dios en todo punto, y al mismo tiempo capaz (mediante la ofrenda de Sí mismo), de quitar todo el sistema sacrificial, en el que Dios no había hallado verdadera complacencia (cfr. esp. Sal. 40:6-8).
(B) Segundo libro.
El Segundo Libro abarca del Sal. 42 hasta el final del 72. El remanente es aquí contemplado fuera de Jerusalén, y la ciudad entregada en maldad. En el Primer Libro se usa el nombre Yahweh (o Jehová) constantemente, pero en éste Dios es invocado como tal: los fieles se apoyan más enteramente en lo que Dios es en Su propia naturaleza y carácter, cuando ya no pueden dirigirse al lugar en el que Jehová ha puesto Su nombre: el Anticristo prevalece allí.
En el Sal. 45 se introduce al Mesías, y el remanente celebra alegremente lo que Dios es para Su pueblo. Aunque la resurrección sólo pueda ser vista oscuramente por los fieles a través de las circunstancias de este libro, se halla ante ellos la restauración de Sion (Sal. 45-48 y 69:35). Dios resplandece desde Sion (Sal. 50:2). Los Sal. 69, 70 y 71 exponen la humillación del remanente, y de Cristo con ellos: algunos de los pasajes señalan directamente a Cristo, como en la referencia a la hiel y al vinagre (Sal. 69:21). Al final de este libro, el salmista proclama, en la doxología: «Toda la tierra sea llena de su gloria. Amén y Amén.» A ello se añade: «Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí.»
El Sal. 68 muestra que el poder y la magnificencia de Dios sobre Israel estaban de antiguo en los cielos. Los cielos son el asiento de bendición (Sal. 68:9, 18) y de gobierno (Sal. 68:4, 32-35). Así, Cristo es presentado ascendido en las alturas.
(C) Tercer libro.
El Tercer Libro contiene los Sal. 73 a 89. La perspectiva llega hasta la restauración de Israel como nación, y están a la vista sus intereses generales. El santuario es un tema destacado. El pensamiento no queda tan limitado, como en los libros anteriores, al remanente judío, aunque se mencionan los fieles. En este libro sólo aparece un salmo con la autoría de David. La mayor parte son «para, o de» Asaf y los hijos de Coré: levitas. En el Sal. 88 se oye el amargo clamor de un alma que sufre la ira de Dios debido a la Ley quebrantada; en el Sal. 89 se da alabanza por el inmutable pacto de Jehová con David, extendida al Santo de Israel, Rey de ellos. Celebra las misericordias fieles a David, aunque la casa de David hubiera fracasado totalmente y estaba caída.
(D) Cuarto libro.
El Cuarto Libro abarca desde el Sal. 90 hasta el 106. Comienza con un salmo de Moisés. En esta sección se contempla la eternidad de Elohim, el Adonai de Israel, como habiendo constituido siempre el refugio de ellos, como se afirma en el v. 1. Es una respuesta al final del Sal. 89; cfr. también Sal. 102:23-28 con 89:44, 45. En el Sal. 91 el Mesías toma Su lugar con Israel; y en Sal. 94-100 es Jehová quien viene a este mundo para establecer Su reino en gloria y orden divino. Es la introducción del Primogénito en la tierra, anunciada por el clamor del remanente.
(E) Quinto libro.
El Quinto Libro incluye Sal. 107 hasta el final del 150. Este libro da los resultados generales del gobierno de Dios. Se alude a la restauración de Israel en medio de peligros y dificultades; la exaltación del Mesías a la diestra de Dios hasta que Sus enemigos sean puestos por estrado de Sus pies; los caminos de Dios con Israel; toda la condición de la nación, y los principios sobre los cuales están en relación con Dios, estando Su ley escrita en Sus corazones; el libro finaliza con alabanza plena y continua después de la destrucción de sus enemigos, en lo que toman parte juntamente con Dios.

Bibliografía:
Darby, J. N.: «Psalms», en Synopsis of the Books of the Bible (Bibles and Publications, Montreal, reimpr. 1970);
Darby, J. N.:«The Psalms» en Notes and Comments on Scripture vol. 3 (Kingston Bible Trust Lancing Sussex reimpr. s/f)
Darby, J. N.:«Practical Reflections on the Psalms» en The Collected Writings of J. N. Darby (Kingston Bible Trust, reimpr. 1963)
Keil, C. F. y Delitzsch, F.; «Commentary on the Old Testament», vol. The Psalms (Wm. Eerdmans, Grand Rapids, reimpr. 1981).
Wigram, G. V.: «A Study of the Psalms» (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois, reimpr. s/f);
Young, E. J.: «Una introducción al Antiguo Testamento» (T.E.L.L., Grand Rapids, 1977).

nom, SAMARIA

tip, REGI CIUD ARQU
ver, SARGÓN, SAMARITANO, ÓSTRACA, ISRAEL, TOLEMAIDA
sit, a2, 299, 185
vet,
(lat.: «Samaria»; gr. «Samar[e]ia», del aram. «Shãmerayin»; para el nombre heb., véase más abajo).
(a) La capital de las diez tribus durante la mayor parte de la historia del reino del norte; fue edificada por Omri sobre una colina que adquirió por dos talentos de plata de un hombre llamado Semer, que significa «montar guardia». Omri llamó Shõm'rõn a la ciudad, derivando su nombre del de Semer (1 R. 16:24). Al suroeste de la ciudad se levantaba una torre de vigilancia. La capital, que coronaba una altura llamada en ocasiones monte de Samaria (Am. 4:1; 6:1), dominaba un fértil valle (Is. 28:1). Esta ciudad fuerte estaba tan bien situada que permaneció como capital del reino del norte hasta el cautiverio de las diez tribus. Allí residieron y fueron sepultados los sucesivos soberanos (1 R. 16:28, 29; 20:43; 22:10, 37, etc.). Apenas estaba terminada de construir Samaria que se desató la guerra entre Ben-adad I rey de Siria y Omri. Ben-adad, a decir de su hijo, consiguió la victoria. Omri tuvo que abrir ciertas rutas de Samaria a los mercaderes sirios (1 R. 20:34). Bajo el reinado de Acab, hijo y sucesor de Omri, Ben-adad II se vio detenido por los muros de Samaria (1 R. 20:1-21). Al norte de la ciudad se hallaba un estanque artificial, tallado en la roca y cementado. Allí los siervos de Acab lavaron su ensangrentado carro, sobre el que el rey había expirado después de la batalla de Ramot de Galaad (1 R. 23:38). Samaria fue asediada por los sirios una segunda vez, y librada milagrosamente (2 R. 6:8-7:20). Los ancianos de Samaria, temiendo incurrir en el desagrado de Jehú, dieron muerte, por orden suya, a setenta hijos de Acab (2 R. 10:1-10).
Desde el mismo comienzo de su historia, Samaria fue una ciudad llena de idolatría. Acab abrió el camino a los cultos paganos al erigir un templo y un altar a Baal (1 R. 16:32). Cuatrocientos profetas de Astarté comían a la mesa de Jezabel (1 R. 18:19), y es probable que el monolito sagrado, emblema de esta divinidad, subsistiera hasta el reinado de Jehú (2 R. 13:6). Los falsos cultos, combatidos por Elías, comportaban embriaguez e inmoralidad (Os. 7:1-8; Am. 4:1; 8:14; cfr. 1 R. 18). Eliseo vivía en Samaria (2 R. 5:3-9), donde vivía asimismo el profeta Oseas. Fueron numerosos los hombres de Dios que predijeron el castigo del reino del norte y de su capital (Is. 7:9; 8:4; Jer. 31:5; Ez. 16:46, 51, 53, 55; 23:33; Os. 8:5, 6; 13:16; Am. 3:12; Mi. 1:5-9).
La ciudad cayó bajo un juicio catastrófico. Los asirios, bajo el reinado de Salmansar V, asediaron la ciudad el año 724 a.C.; finalmente, el año 722, o a inicios del año 721, cayó en manos del rey de Asiria (2 R. 17:3-6). Sargón, sucesor de Salmansar V, accedió al trono en el año 721. Él se atribuye la toma de la ciudad (véase SARGÓN). El conquistador deportó a los israelitas de Samaria, y puso en lugar de ellos a babilonios y otros extranjeros (2 R. 17:24). (Véase SAMARITANO.) En el año 332 o 331 a.C., Alejandro Magno tomó la ciudad, los echó a Siquem, y puso en lugar de ellos a siro-macedonios. Hacia el año 108 a.C., Juan Hircano la asedió y la rodeó de un vallado de 80 estadios (algo más de 14,5 Km.). La ciudad resistió durante un año, pero finalmente se tuvo que rendir por hambre. El vencedor la arrasó, e intentó suprimir todo vestigio de sus fortificaciones (cfr. Mi. 1:6; Ant. 13:10, 2 y 3; Guerras 1:2, 7 y 8). En la época de Alejandro Janneo, la ciudad volvió a ser habitada de nuevo. Pompeyo la incluyó en la provincia romana de Siria. Gabinio la volvió a fortificar (Ant. 14:4, 4; 5, 3). Herodes el Grande la reconstruyó, la fortificó y le dio el nombre de Sebasté (fem. de Sebastos, forma gr. del lat. «Augustus»), en honor del emperador, protector de Herodes (Ant. 15:8, 5). Felipe el Evangelista predicó a Cristo en Samaria, con mucho fruto. Simón el Mago y muchos otros creyeron y fueron bautizados (Hch. 8:5-13). Pedro y Juan fueron de Jerusalén a Samaria para apoyar a Felipe en la obra (Hch. 8:14-25). Identificación: a más de 8 Km. al noroeste de Siquem, en el emplazamiento del pueblo de Sebastiyeh, sobre una colina de escarpadas laderas, cuya cumbre en meseta mide poco más de 1,5 Km. de este a oeste.
Arqueología.
Samaria ha sido excavada de 1908 a 1910 por una expedición dirigida por la Universidad de Harvard, y en el período 1931-1935 por varios grupos (Harvard Excavations at Samaria 1908-1910, 2 vols., 1924, y Crowfoot, K. Kenyon y E. Sukenik: «The buildings at Samaria», 1942). Estas excavaciones desvelaron tres períodos principales de la vida de la ciudad:
(A) El de Omri-Acab (880-853 a.C.).
(B) El periodo de Jehú (841-840 a.C.).
(C) El siglo VIII a.C., que vio el reinado de Jeroboam II y el apogeo de su esplendor.
En el nivel de la época Omri-Acab se hallan unas murallas de gran grosor. Con ellas pudo Samaria resistir eficazmente el embate de los sirios (2 R. 6:24-30) y del imperio asirio (2 R. 17:5). El aprovisionamiento de agua se llevaba a cabo mediante un gran número de cisternas. Samaria carecía de manantiales al estilo de los Gezer, Meguido o Hazor. Véase ÓSTRACA, b, para las cerámicas con inscripciones halladas en Samaria. El descubrimiento de numerosos fragmentos de marfil e incrustaciones de marfil en fragmentos de mobiliario, con tallas de papiros, lotos, toros, esfinges y dioses egipcios como Isis y Horus, que evidencian un gran esmero en su ejecución, concuerda con la mención bíblica de «la casa de marfil» (1 R. 22:39; cfr. Am. 3:15).
(b) El territorio de las diez tribus, esto es, el reino de Israel (1 R. 21:1; 2 R. 17:24; Is. 7:9; Jer. 31:5; Ez. 16:46). (Véase ISRAEL.)
(c) El distrito de Samaria formado por la Palestina central, entre Galilea al norte y Judea al sur (1 Mac. 10:30). Josefo no da una descripción clara de los límites (Guerras 3:3, 4 y 5), pero sí dice que la frontera septentrional atraviesa un pueblo que se halla en la gran llanura llamada «Ginea», que, evidentemente, es En Gannim (Jos. 19:21; 21:29), en el ángulo meridional de la llanura de Esdraelón. La frontera meridional se hallaba en el distrito de Acrabatena, a poco más de 10 Km. al sur de Siquem. Samaria se extendía al este del Jordán, pero al oeste no alcanzaba el Mediterráneo. Aco pertenecía a Judea (véase TOLEMAIDA). Según el Talmud, el límite occidental era Antípatris. El distrito de Samaria comprendía los antiguos territorios de Manasés al oeste del Jordán, y de Efraín, con una parte de Isacar y de Benjamín. En el año 63 a.C., Pompeyo anexionó Samaria a la provincia de Siria (Ant. 14:4, 4). En el año 6 d.C., Augusto hizo de Judea, Samaria e Idumea una división de la prefectura de Siria, y le dio el nombre de provincia de Judea, designando procuradores para su gobierno (Ant. 17:13, 5; cfr. 11:4); ésta era la división administrativa que regía en la época del Señor Jesucristo.

nom, SAMARITANO

ver, SANBALAT, PENTATEUCO SAMARITANO
vet,
En el único pasaje del AT donde se halla este término, designa a un habitante del antiguo reino de Israel (2 R. 17:29).
El NT denomina samaritanos a los habitantes del distrito de Samaria, en el centro de Palestina (Lc. 17:11-19). Sargón afirma haber deportado a 27.280 israelitas cuando se apoderó de esta región. Sin embargo, el conquistador dejó allí a judíos, que se sublevaron. Sargón decidió actuar para que perdieran su propia identidad introduciendo en el país a colonos procedentes de Hamat, Babilonia y Arabia (cfr. 2 R. 17:24). Estos pueblos introdujeron sus propios cultos idolátricos en Samaria. La población estaba entonces muy esparcida, y el suelo, devastado por las guerras, había quedado sin cultivar. Abundaban los animales salvajes, leones incluidos, como azote de Dios. Los nuevos colonos hicieron saber al rey de Asiria que ellos atribuían estos males a Jehová, Dios del país, cuyo culto no conocían. El monarca ordenó a uno de los sacerdotes de Israel que habían sido deportados que se estableciera en Bet-el, y que enseñara a estas gentes la religión de Jehová. El sacerdote no pudo persuadirlos a que abandonaran sus ancestrales ídolos. Levantando los emblemas de sus dioses sobre los lugares altos de los israelitas, mezclaron su falsa religión con la de Jehová (2 R. 17:25-33) y mantuvieron este culto híbrido con posterioridad a la caída de Jerusalén (2 R. 17:34-41). Esar-hadón mantuvo la política de su abuelo Sargón (Esd. 4:2). Asnapar (Assurbanipal) acabó de colonizar el territorio añadiendo a su población gentes de Elam y de más allá (Esd. 4:9, 10).
La nueva provincia del imperio asirio careció de todo poder. El rey Josías y sus fieles recorrieron toda Samaria destruyendo los ídolos de los lugares altos (2 Cr. 34:6, 7), apoyando así la influencia de los israelitas que quedaban en Samaria y de sus sacerdotes. Mucho tiempo después había aún samaritanos que iban a Jerusalén para asistir al culto en el Templo (Jer. 41:5). Cuando Zorobabel encabezó una expedición de israelitas de vuelta de Babilonia a Jerusalén, los samaritanos pidieron permiso para participar en la restauración del Templo; afirmaban haber adorado al Dios de Israel desde la época de Esar-hadón. Zorobabel y los jefes rechazaron la colaboración de ellos (Esd. 4:2).
La mayor parte de los judíos rehusaron desde el principio participar con los samaritanos tanto a nivel social como religioso. Esta separación degeneró en una intensa antipatía (Esd. 4:3; Eclo. 50:25, 26; Lc. 9:52, 53; Jn. 4:9). Los samaritanos no eran de pura raza judía y practicaban una religión mixta. Josefo (Ant. 9:14, 3) dice que afirmaban su parentesco con los judíos cuando la condición de estos últimos era próspera, pero que afirmaban ser de origen asirio si los judíos eran presa de la adversidad. Habiendo rehusado Zorobabel, Josué y los principales israelitas la ayuda de los samaritanos para reconstruir el Templo, se unieron entonces a los adversarios de esta reconstrucción (Esd. 4:1-10). También se manifestaron opuestos a que Nehemías restaurara las murallas de Jerusalén (Neh. 4:1-23). El caudillo de los samaritanos era entonces Sanbalat, el horonita, cuyo yerno fue excluido del sacerdocio por Nehemías. Sanbalat fue probablemente quien erigió el templo samaritano sobre el monte Gerizim (véase SANBALAT). Desde entonces, los judíos echados de Jerusalén por causas disciplinarias solían dirigirse a Gerizim, donde eran acogidos favorablemente por los samaritanos (Ant. 11:8, 7). Durante las persecuciones de Antíoco Epifanes, los samaritanos renegaron de su parentesco con la raza judía y, para adular al tirano, declararon que querían consagrar su templo de Gerizim a Júpiter, defensor de los extranjeros (2 Mac. 6:2). Hacia el año 128 a.C. Juan Hircano se apoderó de Siquem y del monte Gerizim, destruyendo el templo de los samaritanos (Ant. 13:9, 1), que posteriormente siguieron celebrando su culto sobre su antiguo emplazamiento. Así lo seguían haciendo en la época del Señor Jesucristo (Jn. 4:20, 21).
Sus doctrinas eran entonces muy análogas a las de los saduceos. Como ellos, esperaban un Mesías. Del AT sólo aceptaban el Pentateuco. Recibieron bien dispuestos el Evangelio que les fue anunciado por Felipe, con el testimonio de las señales y milagros efectuados por él (Hch. 8:5, 6). Además, el cristianismo, en contraste con el judaísmo, acogía a samaritanos y gentiles sobre el mismo terreno que a los judíos. El Cristo rechazado por el judaísmo derrumbaba así la pared intermedia de separación, y por la incredulidad nacional de los judíos, Dios abría la puerta de Su misericordia a todos (Ef. 2:11-22; cfr. Ro. 11:25-36).
En Naplusa, la antigua Siquem, y en sus alrededores, sigue existiendo una pequeña comunidad samaritana. (Véase PENTATEUCO SAMARITANO.)

nom, SAMGAR

tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
Hijo de Anat (Jue. 3:31). Poco antes de la época de Débora, los israelitas evitaban los caminos por temor a los filisteos, y se deslizaban por senderos escondidos (Jue. 5:6). Samgar, atacando a los opresores, mató a seiscientos de ellos con una aguijada de bueyes, y contribuyó con ello a la liberación de Israel (Jue. 3:31).
No lleva el título de juez, y la cronología no indica ningún período asociado con su nombre.

nom, SAMOS

tip, ISLA
sit, a9, 342, 219
vet,
= «colina cerca del río».
Isla que mide alrededor de 128 Km. de perímetro; se halla ante la costa de Asia Menor, al sur-suroeste de Éfeso y casi frente al promontorio de Trogilio. Después de la derrota de Antíoco el Grande ante los romanos en Magnesia, en el año 190 a.C., Samos se hizo independiente (1 Mac. 15:23); cayó en poder de los romanos en el año 133 a.C. junto con Pérgamo, quedando en la esfera de influencia de esta última.
Cuando Pablo llegó a la isla (Hch. 20:15), Samos seguía gozando de la autonomía que le habían otorgado los romanos en el año 17 a.C. Los habitantes de Samos eran famosos por su capacidad mercantil.

nom, SAMOTRACIA

tip, ISLA
vet,
= «Samos de Tracia».
Isla en el mar Egeo, a lo largo de Tracia, y frente a la desembocadura del río Hebros. Tiene una superficie de alrededor de 80 Km2 y su punto culminante se eleva hasta los 1.524 m.
De Troas, en Asia Menor, el navío de Pablo emprendió rumbo directo hacia Samotracia (Hch. 16:11).

nom, SAMUEL

tip, BIOG PROF JUEZ HOMB HOAT
ver, FILISTEOS, SAMUEL (Libros), ALTAR
vet,
= «pedido a Dios».
Profeta de Israel (1 Cr. 6:33), fue el primer gran profeta posterior a Moisés, y el último de los Jueces. Su padre, Elcana, era un levita de la familia de Coat, de la casa de Izhar, que descendía de Zuf (1 S. 1:1; 1 Cr. 6:26, 35). Esta familia había recibido su heredad en el monte de Efraín (Jos. 21:5; 1 Cr. 6:26, 35). Elcana vivía en Ramá (1 S. 1:1, 19; 2:11). Elcana tenía dos esposas: Penina y Ana. Esta última, que era estéril, suplicó al Señor que le concediera un hijo, e hizo el voto de consagrárselo toda la vida, aparentemente como nazareo, ya que ella dijo: «Y no pasará navaja sobre su cabeza» (1 S. 1:11; cfr. Nm. 6:1-5). Dios otorgó esta petición. Ana llamó al recién nacido Samuel. Cuando lo hubo destetado, lo llevó al Tabernáculo, en Silo, confiándolo a Elí, el sumo sacerdote, a fin de que lo formara para el servicio del Señor (1 S. 1; 2:1-17). El niño Samuel llevaba a cabo su tarea en presencia del Señor; vestía un simple efod de lino, vestidura de los sacerdotes cuando oficiaban, y también de los levitas (1 S. 2:18). El niño dormía en una estancia contigua al Tabernáculo, y por la mañana abría las puertas de la casa de Jehová, y ayudaba a Elí (1 S. 3:1, 3, 15). Samuel era sólo un joven cuando el Señor le reveló el juicio que caería sobre la casa de Elí, a causa de la insensata indulgencia del padre hacia sus indignos hijos (1 S. 3:1-18). Josefo dice que Samuel tenía entonces doce años (Ant. 5:10, 14), estimación probablemente correcta, pero de la que se desconoce la fuente. Cuando Samuel llegó a ser un hombre joven, todo Israel, de Dan a Beerseba, reconocía que era un profeta, porque el Señor se le reveló en Silo (1 S. 3:20, 21). Poco después caía el juicio predicho sobre la casa de Elí y sobre Israel: los dos hijos de Elí murieron sobre el campo de batalla, los filisteos se apoderaron del arca, y Elí murió al saber esto (1 S. 4:1-22). Los filisteos tuvieron que devolver el arca a los israelitas, sin embargo, ante las plagas de Dios, y quedó depositada en Quiriat-jearim, en casa de Abinadab. El nivel espiritual del pueblo era entonces sumamente bajo.
Después de la muerte de Elí, Samuel ejerció la autoridad, y se esforzó en rectificar las costumbres; veinte años después de la restitución del arca, había llegado a conseguirlo en cierta medida. Convocó entonces a los israelitas a Mizpa, cerca del lugar en el que había sido arrebatada el arca del pacto. El profeta les ordenó confesar sus pecados, ayunar delante de Jehová e implorar Su misericordia. Al saber esto, los filisteos atacaron a los israelitas, que pidieron a Samuel que suplicara el socorro divino. El Señor otorgó la ayuda pedida mandando sobre los filisteos una terrible tormenta, bajo la que sufrieron una tremenda derrota. Mientras Samuel estuvo al frente de los israelitas, los filisteos renunciaron a atacar (1 S. 7:3-14). (Véanse FILISTEOS, SAMUEL [LIBROS DE].).
Samuel fue a la vez juez y profeta. En el ejercicio de estas funciones, iba cada año a Bet-el, Gilgal y Mizpa. Su residencia era Ramá, donde se hallaba una comunidad de profetas que lo ayudaban en su obra de reforma (1 S. 7:15-17; 19:18-20). En Ramá erigió un altar, por cuanto Dios había abandonado Silo. El arca no estaba a disposición del culto público, el pacto con Dios había quedado suspendido por la idolatría y los sacrilegios de los israelitas. Samuel era considerado como el representante de Jehová (véase ALTAR). Bajo su enérgica dirección, el país fue preservado de la dominación extranjera. A su vejez, Samuel estableció en Beerseba a sus dos hijos como jueces sobre Israel. Sin embargo, éstos se mostraron indignos de tan alto cargo, dejándose sobornar y pisoteando la justicia. A causa de la malvada gestión de ellos y de la amenazadora actitud de las naciones paganas a su alrededor, los ancianos y el pueblo pidieron la instauración de la monarquía. Dios ordenó al profeta que ungiera a Saúl como rey, y después a David, tras de que Saúl hubiera sido rechazado (véase SAMUEL [LIBROS DE]). Samuel murió mientras David, huido de Saúl, se hallaba en el desierto de En-gadi. Fue sepultado en Ramá; todo Israel lo lloró (1 S. 25:1). La noche antes de la batalla de Gilboa, Saúl pidió a una adivina que evocara a Samuel del Seol (1 S. 28:3-25). (Véase SAÚL, b.). Hemán, uno de los cantores de David, era nieto de Samuel (1 Cr. 6:33; cfr. v. 28). Samuel figura entre los héroes de la fe del AT (He. 11:32).

nom, SAMUEL (Libros)

tip, LIBR LIAT
ver, DAVID, PENTATEUCO, QUMRÁN
vet,
(a) Nombre y subdivisión.
Estos dos libros constituían al principio un solo volumen, como lo atestigua una nota masorética en 1 S. 28:24, afirmando que este versículo es el central de la obra. Hay mss. hebreos, y la enumeración que hace Josefo de los libros del AT presentan esta obra como un todo. Bomberg introdujo esta división en la Biblia rabínica que hizo aparecer en Venecia, de 1516 a 1517, división procedente de la LXX y de la Vulgata. Esta obra lleva muy justamente el nombre de Samuel: este juez es el personaje más importante durante la primera mitad del período de que se trata. Él fue además uno de los más grandes profetas de Israel, que organizó el reino, y fue el instrumento de Dios en la elección de Saúl y de David, ayudando asimismo a Saúl durante todo el tiempo en que este rey permaneció fiel a la voluntad de Dios. Como la obra contiene la historia de los dos primeros reyes, en la LXX se divide en dos partes, que allí reciben el nombre de Primer y Segundo Libro de los Reinos. En cuanto a los dos libros históricos siguientes (1 y 2 Reyes en nuestras versiones), la LXX les da el nombre de 3 y 4 de los Reinos. Jerónimo, en la Vulgata, cambia el título «Libro de los Reinos» por el de «Libro de los Reyes».
En el canon hebreo, 1 y 2 Samuel quedan encuadrados dentro de los Profetas anteriores.
(b) Contenido.
Se pueden distinguir tres secciones.
(A) Samuel, profeta y juez (1 S. 1-7): su nacimiento, infancia, llamamiento al ministerio profético (1 S. 3:20); su autoridad indiscutida, después de la muerte de Elí (cap. 4); su obra de reforma y el triunfo de su intervención espiritual, en el momento en que los filisteos atacan a Israel, lo que le otorga el papel de juez liberador (1 S. 7: 1-12). Sumario de los resultados de su administración (1 S. 7:13-17).
(B) Reinado de Saúl (1 S. 8-31).
(I) El pueblo pide al anciano Samuel que establezca un rey sobre Israel. El profeta accede, bien a su pesar (cap. 8). Samuel conoce a Saúl; le da, privadamente, la unción real (1 S. 9:1-10:16). Samuel convoca al pueblo en Mizpa, donde Saúl es elegido rey por suertes (1 S. 10:17-26), y es menospreciado por algunos malcontentos (1 S. 10:27). La victoria de Saúl sobre los amonitas confirma su condición de rey (1 S. 11). Samuel dirige un discurso al pueblo, y se retira a continuación de la vida pública (1 S. 12).
(II) Los filisteos son derrotados, pero Saúl desobedece la orden de Jehová con respecto al sacrificio (1 S. 13). Jonatán ataca una guarnición filistea y pone a los enemigos en fuga (1 S. 14:1-46). Recapitulación de las guerras de Saúl (1 S. 14:47, 48). Su familia (1 S. 14:49-51). Relato detallado de la guerra contra los amalecitas; Saúl desobedece por segunda vez las órdenes de Dios (1 S. 15).
(III) Últimos años del reinado de Saúl; su actitud con respecto a David (1 S. 16-31). Dios rechaza a Saúl, y ordena a Samuel que unja a David (1 S. 16:1-13). Saúl, atormentado por un espíritu maligno, invita a David, tañedor de arpa, a la corte (1 S. 16:14-23). David mata a Goliat y se queda desde entonces con el rey (1 S. 17:1-18 5). Celos de Saúl; atenta contra la vida de David (1 S. 18:6-19:17). Huida y vida errante de David (1 S. 19:18-27:12). Invasión filistea; Saúl consulta a la adivina de Endor (1 S. 28). Batalla de Gilboa, muerte de Saúl (1 S. 31). El rey David (2 S. 1-24). David se entera de la muerte de Saúl (2 S. 1). Rivalidad de David apoyado por los hombres de Judá con Is-boset sostenido por todas las otras tribus (2 S. 2-4). David proclamado rey por todas las tribus de Israel (2 S. 5:1-3). Su reinado (2 S. 5:4-24:25) (Véase DAVID)
(c) La institución de la monarquía marca un importante punto de inflexión en la historia de Israel. A la teocracia de Moisés y de Josué había sucedido la anarquía de los tiempos de los Jueces. Samuel rectificó la situación, pero el pueblo no estaba dispuesto para depender de una manera directa del Dios santo. Por otra parte, la falta de fe que tenían los hacía temblar ante sus enemigos, y les hizo abrigar el deseo de tener un rey «como tienen todas las naciones» (1 S. 8:5). Samuel expresó su vivo desagrado (1 S. 8:6, 12, 17-19), y el Señor le señaló que era a Él mismo y Su autoridad que el pueblo rechazaba (1 S. 8:7-9). Saúl fue entonces elegido con todas las advertencias previas en cuanto a la gravedad de su decisión (1 S. 8:10-10:27; 11:12-25); con todo, en Su condescendencia, Dios no abandonó a Su pueblo. Sostuvo a Saúl en tanto que éste permaneció fiel (1 S. 10:24-26; 11:6-13; 12:22; 14:23), pero lo rechazó a causa de sus desobediencias (1 S. 13:13-14; 15:22-23). A continuación David fue elegido, «el varón elegido según el corazón de Dios» (1 S. 16:1-13), que anduvo verdaderamente en los caminos de Jehová (excepto en el asunto de Urías, 1 R. 15:5). El Señor le prometió que de su línea surgiría el Mesías (2 S. 7:8-16), el rey divino, único capaz de cumplir el plan de Dios y de establecer la teocracia sobre bases justas y eternas. «Esta superposición de los dos designios, uno divino y espiritual, y otro humano y carnal, se manifiesta en la historia de Saúl y de David a través de todo el libro (Manley, «Nouveau Manuel de la Bible», p. 176; cfr. E. Robertson, «Samuel and Saul»).
(d) Redacción, fecha, autenticidad.
Samuel escribió en un libro «las leyes del reino», y lo depositó delante de Jehová (1 S. 10:25). Las acciones destacadas de David fueron consignadas en los «libros» de Samuel el vidente y de los profetas Natán y Gad, obras conocidas por el redactor del libro de Crónicas (1 Cr. 29:29). El mismo Samuel murió antes del final del reinado de Saúl (1 S. 25:1); pero en la corte de David se hallaban Josafat, cronista, y Seraías, el escriba (2 S. 8:16-17). Por otra parte, está claro que un pasaje como 2 S. 5:4-5 tuvo que ser escrito después de la muerte de David. Se ha preguntado si la alusión a los reyes de Judá en 1 S. 27:6 significa que este libro fue acabado después del cisma. Sin embargo, la distinción entre Judá e Israel ya existía en la época de David (1 S. 11:8; 17:52; 2 S. 3:10; 24:1). Se puede citar también del libro apócrifo 2 Mac. 2:13: «Nehemías... había reunido una biblioteca y puesto en ella los libros de los reyes, los de los profetas y los de David.» Es indudable que nuestros dos libros de Samuel debían hallarse en esta colección, y por consiguiente formarían parte del canon desde antes de la época de los Macabeos. La redacción de 1 y 2 Samuel parece haber sido hecha al inicio de la monarquía, sobre la base de los documentos de primera mano ya mencionados. Kirkpatrick admite como básicamente cierta la tradición que atribuye al mismo Samuel la sección de 1 S. 1-24 y el resto a Natán y a Gad. Añade además que si este libro fue redactado por medio de las crónicas de Samuel, de Natán y de Gad, y completado gracias a documentos provenientes de las escuelas de los profetas, procede entonces de los mejores documentos posibles (Cambridge Bible). En efecto, «el autor de estos vivaces y detallados relatos, sencillos y carentes de artificio, vivió indudablemente no mucho después de los sucesos relatados. Los detalles geográficos son escrupulosamente exactos, y la ausencia de nombres compuestos con el de Baal, señala el profesor Hommel, se explica por la influencia de Samuel» (Manley, op. cit., p. 175, y Hommel, «Ancient Hebrew Tradition»). La presentación de Elí sin comentarios de ningún tipo en 1 S. 1:3 lleva a pensar que era todavía recordado con claridad. Además, se puede constatar en 1 y 2 Samuel una unidad de plan y de objetivo que muestra que los documentos históricos anteriores han sido manejados por un solo autor.
A pesar de todo lo anterior, hay algunos críticos que insisten en ver en esta obra una amalgama de dos (o tres) fuentes divergentes, semejantes a las pretendidas para el Pentateuco (véase PENTATEUCO). En esta especulación, para el «autor J», en el siglo X a.C., Samuel sería un vidente desconocido; para E, en el siglo VIII a.C., se trataría de un gran héroe nacional. Más tarde se habrían dado añadiduras, durante el siglo VI, por parte de un autor «deuteronónico», que habría modificado ciertos pasajes según sus convicciones. En realidad, hay sólo unos pocos puntos oscuros, lo cual no es de sorprender en un libro tan antiguo.
(A) La doble presentación de David a Saúl (1 S. 16:17-23 y 17:55-58). Sin embargo, se trata de una aparente dificultad con una explicación satisfactoria: en el primer pasaje el rey tenía suficiente conque el joven tañedor de arpa le distrajera; sin embargo, para dar su hija al vencedor de Goliat, deseaba saber con toda precisión posible quién era el padre y la familia de David.
(B) El doble relato de la muerte de Saúl parece contradictorio a primera vista (1 S. 31:4-5; 2 S. 1:6-10). No obstante, es evidente que el extranjero amalecita, conociendo la persecución de que había sido objeto David por parte de Saúl, le mintió para conseguir un beneficio propio; para amarga sorpresa suya, se encontró conque se había acusado de un crimen a los ojos de David, muriendo a causa de su embuste. La aparente contradicción no es tal, sino que deriva de un falso relato de un amalecita frente al genuino anterior.
(C) El proverbio «¿Saúl también entre los profetas?» se cita dos veces (1 S. 10:11; 19:24); pero no hay ninguna razón para que no haya podido recibir su origen de dos circunstancias repetidas.
(D) Otros críticos ven «dobletes» en las dos ocasiones en que David perdonó la vida a Saúl (1 S. 24:7; 26:9), pero no hay nada en contra de que David repitiera su acto magnánimo; se debe tener en cuenta que las persecuciones de Saúl contra David duraron más de diez años (2 S. 5:4). Además de las plausibles soluciones que tienen estas aparentes dificultades, el libro presenta una sólida homogeneidad argumental, estilística y de plan. Se puede afirmar que el libro de Samuel es una de las mejores obras en prosa de la literatura hebrea.
Con respecto a los antiguos mss. de Samuel hallados en Qumrán, véase QUMRÁN (MANUSCRITOS DE), V, Cueva 4 (4Q).

Bibliografía:
Darby, J. N.: «1 & 2 Samuel», en Synopsis of the Books of the Bible (Bibles & Publications, Montreal, 1970);
Keil, C. F. y Delitzsch, F.: «Commentary on the Old Testament - The Books of Samuel» (Wm. Eerdmans, Grand Rapids, reimpr. 1981);
Mackintosh, C. H.: «Life and Times of David» (Miscellaneous Writings of C.H.M., vol. VI, Loizeaux Bro., New York, 1951);
Payne, D. F.: «1 y 2 Samuel», en Nuevo Comentado Bíblico (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1977);
Young, E. J.: «Una introducción al Antiguo Testamento» (T.E.L.L., Grand Rapids, 1977);
Young, F. E.: «1 y 2 Samuel», en Comentario Moody del Antiguo Testamento (Ed. Portavoz, Grand Rapids, 1993).

nom, SANBALAT

tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
(ac.: «Sin [dios lunar] ha dado la vida»).
Influyente samaritano (Neh. 2:10), llamado horonita, lo que no parece significar que procediera de Horonaim, ciudad de Moab, sino de Bet-horón (cfr. Neh. 4:2; 6:2). Se opuso a que Nehemías reconstruyera los muros de Jerusalén, pero no consiguió sus propósitos (Neh. 4:7, 8). Sanbalat y sus cómplices solicitaron una entrevista con Nehemías, a quien querían asesinar (Neh. 6:1-4). Habiendo rehusado Nehemías entrevistarse con ellos, intentaron en vano intimidarlo, acusándolo de sedición (Neh. 6:5-14).
Sanbalat el horonita fue contemporáneo del sumo sacerdote Eliasib, que fue bisabuelo de Jadúa. Sanbalat se asoció con Tobías el amonita y se opuso a Nehemías en el año vigésimo de Artajerjes (Neh. 3:1; 4:7). Fue gobernador de Samaria poco antes del año 407 a.C., en el año decimoséptimo de Darío Noto (Papiros de Elefantina). Un hijo de Joiada (que era hijo del sumo sacerdote Eliasib) se casó con una hija de Sanbalat. Nehemías lo castigó excluyéndolo del sacerdocio (Neh. 13:4, 28). Josefo menciona a un Sanbalat, nativo de Cuta, que Darío, último rey de Persia (336 / 5 - 331 a.C.), envió a Samaria como gobernador Cuando Darío cayó, este Sanbalat dio su apoyo a Alejandro Magno en el año 331 a.C. Su hija Nicaso fue dada como esposa a Manasés, hermano del sumo sacerdote Jadúa. Este matrimonio con una mujer extranjera fue mal visto por las autoridades judías que expulsaron a Manasés del Templo de Jerusalén. Sanbalat, con el consentimiento de Alejandro, erigió entonces un templo sobre el monte Gerizim, e hizo de su yerno el sumo sacerdote de este santuario (Ant. 11:7, 2; 8:2 y 4). Estas declaraciones de Josefo no concuerdan bien con los datos bíblicos acerca de Sanbalat. Los antiguos comentaristas pensaban que Josefo hablaba de algún Sanbalat posterior. Pero Josefo enlaza el Sanbalat horonita con el casamiento de Neh. 13:28. Es muy probable que el historiador judío situara a Sanbalat 100 años más tarde para hacer ajustar los hechos con su opinión de que el yerno de Sanbalat no sólo había fundado o desarrollado la religión de los samaritanos, sino que también había fundado el templo de Gerizim. Josefo creía que este templo había sido erigido tras la conquista de Alejandro (Ant. 13:9, 1), unos dos siglos antes del año 128 a.C., y que el sumo sacerdote Jadúa y Alejandro Magno habían sido contemporáneos (Ant. 11:8, 5). Josefo comete un error de fecha (que desde luego no es el único) situando la misión de Nehemías en el año 25 de Jerjes (que sólo reinó 21 años, Ant. 11:5, 7), en lugar de situarla en el año 20 de Artajerjes, su sucesor (Neh. 2:1). Y a la llegada de Esdras a Jerusalén le asigna la fecha del año 7 de Jerjes (Ant. 11:5, 2), en lugar de situar esta fecha 21 años más tarde, en el año 7 de Artajerjes (Esd. 7:1, 8). Por último, confunde a Onías I con Onías III, que vivió un siglo más tarde (1 Mac. 12:7, 20; Ant. 12:4, 10).

nom, SANDALIAS (Véase ZAPATOS)

nom, SÁNDALO

tip, FLOR ARBO
vet,
(heb. «almuggim» o «algummim»).
Se trata de una madera de construcción traída de Ofir por vía marítima, en grandes cantidades, durante el reinado de Salomón. De ella se hacían columnas, balaustradas, y los marcos de las arpas y de las liras (1 R. 10:11, 12; 2 Cr. 9:10, 11).
Según Josefo, esta madera se parecía a la de la higuera, pero era más clara y vistosa (Ant. 8:7, 1). Se cree generalmente que ésta es la madera de sándalo, «santalum album», de la familia de las santaláceas.
El árbol es originario de la India y de las islas orientales; es de pequeño tamaño, frondoso, y algo semejante al mirto. Si lo había en el Líbano (2 Cr. 2:8), es porque había sido introducido. Esta madera odorífera sirve de incienso en los templos y hogares de India y China. Era muy adecuada para los fines de Salomón.

nom, SANEDRÍN

tip, CONS
vet,
(heb. «talmúdico», derivado del gr. «synedrion»: consejo, tribunal).
Cuerpo gubernamental judío. Los persas otorgaron a los judíos el derecho a juzgar sus propios litigios (Esd. 7:25, 26; 10:14). La caída del imperio persa no significó la pérdida de este privilegio. Había un consejo gubernamental denominado «gerousia», o senado (Ant. 12:3, 3), una especie de asamblea nacional (1 Mac. 12:6); estaba constituido por ancianos (cfr. 1 Mac. 14:20). Este consejo representaba a la nación judía (1 Mac. 12:3) y se unió a Jonatán, sumo sacerdote, a fin de concertar una alianza ofensiva con Esparta. Jonatán convocó a los ancianos para considerar con ellos la construcción de fortalezas en Judea y el reforzamiento de los muros de Jerusalén (1 Mac. 12:35; cfr. 13:36; 14:20, 28 y 47). Bajo Gabino, procónsul de Siria (57-55 a.C.), Judea fue dividida en 5 distritos, dependiendo cada uno de ellos de un «synedrion» o «synodos», es decir, un consejo o sanedrín (Ant. 14:5, 4; Guerras 1:8, 5). Desde entonces, la más alta autoridad de Jerusalén vino a ser el sunedrion, lo que sin embargo no eliminó la gerousia. No obstante, ese arreglo no duró mucho tiempo. El año 47 a.C., César extendió otra vez la jurisdicción del sanedrín de Jerusalén a toda Judea (cfr. Ant. 14:9, 3-5). Al comienzo de su reinado, Herodes hizo dar muerte a 45 miembros del sanedrín (Ant. 14:9, 4; 15:1, 2), pero no suprimió el consejo (Ant. 15:6, 2).
Bajo los procuradores romanos, del año 6 al 66 d.C., los poderes del sanedrín fueron ampliados. Según las fuentes judías, esta asamblea se componía de 71 miembros (cfr. el simulacro de sanedrín, Guerras 4:5, 4). Sólo podían ser elegidos israelitas de linaje indiscutible. El número de 70 se correspondía, probablemente, con los setenta ancianos designados para colaborar con Moisés. El miembro adicional era el sumo sacerdote, que ejercía las funciones de presidente. El sanedrín era el tribunal supremo, teniendo poderes de vida y muerte (Ant. 14:9, 3 y 4; Mt. 26:3, 57; Hch. 4:5, 6, 15; 5:21, 27, 34, 41; 6:12, 15; 7:1; 23:2); pero es evidente que bajo el imperio romano la sentencia capital no debía ser ejecutada excepto con el asentimiento de las autoridades romanas. El sanedrín se ocupaba de una forma general de lo que atañía al gobierno y a la justicia, en la medida en que no tenían que recurrir a los procuradores o a sus subordinados (cfr. Hch. 22:30). En la época de Floro, los dirigentes y los consejeros se dirigían personalmente a los pueblos para percibir los impuestos (Guerras 2:17, 1). El sanedrín tenía una fuerza propia de policía y el derecho de arrestar a personas (Mt. 26:47; Mr. 14:43). El Señor Jesús fue juzgado por el sanedrín (Mt. 26:59; Mr. 14:55; 15:1; Lc. 22:66; Jn. 11:47). Pedro, Juan y los otros apóstoles tuvieron que comparecer ante este consejo (Hch. 4:5, 6, 15; 5:21, 27, 34, 41). Esteban fue llevado ante el sanedrín (Hch. 6:12), lo mismo que Pablo (Hch. 22:30; 23:15; 24:20). El sanedrín dejó de existir cuando la destrucción de Jerusalén.
Los miembros del sanedrín eran los sumos sacerdotes (en funciones o que hubieran ostentado el cargo, junto con los miembros de sus privilegiadas familias), ancianos (jefes de tribu, de familias, de órdenes sacerdotales), escribas (asesores jurídicos o doctores de la Ley),fariseos y saduceos (Hch. 4:1 ss.; 5:17, 34; 23:5, 6). Había, además, alguaciles (Mr. 14:65; Jn. 18:22).
El sanedrín parece que se reunía en el edificio llamado «casa del consejo», situado al oeste del Templo, cerca del gimnasio (Guerras 5:4, 2). Al menos así era, según Josefo, en los últimos años del estado judío. Según la Misná, al principio las asambleas se celebraban en una de las salas que miraban al patio interior del Templo. Parece asimismo que en casos urgentes el consejo se reunía en la casa del sumo sacerdote (Mt. 26:3, 57; Mr. 14:53).

nom, SANGRE

tip, LEYE
ver, SACRIFICIO, AHOGADO, CONCILIO DE JERUSALÉN, HISTORIA BÍBLICA
vet,
Líquido vital que circula por el cuerpo, tan indispensable para su existencia que se puede decir: «Porque la vida de la carne en la sangre está» (Lv. 17:11, 14), o: «La sangre es la vida» (Dt. 12:23); este hecho no impide que el salmista atribuya igualmente al soplo de Jehová la vida de los animales (Sal. 104:30). La sangre representa la vida, tan sagrada para Dios que la sangre del Abel asesinado es descrita como clamando venganza desde la tierra (Gn. 4:10). Inmediatamente después del Diluvio, al dar Dios permiso para comer la carne de los animales, se prohibió sin embargo comer su sangre (Gn. 9:3, 4; Hch. 15:20, 29). Esta ley, dada a Noé, rige por tanto no sólo para el judaísmo, sino para toda la raza humana, todas las naciones que surgieron de Noé. También se dio la siguiente orden: «El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada» (Gn. 9:6). Según la Ley, la muerte es la paga del pecado. Para obtener el perdón era indispensable sacrificar la vida de un sustituto, prefigurando el sacrificio del Calvario (He. 9:22; véase SACRIFICIO). La sangre de los animales sacrificados servía para hacer la expiación sobre el altar (Lv. 17:1-14; Dt. 12:15-16), o en el interior del santuario, sobre el propiciatorio (Lv. 8:23, 30; Éx. 24:8; He. 9:18-22). Mediante este símbolo, el sacerdote venía a decir al Señor: «El hombre (o el pueblo) a quien yo represento hubiera debido morir a causa de su pecado. Pero la sangre aquí presentada demuestra que una víctima ha sido ofrecida en su lugar. Tu ley queda satisfecha. otorga tu perdón según tu promesa.»
En el NT, las expresiones: sangre de Jesús, sangre de Cristo, sangre del Cordero, sangre del pacto, sangre rociada, son metáforas que representan la muerte expiatoria del Señor Jesús; fue por el derramamiento de Su sangre que pudo haber salvación (1 Co. 10:16; Ef. 2:13; He. 9:14; 10:19; 1 P. 1:2, 19; 1 Jn. 1:7; Ap. 7:14; 12:11; Mt. 26:28; He. 12:24).
Para un tratamiento más completo de la prohibición de comer sangre, véanse AHOGADO, CONCILIO DE JERUSALÉN, HISTORIA BÍBLICA IV, c.

Bibliografía:
Darby, J. N.: «The Blood of the Lamb», en The Bible Treasury, dic. 1875 (reimpr., 1969, H. L. Heijkoop, Winschoten, Holanda);
Darby, J. N.: «Purged with blood», en Bible Treasury, ene. 1869;
Fereday, W. W.: «The Precious Blood», en The Bible Treasury, nov. 1894;
Kelly, W.: «Eating blood prohibited», en The Bible Treasury, sept., 1902;
véase también Chafer, L. S.: «Teología Sistemática» (Publicaciones Españolas, Dalton, 1974).

nom, SANGUIJUELA

tip, FAUN MDIC
vet,
(heb. «'ãlûkãh»).
Mencionada en Pr. 30:15, se trata de una especie de grandes dimensiones, común en Israel («Haemopsis sanguisuga»). Los árabes le dan el nombre de «'alakah» porque se adhiere a la carne.
Es bien conocida su avidez insaciable; una sanguijuela de tamaño medio consume unos 16 g. de sangre. En Oriente hay diversas especies de estos animales que infestan las charcas y las aguas tranquilas. Cuando aún son pequeñas, penetran por la boca de las personas y animales que beben de esta agua; fijándose en la garganta, provocan hemorragias en ocasiones muy peligrosas.

nom, SANIDAD (Don). Véanse ENFERMEDAD, SANIDAD.

nom, SANSANA

tip, CIUD
sit, a3, 82, 331
vet,
= «hoja de palmera».
Ciudad en el extremo meridional de Judá (Jos. 15:31). Identificada con Khirbet esh-Samsãniyãt a unos 16 Km. al nor-noreste de Beerseba.

nom, SANSÓN

tip, BIOG JUEZ HOMB HOAT
vet,
= «pequeño sol».
Uno de los jueces israelitas más destacados. Hijo de un danita llamado Manoa, nació en Zora, localidad del territorio meridional de Dan. El ángel de Jehová predijo el nacimiento de Sansón, y anunció que libraría a Israel del yugo filisteo. Nazareo desde su nacimiento, Sansón no debía beber ni vino ni cualquier otro tipo de bebida fermentada, y no debía pasar navaja sobre su cabeza. En tanto que observó el voto de nazareato, Sansón fue victorioso sobre los filisteos (Jue. 13:1-24). Judá y Dan, separados de las otras tribus por dificultades geográficas, especialmente por el hecho de que los jebuseos dominaban la ciudad de Jebus (Jerusalén), estaban expuestas a los ataques de los filisteos. Judá, aislada, sólo podía responder con contragolpes guerrilleros. El Espíritu de Dios empezó a manifestarse pronto en Sansón en los campos de Dan (Jue. 13:25).
Sansón, enamorado de una filistea de Timnat, se desposó con ella, pero pronto fue entregada por su padre a otro hombre. Entonces, el hijo de Manoa se apoderó de trescientas zorras, y las ató dos a dos por la cola, atando asimismo una tea encendida entre cada dos colas, soltándolas a continuación por las mieses de los filisteos (Jue. 14:1-15:5). Éstos invadieron la tierra de Judá, y exigieron que Sansón les fuera entregado; él se dejó atar por los hombres de Judá, que no sabían que estaban atando a su futuro libertador. Animado repentinamente del Espíritu del Señor, el nazareo rompió las cuerdas en el momento en que iba a ser entregado a los incircuncisos. Asiendo una quijada de asno, persiguió a los filisteos, dando muerte a mil de ellos. Sansón, ardiendo de sed, proclamó que esta liberación procedía de Jehová, a quien suplicó que le diera agua. Dios hizo entonces brotar agua de la cavidad de una roca. Los hombres de Judá consideraron desde entonces a Sansón como su liberador (Jue. 15:6-20). Se dirigió a Gaza, y cayó allí en pecado. La gente de la ciudad cerró las puertas para apoderarse de Sansón. A medianoche salió de la ciudad, habiendo arrancado de quicio las puertas de la muralla, con sus dos pilares y cerrojo, dejando todo en la cumbre del monte que se halla frente a Hebrón (Jue. 16:1-3).
Su relación con Dalila, mujer filistea de Sorec, lo perdió. Instigada por los príncipes filisteos, apremió a Sansón a que le revelara el secreto de su fuerza. Al principio él le respondió con mentiras, pero finalmente le reveló que si se le cortaba la cabellera, perdería su vigor y sería como todos los otros hombres. Dalila vendió su secreto a los filisteos. Éstos le cortaron el cabello mientras dormía y lo prendieron con facilidad. Sacándole los ojos, lo llevaron a la cárcel de Gaza para que hiciera girar una rueda de molino. Durante una gran fiesta en el templo de Dagón, dios de los filisteos, llevaron allí a Sansón para mostrarlo como espectáculo a la muchedumbre. Sus cabellos habían vuelto a crecer. El interior del gran edificio estaba lleno de filisteos, y había unas tres mil personas en su terraza. Habiendo estado en Gaza antes de haber perdido la vista, Sansón conocía el edificio. Pidió entonces al joven lazarillo que le conducía que le dejara apoyar sobre las dos columnas centrales que sostenían el techo. Oró entonces a Jehová, y, empujando violentamente las dos columnas, una con cada mano, las hizo caer, derrumbándose toda la casa. Sansón murió junto con un gran número de filisteos (Jue. 16:1-31). A pesar de sus debilidades morales, figura entre los héroes de la fe (He. 11:32).
Sansón estaba dotado de una fuerza sobrenatural. Cuando el Espíritu del Señor lo impulsó, llevó a cabo grandes hazañas. Su fuerza no residía en sus cabellos, sino en su consagración al Señor, de lo que ellos eran el símbolo. Cuando Sansón hubo violado su consagración al Señor, no tuvo la fuerza moral para mantener su cabellera. Al perder su testimonio, el Señor lo abandonó. La fuerza le fue restaurada en respuesta a la oración que pronunció. Este poder sobrenatural dio testimonio a los hombres de Judá que Dios había llamado a este nazareo a que fuera su libertador de los filisteos, que sintieron en sus carnes la superioridad del siervo de Jehová.
Hay críticos que han querido ver en este relato una de las leyendas que pretenden descubrir en la Biblia. Pero es cosa cierta que los antiguos hebreos consideraban a Sansón como una persona real, perteneciente a la historia anterior a Samuel y a Saúl. El relato bíblico da detalles precisos acerca de la situación de su pueblo natal, de su familia, de sus hazañas, del lugar donde fue sepultado. Toda la vida de Sansón es una gran historia espiritual, como ejemplo que no se debe seguir de un hombre extraordinariamente dotado y que sin embargo juega con el pecado y con la paciencia de Dios. En el momento en que se imagina, lleno de presunción: «Esta vez saldré como las otras y me escaparé», «no sabía que Jehová ya se había apartado de él» (Jue. 16:20). De esclavo de sus pasiones vino a ser esclavo de sus enemigos hasta su muerte; perdió aquellos ojos que no habían sabido ver con claridad. En el último momento, sin embargo, volvió al favor de Dios, que dio respuesta a su oración. No obstante, su oración delata que no estaba en plena comunión con Dios, porque estaba más deseoso de venganza por haber perdido sus ojos que por desear vindicar el nombre de Jehová frente a Dagón (Jue. 16:28). ¡Qué advertencia tan solemne! Se tiene que señalar que otros hombres del AT recibieron en circunstancias excepcionales la fuerza de llevar a cabo hazañas análogas a las de Sansón: Jonatán y su escudero, el joven pastor David dando muerte a un león y a un oso, Eleazar, Sama y Abisai (1 S. 14:1-17; 17:34; 2 S. 23:9-12, 18).

nom, SANTIAGO

tip, BIOG APOS HOMB HONT
ver, SANTIAGO (Epístola), HERMANOS DE JESÚS, ANCIANO
vet,
Bajo este epígrafe se tratan varios personajes llamados Jacobo en el NT. En nuestras versiones, el libro escrito por Jacobo, e identificado como el hermano del Señor, recibe el nombre de Epístola Universal de Santiago (véase SANTIAGO [EPÍSTOLA DE]). En castellano, la forma Santiago es una contracción de Santo y del heb. Yacob.
(a) Jacobo, hijo de Zebedeo (Mt. 4:21; 10:2; Mr. 1:19; 3:17) y hermano del apóstol Juan (Mt. 17:1; Mr. 3:17; 5:37; Hch. 12:2). Fue uno de los primeros discípulos (Mt. 4:21; Mr. 1:19, 29; cfr. Jn. 1:40, 41), y uno en los que el Señor tenía una mayor confianza (Mt. 17:1; Mr. 5:37; 9:2; 13:3; 14:33; Lc. 8:51; 9:28). No sabemos ni dónde nació ni dónde transcurrió su adolescencia. Asociado con Pedro y Andrés, se dedicaba a la pesca en el lago de Galilea (Lc. 5:10), lo que pudiera ser indicación de que procedía de algún lugar cercano. El derecho a la pesca libre en el lago de Galilea estaba formalmente reservado a cada israelita. Zebedeo tenía trabajadores asalariados, por lo que parece que debía existir una diferencia social entre sus hijos y los de Jonás (Mr. 1:20). Juan, por ejemplo, era conocido del sumo sacerdote (Jn. 18:16), y posiblemente su familia, o él mismo, poseían una casa en Jerusalén (Jn. 19:27). El padre, Zebedeo, aparece sólo una vez en el relato evangélico (Mt. 4:21; Mr. 1:19); no se opone a que sus hijos sigan a Jesús. La comparación de Mt. 27:56 con Mr. 15:40; 16:1 y Jn. 19:25 permite suponer que la madre de Jacobo se llamaba Salomé, y que era hermana de la madre de Jesús. En tal caso, Jacobo hubiera sido pariente cercano del Señor, y, como Él, descendiente de David. El nombre de Jacobo sólo aparece en los Evangelios sinópticos y en Hechos, pero en el Evangelio de Juan se alude a él en dos ocasiones (Jn. 1:40, 41; 21:2). Jacobo es siempre mencionado junto con Juan, y, por lo general, su nombre precede al de Juan (Mt. 4:21; 10:2; 17:1; Mr. 1:19, 29; 3:17; 5:37; 9:2; 10:35, 41; 13:3; 14:33; Lc. 5:10; 6:14; 9:54), en tanto que Juan es designado como hermano de Jacobo (Mt. 4:21; 10:2; 17:1; Mr. 1:19; 3:17; 5:37). Se cree por todo esto que Jacobo era el hermano mayor. En Lc. 8:51; 9:28, Juan es nombrado antes que Jacobo. Esta inversión (que también aparece en Hch. 1:13, pero no en Hch. 12:2) puede provenir de que Juan tuviera un papel más activo dentro del colegio apostólico. Cristo dio a ambos hermanos el sobrenombre de «Boanerges», hijos del trueno (Mr. 3:17). Jacobo, al igual que Juan, se mereció una reprensión del Señor, al haber ambos manifestado una intensa cólera contra el pueblo samaritano que no quiso recibir al Señor Jesús (Lc. 9:55). Su ambición atrajo hacia él, como hacia su hermano Juan, la indignación de los demás apóstoles (Mt. 10:41). Después de la crucifixión, Jacobo fue a Galilea, con los apóstoles (Jn. 21:2) y después a Jerusalén (Hch. 1:13). Fue probablemente en el año 44 d.C. que Herodes Agripa I lo hizo morir a espada Hch. 12:2). Jacobo fue el primero de los apóstoles en sellar su testimonio con su sangre.
(b) Jacobo hijo de Alfeo; uno de los doce apóstoles (Mt. 10:3; Mr. 3:18; Lc. 6:15; Hch. 1:13). No sabemos nada de él que sea absolutamente cierto; pero por lo general se admite que es el Jacobo mencionado en Mt. 27:56; Mr. 15:40; 16:1; Lc. 24:10. Recibe el sobrenombre de «el Menor», indudablemente debido a su pequeña estatura (Mr. 15:40); su madre, llamada María, era una de las mujeres que acompañaban al Señor; tenía un hermano llamado José (Mt. 27:56). Leví, llamado también Mateo, era otro hijo de Alfeo (Mr. 2:14). Es posible que fuera hermano de Jacobo, pero parece más probable que se trate de otro Alfeo.
La elipsis de los pasajes de Lc. 6:16; Hch. 1:13 puede interpretarse de manera que el apóstol Judas, no el Iscariote, sea el hermano de Jacobo. Por otra parte, es posible identificar a María, mujer de Cleofas (Jn. 19:25) como hermana de la madre del Señor. En tal caso, Jacobo, hijo de Alfeo, sería primo hermano de Jesús. Pero ello sólo son conjeturas.
(c) Jacobo, el hermano del Señor (Mt. 13:55; Mr. 6:3; Gá. 1:19); estaba a la cabeza de la Iglesia en Jerusalén en la época apostólica (Hch. 12:17; 15:13; 21:18; Gá. 1:19; 2:7, 12). Los Evangelios no mencionan más que dos veces el nombre de este Jacobo (Mt. 13:55; Mr. 6:3), pero se halla comprendido entre los «hermanos del Señor», que no creían en Él durante Su vida (Jn. 7:5), pero que vinieron a ser discípulos de Él tras Su resurrección (Hch. 1:14). La cuestión del parentesco que unía al Señor con estos «hermanos» ha sido siempre causa de controversias. Ciertos exegetas quieren ver en ellos a los hijos de Alfeo, y los declaran primos de Jesús. Otros piensan que se trata de los hijos de un primer matrimonio de José. Pero siempre se les halla acompañando a María, participando de la vida de ella, de sus viajes, y comportándose hacia ella como sus hijos (Mt. 12:46, 47; Lc. 8:19; Jn. 2:12); no puede rechazarse en manera alguna que fueran verdaderamente los hermanos del Señor, hijos de María tenidos con José después del nacimiento del Señor (cfr. Mt. 1:24, 25: «Y... José... recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito...»). (Véase HERMANOS DE JESÚS.) Jacobo figura a la cabeza de la lista (Mt. 13:55; Mr. 6:3), probablemente porque era el mayor de los otros hijos de María. Es indudable que participó en la incredulidad de ellos (Jn. 7:5) y en las aprensiones que mostraron hacia el comportamiento del Señor (Mr. 3:21, 31). El Evangelio no dice ni cuándo ni cómo Jacobo vino a ser un servidor de Cristo (Hch. 1:13, 14; Stg. 1:1). Es posible que su conversión se produjera como con Pablo, gracias a una aparición especial del Resucitado (1 Co. 15:7). Desde que la Iglesia se organiza en Jerusalén, Jacobo la preside (Hch. 12:17; 15:13; 21:18; Gá. 1:19; 2:7, 12).
Ya hacia el año 37 de nuestra era, Pablo, acudiendo por primera vez a Jerusalén tras su conversión, considera necesario visitar a Jacobo (en el año 44 d.C.) como el más destacado entre los hermanos; en la visita de Hch. 21:18 (58 d.C.) ve en él, por lo que parece, a uno de los jefes de la iglesia (cfr. Gá. 2:12) (Véase ANCIANO) Los hermanos que acudían a Jerusalén se daban a conocer primero a Jacobo para exponerle a él el motivo de su visita (Hch. 12:17; 21:18; Gá. 1:19; 2:7-9). Su misión consistía en facilitar a los judíos su paso al cristianismo. Jacobo tenía la misma concepción que Pablo de la salvación por la fe: ello se desprende no sólo de la declaración de Pablo en Gá. 2:7-9, sino también del discurso de Jacobo en Jerusalén (Hch. 15:13-21); de todas maneras, Jacobo representa también la posición de los cristianos de origen judío. Así se explica que los ardorosos judaizantes se cobijaran bajo el nombre de Jacobo (Gá. 2:12); también por ello se comprende que los mismos judíos tuvieran admiración hacia aquel que ellos mismos llamaban «el justo» (Eusebio, «Historia Eclesiástica» 2:23). Según Hch. 21:18 (en el año 58 d.C.), el NT no menciona más a este Jacobo. La historia profana informa que sufrió el martirio en un motín del populacho de Jerusalén, entre la muerte de Festo y la designación de su sucesor, en el año 62 d.C. (Ant. 20:9, 1).
(d) Jacobo, padre del apóstol Judas (Lc. 6:16; Hch. 1:13). No se sabe nada acerca de él.

nom, SANTIAGO (Epístola)

tip, LIBR LINT
ver, RESTO (de Israel), JUSTIFICACIÓN, QUMRÁN, CANON.
vet,
El autor de esta epístola no se presenta como apóstol, sino que se denomina simplemente como Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo (Stg. 1:1). Se supone que se trata de Jacobo, el hermano del Señor, lo que queda corroborado con las peculiaridades de esta epístola.
(a) Fecha.
Los siguientes hechos dan testimonio de su antigüedad:
El plan de reunión de los cristianos lleva aún el nombre de sinagoga (Stg. 2:2, texto gr. y V.M.);
los cristianos no son tajantemente distinguidos de los judíos (Stg. 1:1);
los pecados atacados y los errores corregidos evocan una comunidad judía;
no se hace alusión alguna a la conferencia de Hch. 15 ni a la caída de Jerusalén;
no se ve ninguna traza de las controversias que, ya a partir del año 60 d.C., ocuparon la atención de la Iglesia.
Así, es lógico situar esta epístola hacia el año 45 d.C., y considerarla como el escrito más antiguo del NT.
(b) Destinatarios.
Esta epístola es dirigida a las doce tribus que están en la dispersión (gr.: «Diáspora», Stg. 1:1), lo que no significa ni el conjunto de la dispersión judía ni el conjunto de la iglesia cristiana vista como un «Israel espiritual», sino que se refiere a los cristianos (Stg. 2:1, 5, 7; 5:7) que constituían el residuo creyente en el Señor entre los judíos de la «Dispersión» fuera de la tierra de Israel (cfr. Jn. 7:35; 2 Mac. 1:27; véase RESTO [DE ISRAEL]).
(c) Contenido.
Esta epístola se propone corregir de sus pecados y errores a los cristianos procedentes del judaísmo y alentarlos a soportar valientemente las duras pruebas que les amenazaban. Inmediatamente después de la mención de los destinatarios y del saludo, Santiago consuela a sus lectores expuestos a la adversidad; los exhorta a mantenerse con firmeza, y les muestra de dónde proviene la tentación a apostatar (Stg. 1:2-21). A continuación Santiago pone en guardia a los cristianos contra la superficialidad, que se contenta con palabras; explica a los hermanos en qué consiste la auténtica fe (Stg. 1:22-27), y qué frutos dará con respecto a la acepción de personas, pecado muy extendido (Stg. 2:1-13). Expone cómo se manifiesta la verdadera fe, que está muerta en sí misma sin el fruto de las obras (Stg. 2:14-26). Reprende la presunción de los que, careciendo de cualidades para ello, asumen un ministerio de enseñanza religiosa, y desvela las raíces de los celos (Stg. 3). Reprende a los envidiosos y a otros con un espíritu mezquino (Stg. 4:1-12) y arroja un baldón sobre la confianza puesta en el dinero (Stg. 4:13-5:6). La epístola acaba con exhortaciones a la paciencia en las pruebas (Stg. 5:7-12), y a la oración, recurso suficiente en toda circunstancia triste (Stg. 5:13-18). Finalmente, el autor expresa el gozo del cristiano que lleva a la fe al pecador extraviado (Stg. 5:19-20).
Esta epístola, cuyo lenguaje y redacción son destacables, está escrita en un excelente griego. Su estilo exaltado, pintoresco, se asemeja al de los profetas hebreos. Esta epístola contiene más imágenes sacadas de la naturaleza que todas las epístolas de Pablo (p. ej., Stg. 1:6, 23-24; 3:3-4, 10-12; 4:14; 5:7); estas comparaciones recuerdan los discursos del Señor en los Evangelios sinópticos. Hay numerosos pasajes de la epístola que son análogos a pasajes evangélicos. Abunda el paralelismo (desarrollo del pensamiento en frases paralelas que van emparejadas). El tono y objeto didáctico de esta obra permiten situarla muy tempranamente, y es patente que sus destinatarios acababan de abrazar el cristianismo procedentes de un origen judaico. El pasaje acerca de la fe y las obras (Stg. 2:14-25) ha sido frecuentemente mal interpretado. Se ha querido ver en él una polémica contra la doctrina enseñada por Pablo de la justificación por la fe, o al menos un correctivo a conclusiones abusivas que algunos sacaban de las enseñanzas de Pablo. Sin embargo, este pasaje es, en realidad, la refutación de una idea muy extendida en el seno del judaísmo de aquella época, que pretendía que la mera adhesión intelectual a las enseñanzas divinas era suficiente para la salvación. Santiago proclama que el testimonio externo (cfr. Stg. 2:14, «si uno dice que tiene fe») debe ir justificado por una vida correspondiente; una profesión de fe sin unas obras que sean fruto de esta fe está carente de fundamento. De ahí la conclusión de Santiago: «la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma» (Stg. 2:17); en otras palabras, la pretensión de tener fe sin unos frutos en la vida que lo pongan en evidencia es una pretensión totalmente vacía. Con esto concuerda Pablo, que afirma enérgicamente que la salvación es por la fe, sin méritos de obras; pero que igual de enérgicamente afirma que el caminar del creyente evidenciará de una manera externa su fe salvadora y transformadora por medio de unos frutos acordes a la salvación recibida (cfr. Ef. 2:8-10; Gá. 5:6; Tit. 2:14; 3:1, 5, 8, 14, etc.). Santiago, así, no afirma que las obras sean necesarias para la salvación, como algunos han concluido, atribuyendo a Santiago una postura opuesta a la de Pablo. Lo que sí afirma es que la fe que salva llega a su plena madurez, a su plenitud, con aquellos frutos que la adornan y que hacen patente su existencia ante el mundo exterior (cfr. Stg. 2:22, etc.). Pero sigue siendo importante mantener la distinción entre el fruto externo de las obras, que perfeccionan la fe, o le dan su plenitud, y la fuente de las buenas obras, que es la nueva naturaleza del creyente ya salvado. Esto es, las buenas obras son el resultado necesario de la salvación, no su medio, y justifican al creyente dando testimonio de su fe al mundo, adornando su testimonio y dando plenitud a su fe (cfr. Tit. 3:4-8; véase JUSTIFICACIÓN).
Esta epístola refleja el ambiente palestino: su autor, alimentado con las enseñanzas evangélicas y con las palabras del Señor Jesús, nos ha dado un documento de origen netamente cristiano, en el que son evidentes las analogías literarias. Son muy interesantes las siguientes comparaciones: Stg. 1:2 con Mt. 5:10-12; Stg. 1:4; Mt. 5:48; Stg. 1:5, 17; Mt. 7:7-11; Stg. 1:22; Mt. 7:21-27; Stg. 2:10; Mt. 5:19; Stg. 3:18; Mt. 5:9; Stg. 4:4; Mt. 6:24; Stg. 4:12; Mt. 7:1 y 10:28; Stg. 5:1 ss.; Mt. 6:19 y Lc. 6:24; Stg. 5:10; Mt. 5:12; Stg. 5:12; Mt. 5:34-37; Stg. 1:6; Mr. 11:23 ss.; cfr. Stg. 1:9 ss.; 2:5 ss.; 4:4 ss.; 1:3 ss.; 5:1 ss. con Lc. 1:46 ss.; 6:20 ss., 24; 12:16 ss.; 16:19 ss.
Se hacen patentes la fuerte personalidad y las firmes convicciones del autor por su menosprecio de una profesión de fe no seguida de una vida honesta (Stg. 1:22-23); sus opiniones precisas sobre los peligros del mal uso de la lengua (Stg. 1:26; 3:2-12); su desconfianza hacia los ricos egoístas (Stg. 1:10-11; 2:2, 6; 5:1-6); su profunda simpatía para con los pobres (Stg. 2:5-6, 15-16; 5:4); su determinación a sufrir gozosamente por Cristo (Stg. 1:2; 5:10-11); su fe en la oración (Stg. 5:16) y su esperanza en la venida del Señor (Stg. 5:7-8).
(d) Hay algunas declaraciones de Santiago que merecen ser destacadas:
«El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos» (Stg. 1:8);
«la ira del hombre no obra la justicia de Dios» (Stg. 1:20);
«la amistad con el mundo es enemistad contra Dios» (Stg. 4:4);
«resistid al diablo, y huirá de vosotros» (Stg. 4:7);
«La oración eficaz del justo puede mucho» (Stg. 5:16).
Se tienen pruebas de que la Epístola de Santiago fue usada muy tempranamente por la Iglesia primitiva. Clemente de Roma cita frases suyas a fines del siglo I, y otros autores del siglo II hacen lo mismo. A principios del siglo III Orígenes la nombra de una manera explícita. Durante un cierto tiempo, los Padres latinos no parecen haberla usado; escrita para cristianos de origen judío, parece no haber calado mucho en los cristianos procedentes del paganismo. No figura en el fragmento (incompleto) de Muratori, pero Hermas la usa, y figura en la Vetus Siríaca. Un fragmento del libro de Santiago, correspondiente a Stg. 1:23, se halló en la Cueva 7 de Qumrán (7Q). Ello es de gran importancia, porque indica una fecha forzosamente anterior al año 70 a.C. (Véase QUMRÁN, V, Cueva 7 [7Q].) Este fragmento tiene la denominación 7Q8. (Véase también CANON.)

Bibliografía:
Darby, J. N.: «James», en Synopsis of the Books of ¡he Bible (Bibles and Publications, Montreal, 1970);
Darby, J. N.: «Brief Exposition of the Epistle of James», en The Collected Writings of J. N. Darby, vol. 28, PP. 108-151 (Stow Hill Bible and Tract Depot, Kingston-on-Thames, 1967);
Darby, J. N. y Kelly, W.: «The Epistle of James», en The Bible Treasury, ene. 1896/dic. 1899 (H. L. Heijkoop, Winschoten, Holanda reimpr., 1969)
Kelly, W.: «Lectures Introductory ¡n the Study of the Acts the Catholic Epistles and the Revelation» (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois, reimpr. 1970)
O'Callaghan, J.: «Los papiros de la Cueva 7 de Qumrán (Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1974)
Wessel, W. W.: «Santiago» en Comentario Bíblico Moody - Nuevo Testamento (Ed. Moody, Chicago, 1965).

nom, SANTIDAD, SANTO

tip, DOCT
ver, SANTIFICACIÓN
vet,
A. Según la revelación bíblica, la santidad es:
(a) Una cualidad fundamental de Dios y de Su Espíritu;
(b) una virtud indispensable de todo verdadero creyente; y
(c) un atributo de ciertos lugares, objetos, días, fechas, acciones, etc.
B. El término heb. «kadosh» significa puro, física, ritual y, especialmente, moral y espiritualmente. En ocasiones se debe traducir «separado», puesto aparte, consagrado (cfr. Lc. 2:23, citando a Éx. 13:2). Ciertos autores presentan con demasiada exclusividad el concepto de separación, pero sí es cierto que la pureza consiste en estar separado de toda contaminación de todo pecado (cfr. Lv. 19-22 donde se repite en varias ocasiones la orden de ser santo) Cuando Isaías oyó a los serafines proclamar: «¡Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos!», Isaías clamó: «¡Ay de mí!, que soy muerto, porque siendo hombre de labios inmundos, han visto mis ojos al Rey...» Entonces fue su iniquidad quitada y expiado su pecado (Is. 6:2-7). Aquí tenemos expresada la purificación para ser santo. Según 2 Cr. 29:15 los levitas se santifican a fin de poder purificar la casa de Jehová. Ser santo es lo opuesto a estar contaminado (Hag. 2:12, 13; cfr. Lv. 11:43, 44).
C. El NT emplea el término «hagios» que también en ocasiones significa separado, consagrado, puesto aparte (Lc. 2:23), pero con mayor frecuencia «puro». Ser santo es ser sin «mancha, ni arruga ni cosa semejante» (Ef. 5:26-27). Y en 2 Co. 7:1 se lee: «Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.» Si en ocasiones se trata, en el AT, de cuestiones de santidad esencialmente ritual, tenemos en ello sombras que se desarrollan en enseñanzas de unos principios de santidad profundamente espiritual y moral. En la santidad ritual del AT se hallan objetos santos: lugares, moradas, ciudades, vestiduras, pero, de una manera muy especial, el Tabernáculo y el Templo con todo lo que servía para el culto. Había además santas convocaciones, una nación y pueblo santos, etc. (Éx. 20:8; 30:31; 31:10; Lv. 21:7; 23:4; Nm. 5:17).
D. Nuestra santidad está estrechamente relacionada con la de Dios. «Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos» (Lv. 20:26). Si este pasaje menciona la separación, también todo el capítulo habla de pureza de conducta.
E. Acerca de la santidad de Dios, la Biblia declara lo siguiente:

La santidad de Dios es Su cualidad absoluta y fundamental. Su pureza absoluta, inmaculada, manifiesta Su gloria deslumbrante y eterna.
«Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria» (Is. 6:3; 57:15). Esta santidad nos impulsa a la adoración: «¡Exaltad a Jehová nuestro Dios, y postraos ante el estrado de sus pies; él es santo!» (Sal. 99:5; 103:1).
«Alegraos, justos, en Jehová, y alabad la memoria de su santidad» (Sal. 97:12; cfr. Éx. 15:11; Is. 12:6).
La santidad de Dios se manifiesta a la vez en Su justicia y en Su amor. Su justicia lo obliga a castigar al pecador; pero es inseparable de Su amor, que desea salvarlo. «No ejecutaré el ardor de mi ira, ni volveré para destruir... Dios soy... el Santo...» (Os. 11:9). Una justicia sin amor no sería santa; no lo es la justicia implacable de un tribunal. Pero un amor sin justicia tampoco es santo; no lo es el amor sin severidad de una madre débil. El arca del pacto ilustra muy bien esto: el propiciatorio, la cubierta de oro en la que se hacía la aspersión de sangre expiatoria, simboliza la gracia y amor de Dios; pero debajo de este propiciatorio se conservaba el rollo de la Ley, que representaba la justicia del Dios que perdona. Porque el objetivo de Dios al perdonar es el restablecimiento del orden moral. Ésta es la esencia de la santidad, sobre la que velaban simbólicamente los dos querubines de oro. Son numerosos los pasajes bíblicos que asocian estrechamente la justicia y el amor de Dios, estando siempre sobreentendida la noción de la santidad, al menos en el contexto. Los términos utilizados son, en ocasiones, «fidelidad y bondad», «ira y misericordia», «castigo y gracia». El Decálogo afirma que Dios castiga la iniquidad, pero también que muestra misericordia (Éx. 20:5-6). Se puede citar también el Sal. 78:38; Is. 54:5-8; 57:15-18; 60:9-10; Sal. 98:1-3. El Señor reprocha a los fariseos que descuiden «la justicia y el amor de Dios» (Lc. 11:42). Pablo afirma que la gracia reina por la justicia, y que «El cumplimiento de la ley es el amor» (Ro. 5:21; 11:22; 13:10).
La santidad de Dios, de la que depende la nuestra, es así en realidad una combinación de una justicia o pureza absoluta con un infinito amor. Ello nos lleva a constatar que la suprema manifestación de la santidad de Dios viene a ser la muerte expiatoria de Su Hijo. La cruz del Calvario es la sublime expresión de la unidad manifestada entre Su severa justicia y Su amor redentor. En cuanto a la importancia de la santidad del creyente, es menester recordar que Cristo volverá «para ser glorificado en sus santos» (1 Ts. 1:10). (Véase SANTIFICACIÓN.)

nom, SANTIFICAR, SANTIFICACIÓN.

tip, DOCT
ver, SÁBADO, INTERCESIÓN
vet,
(a) Hacer santo, purificar, poner aparte para Dios, consagrarle personas, objetos, días, etc., ritual y sobre todo moral y espiritualmente. Los sacerdotes eran santificados para su servido con una unción de aceite santo, siendo revestidos de hábitos consagrados, y mediante sacrificios y la sangre de la expiación (Éx. 29:1, 5-7 y 20; 30:30; 1 Cr. 23:13). El Tabernáculo, sus utensilios y el altar eran santificados de una manera análoga (Éx. 29:36-37; 30:26-29). El Señor participaba en esta santificación manifestando Su gloria y viniendo a morar en el santuario (Éx. 29:42-45). El Señor mismo santificó el sábado, ordenando a Su pueblo que lo pusiera aparte y lo santificara (Gn. 2:3; Éx. 20:8; véase SÁBADO). Se afirma en varias ocasiones que el sábado es una señal de que Dios quiere santificar a Su pueblo (Éx. 31:13; Ez. 20:12; cfr. Ez. 37:28). En cuanto a nosotros, los cristianos, somos exhortados a santificarnos separándonos moralmente del mundo y de sus contaminadores (2 Co. 6:14-7:1). Ritualmente, el contacto con cosas o personas santas puede santificar (Éx. 29:37; 30:29; 1 Co. 7:14; pero cfr. Hag. 2:12).
(b) Honrar y glorificar a Dios, Su nombre, o a Cristo (Lv. 10:3; Is. 8:13; 29:23; 58:13). «Santificado sea tu nombre» (Mt. 6:9). En Mara, Moisés y Aarón no creyeron, para santificar a Jehová a los ojos del pueblo; entonces Jehová se santificó en ellos, castigándolos (Nm. 20:12-13). Jehová será «exaltado en juicio, y el Dios Santo será santificado con justicia» (Is. 5:16). Un día, la reunión de Israel y su arrepentimiento santificará a Jehová a los ojos de las naciones (Ez. 20:41-43). El Padre ha santificado a su Hijo, y nosotros debemos santificar a Cristo en nuestros corazones (Jn. 10:36; 1 P. 3:15).
(c) Santificarse significa purificarse, separarse de toda contaminación, de todo mal. En especial, este significado lo tiene el sustantivo «santificación».
Es un mandato: «Seréis santos, porque yo soy santo» (Lv. 11:44-45; 19:2; 20:7). «Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación... Nos ha llamado Dios... a santificación» (1 Ts. 4:3, 7; cfr. Ro. 1:7). «Nos escogió... para que fuésemos santos y sin mancha delante de él» (Ef. 1:4). «Sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir» (1 P. 1:15, 16).
Es preciso santificarse, purificarse, antes de presentarse a Dios para ciertos actos religiosos (Éx. 19:22; Jos. 3:5; 7:13; 1 S. 16:5; 2 Cr. 29:5; etc.).
La santificación es la obra del Espíritu Santo en nosotros, para purificarnos, separarnos del mal y hacemos conforme a la imagen de Cristo y aceptos a Dios. De la misma manera que no podemos merecer nuestra salvación, tampoco podemos santificarnos mediante nuestros propios esfuerzos. Es Dios quien purifica nuestros corazones por la fe (Hch. 15:9), en respuesta a nuestra fe. Es Él que nos santifica (Éx. 31:13; Lv. 20:7-8). «Y el mismo Dios de paz os santifique por completo... el cual también lo hará» (1 Ts. 5:23-24). Los gentiles deben serle «ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo» (Ro. 15:16). «Ya habéis sido santificados... por el Espíritu de nuestro Dios» (1 Co. 6:11; 1 P. 1:2; 2 Ts. 2:13). Para santificarnos, el Espíritu Santo se sirve sobre todo de la Palabra de verdad, que Él inspiró, y de la oración, que Él también nos inspira (Jn. 17:17; 15:3; Ef. 5:26; 1 Ti. 4:5; cfr. 1 P. 1:2). El Espíritu Santo glorifica a Cristo, que nos ha sido hecho santificación (1 Co. 1:30). Hemos sido santificados en Él, y Él se ha santificado por nosotros (1 Co. 1:2; Jn. 17:19). El Espíritu nos revela sobre todo la verdad capital de que «somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre» (He. 10:10). Es Su sangre la que purifica de todo pecado, después de habernos procurado el perdón (1 Jn. 1:7, 9). Ro. 6:3-4 nos muestra que después de haber muerto, en Cristo, al pecado, podemos resucitar con Él y andar en novedad de vida, teniendo «por fruto la santidad» (Ro. 6:22). Todo el cap. 8 de Romanos, sin emplear el término «santificación», nos revela su secreto: «La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús» (Ro. 8:2) debe actuar en nosotros y transformar nuestra vida. Entonces no viviremos ya más bajo el dominio de la carne, sino bajo la disciplina del Espíritu, que hará morir en nosotros las acciones del cuerpo (Ro. 8:13). Pablo habla del gran misterio de la morada del Señor en nosotros, que quiere así volvernos «perfectos en Cristo» (Col. 1:26-28).
Se han formulado muchas teorías contradictorias acerca de la santificación. Siguiendo a Wesley, ciertos intérpretes ven en ella una «segunda bendición» que debe seguir a la conversión y que debemos recibir instantáneamente por la fe. Afirman ellos que Dios purifica entonces de inmediato nuestro corazón de su pecado original, «de todo aquello que nos impulsaba al mal». Esta doctrina se acerca peligrosamente al perfeccionismo. En el opuesto extremo se hallan aquellos cristianos que enseñan que nunca nos desembarazaremos aquí abajo del hombre viejo, y que nos encontraremos siempre en el lastimoso estado de Ro. 7. Estos autores no han comprendido la gloriosa solución expuesta en el cap. 8, como ya se ha descrito brevemente en los párrafos anteriores. El salvo queda liberado al entrar en la consciencia y en el disfrute de la provisión del Espíritu en él. Esta presencia es el privilegio de todo hijo de Dios, que debe vivir entonces según el Espíritu (Ro. 8:9; 1 Co. 6:19). Así, aunque verdaderamente la erradicación del «hombre viejo» sólo tendrá lugar para el cristiano bien por la muerte, bien por la transformación en el arrebatamiento (cfr. 1 Co. 15:51-54; 1 Ts. 4:14-17), el creyente tiene el privilegio de andar en el poder de la nueva vida en resurrección en Cristo, y por tanto de considerarse en la práctica tal como está ya posicionalmente: muerto al pecado (cfr. Ro. 6: Col. 3). De esta manera, el creyente puede vivir una vida victoriosa; no obstante, se debe tener en cuenta en todo caso que el andar del cristiano está continuamente sostenido por el oficio intercesor de Cristo en el Cielo (véase INTERCESIÓN) Hay también provisión «si alguno pecare», en Cristo como Abogado (1 Jn. 1:9-2:2). Guardados por el poder de Dios para salvación (1 P. 1:5), y con el Espíritu Santo, que puede santificarnos por completo, y guardar nuestro espíritu, alma y cuerpo irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo, el cristiano puede así vivir una vida grata a Dios. Y tiene un poderoso motivo para ello, porque el Señor Jesucristo vendrá «para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron» (2 Ts. 1:10).

Bibliografía
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Chafer, L. S.: «El hombre espiritual» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona 1973)
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Maxwell, L. E.: «Born Crucified» (Moody Press, Chicago, 1945/1973)
Nee, T. S.: «La cruz en la vida cristiana normal» (Hebrón, San Ignacio, Argentina, 1963)
Nee, T. S.: «La vida cristiana normal» (Hebrón, 1965),
Nee, T. S.: «¿Que haré, Señor?» (Hebrón 1965)
Stanford, M. J.: «El principio de la posición» (Clíe, Terrassa, 1979)
Simpson, A. B.: «Andando en el Espíritu» (Clíe, Terrassa, 1984).

nom, SANTÍSIMO (Véanse TABERNÁCULO, TEMPLO)

nom, SANTO. a) Véase SANTIDAD. b) SANTO, LUGAR. (Véanse TABERNÁCULO, TEMPLO.)

nom, SANTO DE ISRAEL (El)

tip, DOCT CRIT
ver, DIVINIDADES PAGANAS, PENTATEUCO, EJÉRCITO DE LOS CIELOS
vet,
En el libro de Isaías, Dios es frecuentemente llamado el Santo de Israel, o solamente el Santo, para denotar el Dios de Israel, o el Verdadero Dios (Is. 1:4; 5:19, 24:6; 40:25, etc.). En Ezequiel, Dios se hace conocer como Jehová, como el Dios poderoso y verdadero, al manifestar Su santidad (Ez. 20:41 ss; 28:22; 36:23 etc.). Es preciso señalar que Dios jura por Su santidad, como jura por Sí mismo (Am. 4:2; Sal. 89:36; Gn. 22:16; Éx. 32:13; Is. 45:23; Jer. 22:5).
La santidad parece ser sinónima con la divinidad. La lectura de un libro como Levítico deja al lector convencido de ello. La santidad, considerada en Dios, no resulta ser tanto uno de Sus atributos como Su mismo carácter. A través del AT, los textos en los que se trata la santidad divina expresan a la vez Su inefable pureza, Su horror al mal, Su aborrecimiento contra el pecado, al igual que Su gloria, majestad, elevación y Su grandeza supremas. La santidad de Dios está en estrecha relación con Sus celos, Su ira y Su venganza. Su naturaleza celosa (Éx. 20:15) no es nada más que Su santidad en acción (Oehler). En Ez. 38:18, 23 leemos que en Sus celos e ira Jehová ejercerá Sus juicios sobre Israel y que así Él se glorificará y santificará. La venganza de Dios es una consecuencia de Sus celos y de Su ira (Nah. 1:2; Ez. 25:14, 17). Los celos, la ira, y la venganza estallan cada vez que la voluntad de Dios se enfrenta a la oposición de los hombres, cada vez que es menospreciada y desobedecida.
Al revelarse como «santo», Dios intimaba a Israel que ellos debían ser también santos (Lv. 11:44; 19:2; 20:7, 27; cp. 1 P. 1:16). Esta orden queda, como vemos en la cita de 1ª Pedro, reafirmada para los creyentes del Nuevo Pacto.
(Véase DIOS (Nombres)).

nom, SANTUARIO

tip, CONS
ver, TABERNÁCULO, TEMPLO
vet,
Significa «[lugar] santo», y se usa en el AT para designar tanto el Tabernáculo como el Templo como un todo, y el «lugar santo» y el «santísimo» en contraposición a las otras partes. El santuario era el lugar en el que, fuera de la presencia del hombre y del mundo, se podía contemplar la gloria de Dios y comprender Sus propósitos (cfr. Sal. 73:17). Era el lugar en el que se ofrecían los sacrificios y donde se adoraba a Dios.
En el NT, este término se aplica también a las partes santas del Tabernáculo (He. 9:1; 13:11). En He. 9:1 recibe la calificación de «terreno» («kosmikos»), en contraste con el verdadero Tabernáculo «que levantó el Señor y no el hombre» (He. 8:2). El término «santuario» en este último pasaje es lit., «santos» (lugares o cosas). De ello, Cristo es el ministro. El santuario del cristiano consiste en la luz de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Dios se revela sin velo interpuesto. No tiene templo terreno, como tampoco lo habrá en la celestial Nueva Jerusalén, porque «el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero» (Ap. 21:22). (Véanse TABERNÁCULO, TEMPLO.)

nom, SAPIENCIAL (Literatura). Véanse ECLESIASTÉS, JOB, PROVERBIOS; véase también SABIDURÍA.

nom, SARA

tip, BIOG
ver, NUZU, HEBRÓN, MACPELA
vet,
= «princesa».
Esposa de Abraham, unos diez años más joven que él; se habían casado en Ur de los caldeos (Gn. 11:29-31; 17:17). Era medio hermana de Abraham, hija del mismo padre, pero no de la madre de Abraham (Gn. 20:1). Su primer nombre fue Sarai. Cuando partió de Harán para dirigirse con Abraham a Canaán tenía 65 años (Gn. 12:4). Continuando hacia Egipto, Abraham temió que lo mataran a causa de la belleza de su esposa y la hizo pasar por hermana suya (Gn. 12:10-20). Muchos años después, Abraham volvería a usar este recurso en el país de Abimelec, rey de Gerar (Gn. 20:1-8).
Sarai era estéril, por lo que persuadió a su marido que tomara a su esclava Agar como segunda esposa (Ismael nació de esta unión, Gn. 16:1-16; véase NUZU para una ilustración arqueológica de esta costumbre).
Ya de 89 años, Sarai recibió la promesa de que ella misma tendría un hijo (cfr. He. 11:11, 12; Ro. 4:17-22), lo que sucedió mediante un verdadero milagro en el tiempo anunciado. Fue entonces que le fue cambiado el nombre de Sarai por el de Sara, princesa (Gn. 17:15-22; 18:9-15; 21:1-5). Durante el festín para celebrar el destete de Isaac, Sara vio que Ismael se burlaba de Isaac, por lo que apremió a Abraham a que expulsara a Agar e Ismael (Gn. 21:9-21).
Sara murió en Quiriat-arba (Hebrón), a los 127 años (véase HEBRÓN) y fue sepultada en la cueva de Macpela (véase MACPELA).

nom, SARAI. Véase SARA.

nom, SARDIO. Véase PIEDRAS PRECIOSAS.

nom, SARDIS

tip, CIUD IGLE
sit, a9, 368, 192
vet,
Antigua capital del reino de Lidia, a unos 80 Km. al este de Esmirna, al pie del monte Tmolos.
En el año 546 a.C. Ciro derrotó a Creso, apoderándose de su capital, que vino a ser un centro de la administración persa. Después del paso de griegos y romanos, y bajo el dominio de estos últimos, Sardis fue destruida por un temblor de tierra en el año 17 d.C. El emperador Tiberio la eximió de impuestos para facilitar su reconstrucción; tenía un barrio judío (Ant. 14:10, 24), y bien pronto tuvo una comunidad cristiana (Ap. 1:11; 3:1, 4).
En la actualidad es un pueblo; allí se hallan las ruinas de un gran templo dedicado a Artemisa, del siglo IV a.C., y vestigios de un templo de Zeus, y los muros de una iglesia cristiana del siglo IV.
Su nombre actual es Sart.

nom, SAREPTA

tip, CIUD
sit, a1, 346, 52
vet,
Ciudad dependiente de Sidón (1 R. 17:9; Lc. 4:26; Ant. 8:13, 2).
Habiéndose secado el arroyo de Querit, Elías se dirigió a Sarepta, siguiendo la orden de Dios. A pesar del hambre reinante, una viuda de Sarepta dio hospitalidad al profeta. Esta mujer fue recompensada, por cuanto no faltó la harina ni el aceite, y su hijo fue vuelto a la vida (1 R. 17:8-24).
Abdías predijo que Sarepta caería en poder de Israel (Abd. 20).
El nombre de la ciudad se ha perpetuado en el de Surafend, pueblo sobre una colina, cerca del mar, a unos 22 Km. al norte de Tiro y a 13 de Sidón. La ciudad antigua está al pie de la colina, a la orilla del río, y sus ruinas se extienden por más de 1,5 Km.

nom, SARETÁN

tip, LUGA
vet,
Lugar del valle del Jordán, aparentemente cerca de Sucot.
Cerca de este lugar se hallaban las fundiciones de Salomón (1 R. 7:46; 2 Cr. 4:17 [Seredata], cfr. Jos. 3:16. No identificado.

nom, SAREZER

tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
(ac.: «protege al rey»).
(a) Hijo de Senaquerib. En combinación con uno de sus hermanos (Adramelec) asesinó a su padre (2 R. 19:37; Is. 37:38).
(b) Personaje enviado de Bet-el a los sacerdotes de Jerusalén para preguntar si debían mantenerse los ayunos recordando la destrucción del Templo y la toma de Jerusalén, siendo que ya había empezado la restauración (Zac. 7:2).

nom, SARGÓN

tip, BIOG REYE HOMB HOAT
ver, SAMARIA, HITITAS, ASIRIA, BABILONIA, NÍNIVE
vet,
(heb derivado del ac. «Sharrukinu» «el rey afirmado»)
Rey de Asiría y sucesor de Salmansar V, es considerado un usurpador. Su general, el Tartán, capturó Asdod (Is. 20:1). Reinó desde el año 722 al 705 a.C. Aunque su nombre sólo aparece en las Escrituras en el anterior pasaje, hay evidencia documental y monumental de que él acabó la toma de Samaria iniciada por Salmansar. (Véase SAMARIA.)
Emprendió diversas campañas contra el rey de Gaza y de Egipto; se apoderó de Carquemis, capital de los hititas, en el año 717 a.C. Esto marcó el final del imperio hitita que, debilitado, no pudo resistir posteriores ataques desde otras direcciones (véase HITITAS).
En el año 710, Sargón tomó Babilonia, de la que se proclamó rey (véanse ASIRIA, BABILONIA, NÍNIVE, etc.).

nom, SARMIENTO (Véase VID)

nom, SARÓN

tip, VALL
ver, LIRIO, ROSA
sit, a2, 182, 256
vet,
= «llanura».
(a) Llanura del litoral, entre Jope y el Carmelo; hacia el interior, llega hasta las colinas de Samaria. El Sarón, que había sido muy fértil (Is. 35:2), y donde pastoreaban los rebaños (1 Cr. 27:29; Is. 65:10), quedó transformado en desierto debido a las invasiones (Is. 33:9). Los lirios, los narcisos, las anémonas de Sarón eran destacables. (Véase LIRIO, ROSA.) Mide alrededor de 80 Km. de longitud y entre 14 y 16 de anchura; ondulante, y salpicada de encinares, poseía excelentes pastos, a excepción de algunos lugares en los que abundaban las espinas y cardos. En la actualidad hay plantaciones de agrios.
(b) Pastos al este del Jordán (1 Cr. 5:16). Una posible explicación de este nombre es que sea una corrupción de Sirión (Hermón), lo que designaría las praderas a los pies del Hermón; otra, que sea sinónimo de «mîshõr», una altiplanicie de Galaad, entre el Arnón y Hesbón (cfr. Dt. 3:10).

nom, SARPULLIDO (Véase ÚLCERA)

nom, SARUHÉN

tip, CIUD
sit, a3, 20, 375
vet,
Ciudad del territorio de Simeón (Jos. 19:6). Parece ser la Saaraim de 1 Cr. 4:31 y la Silhim de Jos. 15:32.
Identificado con Tell el-Fãr'ah, a 25 Km. al sur-sureste de Gaza.

nom, SARVIA

tip, BIOG MUJE MUAT
vet,
Hermana de David (1 Cr. 2:16).
Abigail y Sarvia no eran hijas de Isaí, sino de un primer matrimonio de la madre de David con Nahas (2 S. 17:25).
Sarvia fue madre de Joab, Abisai y Asael (2 S. 2:18; 1 Cr. 2:16).

nom, SATÁN, SATANÁS (Véase DIABLO)

nom, SÁTRAPA

tip, FUNC
vet,
(gr.: del viejo persa «xshathrapãvan»: «protector del país»).
Título oficial del virrey designado por el rey de Persia para ejercer la autoridad civil y militar sobre varias provincias pequeñas que formaban una gobernaduría. Cada una de estas provincias pequeñas tenía su propio gobernador (Esd. 8:36; Est. 3:12).
El título de sátrapa aparece en documentos históricos en arameo redactados después de la conquista persa; designa a altos funcionarios del imperio babilónico y del reino de Darío de Media (Dn. 3:2; 6:1).

nom, SAUCE

tip, FLOR ARBO
vet,
(a) Heb. «saph'phah» (Ez. 17:5). Se trata de un árbol del género «salix», del que se conocen varias especies en Israel.
(b) Heb. «'arabãh», que figura en la Biblia en la forma pl. «'arabîm». Era con ramas de éste y otros árboles que se debían hacer los tabernáculos durante la Fiesta de los Tabernáculos (Lv. 23:40). Crecía junto a cursos de agua (Is. 44:4). El hipopótamo se refugiaba bajo sus ramas (Jb. 40:17). Los exiliados en Babilonia colgaban sus arpas de este árbol (Sal. 137:2).
En la LXX y la Vulgata se traduce como sauce. Es posible que se trate del sauce llorón («Salix babylonica» que abunda a lo largo del Éufrates.

nom, SAUCES (Torrente)

tip, RIOS
vet,
Torrente que transcurre por el país de Moab (Is. 15:7).
Una identificación plausible es wadi el-Hesa, que marcaba el límite entre Moab y Edom.

nom, SAÚL

tip, BIOG REYE HOMB HOAT
ver, ADIVINACIÓN, DAVID, SAMUEL, SAMUEL (Libros)
vet,
= «pedido a Dios».
(a) Rey de Edom, originario de Rehobot sobre el Éufrates (Gn. 36:37; 1 Cr. 1:48).
(b) Hijo de Simeón y de una cananea (Gn. 46:10; Éx. 6:15); fue fundador de un clan (Nm. 26:13).
(c) Hijo de Cis, de la tribu de Benjamín, y primer rey de Israel. Fue ungido por Samuel por orden de Dios cuando los israelitas pidieron un rey. Como rey elegido y deseado por ellos, le fue dado un comienzo propicio para su reinado; sin embargo, desobedeció señaladamente a Dios. Fue rechazado, y David fue ungido en su lugar. Saúl persiguió implacablemente a David durante años. Abandonado por Dios, y carente de fe y conciencia, recurrió a una adivina en Endor, de cuyos labios oyó su sentencia. (Véase ADIVINACIÓN.) Fue derrotado por los filisteos, la misma nación a la que hubiera vencido si se hubiera mantenido fiel. Saúl constituye un ejemplo señalado de desobediencia y naufragio espiritual (1 S. 9-31).
Para más detalles, véanse DAVID, SAMUEL y SAMUEL (LIBROS DE).

nom, SAULO. Nombre heb. helenizado del apóstol Pablo (Hch. 7:58; 13:9). (Véase PABLO.)

nom, SAVE (VALLE DE).

tip, VALL
vet,
Lugar más tarde denominado Valle del Rey.
Después de la derrota de Quedorlaomer, Abraham se encontró con el rey de Sodoma en el valle de Save (Gn. 14:17, 18).
Allí hizo Absalón erigir un monumento conmemorativo (2 S. 18:18).
Según Josefo, esta columna se levantaba a unos 400 m. de Jerusalén (Ant. 7:10, 13).

nom, SEAH. (Véase PESAS Y MEDIDAS)

nom, SEBA

tip, CIUD BIOG HOMB HOAT
ver, ARABIA
sit, a3, 147, 377
vet,
(a) = «juramento». Nombre de varias personas y lugares. Entre ellos:
(A) Ciudad simeonita, mencionada después de Beerseba (Jos. 19:13). Hay tres opiniones en cuanto a su identificación:
(I) El emplazamiento podría ser el de Tell es-Seb'a, a 5 Km. al este de Beerseba.
(II) Este nombre sería una alteración de Sema (cfr. LXX y Jos. 15:26).
(III) Siendo que Seba no figura en 1 Cr. 4:28, que se corresponde con la enumeración de Jos. 19:2-6, hay los que suponen que Seba sería una forma abreviada de Beerseba, o un término copiado dos veces por error.
(B) Benjamita, hijo de Bicri, que, después de haber sido suprimida la usurpación de Absalón, convocó a las diez tribus contra David y Judá. Seba fue asediado en Abel-bet-maaca. Los habitantes de esta ciudad, que corría peligro de ser destruida por el ejército de Joab por su causa, lo prendieron y decapitaron, arrojando su cabeza sobre la muralla (2 S. 20:1-22), levantándose así el sitio.
(C) Gadita que vivía en Galaad, en el país de Basán (1 Cr. 5:13, 16).
(b) Heb.: «hombre».
(A) Pueblo descendiente de Cus por Raama y estrechamente emparentado con Dedán (Gn. 10:7). Sin embargo, es también considerado como pueblo semítico surgido de Joctán (Gn. 10:26-29), y descendientes de Abraham a través de Jocsán, lo mismo que Dedán (Gn. 25:3). La parte de esta nación emparentada con Abraham se dirigió hacia oriente (Gn. 25:6; cfr. Jb. 1:15; 6:19). (Véase ARABIA.) Estos pueblos moraban al sur (Mt. 12:42), y comerciaban con oro, incienso y piedras preciosas (1 R. 10:1; Sal. 72:10; Is. 60:6; Jer. 6:20; Ez. 27:22; 38:13)
(B) Las inscripciones de Seba y el testimonio de geógrafos de la antigüedad nos ofrecen abundante información sobre este pueblo, que ocupaba el suroeste de Arabia. Marib, capital de Seba, tenía un célebre dique, que se rompió totalmente entre el año 542 y 570 a.C., después de haber sido reparado en varias ocasiones. Seba tenía un intenso tráfico comercial con la India y Etiopía. Fue un pueblo que recorrió vastos espacios. En la época asiria (siglo VIII a.C.) se hallaba al noroeste de Arabia y en el desierto septentrional, con los nabateos. Su lenguaje era el árabe meridional. En el curso de sus migraciones, Seba fue incorporando otras tribus, mediante matrimonios o la concertación de pactos políticos. Por ello es que su genealogía incluye ascendientes de diversas líneas.

nom, SEBAM. (Véase SIBMA)

nom, SEBANÍAS

tip, BIOG FUNC SACE HOMB HOAT
vet,
(a) Bajo el reinado de David, levita encargado de hacer sonar la trompeta (1 Cr. 15:24).
(b) Casa patriarcal y sacerdotal, en la generación posterior al exilio (Neh. 12:14). Su representante puso su sello al pacto de Nehemías (Neh. 10:4; 12:14).
(c) En la época de Esdras, levita que tomó parte en la Fiesta de los Tabernáculos (Neh. 9:4, 5) y selló el pacto en nombre de su casa (Neh. 10:10).
(d) Otro levita que selló el pacto (Neh. 10:12, 13).

nom, SEBARIM = «ruinas». Localidad cercana a Hai (Jos. 7:5). No identificada.

nom, SEBAT

tip, CALE
ver, TIEMPO
vet,
(heb. «sh'bãt», del ac. «shãbãtu»).
El mes undécimo del año litúrgico judío (Zac. 1:7).
(Véase TIEMPO.)

nom, SEBO. (Véase GROSURA)

nom, SEBUEL

tip, BIOG FUNC HOMB HOAT
vet,
(a) Descendiente de Moisés que fue tesorero de David (1 Cr. 23:16; 26:24); se le llama Subael en 1 Cr. 24:20.
(b) Hijo de Hemán (1 Cr. 25:4), llamado Subael en 1 Cr. 25:20.

nom, SECANÍAS

tip, BIOG SACE HOMB HOAT
vet,
(a) Cabeza de la décima suerte de sacerdotes en días de David (1 Cr. 24:11).
(b) Levita que ayudaba en la recolección de las ofrendas en tiempos del rey Ezequías (2 Cr. 31:15).
(c) Descendiente de David (1 Cr. 3:21, 22).
(d) Hombre que propuso a Esdras que se despidieran las mujeres extranjeras (Esd. 10:2-4).
(e) Guarda de la puerta oriental de Jerusalén en los días de Nehemías (Neh. 3:29).
(f) Suegro de Tobías, el enemigo de Nehemías (Neh. 6:18).
(g) Sacerdote que volvió con Zorobabel (Neh. 12:3).
nom, SECTA
tip, RELI
vet,
(a) Grupo de personas que profesan la misma doctrina, y que se ponen aparte (Hch. 5:17; 15:5); espíritu de partido, susceptible de manifestarse aun sin el abandono de la sana doctrina (1 Co. 11:19; Gá. 5:20).
(b) Conjunto de opiniones de aquellos que se han apartado de la verdadera fe; grupo de aquellos que profesan esta doctrina divergente (2 P. 2:1). Pedro habla en este pasaje de «herejías» (o sectas) destructoras», y es el sentido que se le da más frecuentemente a este término en la actualidad.
El término gr. «hairesis» se traduce indistintamente «secta» o «herejía».

nom, SEDA

vet,
En el AT se traduce «seda» en Ez. 16:10, 13 (heb. «meshi»).
En realidad, se refiere a alguna fibra fina como cabello o, quizá, seda. Sólo hay seguridad en la única mención en el NT (Ap. 18:12, gr. «sêrikon»).
Es producida por diversas especies de orugas del género «bombyx». Llegó a ser conocido en occidente después de las campañas de Alejandro Magno.
«Sêrikon», su nombre gr., significa «de Seres», un pueblo que generalmente ha sido identificado con los chinos.
Los emperadores de Roma vestían de seda (Guerras 7:5, 4).

nom, SEDEQUÍAS

tip, BIOG PROF REYE HOMB HOAT
vet,
= «justicia de Jehová».
(a) Hijo de Quenaana. Junto con otros falsos profetas, alentó a Acab a que atacara Ramot de Galaad. Sedequías abofeteó a Miqueas que, en nombre de Jehová, había profetizado la derrota de Acab. Miqueas anunció el castigo que caería sobre Sedequías (1 R. 22:11-25).
(b) Profeta mentiroso e inmoral, hijo de Maasías. Jeremías predijo que Nabucodonosor haría asarlo vivo (Jer. 29:21-23).
(c) Nombre dado por Nabucodonosor a Matanías, hijo de Josías, a quien puso sobre el trono de Judá. Reinó once años (598-587 a.C.), y fue el último rey de Judá. Su reinado estuvo marcado por el mal. No se humilló ante la palabra de Dios por medio del profeta Jeremías, y profanó el nombre de Jehová al quebrantar el juramento dado al rey de Babilonia. Los principales sacerdotes y el pueblo vivían también en gran impiedad. Al rebelarse Sedequías contra Nabucodonosor, se alió con Egipto (cfr. Ez. 17:3-20). Egipto fue derrotado, y Nabucodonosor puso sitio a Jerusalén.
Sedequías fue advertido muchas veces por Jeremías en contra del curso de acción que había adoptado; debía someterse a Babilonia. Por esta razón, Jeremías fue duramente perseguido por los príncipes de Judá. Cuando finalmente la ciudad fue tomada, Sedequías intentó escapar con sus esposas e hijos, pero fue capturado. Se habían dado dos notables profecías acerca de él: una, que Sedequías hablaría con el rey de Babilonia, y «sus ojos verán sus ojos» (Jer. 32:4), y la otra: «Haré llevarlo a Babilonia, a tierra de caldeos, pero no la verá, y allá morirá» (Ez. 12:13). Su cumplimiento fue que Sedequías fue llevado ante Nabucodonosor en Ribla, donde sus hijos fueron muertos ante su presencia; después le sacaron a él los ojos; a continuación fue llevado a Babilonia cargado de cadenas, y encarcelado hasta su muerte (2 R. 24:17, 20; 25:2, 7; 1 Cr. 3:15; 2 Cr. 36:10, 11; Jer. 1:3; 21:1-7; 24:8; 27:3, 12; 28:1; 29:3; 32:1-5; 34:2-21; 37-39; 44:30; 49:34; 51:59; 52:1-11).

nom, SEDIMENTOS

tip, ALIM
vet,
El vino nuevo precipita unos sedimentos que se asientan en el fondo del barril o tinaja en el que está depositado. De ahí que beber «hasta los sedimentos» significa apurar totalmente, usado de la ira de Dios (Is. 51:17, 22).
La frase «sobre su sedimento ha estado reposado» es una imagen del vino no movido (Jer. 48:11), usada de la tranquilidad carnal en que había estado Moab hasta el día de su angustia (cfr. Sof. 1:12).

nom, SEFAR

tip, LUGA
vet,
Territorio que limitaba en una de sus fronteras la región ocupada por Joctán (Gn. 10:30). Sefar se halla prob. al sur de Arabia.

nom, SEFARAD

tip, LUGA
vet,
Lugar de cautiverio de los judíos, pero de donde vendrían a poseer «las ciudades del Neguev [o del sur]» (Abd. 20).
Se han hecho identificaciones con Sardis o Sparda, y con la Shaparda de Media mencionada en los documentos de Sargón. Él deportó a israelitas a ciudades de Media (2 R. 17:6). No hay relación conocida entre esta Sefarad y España, a la que los judíos denominan con el mismo nombre.

nom, SEFARVAIM

tip, LUGA
vet,
Lugar del que el rey de Asiria llevó colonos a Samaria para repoblarla (2 R. 17:24, 31). Es posible que sea la ciudad mencionada en 2 R. 18:34; 19:13.
Fue identificada al principio con Sippar, sobre la orilla oriental del Éufrates, más arriba de Babilonia. Pero es más plausible su identificación con Sebarim, ciudad de Asiria (cfr. Sibraim; Ez. 47:16) destruida por Salmansar V en el año 727 a.C.

nom, SEFELA

tip, REGI
ver, LLANURA, PALESTINA
sit, a3, 193, 192
vet,
= «país bajo».
Nombre de la geografía de Palestina. Designa el país bajo y ondulado entre la llanura marítima y los montes de Judea, entre Jafa y Gaza. (Véanse LLANURA, PALESTINA, d.)

nom, SÉFORA

tip, BIOG MUJE MUAT
vet,
= «pajarillo».
Hija de Reuel o Jetro, y esposa de Moisés (Éx. 2:21, 22). Evidentemente, se opuso a la circuncisión de su hijo, hasta que se vio obligada a llevarla a cabo para salvar la vida de Moisés, amenazado de muerte por Dios por el incumplimiento del rito. Entonces aplicó a su esposo el calificativo de «esposo de sangre» (Éx. 4:24-26). Fue enviada de nuevo a Jetro, no pasando por la tribulación y liberación consiguiente de Israel, y fue devuelta con sus dos hijos a su marido Moisés una vez en Refidim (Éx. 8:1-12).

nom, SEGUNDA VENIDA. (Véase VENIDA [SEGUNDA].)

nom, SEGUNDO

tip, BIOG HOMB HONT
vet,
(lat.: «segundo»).
Tesalonicense que acompañó a Pablo de Macedonia a Asia Menor (Hch. 20:4).

nom, SEHÓN

tip, BIOG REYE HOMB HOAT
vet,
Rey de los amorreos. Después de su victoria sobre los moabitas fue derrotado y muerto por los israelitas, y su ejército aniquilado. Su territorio se hallaba al este del Jordán, desde el Arnón hasta el Jaboc, y los israelitas se posesionaron de él. La victoria es conmemorada en dos salmos (Nm. 21:21-35; 32:33; Dt. 1:4; 2:24-36; 3:2-6; Jos. 12:2; Jue. 11:19-22; Sal. 135:11; 135:19; Jer. 48:45).
Las tribus de Rubén y Gad se repartieron más tarde estas tierras como su heredad (Nm. 32:1-4, 33-38).

nom, SEIR

tip, MONT PAIS
ver, HOREOS
sit, a4, 206, 304
vet,
= «velludo».
Seir era la cadena de montes que vino a ser el país de Edom (Gn. 36:21; Nm. 24:18; Ez. 35:15).
En tiempos de Abraham esta región estaba ocupada por los horeos (cfr. Gn. 14:6, véase HOREOS).
En Ez. 25:8, Seir designa a una nación.
Esaú se estableció en el monte de Seir (Gn. 32:3); sus descendientes despojaron a los horeos (Dt. 2:12; Jos. 24:4). Se refugiaron amalecitas en estos montes, pero fueron finalmente exterminados por los simeonitas (1 Cr. 4:42, 43).

nom, SELA

tip, CIUD BIOG HOMB HOAT
ver, NABATEOS
sit, a4, 198, 299
vet,
(a) (Heb.: «roca».)
Ciudad de Edom. Amasías, rey de Judá, se apoderó de ella y le dio el nombre de Jocteel (2 R. 14:7). Es probablemente la mencionada en 2 Cr. 25:12; Is. 16:1; 42:11; Abd. 3.
Los moradores de Sela vivían «en las hendiduras de las peñas» (Abd. 3), expresión que evoca la ciudad rocosa que los griegos llamaron Petra, traducción del heb. «Sela». Hacia el año 300 a.C., Petra pasó de los edomitas a los árabes nabateos. En la dinastía que reinó desde entonces sobre Petra figuraron varios reyes con el nombre de Aretas; en 2 Co. 11:32 se menciona a uno de ellos.
La monarquía nabatea desapareció en el año 105 d.C. cuando la Arabia Pétrea pasó a ser una provincia romana (véase NABATEOS). Petra fue redescubierta por Burckhardt en 1812. Se halla en el fondo de un profundo circo, excavado por la acción del agua, sobre el flanco noreste, del monte de Hor. El circo y sus ramificaciones miden alrededor de 1.400 m. de longitud, y la anchura varía entre 225 y 450 m. Está cerrado por unos escarpados acantilados de arenisca. La garganta principal se llama Wadi Mûsa, valle de Moisés, aunque no se conoce indicación alguna de que haya estado allí. Un arroyo atraviesa este lugar en sentido longitudinal. Las rocas presentan coloraciones diversas, del rojo al pardo, púrpura y amarillo, lo que añade a la belleza del lugar. Allí se ven sepulcros, templos en ruinas, un anfiteatro, un arco de triunfo. La mayor parte de estos monumentos datan de la época romana. Se hallan muchos edificios, algunos de ellos posiblemente anteriores a la época romana, sepulcros, casas, etc., tallados en las rocas cercanas a la ciudad. Sobre la cumbre del monte que domina la ciudad antigua se hallan vestigios del «lugar alto» en el que se celebraba el culto, y se ven ruinas de altares levantándose sobre las formaciones rocosas vecinas.
(b) (Heb.: «oración».) Tercer hijo de Judá y de una cananea: fundador de un clan (Gn. 38:2, 5, 11, 14, 26; Nm. 26:20).

nom, SELAH

tip, MUSI
vet,
Término que figura 71 veces en los salmos; se halla asimismo en Hab. 3:3, 9, 13.
Se trata de un término musical o litúrgico, del que se desconoce el sentido preciso.
(a) La LXX lo traduce como «diapsalma», lo que podría significar un intermedio musical a intercalar en este lugar. En este caso los cantores se mantendrían en silencio mientras que los instrumentistas estarían tocando un forte o fortissimo.
(b) Los Targumes, Aquila y Jerónimo traducen por «Ie-olam», «de eternidad a eternidad», como si se introdujera una doxología semejante a la del Sal. 41:14 durante la interrupción.
(c) Jacobo de Edesa (640-708) ve aquí una analogía con el Amén cristiano, cantado por los fieles después del Gloria. Entonces, «Selah» significaría: «levantad vuestros ojos y bendecid», y designaría una doxología, cantada después de cada salmo o de fragmento de salmo, que quedaría separado de la siguiente sección por una intermisión litúrgica. Este término fue probablemente introducido hacia el final del período persa, y tiene relación con el uso litúrgico de los Salmos; es indudable que indica el momento de las bendiciones en el culto.

nom, SELEUCIA

tip, CIUD
sit, a9, 544, 270
vet,
Ciudad marítima de Siria (1 Mac. 11:8), a 8 Km. al norte de la desembocadura del Orontes. Seleuco Nicator, fundador de la monarquía siria, edificó esta ciudad sobre el emplazamiento de una antigua ciudad. Era el puerto de Antioquía, que se hallaba a 25 Km. río arriba del Orontes. Allí se embarcaron Pablo y Bernabé para dirigirse a Chipre (Hch. 13:4).

nom, SELLO

tip, UTEN COSM
ver, ESPÍRITU SANTO
vet,
Sortija u objeto cilíndrico que llevaba el nombre de su propietario, o un diseño, y a veces ambos, grabados en el metal o en la piedra preciosa (Éx. 28:11; Est. 8:8).
Los sellos babilónicos en forma de cilindro se remontan a una gran antigüedad, y los del tercer cuarto del siglo IV a.C. indican un desarrollo artístico destacable. Los sellos rectangulares y ovales desplazaron totalmente a los cilíndricos en Palestina a partir de la edad de hierro.
El anillo de sello se llevaba en la mano derecha, o suspendido del cuello mediante un cordón (Gn. 38:18; Jer. 22:24). Las cartas y otros documentos se formalizaban mediante un sello (1 R. 21:8; Neh. 9:38; Est. 8:8; Jer. 32:10, 44; Jn. 6:27). La huella se marcaba por lo general en arcilla (Jb. 38:14).
En Palestina se ha descubierto una cantidad considerable de sellos y de documentos llevando el nombre de sus propietarios, y datando de un período comprendido entre los siglos VIII y V a.C. Los cofres, jarras, sepulcros y lugares donde no se debía penetrar, recibían el sello de la autoridad correspondiente (Jb. 14:17; 41:6; Dn, 6:17; Mt. 27:66; Ap. 5:1).
Nehemías y los suyos sellaron un pacto (Neh. 10:1).
El creyente, al dar crédito a lo que Dios dice acerca del hombre y de la salvación que Él ha provisto, virtualmente pone su sello (asiente al hecho) de que Dios es veraz (Jn. 3:33). «El fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos (la parte de Dios); y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo (la parte del hombre)» (2 Ti. 2:19). Ésta es una ilustración del doble sello girando sobre un pivote, del que se podían usar ambos lados.
El rollo en Ap. 5 tenía siete sellos, dispuestos de manera que al romper un sello se podía desenrollar una parte del rollo; así, se van abriendo sucesivamente los sellos hasta que todo queda revelado.
El hecho de sellar constituía un proceso legal mediante el que se confirmaba un acto de entrega o prohibición o reserva (cfr. Jer. 32:7-11). También se empleaban con frecuencia como testimonio y prueba de genuinidad. Esto puede ser de ayuda para comprender el concepto de sellamiento cuando se aplica a Cristo y a los cristianos.
(a) El Señor Jesús habló de Sí mismo como habiendo sido sellado por Dios el Padre (Jn. 6:27), refiriéndose indudablemente al descenso del Espíritu Santo sobre Él en Su bautismo. Así, se dio testimonio de que Él era el Hijo de Dios.
(b) Los creyentes son sellados por el Espíritu para el día de la redención, y el Espíritu es también las arras de la herencia (2 Co. 1:22; Ef. 4:30). El don del Espíritu es el sello. Ello no pudo ser así hasta que se llevó a cabo la obra de la redención, consiguiéndose así la justicia para los hombres. Pero el sello es ahora la marca distintiva de los que son de Dios. El concepto de sellado es distinto del de ser nacidos del Espíritu, así como del de ser conducidos por el Espíritu después de haberlo recibido. Sólo los creyentes reciben el sello, en virtud de su fe en el Salvador, que murió por ellos y que resucitó para su justificación. El sellado, basado en el perdón de los pecados, da la consciencia del beneficio conseguido por la fe.
Hay varios incidentes en el libro de Hechos que arrojan luz sobre esto. En el día de Pentecostés, después que Pedro hubiera proclamado la muerte, resurrección y exaltación de Cristo, los oyentes, compungidos de corazón, dijeron: «¿Qué haremos?» (Hch. 2:37). Pedro les contestó: «Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hch. 2:38). Así, cuando Pedro predicaba a Cornelio y a los que se habían reunido en su casa, mientras él estaba diciendo: «Todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre... el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso» (Hch. 10:43, 44). En Ef. 1:13 se afirma que los gentiles, al creer en el evangelio de su salvación, fueron sellados con el Espíritu Santo de la promesa. (Véase ESPÍRITU SANTO.)
(c) Los ciento cuarenta y cuatro mil de las doce tribus de Israel mencionados en Ap. 7:3-8 serán sellados en sus frentes. Esta cantidad tipifica la integridad del remanente que quedará preservada para bendición a través de la gran tribulación, y quedan patentes como portadores del testimonio y de la marca del Dios viviente.

nom, SEM

tip, BIOG HOMB HOAT
ver, NOÉ, SEMITAS
vet,
= «renombrado».
Uno de los dos hijos mayores de Noé (Gn. 10:21; cfr. 9:24), y probablemente el primogénito (Gn. 5:32). Sem y sus descendientes figuran los últimos en la lista de Gn. 10, en base a la manera de actuar del autor de Génesis: sitúa las genealogías secundarias antes de la línea principal del pueblo de Dios. Sem nació hacia el año 500 de la vida de Noé (véase NOÉ). En la época del Diluvio estaba ya casado, pero no había tenido aún ningún hijo (Gn. 7:7; 1 P. 3:20). Después del cataclismo, Sem testimonió respeto filial hacia su padre, que se había embriagado. Noé dio a este hijo una bendición que implicaba que los descendientes de Sem perpetuarían el culto al verdadero Dios (Gn. 9:23, 27). Sem fue el antecesor de los pueblos que ocuparon Elam, Asur, Arfaxad, Lud, Aram (Gn. 10:21, 22). (Véase SEMITAS.)

nom, SEMANA

tip, LEYE CALE
ver, TIEMPO, JUBILEO
vet,
(a) SEMANA.
La división del tiempo en períodos de siete días es extremadamente antigua. La cifra de «siete días» se halla en el relato de la creación (Gn. 2:1-3) y vuelve a aparecer en el del Diluvio (Gn. 7:4,10; 8:10, 12). En la época de Labán y Jacob, entre los sirios de Mesopotamia, se celebraban fiestas nupciales de siete días (Gn. 29:27, 28); lo mismo sucedía en Filistea en la época de Sansón (Jue. 14:12, 17). También los funerales duraban siete días (Gn. 50:10; 1 S.
31:13).
Sin embargo, la semana propiamente dicha no fue establecida por Dios hasta el éxodo. Se menciona a propósito de la institución de la Pascua y de la fiesta de los panes sin levadura (Éx. 12:15; 13:6-17); con todo, el momento en que queda solemnemente instituida es en la promulgación del Decálogo: «Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios» (Éx. 20:9-10). (Véase SÁBADO.) Desde aquel entonces figura con frecuencia el ciclo de siete días en las ordenanzas de la Ley (cfr. Éx. 22:30; 29:30, 35, 37; Lv. 12:2, 5; 13:5; 14:8; 15:28; 23:15, 42; Nm. 19:11; Dt. 16:9-10, 13, etc.). No obstante, se puede decir que se contaba más por días que por semanas, como entre los griegos y romanos (cfr. Lv. 12:4-5).
La semana y los nombres de los días hicieron una aparición tardía en Roma, que seguía un ciclo de ocho días; en cambio, los griegos dividían el mes en tres partes. En la época de la construcción de las pirámides, los egipcios practicaban la división del tiempo en períodos de diez días. Cada uno de ellos comenzaba al levantarse cada una de las 36 constelaciones. El año egipcio contaba con 360 días. En el siglo II d.C., Dion Casio, célebre historiador, declara que el uso de la semana de siete días, de reciente introducción, se expandía por todo el imperio romano. Los cristianos consagraban en domingo, primer día de la semana. Los paganos dieron a los siete días de la semana hebrea los nombres de los planetas, siguiendo la usanza babilónica. Los cristianos no pudieron evitar el uso de estos nombres, pero dieron al primer día de la semana el nombre de «día del Señor» (domingo) en lugar del pagano «día del Sol» (cfr. el nombre inglés «Sunday» y el alemán «Sonntag»).
El término hebreo «shabua'», división septenaria, semana, no designaba solamente siete días, sino también un ciclo de siete años (cfr. el empleo del término «docena»). La celebración del año sabático tendía a expandir esta designación a los años. Se admite de manera general que Daniel emplea «shabuã» (semana) para indicar «período de siete años»
(Dn. 9:24-27; cfr. Lv. 25:8). Las setenta semanas de Dn. 9:24 son semanas de años, sumando 490 años (véase DANIEL [LIBRO DE]).
Véase TIEMPO.
(b) SEMANA DE AÑOS.
Período de siete años, el último de los cuales era el año sabático, en el que se debía dejar reposar la tierra (Éx. 23:10, 11), en patente paralelismo con la semana de días (Éx. 23:12). El ciclo de siete semanas de años culminaba con el año quincuagésimo, o jubileo (véase JUBILEO).
La ordenanza sabática no fue observada en Israel, por lo que Dios cumplió la maldición de Lv. 26:31-35 ss. (Cfr. 2 Cr. 25:21).

nom, SEMÍAS

tip, BIOG SACE PROF HOMB HOAT
vet,
= «Jehová ha oído».
(a) Levita jefe de doscientos descendientes de Elizafán, que participaron en las solemnidades del transporte del arca de casa de Obed-edom al monte Sion (1 Cr. 15:8-11).
(b) Profeta que vivió en época de Roboam y que le impidió que se lanzara en campaña contra las diez tribus durante la división nacional (1 R. 12:22-24; 2 Cr. 11:2-4). Cinco años más tarde Sisac atacó Jerusalén. Semaías anunció que Dios permitía esta invasión a fin de castigar la impiedad de Judá y de todo Israel. Al humillarse Roboam y los príncipes, Dios no los entregó a la muerte, pero los sometió al faraón durante un cierto tiempo (2 Cr. 12:5-8). Semaías escribió la historia del reinado de Roboam (2 Cr. 12:15).
(c) Falso profeta que dio esperanzas a los judíos deportados en Babilonia de que el exilio duraría poco tiempo (Jer. 29:24-32).
(d) Otro falso profeta, hijo de Delaía y nieto de Mehetabel. Tobías y Sanbalat lo convencieron para que atemorizara a Nehemías y lo incitara a esconderse en el Templo, sin conseguir su propósito (Neh. 6:10-13).
(e) Es también el nombre de otras veinticuatro personas mencionadas en el AT.

nom, SEMILLA

tip, TIPO CALE LEYE
ver, TIEMPO
vet,
La siembra comenzaba en la época de las lluvias de octubre (véase TIEMPO). La Ley exigía la pureza de las semillas (Lv. 11:37, 38). En ocasiones, cuando el terreno lo permitía, el sembrador lanzaba el grano delante de la yunta que tiraba del arado, que actuaba a continuación cubriendo las semillas. Se estimaba que la mejor manera de sembrar el trigo era en hilera (Is. 28:25). Estaba prohibido sembrar semillas de especies mezcladas (Lv. 19:19; Dt. 22:9), pero sí se permitía cultivar diversas especies de plantas en el mismo campo, siempre que se agruparan por especies. También estaba prohibida la mezcla de animales por hibridación, lo mismo que la mezcla de Israel con las razas idólatras (Dt. 7:3; cfr. 2 Co. 6:14-18).
La figura de la semilla se usa en varias ocasiones:
(a) de la Palabra de Dios (Lc. 8:11);
(b) del cuerpo del creyente, que es plantado como semilla en la muerte con vistas a la resurrección (1 Co. 15:35-49);
(c) de Cristo en Su muerte y sepultura como grano de trigo sembrado con mucho fruto en Su resurrección (Jn. 12:24) y
(d) también de Cristo como descendencia de la mujer que había de destruir el poder de la serpiente (Gn. 3:15) y descendencia de Abraham en quien serán benditas todas las naciones (Gn. 22:18; 26:4) y familias de la tierra (Gn. 28:14)

nom, SEMITAS

tip, TRIB
ver, SEM
vet,
Descendientes de Sem (véase SEM), que recibió una especial bendición (cfr. Gn. 9:26, 27). Por esta bendición, Dios se reveló por medio de los descendientes de Sem, a través de Abraham; los hijos de Jafet (los gentiles) reciben la bendición por medio de Sem.
Las tierras ocupadas por los descendientes de Sem se extienden desde el Mediterráneo al océano Índico. Sem tuvo cinco hijos:
Elam: cuyos descendientes se asentaron originalmente en la provincia de Persia, cuya capital era Susa.
Asur, estrictamente Asiria, pero en cuyo sentido extendido puede haber incluido Babilonia y la tierra de los caldeos.
Arfaxad es reconocido por Josefo y otros autores como padre de los caldeos. Se supone que su nombre se halla preservado en la provincia Arrapachitis en el norte de Asiria.
Lud, que según Josefo fue padre de los lidios de Asia Menor (son distintos de los Lud y Ludim de África).
Aram, el nombre de Siria, pero refiriéndose más especialmente a las tierras altas del Líbano (Gn. 5:32; 9:18-27; 10:21-31; 11:10, 11; 1 Cr. 17:24).

Bibliografía:
Custance, A. C.: «Primitive Cultures: Their Historical Origins» (Doorway Papers, Ottawa, 1960);
Custance, A. C.: «Noah's Three Sons» (Zondervan, Grand Rapids, 1975);
Keil-Delitzsch: «The Pentateuch» (Wm. Eerdmans, Grand Rapids, reimpr., 1981);
Morris, H. M.: «The Genesis Record» (CLP, San Diego, Calif., 1976).

nom, SENAQUERIB

tip, BIOG REYE HOMB HOAT
vet,
(ac.: «Sin [el dios de la luna] ha multiplicado los hermanos»).
Hijo y sucesor de Sargón, rey de Asiria. Invadió Siria y Palestina en el año decimocuarto del reinado de Ezequías. Ezequías reconoció que era culpable, y le pagó un tributo de trescientos talentos de plata y treinta talentos de oro. Senaquerib dejó un registro de ello en una tableta de arcilla. Afirma que capturó cuarenta y seis ciudades fortificadas y las fortalezas y pueblos a su alrededor que pertenecían a Ezequías el judío, llevándose cautivas a 200.150 almas, y caballos, mulas, asnos, camellos, bueyes y ovejas sin cuenta, etc. Encerró a Ezequías en su casa en Jerusalén como a un pájaro en su jaula (cfr. 2 R. 18:13-16; 2 Cr. 32:1-8).
Durante su segunda invasión, Senaquerib envió insultantes e impíos mensajes a Ezequías, que evidentemente estaba otra vez apoyándose en Egipto. Pero un ángel de Dios destruyó el ejército asirio. Naturalmente, los monumentos asirios silencian este hecho. El rey volvió a Asiria, y no se aventuró a invadir Palestina otra vez. Finalmente, fue asesinado por dos de sus hijos, y fue sucedido por Esar-hadón, otro de ellos (2 R. 18:17-37; 19:1-37; 2 Cr. 32:9-22; Is. 36; 37). Es evidente que Senaquerib estaba en corregencia con Sargón en el año 714 a.C. cuando invadió Judea por primera vez; reinó en solitario desde el año 705 hasta el año 681 a.C.

nom, SENE

tip, MONT
vet,
= «espinoso».
Peña en el paso de Micmas(1 S. 14:4), donde los filisteos tenían una guarnición en la época de Saúl; se hallaba por encima del wadi Surveinit, a unos 6,5 Km. al sur-sureste de Micmas.

nom, SENO

tip, TIPO
vet,
Término que se usa simbólicamente del asiento de un gran afecto. Juan habla del Señor Jesús como el Unigénito Hijo «en el seno del Padre» (Jn. 1:18).
La tierna y sagrada relación entre marido y mujer recibe también el nombre de «seno» (Dt. 28:54, 56).
En Oriente se llevan cosas en el seno mediante una vestimenta suelta y un cinto, incluso corderos (Is. 40:11; cfr. Lc. 6:38).

nom, SENO DE ABRAHAM

tip, TIPO
vet,
Expresión empleada por el mismo Señor Jesús en Lc. 16:22, designando la morada de las almas rescatadas después de la muerte, es decir, el Paraíso. Los judíos pensaban en la felicidad de la acogida que les harían Abraham, Isaac y Jacob en este Paraíso (cfr. 4 Mac. 13:17). Se regocijaban ante la perspectiva de entrar en comunión con él y se veían, por así decirlo, reposando sobre su seno.
En el lenguaje rabínico del siglo III d.C., la expresión «estar en el seno de Abraham» significa: «haber entrado en el Paraíso».
El concepto de «reposar sobre el seno» viene, a su vez, de la costumbre oriental de comer reclinados hacia la mesa. De esta manera, la cabeza de la siguiente persona estaba muy cerca del seno de la antecedente. Los puestos eran asignados de manera que el que recibía más honor era el que quedaba más cerca del anfitrión. Es en este sentido de cercanía y comunión que se entiende la expresión.

nom, SEÑALES

tip, DOCT
vet,
Actos de potencia, prodigios y señales.
El NT designa los milagros con los términos de:
(A) «dunameis», «poderes»,
(B) «terata», «prodigios, hechos asombrosos»,
(C) «semeia», «señales» (Hch. 2:22).
En efecto, el milagro es:
(A) Una obra de poder.
Los milagros en Egipto tuvieron como objeto mostrar a Faraón el poder de Dios (Éx. 9:16), lo mismo que los ejecutados en la conquista de Canaán continuaron manifestándolo ante los israelitas (Sal. 111:6). De la misma manera, la curación de Hch. 3:6, 12, 16 demostró el poder infinito del nombre de Jesús.
(B) Un prodigio que suscita el asombro.
Toda la naturaleza está repleta de manifestaciones inexplicables del poder y de la sabiduría de Dios (Ro. 1:19-20), y nuestro propio cuerpo es un verdadero «milagro ambulante» (pensemos sólo en el funcionamiento de nuestro cerebro). Pero estamos tan habituados a ello que ya no nos causa asombro. Dios suscita en ocasiones prodigios inusitados para forzar al hombre a detenerse y a decir, junto con los magos de Egipto: «Dedo de Dios es éste» (Éx. 8:15; Mr. 2:12; 5:42; 6:51; 7:37; Hch. 3:10).
(C) Una señal.
El milagro no es un fin en sí mismo; dirige nuestra mirada hacia más lejos, para revelamos la presencia inmediata de Dios. Demuestra que el instrumento milagroso está en relación directa con el mundo espiritual, y viene a ser el sello de su autoridad como mensajero de Dios (Jn. 2:18; 3:2; 5:36; Hch. 14:3; 2 Co. 12:12).
Por tanto, los milagros forman parte de la revelación. Los milagros de Cristo han sido el Acto, en tanto que el Evangelio ha sido la Palabra. El Salvador no se limitó a enseñar, sino que actuó sobre el medio, y libró a los hombres de sus dolencias, físicas o morales. Hay una estrecha relación entre las declaraciones de Jesús y sus acciones. Inmediatamente después de haber dicho «Yo soy la luz del mundo» dio la vista al ciego de nacimiento (Jn. 8:12; 9:5-7). Habiendo declarado: «Yo soy la resurrección y la vida», hizo salir a Lázaro de la tumba (Jn. 11:25, 43). Todo su discurso sobre el pan de vida es un comentario a la multiplicación de los panes (Jn. 6:11, 26-58). Es después de haber sanado a un hombre que había estado enfermo durante treinta y ocho años que Jesús dijo: «Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo» (Jn. 5:5-19).
Los milagros efectuados por Moisés son asimismo señales de la soberanía de Dios, que tiene tanta autoridad sobre Faraón como sobre Israel (Éx. 4:5, 8-9). Cada una de las diez plagas debía producir este efecto: «Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová» (Éx. 7:5). La muerte de los primogénitos en particular es un juicio sobre todos los impotentes ídolos del país (Éx. 12:12). El milagro de las codornices demostró a Israel que el suyo era un Dios capaz de proveer a sus necesidades (Éx. 16:12). Así, se puede decir que los milagros tienen siempre un objeto espiritual; por ejemplo, Cristo rehusó deliberadamente llevar a cabo prodigios si no cumplían esta condición (Mt. 4:3-7; 12:38-40; 16:1, 4).
Véase MILAGRO.

nom, SEÑOR

tip, TITU
ver, DIOS, DIOS (Nombres)
vet,
(a) Heb. «adon»; gr. «kyrios». Estas palabras se traducen como «Señor». Se usan como término de deferencia entre hombre y hombre, como se ve en el trato de los hijos de Het a Abraham (Gn. 23:6); de siervos a dueños y, en una ocasión, de una esposa a su marido (Gn. 23:6; Lc. 16:3, 5; 1 P. 3:6). El título «Señor» es aplicado a Dios (Sal. 90:1, «Adonai»), y en el NT al Señor Jesús, no sólo como término de deferencia, sino también en reconocimiento de Su Señorío oficial (Hch. 2:36; Fil. 2:11). Él es enfáticamente el Señor, sobrepujando a todo otro para los cristianos, que se deleitan en considerarlo de una manera personal como «mi Señor» (Lc. 1:43; Jn. 20:13; Fil. 3:8). Para los creyentes colectivamente Él es «Nuestro Señor Jesucristo».
En este título hay también la idea de administración que es de gran importancia observar. Como Hombre, el Señor Jesús es mediador entre Dios y los hombres, y recibe bendiciones para ellos que son administradas por Él como Señor. «Para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para Él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de Él» (1 Co. 8:6). (Cfr. Ro. 5:1, 2, 11, 17, 21, etc.).
El mismo término gr. se emplea con frecuencia en la LXX traduciendo el nombre heb. «Yahweh» (transcrito en la Reina-Valera como Jehová), y pasa al NT como nombre propio en el sentido de Yahweh, como en Mt. 1:20, 22, 24, etc., aunque en castellano sea preciso traducirlo como «el Señor». (Véanse DIOS, y DIOS [NOMBRES DE].)
(b) Gr. «despotês», significa «dueño, señor», en el sentido de un hombre propietario de esclavos. Se aplica a Dios y al Señor Jesús (Lc. 2:29; Hch. 4:24; 2 P. 2:1; Jud. 4; Ap. 6:10; 2 Ti. 2:21. (Véase DIOS [NOMBRES DE].)

nom, SEOL

tip, DOCT ESCA
ver, CASTIGO ETERNO
vet,
(HADES)
(heb. «Sh'õl»; gr. «Hades»: Sal. 16:10; Hch. 2:27). La etimología de los dos términos es dudosa. «Sh'õl» puede significar «insaciable» (Pr. 27:20; 30:15-16). «Hades» podría significar «invisible».
Los judíos llamaban Seol al lugar a donde se dirigían todos los muertos, bienaventurados o no (Ec. 9:3, 10). El patriarca que moría era «unido a su pueblo» (Gn. 25:8, etc.). Samuel afirma a Saúl y a sus hijos que al día siguiente ellos estarían donde él se encontraba (1 S. 28:19). David, llorando a su hijo, dijo que él se reuniría con su pequeño (2 S. 12:23); al morir, el rey «durmió con sus padres» (1 R. 2:10). Se hablaba de «descender al Seol», como si estuviera cerca de la tumba o como si los cuerpos fueran depositados allí (Nm. 16:30-33; Ez. 31:17; Am. 9:2; cfr. Ef. 4:9).
El Seol era considerado en el AT como lugar de olvido y de reposo para el creyente (Jb. 3:13-19). En Eclesiastés, donde se contempla todo desde la perspectiva de «debajo del sol», todo vuelve al polvo, tanto el hombre como la bestia (Ec. 3:19-21); los muertos nada saben, nada poseen ni ninguna obra hacen, y no tienen ya parte en nada de lo que se hace bajo el sol (Ec. 5:14). Sin embargo, en otros pasajes del mismo libro se admite claramente que, aunque los muertos ya no tienen relación con la actividad de esta tierra, siguen existiendo (Ec. 11:9; 12:7, 14). En muchos otros pasajes del AT también se hallan alusiones a la existencia de las almas en el Seol; cfr. Samuel (1 S. 28:15). Los impíos mantienen su personalidad en el Seol (Is. 14:9-10; Éx. 32:21-31). El Seol está abierto y expuesto a la mirada de Dios (Jb. 26:6; Pr. 15:1), y su misma presencia se hace sentir a los suyos (Sal. 139:8). Los creyentes del AT tenían además la certidumbre de la gloria futura y de la resurrección del cuerpo (Jb. 19:25-27; Sal. 16:8-11; 17:15; 49:14-16; 73:24-26; Dn. 12:2-3). El arrebatamiento de Enoc y de Elías (Gn. 5:24; 2 R. 2:11) confirma esta idea. En el NT, además, el Señor presenta unos incidentes del AT que muestran la fe de los antiguos en el más allá (Mt. 22:31-32; Lc. 20:38).
En el período precedente a la primera venida de Cristo, los judíos distinguían entre dos partes del Seol:
una, reservada a los impíos, atormentados desde el momento de su partida de este mundo;
la otra, reservada a los bienaventurados, y llamada «paraíso» o «seno de Abraham».
El mismo Jesús empleó estas expresiones y dio notables precisiones acerca de la morada de los muertos (Lc. 16:19-31). Desde su partida de este mundo, el creyente gozaba de consuelo y reposo. Éste era el «paraíso» prometido al ladrón en la cruz el mismo día de su muerte (Lc. 23:43). En cambio, el impío, en plena posesión de sus facultades y memoria, sufre en un lugar del que no puede salir. Este lugar de tormento es un encarcelamiento previo: espera allí la resurrección de los impíos, el Juicio Final y la reclusión eterna que tendrá lugar en el infierno. (Véase CASTIGO ETERNO.)
Se produjo un gran cambio en la morada de los muertos bienaventurados al descender allí Cristo. Según la profecía, el Señor no fue dejado allí (Sal. 16:8-11) por cuanto era imposible que Él fuera retenido por los lazos de la muerte (Hch. 2:24). Salido de la tumba, «subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres» (Ef. 4:8-10). Los comentaristas creen que, en Su glorificación, Cristo liberó del Seol a los muertos creyentes, y los llevó con Él al cielo mismo. El hecho es que desde entonces todos los que mueren en la fe, en lugar de descender a la morada de los muertos, van directamente a la presencia del Señor. Así, Pablo prefiere partir, y estar con Cristo, lo cual es mucho mejor (Fil. 1:21-24; cfr. 2 Co. 5:6-8). La muerte viene a ser para nosotros «ganancia»; de hecho, deja de ser muerte como tal (Jn. 11:25).
Siendo que el Seol, o morada de los muertos, no es nada más que una cosa provisional, dejará de existir en el momento del Juicio Final. Entonces será echado «en el lago de fuego». Junto con aquellos muertos impíos en su seno, es, por así decirlo, derramado en el infierno eterno que tendrá entonces su comienzo (Ap. 20:13-14). (Véase CASTIGO ETERNO.)

nom, SEPTUAGINTA

tip, LIBR
vet,
Es la traducción más célebre y la más antigua del AT, al gr. popular (koiné). Según la leyenda, Ptolomeo Filadelfo (285-247 a.C.) habría encargado a 72 eruditos judíos llevar a cabo esta obra. La versión de los LXX, comenzada en Alejandría, recibe su nombre de esta tradición. Parece establecido que verdaderamente la traducción del Pentateuco fue acabada bajo Ptolomeo Filadelfo. Los otros libros del AT fueron siguiendo paulatinamente, y todo el AT quedó traducido hacia el año 150 a.C. El estilo y la forma de proceder dan evidencia de muchos traductores. Filón, convencido de su conformidad al texto hebreo, dice: «Cuando los hebreos que han aprendido griego, o los griegos que han aprendido hebreo, leen los dos textos, se quedan admirados ante estas dos ediciones, y las veneran como dos hermanas, o incluso como una sola persona» («Vida de Moisés», por Filón). A la luz de los mencionados descubrimientos de Qumrán, y de la existencia de mss. heb. emparentados con la LXX, ya no se puede sostener la creencia de que la LXX es en muchos pasajes una mala traducción del texto heb. En todo caso, las divergencias que pueda mostrar provienen de una tradición de copia hebrea divergente anterior. La LXX fue adoptada por la iglesia cristiana como texto del AT, y la mayor parte de las citas bíblicas del AT en el NT son de esta versión (véase CITAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO EN EL NUEVO).
Parece que hubo tres recensiones principales de la LXX. Una apareció hacia el año 245 d.C. y las otras dos son anteriores al año 311 d.C. La primera es de Orígenes (Palestina), la segunda es de Luciano (Asia Menor), La tercera de Hesiquio (Egipto). Estos tres hombres sufrieron el martirio.
El Codex Vaticanus contiene el AT gr. casi entero; el Codex Alexandrinus y el Codex Sinaiticus incluyen una gran parte de esta versión. El Codex de Ephrem y otros mss. contienen también porciones del AT gr. (Véase MANUSCRITOS BÍBLICOS.)
Véase TEXTO Y VERSIONES CLÁSICAS DE LA BIBLIA.

nom, SEPULCRO

tip, CONS
ver, TUMBA
vet,
Cavidad del suelo donde reposa un despojo mortal.
Los judíos eran en ocasiones sepultados en tumbas cavadas en tierra (Tob. 8:11, 18), pero con mayor frecuencia en cuevas artificiales o naturales (Gn. 23:9; Mt. 27:60; Jn. 11:38). (Véase TUMBA.)

nom, SEPULTURA

ver, TUMBA
vet,
Inhumación, puesta en tierra de un cadáver, honras fúnebres.
Al darse una defunción, los amigos se precipitaban en la casa mortuoria, lanzando grandes gritos, especialmente las mujeres (Mr. 5:38); incluso se alquilaban plañideras (Jer. 9:17). Se lavaba el cuerpo (Hch. 9:37), que era después envuelto en un lienzo o atado con vendas (Mt. 27:59; Jn. 11 :44). Los ricos añadían perfumes y especias (Jn. 12:7; 19:39) que en ocasiones se quemaban (Jer. 34:5). El cuerpo era depositado en una cueva o en un sepulcro cavado horizontalmente en la roca (Gn. 25:9, 10; Mt. 27:60; 2 S. 3:31; Lc. 7:14). (Véase TUMBA.)

nom, SERAFÍN

tip, ANGE
ver, QUERUBÍN, SERES VIVIENTES
vet,
Ser celestial visto por Isaías ante el Señor en Su trono. Cada uno de ellos tenía tres pares de alas: con un par cubría su cara, en muestra de reverencia; con otro cubría sus pies, en muestra de humildad; con el otro par volaba para cumplir su misión.
Gesenius y Fürst dan al término «saraf» el significado de «quemar» y «ser exaltado». Dan a los serafines el último significado como «exaltados». Este término aparece sólo en Nm. 21:6; Dt. 8:15, traducido «ardiente»; en Nm. 21:8 se traduce como «serpiente ardiente», mientras que en otros dos pasajes Is. 14:29 y 30:6, se traduce «serpiente voladora». En Is. 6:2-7 (en forma plural), los «seraphim» son seres exaltados, pero las únicas acciones que se registran son que uno de ellos sacó un carbón ardiendo del altar y, tocando con él la boca del profeta, dijo: «es quitada tu culpa, y limpio tu pecado». Clamaban uno a otro: «Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.»
La distinción entre querubín y serafín parece ser que, en tanto que éstos dan testimonio de la santidad de Dios (esto es, de Su naturaleza), aquellos exhiben los principios de Su justo gobierno sobre la tierra. Los «seres vivientes» de Ap. 4 combinan las características de querubín y serafín. (Véanse QUERUBÍN, SERES VIVIENTES.)

nom, SERAÍAS

tip, BIOG SACE HOMB HOAT
vet,
= «soldado de Jehová».
(a) Hijo de Cenaz (1 Cr. 4:13).
(b) Secretario bajo David (2 S. 8:17); llamado Savsa 1 Cr. 18:16.
(c) Uno de los que recibieron orden de arrestar a Baruc, secretario del profeta Jeremías (Jer. 36:26).
(d) Sumo sacerdote en el momento de la toma de Jerusalén por Nabucodonosor. Murió ejecutado en Ribla por orden del rey de Babilonia (2 R. 25:18-21; Jer. 52:24-27). Fue padre de Josadac, que fue deportado, y abuelo del sumo sacerdote Josué, que ejerció esta alta función al retorno del cautiverio. Fue asimismo antecesor de Esdras (1 Cr. 6:14, 15; Esd. 3:2; 7:1).
(e) Hijo de Nerías, y principal camarero de la corte (Jer. 51:59-64).
(f) Uno de los que acompañaron a Zorobabel a su retorno de Babilonia (Esd. 2:2); recibe el nombre de Azarías en Neh. 7:7.
(g) Uno de los jefes de los sacerdotes que volvieron de Babilonia con Zorobabel (Neh. 12:1, 7). Una casa patriarcal llevaba su nombre en la generación siguiente (Neh. 12:12). Pudiera ser el mismo que el anterior.
(h) Sacerdote, indudablemente jefe de una casa patriarcal, probablemente la mencionada en el apartado anterior. Puso su sello al pacto de Nehemías, estipulando la separación entre los gentiles y los israelitas fieles a la Ley de Dios (Neh. 10:2). Este sacerdote es quizás el mismo que el del apartado siguiente.
(i) Sacerdote, hijo de Hilcías; jefe de la casa de Dios después del cautiverio (Neh. 11:11).

nom, SERES VIVIENTES

tip, ANGE
ver, QUERUBÍN, SERAFÍN
vet,
Los mencionados en Ezequiel (Ez. 1:5-25; 3:13; 10:15-22) señalan de manera simbólica a los atributos de Dios en relación con Su trono, y Su actuación sobre la tierra en Su gobierno y providencia judiciales. Había ruedas sobre la tierra, y rueda dentro de rueda. Estas ruedas actuaban en concierto con los seres vivientes, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. Los rostros de estos seres vivientes se corresponden con los de los cuatro «seres vivientes» en Ap. 4, etc. (gr.: «zõon»). Cada ser viviente tenía cuatro rostros: el primero era rostro de hombre, que habla de «inteligencia»; el segundo, de león, que simboliza «poder»; el tercero, de buey, que representa «paciencia»; el cuarto, de águila, que habla de «celeridad en ejecución». Todo ello presenta una organización perfecta para llevar a cabo el gobierno de Dios según Sus justos juicios (Ez. 1:5-25; 3:13; 10:15-22). (Véanse QUERUBÍN, SERAFÍN.)

nom, SERGIO PAULO

tip, BIOG FUNC HOMB HONT OFIC
ver, CHIPRE
vet,
Procónsul de Chipre, isla que pasó a ser provincia senatorial en la época del apóstol Pablo (Hch. 13:5-12). (Véase CHIPRE.)
Una moneda, descubierta bajo el emplazamiento de la antigua Soli, sobre la costa septentrional de la isla, lleva la siguiente inscripción: «Paulos antypatos» (Paulo procónsul).

nom, SERMÓN DEL MONTE

tip, DOCT
vet,
Recibe este nombre el magno discurso pronunciado por el Señor Jesús ante los suyos y ante todo el pueblo que se había congregado. Está registrado en Mt. 5-7 y en Lc. 6:20-49.
De la comparación de ambos relatos surgen unas evidentes diferencias que en modo alguno pueden atribuirse a discrepancias de relato, sino que en el Sermón del Monte cada Evangelista fue dirigido, en base al objeto de Dios para revelar en cada Evangelio una faceta prominente del Señor Jesús, a destacar y exponer del Sermón aquello que correspondía con la verdad concreta.
También, de la mención que se hace en Mateo de que el Sermón fue dado en un «monte» (Mt. 5:1), mientras que en Lucas se afirma que fue en «un lugar llano», ha llevado a algunos expositores a la posición de que se trata de dos predicaciones distintas en lugares distintos, aunque con contenidos análogos. Pese a que no se puede descartar en absoluto el hecho de que el Señor predicara en muchos lugares el mismo mensaje básico, adecuándolo a los oyentes y a sus necesidades o circunstancias, la comparación de ambos relatos señala que, a pesar de las divergencias en la forma de relatarlo, se trata de un mismo suceso. La explicación reside en que el «lugar llano» no se refiere a una llanura en oposición a un monte, sino que se debería traducir «lugar anivelado»; evidentemente se trata de un monte, porque la traducción literal del gr. es «Y bajando con ellos, se detuvo en un lugar anivelado» (Lc. 6 17).
Se puede observar, en primer lugar, que Mateo no registra aquí la designación de los apóstoles, que Lucas sí da, así como Marcos (Mr. 3:13-19), que en cambio no registra el Sermón estando más interesado en registrar las obras que las palabras del Señor. Con Mateo cuadra relacionar este llamamiento con la misión a Israel, que se corresponde con el comienzo de Lc. 9.
El Reino no tiene en Lucas la prominencia que tiene en Mateo. En Lucas son los que se unen a Cristo y lo siguen verdaderamente los que reciben bendición. El contraste de lo que el Mesías dice con Su autoridad, con lo que dijeron los antiguos, es peculiar de Mateo. Lucas da de una manera plena la gran y nueva moralidad de amar a nuestros enemigos, siendo misericordiosos como también lo es nuestro Padre, no juzgando ni condenando, sino perdonando conforme a la pauta divina; Mateo da una enseñanza directa acerca de la justicia práctica en hechos y palabras, oración y ayuno, dirigida específicamente contra la hipocresía.
En el Sermón se da instrucción acerca de la justicia ajustada a todos los que entran en el Reino de los cielos. Sólo los nacidos del Espíritu pueden llegar al estado de alma bienaventurado a los ojos del Señor. No se trata de una exigencia, como en el Sinaí, sino de la descripción que hace Cristo de aquellos que son aptos para el Reino. No se trata de un mensaje de gracia a los pecadores; no es el evangelio de la gracia de Dios a los perdidos, sino Sus palabras para Sus discípulos; y lo que se espera de ellos es la obediencia personal.
Bosquejo.
Mt. 5 no da sólo una imagen de lo que son los bienaventurados, sino que se da con toda la autoridad de la Ley y de los profetas cumplida, no debilitada, quedando la más alta conducta adecuada para el Reino, en contraste con lo que Dios permitió antiguamente, y no ahora que es revelado en Su nombre de Padre y la nueva relación del creyente con Él.
Mt. 6 habla de la vida interna o de los caminos del hombre vistos por el Padre, y de las ansiedades que pudieran llegar a condicionar al creyente.
Mt. 7 trata de la conducta debida hacia los demás, creyentes o no, se alienta a la dependencia en Dios, y se exhorta a la evitación de los falsos profetas (por muchos que sean sus dones), y al sometimiento práctico de las palabras de Cristo.

Bibliografía:
Kelly, W.: «Lectures on the Gospel of Matthew» (Bible Truth Publishers, reimpr. 1971 de ed. 1868, Oak Park, Illinois);
Pentccost, D.: «El Sermón del Monte» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1981).

nom, SERPIENTE

tip, FAUN REPT
ver, DIABLO
vet,
Reptil (Gn. 3:1, 14) provisto de cabeza, cola y cuerpo (Gn. 3:15; Éx. 4:4), pero sin miembros. Su nombre genérico heb. es «nãhãsh», en gr. «ophis» (Gn. 3:13, cfr. 2 Co. 11:3; Nm. 21:9; cfr. Jn. 3:14).
Al reptar, se arrastra frecuentemente por el polvo (Mi. 7:17; cfr. Gn. 3:14; Is. 65:25). La mordedura de ciertas serpientes inyecta en la herida un veneno mortal (Nm. 21:6; Sal. 58:5; Pr. 23:32). Hay encantadores de serpientes (Ec. 10:11).
La serpiente se halla en los desiertos, en los lugares habitados, cerca de los caminos, en las peñas, en los muros (Gn. 49:17; Nm. 21:6; Pr. 30:19; Ec. 10:8; Am. 5:19). La especie de serpientes ardientes que se menciona en Nm. 21:6 está extendida por Arabia y otros países. (Véase SERPIENTE DE BRONCE más abajo.)
En heb. hay ocho términos diferentes que designan a serpientes, y no es posible precisar en cada caso la especie de que se trata. Las serpientes son numerosas en Egipto y en la península del Sinaí. En Palestina hay 33 variedades conocidas. La mayor parte de ellas son inofensivas, pero algunas son muy peligrosas, como la terrible cobra egipcia («naja haje»), la víbora amarilla («daboia xanthina»), la «echis arenicola», la «vipera euphratica» y la «vipera ammodystes», el cerastes o víbora de África («Cerastes Hasselquistii»). La víbora que mordió a Pablo en Chipre es generalmente identificada con la «vipera aspis».
Al haber sido la serpiente el instrumento de la tentación, fue maldita entre todos los animales (Gn. 3:1, 14). De la misma manera que hay posesión demoníaca en hombres y animales (Lc. 22:3; Mr. 5:13), el mismo Satanás se sirvió de la serpiente para seducir a Eva (2 Co. 11:3; Ap. 12:9; Ro. 16:20; Sab. 2:24). (Véase DIABLO.) La maldición de Gn. 3:14-15 es doble: recae sobre la serpiente, animal que viene a ser objeto de honor particular para la mujer y para el hombre; recae también en el diablo, la «serpiente antigua» cuya cabeza será aplastada por la posteridad prometida a la mujer, Cristo (Col. 2:15; He. 2:14).
La adoración a la serpiente se da en multitud de religiones paganas en el mundo. De esta manera ha conseguido Satanás la adoración de multitudes de este mundo caído.
El Señor recomendó a Sus discípulos que fueran «prudentes como serpientes» (Mt. 10:16), probablemente una alusión a Gn. 3, donde el término «astuta» se traduce en la LXX con el mismo término gr. que en este pasaje se traduce «prudente».

nom, SERPIENTE DE BRONCE

tip, FAUN REPT
ver, DIABLO
vet,
Serpiente de metal que Moisés fijó sobre una asta en el desierto. Los israelitas que eran mordidos por serpientes ardientes eran invitados a volverse hacia esta figura y a mirarla, en base a la Palabra dada por Dios de que el que esto hiciera viviría (Nm. 21:8, 9). Más tarde, los israelitas hicieron de ella un ídolo, que Ezequías rompió y deshizo; había recibido el nombre de «N'hushtan» (bronce) (2 R. 18:4). Jesús explicó el sentido espiritual de la crucifixión que iba a sufrir comparándose con la serpiente de bronce levantada por Moisés (Jn. 3:14-15). Cristo, hecho pecado por nosotros, fue levantado sobre el madero de la Cruz y llevó la maldición en nuestro lugar. Todos aquellos que por el veneno del pecado debían morir son salvos si dirigen a Él su mirada de fe (2 Co. 5:21; 1 P. 2:24; Ez. 45:22).

nom, SERUG

tip, BIOG CIUD HOMB HOAT
vet,
= «vástago».
(a) Hijo de Reu y padre de Nacor. Antecesor de Abraham (Gn. 11:20, 23; 1 Cr. 1:26; Lc. 3:35).
(b) Cerca de Harán había una ciudad que llevaba este nombre.

nom, SESBASAR

tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
Príncipe de Judá; Ciro lo hizo gobernador y le entregó los vasos sagrados que Nabucodonosor había sacado de Jerusalén. Sesbasar volvió a Jerusalén, y echó los cimientos del Templo al iniciar su reconstrucción (Esd. 1:8, 11; 5:14, 16). Sesbasar podría ser el nombre babilonio de Zorobabel, de la misma manera que el de Daniel era Beltsasar.

nom, SET

tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
(a) El tercer hijo de Adán y Eva, que lo llamaron Set («puesto en lugar de»), porque Dios lo dio en lugar de Abel, asesinado por Caín (Gn. 4:25; 5:3; 1 Cr. 1:1). Set fue padre de Enós, y murió con 912 años de edad (Gn. 5:6-8; Lc. 3:38).
(b) Designación de los moabitas, autores de guerras (Nm. 24:17).

nom, SETENTA (Véase NÚMERO)

nom, SETENTA SEMANAS

tip, ESCA
ver, NÚMERO, DANIEL (Libro), TEXTO Y VERSIONES DE LA BIBLIA
vet,
SETENTA SEMANAS.
Período profético de setenta setenas de años (ó 490) de 360 días cada uno. Reciben el nombre de años proféticos.
Esta denominación se refiere a la profecía de Daniel (Dn. 9:24-27). Para un examen de las cuestiones que tratan del punto inicial y final de las semanas primera y sexagesimonona, del intervalo entre esta última y la septuagésima, y las cuestiones cronológicas, véase DANIEL (LIBRO DE).
Bibliografía:
Sir Robert Anderson: «El Príncipe que ha de venir» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1980);
Carballosa, E. L.: «Daniel y el Reino Mesiánico» (Pub. Portavoz Evangélico);
A. C. Gaebelein: «Clave de las visiones y profecías del libro de Daniel» (Clíe, Terrassa, 1982);
F. Lacueva: «Escatología II» (Clíe, Terrassa, 1983).

nom, SETENTA (Versión). Véase TEXTO Y VERSIONES DE LA BIBLIA.

nom, SEVENE

tip, CIUD
sit, a8, 161, 464
vet,
Ciudad en el límite extremo de Egipto (Ez. 29:10; 30:6). Esta ciudad, al sur de Egipto, en los confines de Etiopía, existía aún en la época romana. Se encuentran vestigios de Sevene en las cercanías de Asuán, en la ribera egipcia de la primera catarata, frente a Elefantina. Allí es, o en la isla vecina, donde se hallaba la guarnición que vigilaba la frontera (Herodoto 2:30). Ya en la época en que los persas ocupaban Egipto, una colonia de judíos mantenía en la isla un templo cismático (Papiros de Elefantina).

nom, SHIBOLET

tip, ABEC
vet,
= «espiga»; o «río», «curso de agua».
En el dialecto local de los efrainitas, el fonema lingual sibilante «s» tomó el lugar de fonema palatal sibilante «sh» al comienzo de las palabras. Cuando Jefté, caudillo de los galaaditas, deshizo a los efrainitas y tomó los vados del Jordán, numerosos fugitivos querían atravesar el río. El término «shibolet» que los vencedores hacían pronunciar a los fugitivos se volvía «sibolet» en boca de los efrainitas, traicionándolos. Así descubiertos, eran ejecutados sobre el terreno (Jue. 12:5, 6). Es posible también que los galaaditas conservaran una pronunciación arcaica del fonema «sh» parecida a la de una z suave, y que los efrainitas no pudieran llegar a imitar correctamente.

nom, SHUR. Véase SUR.

nom, SIBA

tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
Siervo o esclavo de Saúl. Fue liberado (Ant. 7:5, 5), y vino a ser padre de una numerosa familia, teniendo sus propios servidores (2 S. 9:10). Por orden de David, Siba, sus hijos y sus servidores debieron servir a Mefi-boset, nieto de Saúl, y cultivar sus tierras (2 S. 9:9-12). Cuando la revuelta de Absalón empujó a David a abandonar Jerusalén, Siba fue a su encuentro con dos asnos cargados de víveres para el rey. Dijo a David que Mefi-boset se había quedado en Jerusalén con la esperanza de recobrar el reino de Saúl. David declaró entonces que los bienes de Mefi-boset pasarían a Siba (2 S. 16:1-4). Después de la muerte de Absalón, cuando David iba a cruzar el Jordán para volver a Jerusalén, Siba y su casa fueron a dar la bienvenida al rey (2 S. 19:17). Mefi-boset, en señal de duelo, había descuidado su persona durante todo el tiempo de la ausencia del rey. Fue ante él, quejándose de haber sido víctima de las calumnias de Siba. David le dio la mitad de las tierras, dejando el resto a Siba (2 S. 24-30).

nom, SIBMA

tip, CIUD
sit, a3, 578, 75
vet,
= «frescor».
Ciudad asignada a Rubén (Nm. 32:38; Jos. 13:19); vuelta a tomar acto seguido por los moabitas. Los viñedos de Sibma eran famosos (Is. 16:89; Jer. 48:32). La forma masc. del nombre es Sebam (Nm. 32:3). Según Jerónimo, la ciudad se encontraba a menos de 1 Km. de Hesbón.

nom, SIBRAIM

tip, LUGA
ver, SEFARVAIM
vet,
Lugar que Ezequiel sitúa en la frontera septentrional de Canaán (Ez. 47:16). Una posible identificación: Shomeriyeh, al este del lago de Homs. (Véase SEFARVAIM.)

nom, SICAR

tip, CIUD
sit, a2, 332, 179
vet,
Ciudad de Samaria, cerca del terreno que Jacob dio a su hijo José, no lejos del pozo de Jacob (Jn. 4:5; cfr. Gn. 48:22). Los antiguos comentaristas habían supuesto que Sicar era una alteración gr. de Siquem. La antigua versión siríaca lleva igualmente el nombre de Siquem. En la actualidad, se cree que Sicar estaba sobre el emplazamiento del pueblo de Askar, sobre la ladera oriental del monte Ebal, a unos 3 Km. al este-noreste de Naplusa (la antigua Siquem) y a 1 Km. al norte del pozo de Jacob.

nom, SICARIOS

tip, RELI
ver, ZELOTAS
vet,
Grupo de fanáticos irreductibles judíos que no vacilaban en asesinar a traición, mezclados entre la multitud, con dagas cortas («sicae»). Cuatro mil de ellos fueron ejecutados bajo el procurador Félix. (Véase ZELOTAS.)

nom, SICLAG

tip, CIUD
sit, a3, 158, 315
vet,
Ciudad en el extremo sur de Judá (Jos. 15:31), asignada a la tribu de Simeón (Jos. 19:5; 1 Cr. 4:30). En la época de Saúl, Siclag pertenecía a los filisteos. Aquis, rey de Gat, la entregó a David, que era entonces vasallo suyo (1 S. 27:5, 6; 1 Cr. 12:1-22). Los amalecitas se apoderaron de Siclag, saqueándola e incendiándola. David los persiguió, recuperando todo el botín, y enviando una parte de él a diversas ciudades (1 S. 30:1-31; 2 S. 1:1; 4:10). Siclag quedó separada de Filistea, gracias a David, y pasó a formar parte del territorio de los reyes de Judá (1 S. 27:6). A su vuelta del cautiverio, los israelitas la volvieron a ocupar (Neh. 11:28).
Ident. probable: Tell el-Khuweilfeh, a unos 16 Km. al este de Tell esh-Sherî'a.

nom, SICLO. Véanse DINERO, MONEDA, PESAS Y MEDIDAS.

nom, SICÓMORO

tip, FLOR ARBO
vet,
(heb. «shikmah»; gr. «sykomoros», «sykomorea»).
Este árbol, del género de las higueras, abundaba en la llanura de Judea (1 R. 10:27; 1 Cr. 27:28; 2 Cr. 1:15; 9:27); también se hallaba en el valle del Jordán (Lc. 19:4). Los egipcios lo cultivaban (Sal. 78:47).
El sicómoro, de menor calidad que el cedro, servía sin embargo de madera para carpintería (Is. 9:9). Es el «Ficus sycomorus», parecido a la higuera. Mide de 7 a 15 m. de altura y unos 18 m. de diámetro de copa. Las hojas son cordiformes y vellosas por su parte inferior. Se planta con frecuencia a lo largo de los caminos, donde da una agradable sombra (cfr. Lc. 19:4). Los frutos crecen en racimos sobre pequeñas ramas que salen directamente del tronco, y sobre las ramas gruesas. No se debe confundir este árbol con el sicómoro pseudoplátano, una especie de arce («Acer pseudoplatanus»).

nom, SIDIM

tip, VALL
vet,
Valle lleno de pozos de betún, en la región del mar Muerto. Quedorlaomer venció en este lugar al rey de Sodoma y a sus aliados (Gn. 14:3, 8, 10).
nom, SIDÓN
tip, CIUD
fot, dib00175
sit, a9, 539, 325
vet,
Antigua ciudad cananea (Gn. 10:15, 19), sobre el litoral, a unos 35 Km. al norte de Tiro.
En el siglo XV a.C. Sidón estaba sujeta a Egipto. Homero da testimonio de la importancia de Sidón, cuyo nombre cita con frecuencia, en tanto que nunca menciona a Tiro. El poeta emplea los términos Sidón, sidonios, como sinónimos de Fenicia, fenicios. En un sentido riguroso, Sidón constituía el límite septentrional de los cananeos (Gn. 10:19). Su territorio se hallaba cercano a Zabulón (Gn. 49:13) y estaba limitado al sur por Aser. En Jos. 11:8 y 19:28 recibe el nombre de «la gran Sidón». La tribu de Aser no desposeyó a los cananeos de Sidón (Jue. 1:31). En la época de los Jueces, los sidonios oprimieron a los israelitas (Jue. 10:12); el v. 6 acusa a estos últimos de haber adorado a los dioses de Sidón, de los que Baal era el principal (1 R. 16:31). El culto más extendido era sin embargo el de Astarté, diosa de la fertilidad (1 R. 11:5, 33; 2 R. 23:13).
Et-baal, rey de Sidón, fue padre de Jezabel (1 R. 16:31). El profeta Isaías anunció que el juicio caería sobre Sidón, cuyos moradores se verían obligados a huir a Quitim (Chipre) (Is. 23:12). Sidón estuvo un tiempo sometida a Tiro (Ant. 9:14, 2). En el año 701 a.C. se sometió a Senaquerib, rey de Asiria. Esar-hadón la destruyó en el año 677 a.C. Jeremías predijo que Sidón caería en poder de Nabucodonosor rey de Babilonia (Jer. 27:3, 6). Ezequiel profetiza contra Sidón porque ha sido «espina desgarradora» para la casa de Israel (Ez. 28:20-24). Joel dice que los sidonios y otros pueblos han saqueado Jerusalén, arrebatado su plata y su oro, y vendido sus habitantes como esclavos (Jl. 3:4-6). Hacia el año 526 a.C., Sidón se rindió ante Cambises, hijo de Ciro, rey de Persia.
Los sidonios vendieron madera de cedro del Líbano a los judíos para la reconstrucción del Templo emprendida por Zorobabel (Esd. 3:7). Sidón se rebeló contra Artajerjes III Oxus, rey de Persia (hacia el año 351 a.C.), pero fue vuelta a tomar y destruida en el año 345. En el año 333, para librarse de los persas, abrió las puertas a Alejandro Magno. La ciudad pasó a continuación a los sucesores de Alejandro y, en el año 64 a.C., a los romanos.
Hubo sidonios que se dirigieron a Galilea para escuchar la predicación de Jesús y ver Sus milagros (Mr. 3:8; Lc. 6:17, etc.). El Señor se dirigió al territorio de Sidón, y es probable que entrara en la misma ciudad (Mt. 15:21; Mr. 7:24, 31). Herodes Agripa I, hostil a los tirios y sidonios, recibió una solicitud de paz de parte de ellos, «porque su territorio era abastecido por el del rey» (Hch. 12:20). Durante su viaje a Roma, Pablo recibió permiso para recalar en Sidón y visitar a los cristianos allí (Hch. 27:3).
La moderna Sidón, llamada Saïda, se halla en el moderno Estado del Líbano; está situada sobre la ladera noroccidental de un pequeño promontorio que se adentra en el mar. Unas rocas paralelas a la costa formaban el antiguo puerto. En el siglo XVII, Fakhr ed-Din, jefe de los drusos, la terraplenó parcialmente con piedras y escombros. Sidón, protegida por una muralla en el lado de tierra, está dominada por una ciudadela al este. En el interior de la ciudad y a sus alrededores hay algunas columnas de granito agrietadas. Se han exhumado varios sarcófagos, entre ellos el muy famoso de Esmunazar, de los sepulcros de los alrededores, y llevados a Sidón.

nom, SIEGA. Véanse AGRICULTURA, COSECHA, ESPIGAR, TRIGO.

nom, SIEMBRA

tip, AGRI TIPO
ver, AGRICULTURA, ESTACIONES DEL AÑO
vet,
Además de la común referencia a este acto agrícola (véanse AGRICULTURA, ESTACIONES [DEL AÑO]), la siembra se usa de manera figurada de la dispersión del Evangelio, como en la parábola del sembrador, explicada por el mismo Señor. Cuando Él llegó a Israel, no encontró fruto, y Él mismo vino a ser el Sembrador, sembrando la buena semilla, que cayó bajo distintos tipos de tierra, y con varios resultados. A pesar de la influencia de Satanás, tratando de impedir que las semillas arraigasen, algunas cayeron sobre buena tierra (no buena por naturaleza, sino preparada por Dios), dando fruto como resultado (Mt. 13:3-43). Siempre que se predique el Evangelio, se está sembrando la semilla, e indudablemente, como en la parábola, cae sobre diferentes tipos de terreno. Los siervos de Dios segarán a su debido tiempo, si no se desalientan.
La siembra es también una hermosa figura acerca de poner el cuerpo en la tierra. El cristiano que duerme en el Señor es sembrado cuerpo natural, en corrupción, deshonra y debilidad; pero resucitará un cuerpo espiritual, en incorrupción, en gloria y poder (1 Co. 15:36-44).

nom, SIERRA

tip, UTEN
vet,
Útil de dientes aguzados, usado para cortar madera y piedra (1 R. 7:9; Is. 10:15). Hubo perseguidores que aserraron sus víctimas (He. 11:37). El rey David sometió a servidumbre a los amonitas de Rabá y de otras ciudades vencidas, y los puso a trabajar con sierras y otros instrumentos (2 S. 12:31; 1 Cr. 20:3). La lectura alternativa de este texto, que le haría decir que David los aserró, los cortó a hachazos, etc., además de no ser demandada por el texto mismo, iría en contra de todo lo que se conoce del carácter de este rey.
Hasta allí donde podemos saber, los antiguos egipcios tenían sierras de un solo mango. La hoja, generalmente de bronce, se insertaba en el mango, quedando unido a él mediante tiras de cuero. Los dientes se inclinaban hacia el mango. El trozo de madera a cortar se ponía perpendicular a un cuadro, y se serraba de arriba abajo. No se tienen pruebas de que los egipcios serraran también la piedra, lo que habría sido difícil con una sierra de un mango. Los asirios empleaban una sierra de doble mango, provista de hoja de hierro.

nom, SIERVO. Véase MINISTERIO.

nom, SIERVO DE JEHOVÁ

ver, MINISTERIO, ISAÍAS
vet,
(A) Aquel que reconoce a Jehová como su Dios y que cumple fielmente Su voluntad, como Abraham (Sal. 105:6); Moisés (v. 6); David (132:10); Isaías (Is. 20:3).
(B) El Siervo de Jehová es el tema de los caps. 40 a 66 de Isaías (cfr. especialmente Is. 42:1-7; 49:1-6; 50:4-9; 52:13-53:12).
Sobre ello, el profeta tiene una doble visión:
(I) Israel, en tanto que pueblo elegido, es el siervo elegido por Jehová para glorificarle entre las naciones (Is. 44:1-2, 21; 45:4; 48:20; 49:3); pero la profecía anuncia que Israel sería infiel y que caería bajo los juicios de Dios. Por esta razón:
(II) el Mesías será el verdadero servidor de Jehová; aportará la luz y la salvación no sólo a Israel, sino también a las más lejanas naciones (Is. 49:5-7; 52:13-53:12). Los Targumes mismos asimilan el Siervo sufriente de Is. 15:53 al Mesías. Este siervo, sin pecado, se identifica con Israel para representarlo ante Dios. Como sustituto de los pecadores, y habiendo sido golpeado en lugar de ellos, los justificará plenamente (cfr. en particular Is. 53:4, 5, 6, 8, 10, 11, 12). Para llevar a cabo una obra tal, el Siervo de Jehová debe participar de la naturaleza divina (Jer. 23:5-6; Zac. 3:8-10). (Véase ISAÍAS).
Para un examen más a fondo de este tema, se recomienda la siguiente bibliografía.

Bibliografía:
Archer, G.: «Isaías», en Comentario Moody del Antiguo Testamento (Ed. Portavoz Grand Rapids, 1993);
Kinder, D.: «Isaías», en Nuevo Comentario Bíblico (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1977);
Martin, A.: «Isaías, la Salvación del Señor» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1979).

nom, SIETE. Números simbólicos. Véase NÚMERO.

nom, SIGLO. Véase TIEMPO.

nom, SIGLO PRESENTE

vet,
En ciertas versiones se traduce asimismo como mundo el término gr. «aïôn», que significa «era, período de tiempo, siglo» (cfr. la expresión «por los siglos de los siglos» en Ap. 1:1-18).
El «fin del mundo» (Mt. 13:39; 24:3 en la versión RV antigua) no significa el fin del cosmos que vendrá más tarde, sino el fin de la era presente. Un cierto pecado no será perdonado en este mundo («siglo», RVR) ni en el venidero (Mt. 12:32). Los cuidados de este siglo impiden que la semilla dé fruto (Mt. 13:22). La misma expresión siglo nos muestra el carácter breve y pasajero de nuestro mundo actual.
Véase MUNDO.

nom, SIHOR

tip, RIOS
ver, RÍO DE EGIPTO
vet,
(la raíz egip. de este término evocaba el heb. «shãhõr», «negro» o «fangoso», «cenagoso»).
El Nilo (Is. 23:3; Jer. 2:18). Su brazo oriental, llamado Pelusíaco, se encontraba en la frontera de Egipto, en dirección a Canaán (Jos. 13:3; 1 Cr. 13:5). (Véase RÍO DE EGIPTO.)
Numerosos comentaristas consideran que el Sihor de estos dos últimos pasajes es el torrente de Egipto, el wadi el-'Arish. Según Brugsch, Sihor designaba en primer lugar un canal en la frontera oriental de Egipto; su curso era paralelo al del brazo Pelusíaco.

nom, SIHOR-LIBNAT

tip, RIOS
vet,
Nombre de una corriente de agua que formaba parte del límite meridional de la tribu de Aser (Jos. 19:26). Identificado con Nahr es-Zerka, que muere en el Mediterráneo a unos 8 Km. al sur de Dor.

nom, SILAS, SILVANO.

tip, BIOG HOMB HONT
vet,
Silas es la forma gr. del aram. Sh'ila (Saúl); se cree que este hermano tomó, al igual que Pablo, un sobrenombre romano, Silvano, que se asemejaba fonéticamente a su nombre de origen semítico. Miembro distinguido de la iglesia en Jerusalén, fue encargado de transmitir a los cristianos de Antioquía las decisiones tomadas en el concilio de Jerusalén (Hch. 15:22, 27, 32).
Durante el segundo viaje misionero, Silas acompañó a Pablo, tomando el lugar de Juan Marcos y de Bernabé (Hch. 15:40). Pablo y Silas fueron encarcelados en Filipos (Hch. 16:19, 25, 29). La asonada popular de Tesalónica obligó a Pablo y a Silas a dirigirse hacia Berea, donde Silas permaneció con Timoteo después de la partida de Pablo (Hch. 17:1-14). Los dos recibieron pronto la orden de reunirse con el apóstol en Atenas (Hch. 17:15), pero parece que no pudieron encontrarse con él hasta llegar a Corinto (Hch. 18:5).
Pablo mostró un gran aprecio hacia la labor de Silas (2 Co. 1:19). El mismo que en Hechos se llama Silas lleva en las epístolas el nombre de Silvano. Se une a Pablo y Timoteo para saludar a los creyentes de Tesalónica en las dos cartas (1 Ts. 1:1; 2 Ts. 1:1). La primera epístola de Pedro fue confiada a un hombre llamado Silvano, que posiblemente sea el mismo Silas (1 P. 5:12).

nom, SILVANO. Ver SILAS.

nom, SILO

tip, CIUD
sit, a2, 307, 276
vet,
Ciudad al norte de Bet-el, al sur de Lebona, al este de la ruta principal, comunicando Bet-el con Siquem (Jue. 21:19), hallándose en Efraín. Se identifica con Seilûn, a unos 16 Km. al nor-noreste de Bet-el.
Bajo el mando de Josué, los israelitas erigieron el Tabernáculo en Silo (Jos. 18:1) y procedieron a echar suertes sobre las partes de Canaán que aún no habían sido asignadas (Jos. 18:8-10; 19:51; 22:9). Las tribus del oeste del Jordán se reunieron en Silo para convocar a sus hermanos establecidos al este del río para que explicaran la erección de su altar (Jos. 22:12).
En la época de los Jueces, los israelitas celebraban una fiesta anual en Silo en honor de Jehová (Jue. 21:19; 1 S. 1:3). En una de estas ocasiones, los benjamitas se apoderaron de jóvenes muchachas de Silo (Jue. 21:16-23).
En la época de Elí, y durante la infancia de Samuel, el tabernáculo y el arca se seguían hallando en esta localidad (Jue. 18:31; 1 S. 1:9, 24; 2:14, 22; 3:3, 21; 4:3, 4; 14:3). La toma del arca por parte de los filisteos significa que Dios había abandonado a Silo (Sal. 78:60; Jer. 7:12, 14; 26:6, 9), dándose una suspensión del pacto concertado en Sinaí, simbolizado en el arca y el ritual. Cuando los filisteos devolvieron el arca, no fue devuelta a Silo (1 S. 6:21; 7:1, 2; 2 S. 6:2, 11, 17). Samuel echó las bases de la reforma que llevaría a que los israelitas vieran restituidos sus privilegios del pacto.
Ahías, el profeta de Silo, había predicho la realeza futura de Jeroboam. La esposa de este soberano, cuyo hijo estaba gravemente enfermo, fue a Silo a preguntar al profeta si su hijo sanaría (1 R. 14:2, 4).
La ciudad seguía estando habitada en tiempos de Jeremías (Jer. 41:5) y siguió existiendo durante los imperios griego, romano y bizantino.

nom, SILOÉ

tip, RIOS CONS
ver, JERUSALÉN
vet,
Piscina de Jerusalén (Jn. 9:7); Isaías habla de sus lentas aguas (Is. 8:6); se encontraba en las proximidades del huerto real (Neh. 3:15). Josefo la sitúa en la extremidad del valle de Tiropeón, cerca de una curva de la muralla antigua, bajo la colina de Ofel (Guerras 5:4, 1-2). Este nombre se conserva en el de Birket Silouãn, el emplazamiento de la antigua piscina.
Se trata de una cavidad rectangular, midiendo 17 m. de longitud y 5,5 m. de anchura, y casi 6 m. de profundidad. El lado occidental de esta obra de mampostería está muy desgastado. El agua brotaba dentro de una pequeña cavidad, excavada en lo alto de la roca; es la llegada del canal que conduce el agua de la Fuente de la Virgen (Gihón). En la parte inferior del estanque, el agua sale por un pequeño canal que lleva las aguas a irrigar los huertos del valle de Cedrón.
En 1880, un muchacho entró en la conducción que lleva el agua de Gihón a la piscina, descubriendo en sus paredes una inscripción de seis líneas, en heb. muy puro; se supone que la fecha de esta inscripción es de la época de Acaz o de Ezequías. Siendo que la erosión había borrado una parte de las tres primeras líneas, es difícil determinar algunos caracteres, pero el sentido es evidente. Se trata de la descripción de la perforación del túnel desde ambos extremos, y del encuentro, en su punto central, de los obreros, cuyos picos chocaron entre sí. La cumbre de la roca estaba a 100 codos por encima de la cabeza de los mineros. Los caracteres dan evidencia de que los escribas de Jerusalén estaban ya habituados a escribir sobre papiro o pergamino.
La torre de Siloé, mencionada en Lc. 13:4, debía hallarse sobre la cresta del Ofel, cerca de Siloé. (Véase JERUSALÉN, b, B.)

nom, SILOH

tip, TITU
vet,
= «descanso».
Título del Mesías como Príncipe de Paz (Gn. 49:10; cfr. Is. 9:6).

nom, SIMA

vet,
Término usado para expresar lo infranqueable de la separación entre el Seno de Abraham, donde reposaban los muertos bienaventurados, y el lugar de tormento en el que se hallan los muertos impíos (Lc. 16:26). Este término (gr.: «chasma») se usa una vez en el NT.
En la LXX se usa para describir lo profundo del gran hoyo en el que fue arrojado el cuerpo sin vida de Absalón (2 S. 18:17).

nom, SIMEI

tip, BIOG FUNC HOMB HOAT
vet,
= «Ha oído».
Entre varios otros del mismo nombre:
(a) Hijo de Gera, de la familia del rey Saúl. Siendo Absalón dueño de Jerusalén, Simei insultó gravemente a David que, con su séquito, descendía por la ladera oriental del monte de los Olivos. A la vuelta de David le hizo protestas de sumisión, y no fue entonces castigado. A su muerte David recordó a Salomón la maldad de Simei, por cuanto había maldecido al rey ungido del Señor. Salomón prometió a Simei perdonarle la vida bajo la condición de que no saliera de Jerusalén, pero quebrantó este mandamiento, y por ello fue ejecutado (2 S. 16:5-13; 19:18-23; 1 R. 2:8-46).
(b) Funcionario del rey David que no se implicó en la usurpación de Adonías (1 R. 1:8). Probablemente el hijo de Ela que más tarde vino a ser intendente de Salomón en Benjamín (1 R. 4:18).

nom, SIMEÓN

tip, BIOG HOMB HOAT PROF HONT
ver, DINA
vet,
= «que ha sido oído».
(a) Segundo hijo de Jacob y Lea (Gn. 29:33). Junto con Leví, su hermano, masacró a los cananeos que moraban en Siquem, a causa del ultraje infligido a Dina, la hermana de ellos, por un príncipe de esta ciudad (Gn. 34:24-31). (Véase DINA.)
Simeón fue el que tuvo que quedar como rehén en una cárcel de Egipto (Gn. 42:24). Jacob, al morir, predijo el papel futuro de Simeón, y le recordó la matanza de los siquemitas, anunciándole que, lo mismo que Leví, sus descendientes quedarían dispersados en Israel (Gn. 49:5-7).
(b) Antecesor de Cristo que vivió entre David y Zorobabel (Lc. 3:30).
(c) Hijo de Harim. Esdras lo persuadió a que despidiera a su mujer extranjera (Esd. 10:31).
(d) Hombre recto y piadoso a quien el Espíritu Santo reveló que no moriría antes de haber visto al Cristo del Señor. Llegando al Templo en el momento en que José y María presentaban al niño Jesús, Simeón reconoció en Él al Mesías prometido, y dijo que ya podía morir en paz. El anciano anunció a María que ella sufriría mucho a causa de la suerte reservada a su hijo (Lc. 2:25-35).
(e) Profeta o doctor de la iglesia de Antioquía; tenía como sobrenombre Níger, «el Negro»; es posible que fuera de raza africana (Hch. 13:1).

nom, SIMEÓN (Tribu)

tip, TRIB TR12
ver, DINA
sit, a6, 169, 461
vet,
= «que ha sido oído».
Surgió del hijo de Jacob. Simeón tuvo seis hijos. Excepto uno, todos fueron cabezas de clanes (Gn. 46:10; Nm. 26:12-14; 1 Cr. 4:24). Al comenzar las peregrinaciones por el desierto, el príncipe de la tribu era Selumiel, hijo de Zuridasai (Nm. 1:6; 2:12; 7:36, 41; 10:19); para la época de la entrada en Canaán era Semuel hijo de Amiud (Nm. 34:20). Al efectuarse el primer censo, Simeón contaba con 59.300 guerreros (Nm. 1:23; 2:13); en cambio, en el segundo no tenía más que 22.200 (Nm. 26:12-14). La tribu envió a Safat hijo de Horí a explorar el país de Canaán (Nm. 13:5). Moisés, bendiciendo a las tribus antes de abandonarlas, no menciona a Simeón (Dt. 33). No obstante, la omisión de esta tribu puede explicarse por el hecho de que debía quedar dispersada en Israel (Gn. 49:5-7). Jacob pronunció la misma sanción contra Leví, pero la acción fiel de esta tribu le valió el servicio religioso, con lo que su dispersión vino a tornarse en bendición. Después de la muerte de Moisés, en el reparto de Canaán, Simeón no recibió territorio independiente, sino dentro del asignado a Judá. Aunque no son mencionados explícitamente, los simeonitas no quedaron por ello excluidos de las bendiciones invocadas sobre las tribus. Quedan comprendidos en la bendición colectiva del inicio y del fin del poema.
La tribu de Simeón formó, con otras, al pie del monte Gerizim para dar bendición al pueblo (Dt. 27:12). Cuando se llevó a cabo en Silo el reparto del país de Canaán, la segunda suerte cayó para Simeón; esta tribu recibió el extremo sur de Canaán, que le fue dado del territorio asignado a Judá (Jos. 9:1-9).
Judá y Simeón se aliaron para combatir a los cananeos (Jue. 1:1, 3, 17). Entre las ciudades simeonitas se hallaban Beerseba, Siclag y Horma (Jos. 19:1-9), en el Neguev.
Bajo Ezequías, los simeonitas se apoderaron del valle de Gedor y se introdujeron en el monte de Seir, destruyendo a los amalecitas que vivían allí (1 Cr. 4:42-43). Según algunos comentaristas, una gran parte de esta tribu llegó a desaparecer. Sin embargo, figura en el futuro escatológico, en la profecía de Ezequiel acerca del futuro reparto del país de Canaán (Ez. 48:24, 25, 33) y en la visión apocalíptica de 12.000 simeonitas marcados por el sello divino (Ap. 7:7).

nom, SIMIENTE. Véase SEMILLA.

nom, SIMÓN

tip, BIOG HOMB HONT APOS
ver, PEDRO, HERMANOS DE JESÚS, MARTA
vet,
(forma helenizada del nombre heb. «shim'õn», Simeón).
(a) Simón Pedro (véase PEDRO).
(b) Padre de Judas Iscariote (Jn. 6:71; 13:26).
(c) Simón el Zelote. Miembro de un partido de patriotas, recibió este nombre para distinguirlo de Simón Pedro (Mt. 10:4; cfr. Lc. 6:15).
(d) Uno de los hermanos del Señor. (Véase HERMANOS DE JESÚS.)
(e) Fariseo que invitó al Señor a una comida en su casa. En esta ocasión una mujer pecadora ungió los pies del Señor Jesús (Lc. 7:36-50).
(f) Habitante de Betania; propietario de una casa en esta localidad. Había sido leproso, y es seguramente el Señor quien lo sanó. María, hermana de Lázaro, ungió los pies de Jesús con un perfume de gran precio mientras el Señor estaba a la mesa en casa de Simón (Mt. 26:6-13; Mr. 14:3-9; Jn. 12:1-8). La presencia de Lázaro y de las dos hermanas, la parte que asumieron en la organización de la comida, el hecho de que la casa de Simón el leproso se hallaba en Betania, todo ello hace pensar que el ex-leproso estaba emparentado con Lázaro y sus hermanas, o que era al menos amigo de la familia. Incluso podría tratarse del propio marido de Marta. (Véase MARTA.)
(g) Padre de Alejandro y de Rufo (Mt. 27:32), era oriundo de Cirene; fue obligado a llevar la cruz de Jesús.
(h) Hechicero, conocido como Simón el mago. Sus artificios habían fascinado de tal manera a los samaritanos, que decían de él que era el gran poder de Dios. Simón recibió aparentemente el Evangelio predicado por Felipe, y fue bautizado. Habiendo querido comprar con dinero el privilegio de otorgar el Espíritu Santo a quien quisiera mediante la imposición de manos, el mago sufrió una severa reprensión. Pedro le reprochó el estar falto de rectitud y de hallarse atado por la iniquidad; le exhortó a arrepentirse y a orar directamente al Señor para obtener su perdón. Simón no se revolvió contra las palabras del apóstol, sino que le suplicó que intercediera en su favor (Hch. 8:9-24). A pesar de ello, no sabemos si se arrepintió de una manera genuina. De su nombre se ha derivado el término de «simonía», esto es, el tráfico en cosas santas por intereses lucrativos.
(i) Curtidor de Jope. Pedro vivió un tiempo en su casa (Hch. 9:43; 10:6, 7, 32).

nom, SIMRÓN

tip, BIOG CIUD HOMB HOAT
sit, a1, 347, 341
vet,
= «vigía».
(a) Hijo de Isacar y fundador de un clan (Gn. 46:13; Nm. 26:24; 1 Cr. 7:1).
(b) Ciudad cananea, cuyo nombre completo era Simrón-merón. Allí venció Josué a su rey y le dio muerte (Jos. 12:20). Parece ser la misma mencionada en Jos. 11:1; 19:15 y asignada a Zabulón.

nom, SIN

tip, LUGA CIUD
sit, a4, 127, 349
vet,
(a) Desierto que cruzaron los israelitas al dirigirse de Elim y del mar Rojo a Refidim y al monte Sinaí (Éx. 16:1; 17:1; Nm. 33:11, 12). Es posible que se trate de Debbet er-Ramleh, extensión arenosa en el interior de la península, al pie del Jebel et-Tih; pero se ha pensado asimismo en la llanura desértica de el-Markhah, sobre la costa. Si esta segunda hipótesis se corresponde con la realidad, los israelitas, al abandonar esta llanura, siguieron a lo largo de la costa, y después se dirigieron tierra adentro desde el wadi Feirãn.
(b) Ciudad fortificada de Egipto (Ez. 30:15, 16). En el v. 15, la LXX da la lectura de Sais, que sin embargo nunca fue una fortaleza importante. En la Vulgata aparece Pelusa: llave de Egipto, y fuertemente fortificada, esta posición tenía que ser conquistada en primer lugar cuando se invadía Egipto desde el noreste. En el v. 16, la LXX da la lectura de Sevene, la moderna Asuán, cerca de la primera catarata. Las ciudades egipcias de los vv. 16-18 son enumeradas de sur a norte, lo que parece confirmar la identificación de Sin con Sevene.

nom, SINAGOGA

tip, CONS
vet,
(gr. «asamblea», «lugar de reunión»).
Edificio destinado especialmente a la lectura y enseñanza públicas de la Ley de Moisés y que servía asimismo de tribunal y escuela. Antes del cautiverio, el culto, en su forma más elevada, sólo se celebraba en el Templo de Jerusalén; pero la lectura pública de las Escrituras se hacía también en otros lugares (Jer. 36:6, 10, 12-15), y las gentes se podían reunir en cualquier lugar alrededor de los profetas a fin de recibir sus enseñanzas. Estas reuniones no eran para ofrecer sacrificios, sino para el estudio de las Escrituras y la oración comunitaria.
El término «sinagoga» no se encuentra en el AT. No obstante, en el Sal. 74:8 se menciona la destrucción del santuario y de «todos los lugares santos» o, más lit., «todos los lugares asignados (para el servicio) de Dios». En la Reina-Valera se traduce injustificadamente por «sinagogas». En el siglo I de la era cristiana se encuentran sinagogas en todos los lugares donde se hallaban los judíos. Incluso las comunidades israelitas de ciudades poco importantes fuera de Israel las tenían. Por ejemplo, Salamina, en Chipre (Hch. 13:5), Antioquía de Pisidia (Hch. 13:14), Iconio (Hch. 14:1), Berea (Hch. 17:10). Las sinagogas eran frecuentemente numerosas en las grandes ciudades, como Jerusalén (Hch. 6:9) y Alejandría. Estas comunidades vivían con independencia del Estado, y administraban sus asuntos religiosos y civiles por sí mismas, sometiéndose sin embargo a la legislación del país (Ant. 19:5, 3). Un consejo de ancianos dirigía la sinagoga y la asociación religiosa que ella representaba (Lc. 7:3-5).
La dirección del culto, el mantenimiento del orden y el cuidado de las cuestiones materiales incumbían a varias personas que eran:
(a) El principal de la sinagoga (Hch. 18:8). Ciertas sinagogas tenían varios principales (Mr. 5:22). El principal presidía sobre el servicio, autorizaba o designaba a aquellos que debían orar, leer las Escrituras, exhortar (Hch. 13:15), velaba por la observancia de las prescripciones judaicas (Lc. 13:14). Los servicios no estaban asegurados por la presencia de ministros permanentes, sino por simples particulares calificados para ello. Jesús leyó las Escrituras en la sinagoga de Nazaret (Lc. 4:16), y enseñaba con frecuencia en estos lugares de reunión (Mt. 4:23). En Antioquía de Pisidia, los principales de la sinagoga invitaron a Pablo y a Bernabé a dirigir unas palabras de exhortación a los fieles (Hch. 13:15).
(b) Uno o más siervos se ocupaban de las tareas materiales. Llevaban el rollo sagrado al lector, y después lo volvían a poner en su lugar (Lc. 4:20). Cuando el consejo de ancianos debía decretar un castigo corporal contra alguno de los miembros de la comunidad, los siervos lo infligían.
(c) Había también limosneros (cfr. Mt. 6:2), encargados de distribuir ayudas a los necesitados.
(d) Se demandaba la presencia de diez varones, o más si era posible, que debían asistir a cada reunión de la sinagoga. Se reunían todos los sábados para el culto (Hch. 15:21), y también los días segundo y quinto de la semana, para oír la lectura de una sección de la Ley. En el servicio del sábado, un miembro de la congregación estaba encargado de recitar las oraciones. La lectura de Dt. 6:4-9; 11:13-21; Nm. 15:37-41, y la recitación de 18 oraciones y bendiciones, o sólo de algunas de ellas, tomaba la mayor parte del servicio. Mientras se ofrecía la oración, los asistentes se ponían en pie (Mt. 6:5; Mr. 11:25), y se unían finalmente a ella con un «amén» colectivo. Varios miembros de la congregación leían a turnos un corto pasaje de la Ley (Hch. 15:21). Esta lectura era precedida y seguida por acciones de gracias. A continuación, el mismo que al inicio del servicio había ofrecido oración leía ahora una sección de los profetas. Esta misma persona, u otra, desarrollaba el pasaje acabado de leer, y daba exhortaciones en base a lo leído (Lc. 4:16-22; Hch. 13:15). El servicio concluía con la bendición, que era pronunciada por un sacerdote, si lo había entre los asistentes. La congregación pronunciaba el amén final.
Los judíos daban a las sinagogas el nombre de «casa de reunión». Todavía existen ruinas de estos edificios en Galilea: en Tell Hum, que pudiera ser el emplazamiento de Capernaum; en Irbid, en Kefr Bîr'im, en Nebartein, y en algunos otros lugares. Estos edificios, de forma rectangular, estaban orientados de sur a norte. La fachada meridional presentaba una gran puerta, flanqueada por dos puertas más pequeñas; cuatro hileras de columnas dividían el interior en cinco naves. En Tell Hum hay capiteles corintios. En Irbid las columnas son de estilo mixto, entre corintio y jónico. Los dinteles de los pórticos están frecuentemente adornados con hojas de vid y con racimos de uvas. En Nabartein hay un motivo esculpido que representa el candelabro de siete brazos, acompañado de una inscripción. En Kefr Bîr'im se adivina el cordero y la vasija de maná. En 1934, en el curso de unas excavaciones, se descubrió la sinagoga de Dura-Europus, en la ribera derecha del Éufrates, junto a la carretera de Alepo a Bagdad. Una inscripción indica una fecha del año 245 d.C. Esta sinagoga presenta unos frescos notables que ilustran escenas bíblicas; allí se puede ver una de las fuentes de inspiración del arte cristiano primitivo.
Mobiliario de las sinagogas:
El púlpito del lector; un cofre o armario para los rollos sagrados; asientos, al menos para los ancianos y los ricos (Mt. 23:6; Stg. 2:2, 3). Los lugares de honor se encontraban cerca del armario que contenía los rollos de las Escrituras, frente a la asamblea, donde los hombres estaban a un lado, y las mujeres a otro. Las sanciones decretadas por los principales de la sinagoga eran infligidas en el interior del edificio, posiblemente en una estancia separada (Mt. 10:17; Hch. 22:19).
Recibe el nombre de «Gran Sinagoga» un consejo de 120 miembros, organizado, según se dice, por Nehemías, hacia el año 410 a.C. (Megilloth 17, 18). Esdras dirigió este consejo. Los profetas transmitieron la Ley de Moisés a esta Gran Sinagoga (Pirke Aboth 1:1). Simón el Justo, que murió alrededor del año 275 a.C., fue uno de sus últimos miembros. El sanedrín tomó el lugar de este consejo (Aboth 10:1). Después del retorno del cautiverio, el sanedrín reorganizó el culto, y reunió los libros canónicos. Esto es lo que afirma la tradición judía. Ni los apócrifos, ni Josefo, ni Filón mencionan la Gran Sinagoga. Tampoco las Escrituras. Por esta razón se ha objetado su existencia. Pero esta tradición no debe ser rechazada enteramente. Es bien posible que la Gran Sinagoga fuera una asamblea de escribas que decidiera tocante a cuestiones teológicas. Durante su existencia, que duró poco más de siglo y medio, el número total de sus miembros más eminentes llegó probablemente a 120. Los principales escribas, desde Esdras a Simón el Justo, formaron parte de este consejo.

nom, SINAÍ

tip, MONT
sit, a4, 150, 353
vet,
Monte que recibe también el nombre de Horeb. Los israelitas llegaron a este lugar en el tercer mes después de su salida de Egipto, cuando hubieron pasado por Mara, Elim, y seguido un trecho de la costa del mar Rojo (Éx. 19:1). Pasando por el monte Seir había once días de marcha desde Horeb a Cades-barnea (Dt. 1:2). Al pie del Sinaí se extendía una región desértica, donde el pueblo levantó sus tiendas (Éx. 19:2). El monte estaba tan cerca que se podía tocar (Éx. 19:12), y su cima se levantaba sobre el campamento (Éx. 19:16, 18, 20). El Decálogo fue promulgado sobre este monte, a cuyo pie fue ratificado el pacto que hacía de Israel una nación de la que Jehová sería el Rey (Éx. 20:1-24:8). Se declara una y otra vez (Éx. 24:12; 31:18; 34:2; Lv. 1:1; 16:1; 25:1; 26:46; 27:34; Nm. 1:1; 9:1) que toda la legislación que figura entre Éx. 20:1 y Nm. 10 fue decretada sobre el Sinaí, o al pie del monte. La única mención bíblica posterior de alguien que subiera a esta cima se refiere a Elías, que huía de la ira de Jezabel (1 R. 19:8).
Según un reducido número de autores, el monte Sinaí estaría en la región de Seir, pero la postura prevalente lo sitúa entre las eminencias de la península del Sinaí. Una tradición que se remonta a la época de Eusebio de Cesarea, asimila el Sinaí al Serbal, sobre el wadi Feirãn. La que lo sitúa en el Jebel Musa data sólo de la época de Justiniano. Sin embargo, ello no prueba que la tradición no existiera antes. Las dos opiniones siguen siendo objeto de debate. El Serbal es el más imponente de los dos. Visible de lejos, se eleva solitario, majestuoso, hasta una altura de 2.050 m., pero no tiene en la base una extensión de desierto que se corresponda con el que recibe el nombre de Sinaí. El Jebel Musa forma parte de una cresta de granito que mide algo más de 3 Km. de noroeste a sureste. Esta cresta presenta dos cimas: Rãs es-Sûfsãfeh (pico de sauces), en el extremo norte, tiene una altitud de alrededor de 2.000 m. El Jebel Musa, el Sinaí tradicional, en el extremo sur, alcanza los 2.314 m. Ciertos eruditos, Tischendorf entre ellos, consideran que la meseta del extremo superior del wadi es-Sadad, casi al este del Jebel Musa, fue el emplazamiento del campamento de los israelitas. Pero éste es un espacio demasiado reducido para haber contenido a todo el pueblo. La parte inferior de Rãs es-Sûfsãfeh consiste, en su parte noroccidental, en un escarpado muro. Más abajo de esta pared se extiende la llanura de er-Rãha, con una superficie ligeramente inferior a 3 km2. Esta llanura, cercana a los wadis esh-Sheikh y ed-Deir, sería muy apropiada para un campamento.

nom, SINAÍTICO (Códice). Véanse MANUSCRITOS BÍBLICOS y TEXTO Y VERSIONES CLÁSICAS DE LA BIBLIA.

nom, SINAR

tip, PAIS
sit, a4, 480, 280
vet,
País donde se levantaban las ciudades de Babel, Erec, Acad, Calne (Gn. 10:10; 11:2; Dn. 1:2). Este término denota la llanura aluvial de Babilonia. La antigua Sumer se hallaba río abajo en esta región. En la época de Abraham, Amrafel reinaba sobre todo este país, o al menos sobre una gran parte de él (Gn. 14:1, 9). Mucho tiempo después los judíos fueron llevados cautivos allí (Is. 11:11; Zac. 5:11).

nom, SINEOS

tip, TRIB
vet,
Tribu cananea, citada entre los araceos y los arvadeos (Gn. 10:17). Jerónimo menciona Sini, ciudad al pie del Líbano, no lejos de Arka en Fenicia. Estrabón menciona la fortaleza de Sinna, en el Líbano.

nom, SINÓPTICOS. Véase EVANGELIOS.

nom, SÍNTIQUE

tip, BIOG MUJE MUNT
vet,
(gr.: «que tiene ocasión»).
Cristiana de la iglesia en Filipos. El apóstol Pablo le dirige exhortaciones (Fil. 4:2).

nom, SION

tip, MONT CIUD
ver, JERUSALÉN
sit, a4, 177, 246
vet,
(a) Una de las colinas sobre las que se eleva la ciudad de Jerusalén. El nombre de Sión (Zi'un) figura por vez primera en el AT para designar una fortaleza jebusea situada sobre esta eminencia. David se apoderó de ella, y le dio el nombre de «ciudad de David» (2 S. 5:7; 1 Cr. 11:5). Allí llevó el arca. Desde entonces, el monte fue considerado santo (2 S. 6:10-12). Salomón puso el arca en el Templo que hizo construir sobre el monte Moria (1 R. 8:1; 2 Cr. 3:1; 5:2). Estos dos pasajes demuestran que Sion y Moria eran dos colinas diferentes. (Para la localización de Sión, véase JERUSALÉN b, A.)
(b) Después de la construcción del Templo de Salomón sobre el monte Moria y el transporte del arca a este lugar, el nombre de Sion vino también a designar el Templo (Is. 8:18; 18:7; 24:23; Jl. 3:17; Mi. 4:7). Ésta es la razón de que el AT mencione Sion un gran número de veces, en tanto que Moria sólo aparece dos veces (Gn. 22:2; 2 Cr. 3:1).
(c) El nombre de Sion se usa frecuentemente para designar el conjunto de Jerusalén (2 R. 19:21; Sal. 48; 69:35; 133:3; Is. 1:8; 3:16; 4:3; 10:24; 52:1; 60:14).
(d) Los israelitas piadosos y la nación judía (Sal. 126:1; 129:5; Is. 33:14; 34:8; 49:14; 52:8).
(e) La Jerusalén de arriba (He. 12:22; cfr. Ap. 14:1).
(f) Heb. «Si'um», «elevado». Es uno de los nombres de la cadena del Hermón, o de una de sus cumbres (Dt. 4:48).

nom, SIQUEM

tip, CIUD
sit, a2, 337, 189
vet,
= «hombro».
Importante ciudad fortificada (Gn. 33:18; cfr. Gn. 34:20) cerca del monte Gerizim (Jue. 9:7) en la región accidentada de Efraín (Jos. 20:7). Abraham acampó cerca de Siquem (Gn. 12:6). Los cananeos ocupaban entonces el país, pero el Señor reveló a Abraham que aquélla era la tierra prometida a él y a su descendencia. Jacob, al volver a Canaán, encontró una tribu de heveos instalada en Siquem (Gn. 34:2). Compró un terreno de esta tribu (Gn. 33:18, 19), donde más tarde serían sepultados los restos mortales de José (Jos. 24:32). El texto actual de Hch. 7:16 atribuye esta compra a Abraham, cuando adquirió la cueva de Macpela. Simeón y Leví, para vengar el ultraje hecho a Dina, hermana de ellos, quebrantaron el pacto concertado con los moradores de Siquem, e hicieron una matanza, saqueando la ciudad a continuación (Gn. 34:25-29; 48:22). Su padre desaprobó enérgicamente este proceder (Gn. 34:30; 49:5-7). Los hijos de Jacob hacían pastar sus rebaños cerca de Siquem (Gn. 37:12, 13). Las tribus de Israel se reunieron solemnemente en el valle de Siquem para escuchar la lectura de la Ley de Jehová (Jos. 8:30). Los confines de Efraín y de Manasés se hallaban cercanos a Siquem (Jos. 17:7), que vino a ser una ciudad de refugio, asignada a los levitas (Jos. 20:7; 21:21). En Siquem convocó Josué a todo Israel para dirigirles las últimas exhortaciones (Jos. 24:1).
En la época de los Jueces, un templo erigido en Siquem perpetuó el culto de Baal-berit (Jue. 8:33; 9:4). Abimelec, hijo de Gedeón y de su concubina de Siquem, dominó tres años sobre Israel, gracias al apoyo de los habitantes de Siquem (Jue. 9:1, 3, 6), que pronto, sin embargo, se levantaron contra él (Jue. 9:23). Abimelec destruyó entonces la ciudad, arrasándola (Jue. 9:45). En Siquem las diez tribus rechazaron a Roboam y proclamaron a Jeroboam como rey sobre Israel (1 R. 12:1-19). Este soberano fortificó Siquem, que fue su capital durante un cierto tiempo (1 R. 12:25). Sobrevivió a la caída del reino del norte (Jer. 41:5), y vino a ser la principal ciudad de los samaritanos (Ec. 50:26; Ant. 11:8, 6). Juan Hircano se apoderó de ella (Ant. 13:9, 1).
Siquem, que en la actualidad se llama Naplusa, se halla a alrededor de 50 Km. al norte de Jerusalén, y a 9 al sureste de Samaria, en un valle limitado al norte por el monte Ebal y al sur por el monte Gerizim. El valle se llamaba Mabatha, desfile. Se trata de una garganta que comunica el litoral con la cuenca del Jordán. Vespasiano acampó una noche en Siquem, mientras conducía su ejército de Emaús a Jericó (Guerras 4:8, 1). Reconstruida después de la guerra contra los judíos, Siquem recibió el nombre de Flavia Neápolis, en honor de Flavio Vespasiano, entonces emperador. El nombre de Neápolis subsiste bajo la forma de Naplusa. La colonia primitiva se hallaba probablemente en el extremo oriental del valle, en Tell Balãta, donde hay unas sólidas y gruesas murallas. La moderna localidad se halla en el extremo occidental de la garganta, a 570 m. por encima del nivel del mar. Naplusa ocupa el fondo del valle, en su punto más angosto, donde hay sólo 91 m. entre ambas montañas. La ciudad sube por la ladera del Gerizim hasta la base del rocoso muro. En Naplusa y en sus alrededores sigue viviendo una pequeña comunidad samaritana.

nom, SIRA

tip, RIOS
vet,
Cisterna o pozo a unos veinte estadios de Hebrón (Ant. 7:1, 5).
Abner fue traicioneramente llevado por Joab de Sira a Hebrón (2 S. 3:26).
Identific. plausible: 'Ayin Sârah, a unos 2,5 Km. al noroeste de Hebrón.

nom, SIRAC (Libro). Véase APÓCRIFOS.

nom, SIRACUSA
tip, CIUD
sit, a9, 85, 239
vet,
Célebre ciudad sobre la costa oriental de Sicilia. Fundada hacia el año 735 a.C. por gentes procedentes de Corinto y por dorios, acaudillados por Archias de Corinto. Pronto se hizo rica y poderosa.
Hacia el año 413 a.C., destruyó una flota ateniense de doscientas naves. En el año 212 a.C., los romanos se apoderaron de Siracusa.
La nave en la que viajaba el apóstol Pablo prisionero se detuvo tres días en esta ciudad (Hch. 28:12).

nom, SIRIA

tip, PAIS
ver, MARDIKH
sit, a9, 580, 283
vet,
(heb. «'Aram», gr. «Syria»).
País de Asia. Sus límites han variado según las diferentes circunstancias históricas. En la época del AT Siria comprendía la mayor parte de las regiones que en la antigüedad llevaban el nombre de Aram y Canaán. El nombre de Siria se da en ocasiones como sinónimo del antiguo término Aram, lo cual es inexacto, porque Siria tiene un sentido más extenso. Abreviación del término Asiria, el término Siria se hizo común después de las conquistas de Alejandro Magno. Herodoto confunde Asiria con Siria, en tanto que para los hebreos, Siria parecía comenzar en el límite norte de Palestina, llegando por el norte a los contrafuertes del Taurus, por el oeste al Mediterráneo, y al este probablemente al Khabur, un afluente del Éufrates, Se distinguía:
(a) La Siria de Damasco (2 S. 8:5-6).
(b) La Siria de Soba.
(c) La de Bet-rehob (2 S. 10:6-8).
(d) Aram-naharaim, o «Mesopotamia» (Gn. 24:10).
Se mencionan sirios de más allá del Éufrates (2 S. 10:16-19). Los autores gr. empleaban el término Siria de una manera aún más extensa de la que los hebreos usaban el término Aram. En la LXX y en el NT se distingue entre Siria y Fenicia por una parte, y Samaria, Judea e Idumea por la otra. En un sentido restringido, que es el que se emplea en este artículo, el territorio de Siria medía unos 500 Km. de norte a sur, y oscilaba entre 80 y 240 Km. de anchura.
El país es montañoso en general. Al oeste, dos cadenas de montañas, cercanas entre sí, corren paralelas a la costa desde la región de Tiro hasta Antioquía. Son el Líbano y el Antilíbano, que se unen cerca de Antioquía a la cadena del Amanus, que a su vez conecta con los montes Taurus. Con la región de Damasco, la zona más fértil de Siria es el largo valle de 360 Km. situado entre el Líbano y el Antilíbano, la Celesiria (o Siria cóncava). La zona montañosa del norte es asimismo feraz, pero el suelo de las llanuras alrededor de Alepo es pobre. Al este, el desierto de Siria forma una meseta difícil de cruzar, y que no ha sido explorada de manera exhaustiva por el hombre. Su oasis más destacado es el de Palmira. Los principales cursos de agua son el Orontes, el Litani, el Barada, que pasa por Damasco, el Koweik, por Alepo, y el Sakhur, afluente del Éufrates.

Historia.
Los primeros ocupantes del país parecen haber sido de origen camita (Gn. 10:6, 15-18); siendo aún en gran parte nómadas, afluyeron allí semitas provenientes del sureste. Por aquella época, la única ciudad mencionada en la Biblia es Damasco (Gn. 14:15; 15:2); a continuación aparece el nombre de Hamat (Nm. 13:21; 34:8). Sin embargo, las excavaciones arqueológicas recientes arrojan mucha luz sobre este período de la historia de Siria, con el establecimiento de la existencia de un imperio comercial y político centrado en Ebla, y ya floreciente siglos antes de Abraham (véase MARDIKH [TELL]). En base a estos descubrimientos, se ha podido documentar la existencia, ya entonces, de Biblos, Asdod, Jafa, Aco, Sidón, Beirut, Alalakh y Homs, entre otras.
Israel entró por primera vez en conflicto con los sirios en la época de David, que venció a Hadad-ezer, rey de Soba, a los sirios de Damasco (2 S. 8:3-13), los de Bet-rehob (2 S. 10:6), así como los venidos de allende del Éufrates (2 S. 10:16-19). Salomón mantuvo este dominio de Israel hasta el Éufrates (1 R. 4:21; cfr. Gn. 15:18), a excepción de Damasco, estado independiente regido por Rezón (1 R. 11:23-25). Después de la separación de Israel y de Judá, los reyes de Siria establecidos en Damasco (Ben-adad, Hazael, Ben-adad II, Rezín) guerrearon frecuentemente contra los soberanos del reino del norte (Acab, Joram, Jehú, Joacaz, Joás, Jeroboam II). En la época de Acaz, rey de Judá, el rey de Siria Rezín le arrebató Elat y atacó Jerusalén, aliado con Peka, rey de Israel. Acaz llamó en su ayuda a Tiglat-pileser, rey de Asiria; éste atacó Damasco, tomándola, dando muerte a Rezín, y llevando a sus moradores al cautiverio (2 R. 16:5-9).
Siria quedó desde entonces anexionada al imperio asirio; pasó después a manos de los babilonios, y después de los persas. En el año 333 a.C. se sometió sin lucha a Alejandro. A la muerte de este último, Siria se vio por primera vez encabezando un gran reino. Entre los generales de Alejandro que se repartieron el imperio en el año 321 a.C., Seleuco Nicátor recibió Mesopotamia y Siria. Desde el punto de vista comercial y militar, Siria resultaba la provincia más importante del nuevo Estado, cuya capital era Babilonia. Pronto se hizo evidente que el Asia occidental debería tener su propio gobierno, más conforme con la mentalidad helénica que el sistema político de los orientales. Hacia el año 300 a.C., Seleuco Nicátor I construyó Antioquía, de la que hizo su capital (cfr. 1 Mac. 3:37). Su reinado fue brillante; pero después de él, los adversarios del reinado de los Seléucidas fueron cercenando poco a poco sus territorios. Al final del siglo II a.C., todo este reino estaba limitado a la Siria propiamente dicha. La conquista romana, en el año 64 a.C., transformó este Estado en provincia de Siria, que administró un gobernador romano residente en Antioquía. El nombre de Siria sólo se aplicaba entonces a esta provincia, que englobaba la región situada al oeste del Éufrates, los montes Taurus, y hasta los confines de Egipto. Desde la época de Augusto, Siria fue gobernada por un legado nombrado por el emperador. En el año 70 d.C., los romanos separaron Siria de Judea, que vino a ser una provincia distinta, administrada por un legado imperial.
Poco antes, en el año 47 d.C., empezó la penetración del Evangelio en Siria, al principio por medio de aquellos que habían sido dispersados por la persecución sobrevenida tras la muerte de Esteban (Hch. 11:19-24), y después por los esfuerzos del apóstol Pablo (Gá. 1:21). Antioquía, la capital de Siria, vino a ser pronto la sede de un obispado, que pasó pronto a ser reconocido como uno de los patriarcas de la Iglesia de Oriente.

nom, SIRÍACAS (Versiones). Véase TEXTO Y VERSIONES CLÁSICAS DE LA BIBLIA.

nom, SIRIÓN

tip, MONT
sit, a1, 575, 48
vet,
= «coraza», «cota de mallas».
Nombre que los sidonios daban al Hermón (Dt. 3:9; Sal. 29:6).

nom, SIROFENICIA

vet,
Se distinguía entre los fenicios de Siria y los fenicios de Libia, estos últimos originarios de África del norte (Mr. 7:26; cfr. Mt. 15:22, donde la mujer recibe el apelativo de cananea).
Hacia el fin del siglo II d.C., la provincia de Siria fue dividida entre la Gran Siria y la Siria fenicia.

nom, SIRTE

vet,
Se trata de la Grande y Pequeña Sirte, dos bancos de arena que se desplazan, muy temidos por la tripulación de la nave de Pablo (Hch. 27:17) y por los navegantes de la antigüedad.
La Gran Sirte recibe en nuestros días el nombre de golfo de Sidra, y ocupa el sureste de la hendidura africana frente a Sicilia.
La Pequeña Sirte, actualmente el golfo de Gabes, forma el suroeste de esta hendidura.
La Gran Sirte penetra más de 200 Km. al interior de África. Su golfo mide 425 Km. entre el cabo de Misrata y la meseta de Barka (Cirenaica); es poco profundo y lleno de arenas en movimiento.
La Pequeña Sirte no se adentra tanto al interior. De norte a sur, del archipiélago de Kerkenna a la isla de Yerba, el golfo tiene 110 Km. Las ráfagas de viento y sus olas de aguas someras hacen de este golfo un lugar peligroso para la navegación.

nom, SIS

vet,
= «objeto brillante».
Subida que siguieron los moabitas y amonitas para llegar de En-gadi a los desiertos de Jeruel y de Tecoa (2 Cr. 20:16; cfr. vv. 2, 20). Identificada en general con el wadi Hasãsa, que va desde la ribera occidental del mar Muerto, al norte de En-gadi, hasta la meseta de Judá.

nom, SISAC. Véase FARAÓN, c.

nom, SÍSARA

tip, BIOG HOMB HOAT
ver, JAEL
vet,
General de un ejército cananeo, que ocupó el norte de Israel. Vencido en el río Cisón, Sísara huyó más hacia el norte, probablemente a fin de reunirse con el caudillo de la coalición cananea. Intentó refugiarse en el campamento de Heber el ceneo, que no estaba en guerra con los cananeos. Jael, esposa de Heber, invitó a Sísara a entrar en su tienda, y le dio muerte mientras dormía (Jue. 4:5; 1 S. 12:9; Sal. 83:10). (Véase JAEL.)
Los netineos, llamados «hijos de Sísara», descendían probablemente de prisioneros capturados entonces (Esd. 2:53; Neh. 7:55).

nom, SITIM

tip, LUGA
ver, CAMPAMENTO, DEUTERONOMIO
vet,
= «acacias».
(a) Importante campamento israelita en los campos de Moab, al este del Jordán, frente a Jericó (Nm. 22:1; 25:1). Después de la derrota de Sehón y de Og, los israelitas transportaron el campamento del Pisga a los montes Abarim. Levantaron sus tiendas en Sitim (Nm. 21:20; 22:1; 33:47, 48), sobre una meseta, entre los bosques de acacias, en el lugar más elevado de las tres terrazas que en este lugar bordean el valle del Jordán. El campamento se extendía desde Bet-jesimot hasta Abel-sitim (Nm. 33:49; cfr. 23:28), sobre más de 5 Km. Estaba dispuesto de una manera ordenada, siguiendo el plan establecido para cada tribu (Nm. 24:2, 5, 6). (Véase CAMPAMENTO.)
Sucedieron importantes acontecimientos durante la estancia en Sitim. Balaam intentó maldecir al pueblo, sin conseguirlo (Nm. 22-24). Sin embargo, consiguió que el pueblo pecara lanzándose al desenfreno con las hijas de Moab y de Madián en Baal-peor. Una plaga cayó sobre los culpables (Nm. 25). Allí tuvo lugar el segundo censo (Nm. 26). Allí promulgó Moisés las leyes acerca de la herencia de las hijas (Nm. 27:1-11). Fue también en Sitim que designó públicamente a Josué como su sucesor (Nm. 27:12-23) y promulgó las normas relativas a los sacrificios y a los votos (Nm. 28-30). En este lugar, Dios ordenó a los israelitas que atacaran a las cinco tribus madianitas vecinas que habían seducido al pueblo a orgías idolátricas, en Baal-peor (Nm. 31). Rubén y Gad recibieron en Sitim el territorio que deseaban poseer al este del Jordán (Nm. 32). Allí fue donde Moisés exhortó nuevamente a los israelitas a que echaran de la tierra a los cananeos, a que derribaran sus altares y sus ídolos. Determinó las fronteras, y designó a los jefes encargados de repartir el país entre las tribus. Ordenó asignar ciudades a los levitas y elegir entre ellas seis ciudades de refugio para los homicidas involuntarios (Nm. 33:50-35). Además, Moisés estipuló que las herederas debían casarse con un hombre de su propia tribu (Nm. 36). El gran legislador se despidió aquí del pueblo (véase DEUTERONOMIO). Josué fue solemnemente investido para sus funciones, y después Moisés ascendió al monte Nebo, donde murió. Después de la muerte del caudillo, Josué hizo salir de Sitim a dos espías para que exploraran la situación en Jericó (Jos. 2). Una vez finalizada la misión de ellos, ordenó levantar el campamento y dirigió el cruce del Jordán (Jos. 3)
(b) Valle árido donde sólo crecen acacias (shittim, Jl. 3:18). Si el profeta tiene a la vista un valle concreto podría ser el wadi Cedrón Bajo el nombre de wadi el-Jõz, comienza ligeramente al noroeste de Jerusalén, gira hacia el este de la ciudad, al separarlo del monte de los Olivos, constituyendo a continuación una profunda garganta rocosa (wadi en-Nãr), dirigiéndose al sureste hacia el mar Muerto, donde desemboca a unos 16 Km. de su extremo septentrional. Si no es el wadi Cedrón, el Sitim de Jl. 3:18 sería una alusión al Arabá de los alrededores del mar Muerto (cfr. Ez. 47:1-12).

nom, SIVÁN

tip, CALE
ver, TIEMPO
vet,
(heb. «sîwãn», del ac. «sîmãnu»).
El tercer mes del año babilónico y judío (Est. 8:9); iba desde la luna nueva de mayo hasta la de junio (véase TIEMPO).

nom, SO. Véase FARAÓN, d.

nom, SOBA

tip, LUGA ARQU
ver, SALOMÓN
sit, a4, 231, 114
vet,
Principado situado entre el Éufrates y el Orontes, en el Antilíbano.
Sus reyes fueron vencidos por Saúl y David (2 S. 10:6, 8).
Los descubrimientos arqueológicos han permitido situar Soba al norte de Damasco, comprobándose además la historicidad de 1 R. 3-11, que relatan el poderío y la gloria de Salomón. (Véase SALOMÓN.)

nom, SOBAC

tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
= «el que vierte».
General del ejército de Hadad-ezer, rey de Soba (2 S. 10:16).
En 1 Cr. 19:16, 18 recibe el nombre de Sofac.

nom, SOBERBIA

ver, HUMILDAD
vet,
(Iat. «superbia»).
Un deseo y pretensión de superioridad sobre los demás, junto con un rechazo de sometimiento a Dios; pretensión de autosuficiencia y autoexaltación. Es un estado opuesto al de la humildad (véase HUMILDAD). El soberbio no reconoce su dependencia como criatura de su Creador, ni la mutua dependencia con sus semejantes.
Fue el pecado de Satanás (Ez. 28; cfr. Is. 14:1-23). Fue el móvil que llevó al pecado de desobediencia en Edén (Gn. 3:1-6). Es el móvil en el hombre caído, llevándolo a una constante lucha de emulación para alcanzar la superioridad y dominio sobre sus semejantes. El cristiano no deja de ser susceptible a este pecado (1 Ti. 3:6) y es exhortado contra tan perverso estado de mente (2 Co. 12:20; Tit. 1:7; Stg. 4:6, 16; 1 P. 5:5).
La soberbia es el ideal del hombre pagano, que marcha en busca del superhombre, idealizando la fuerza, la agresividad y la mutua competencia, desdeñando la compasión y la ayuda a los débiles como contraproducente para lo que considera como el avance hacia su «hombre nuevo».
La soberbia es un estado peculiarmente aborrecido por Dios (Lv. 26:19; Nm. 15:30; Sal. 31:23; Pr. 16:18; Is. 2:11, 17; Ez. 7:24; Dn. 4:37; etc.) y conduce al más desastroso de los fines (Pr. 15:25; Mal. 4:1).

nom, SOBI

tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
Amonita hijo de Nahas; habitante de Rabá. Sobi llevó provisiones a David cuando estaba huyendo de Absalón (2 S. 17:27-29).

nom, SOCO

tip, CIUD
sit, a2, 248, 183
vet,
= «espina», «seto espinoso».
(a) Ciudad de la Sefela (país bajo) de Judá (Jos. 15:35). Soco se hallaba en la linde accidentada del valle de Ela; aislado del resto de la cresta, era de fácil defensa. Los filisteos plantaron sus reales entre Soco y Azeca, justo antes que Goliat se presentara como campeón de ellos (1 S. 17:1). Roboam reconstruyó Soco, fortaleciendo sus defensas (2 Cr. 11:7). En la época de Acaz, los filisteos se apoderaron de la ciudad y de los pueblos que dependían de ella (2 Cr. 28:18). Robinson ha identificado Soco con Khirbet Shuweikeh, a 21 Km. al oeste-suroeste de Belén.
(b) Ciudad del territorio accidentado de Judá (Jos. 15:48). Se ha identificado con otro lugar también denominado Khirbet Shuweikeh, a 16 Km. al sur-suroeste de Hebrón. Un problema irresuelto es cuál de estas dos es la que figura en 1 R. 4:10 y 1 Cr. 4:18.

nom, SODOMA

tip, CIUD TIPO ARQU
ver, MARDIKH
sit, a3, 433, 436
vet,
Una de las cinco ciudades de la llanura del Jordán (Gn. 13:10). Lot, separándose de Abraham, decidió establecerse en Sodoma, a pesar de la pésima reputación de esta ciudad (Gn. 13:11-13). Quedorlaomer saqueó Sodoma (Gn. 14:11), llevándose cautivo a Lot junto con los suyos. Abraham los libró y recuperó sus bienes (Gn. 14:21-24). Más tarde, Dios destruyó Sodoma y al menos otras tres ciudades de la llanura, a causa de su perversidad. El juicio divino consumió a Sodoma bajo una lluvia de azufre y fuego que indudablemente inflamaron los muchos pozos de asfalto de aquel valle. Lot y sus dos hijas escaparon al cataclismo (Gn. 19:1-29; Dt. 29:23; Is. 1:9, 10; 3:9; 13:19; Jer. 49:18; 50:40; Lm. 4:6; Ez. 16:46-56; Am. 4:11; Sof. 2:9; Mt. 10:15; 11:24; Lc. 10:12; 17:29; Ro. 9:29; 2 P. 2:6; Jud. 7). En Apocalipsis se designa alegóricamente a la gran ciudad pecadora por los nombres de Sodoma y Egipto.
El emplazamiento preciso de Sodoma no ha podido ser determinando. Hay dos argumentos que pueden hacer suponer que esta ciudad estaba en el extremo septentrional de la llanura:
(a) Desde un lugar cercano a Bet-el, Abraham y Lot pudieron contemplar toda la llanura del Jordán (Gn. 13:3, cfr. v. 10). Sin embargo, se debe tener precaución con el término «toda» en este pasaje.
(b) Quedorlaomer, que provenía del sur, venció a los amorreos de Hazezón-tamar, esto es, En-gadi, antes de enfrentarse con el rey de Sodoma y sus aliados (Gn. 14:7, 8), lo que parecería indicar que se encontraron entre En-gadi y el extremo septentrional del mar.
Pero hay sólidos argumentos que llevan a suponer más bien que Sodoma se hallaba al sur del mar Muerto. Por una parte, el betún o asfalto sólo abunda en el extremo sur del mar (cfr. Gn. 14:10). Además, hay la mención que hace Josefo de que una de las ciudades, Zoar, se hallaba en el extremo meridional del mar (Guerras 4:8, 4).
W. F. Albright, junto con otros brillantes eruditos, ha difundido la tesis de que las cinco ciudades podrían estar sepultadas bajo las aguas del golfo meridional, que tenían una profundidad de entre 60 cm. y 6 m. Sin embargo, debido a las desviaciones de agua del Jordán con propósitos agrícolas, y a la disminución del aporte al mar Muerto, una gran parte de la cuenca meridional quedó a descubierto en 1979, lo que posibilitó su exploración. El resultado negativo del examen de esta zona se une, sin embargo, con el positivo de las exploraciones de Bab edh-Dhra, Numeira, Safi, Feifa y Khanazir, que se hallan en la linde oriental de la llanura de Lisán y del Ghor. Aunque sólo se han hecho excavaciones de los dos primeros yacimientos (1975-1979), de ellas, y de los exámenes de los tres últimos lugares, los arqueólogos Rast y Schaub han llegado a conseguir datos fiables y sólidos para su identificación con las cinco ciudades de la llanura (cfr. «Have Sodom and Gomorrah been found», en Biblical Archaeology Review, sept./oct. 1980, vol. VI, nº 5, PP. 26-36). Todas estas ciudades presentan evidencias de haber acabado en una fiera conflagración. Toda la evidencia excavada y de campo concuerda con el relato bíblico, confirmando de manera independiente que hacia la mitad del siglo XXI a.C. un gran cataclismo asoló todo el país (Gn. 19:28).
Todo el valle se halla sobre la gran falla que sigue el curso del Jordán, el mar Muerto y el Arabá. En esta región, siempre sometida a temblores de tierra, es indudable que los fenómenos geológicos contribuyeron a la destrucción de las ciudades, aunque la Biblia sólo menciona la acción divina desencadenante. La sal y el azufre, abundantes en estado libre, aparentemente mezcladas en el curso de una gran convulsión de la tierra, provocaron una violenta explosión; proyectadas incandescentes al aire, llovieron literalmente sobre la llanura en una lluvia de fuego y de azufre (Gn. 19:24, 28). El relato de la mujer de Lot transformada en estatua de sal ha sido frecuentemente relacionado con una gran colina de sal de una longitud de 8 Km. que va de norte a sur por el extremo suroeste del mar Muerto. En la época del NT todavía se podían ver ruinas de ciudades destruidas (Tácito, Historia, 5:7; Josefo, Guerras 4:4).
Recientemente se han hallado menciones de las cinco ciudades de la llanura en antiguos registros comerciales guardados en los archivos del imperio de Ebla (véase MARDIKH [TELL]). En estas tabletas comerciales, los nombres de las ciudades de la llanura se hallan en el mismo orden que en Gn. 14:2.
Sodoma es considerada como ciudad símbolo de iniquidad, culpable de un desenfreno en repugnantes pecados contra natura (Jud. 7). Isaías llama a los príncipes de Judá «príncipes de Sodoma» (Is. 1:10; cfr. Ez. 16:46-56; Ap. 11:8). El Señor, para mostrar la inmensa maldad de rechazarle a Él después de haber oído Sus palabras llenas de gracia y de haber visto Sus poderosas obras, declaró que sería más tolerable en el día del Juicio el castigo aplicado a Sodoma que el de las ciudades que le habían rechazado (Lc. 10:12). La destrucción de Sodoma y Gomorra, tanto en lo repentino del acontecimiento como en su globalidad, es expuesta como advertencia a los pecadores de los juicios venideros (Lc. 17:29; Jud. 7).

nom, SOFONÍAS

tip, BIOG SACE PROF HOMB HOAT
vet,
(heb. «Sephania»: «Jehová ha escondido, protegido»).
(a) Levita coatita, de la casa de Izhar (1 Cr. 6:36, 38).
(b) Sacerdote hijo de Maasías. Uno de los que transmitieron mensajes de Sedequías a Jeremías (Jer. 21:1; 37:3). Sofonías mostró a Jeremías las cartas de Semaías, falso profeta que residía en Babilonia, esforzándose en procurar el castigo de Jeremías, porque éste recomendaba el sometimiento a los caldeos (Jer. 29:2-32). Sofonías, encargado de la guardia del Templo, era el segundo en eminencia después del sumo sacerdote Seraías. Sofonías fue ejecutado en Ribla después de la caída de Jerusalén (2 R. 25:18-21; Jer. 52:24-27).
(c) Israelita cuyo hijo, llamado Josías, vivió en la época de Zorobabel y del profeta Zacarías (Zac. 6:10, 14)
(d) El profeta Sofonías. Su linaje es indicado hasta Ezequías, de quien es la cuarta generación (Sof. 1:1). Se trata probablemente del rey Ezequías, rey de Judá. Los argumentos que apoyan esta suposición son:
(A) En contraste con los otros profetas, que no mencionan más que a su padre, Sofonías se remonta hasta la cuarta generación.
(B) La tradición rabínica afirma que Sofonías descendía efectivamente del rey Ezequías.
(C) La evidencia interna del libro de Sofonías muestra que el profeta conocía bien la corte y la aristocracia judías. Sofonías vivió bajo el reinado de Josías, con quien estaba asimismo emparentado, y a quien ayudó durante la reforma que tenía como propósito la restauración del culto a Jehová (2 Cr. 34:3-8; Sof. 1:1).

nom, SOFONÍAS (Libro)

tip, LIBR LIAT
vet,
El noveno de los Profetas Menores. La época indicada por Sof. 1:1 está confirmada por los siguientes hechos:
Gat no figura en la lista de las ciudades filisteas enumeradas (Sof. 2:4).
Nínive no ha sido aún destruida (Sof. 2:13).
No se hace alusión a los caldeos.
(a) Mensaje esencial del libro: Dios juzgará el mundo entero.
Divisiones:
(A) El castigo universal será tan terrible como el Diluvio (Sof. 1:2, 3). La idolatría y apostasía desaparecerán de Jerusalén (Sof. 1:4, 6). El juicio de Jehová azotará el país de Judá (Sof. 1:7-13). En aquel gran día Jehová castigará a todos los hombres inicuos (Sof. 14-18). Este último pasaje es el que inspiró el célebre himno latino «Dies, irae, dies illa», usado para el canto en misa de difuntos.
(B) Llamamiento al arrepentimiento, único camino a la salvación (Sof. 2:1, 2). Los humildes, los que temen a Dios, son exhortados a buscar la liberación en Jehová (Sof. 2:3). Él castigará la iniquidad de las otras naciones (Sof. 2:4-15). Jerusalén rehúsa arrepentirse, por lo que no escapará, el Señor, que mora en ella, es justo (Sof. 3:1-8).
(C) Bendiciones después de los juicios. Las naciones invocarán a Jehová (Sof. 3:9-10). El residuo de Israel pondrá en Él su confianza y será santo (Sof. 3:11-13). El Señor reinará, dará abundante bendición a Su pueblo (Sof. 3:14-18) entonces reunido y hecho objeto de alabanza en medio de las naciones (Sof. 3:19, 20).
(b) Fecha.
El profeta ejerció su ministerio durante la primera parte del reinado de Josías (640-608 a.C.), indudablemente antes de la gran reforma del año 621 a.C. (2 Cr. 34:8; 35:19). Esto queda confirmado por las alusiones a la presencia de culto idolátrico (Sof. 1:4) y a Asiria (Sof. 2:13). El enemigo del que habla Sofonías pudieran ser los escitas, que, según Herodoto, invadieron en esta época parte de Asia y de la costa del Mediterráneo, a no ser que el profeta tuviera ante sí la futura conquista devastadora de Nabucodonosor. Su libro puede situarse entre el año 626 y 621 a.C.

nom, SOHM

tip, LUGA
vet,
= «centinelas».
Campo en la cumbre del Pisga, de donde Balaam pudo ver una parte del campamento de los israelitas en Sitim (Nm. 23:14). Conder sitúa este lugar en Tal'at es-Sufa, en el valle que separa de Luhith el punto suroriental del Pisga.
nom, SOL
tip, ELEM ARQU
fot, dib00036, dib00283
ver, DIVINIDADES PAGANAS, EGIPTO, QUMRÁN, JOSUÉ (Libro), RELOJ DE SOL
vet,
Astro del día. Dios lo creó (Gn. 1:16; Sal. 74:16; 136:8), lo mantiene y lo dirige (Jer. 31:35; Mt. 5:45; Sal. 104:19). La vegetación crece, pero también se deseca bajo el calor del sol (Dt. 33:14; 2 S. 23:4; Jon. 4:8).
La Biblia dice que el sol se levanta, se pone, recorre el camino en su curso en los cielos (Sal. 19:4-6). Estas expresiones siguen siendo usadas en la actualidad. Se ha querido mostrar como argumento en contra de las Escrituras, que presenten al sol como moviéndose en relación con la tierra. Sin embargo, esta postura es, desde el terreno de la misma cosmología, insostenible. En base a la mecánica, todos los movimientos del universo son mutuamente relativos, y el punto de referencia que se tome como fijo para medir los movimientos de todos los demás objetos con respecto a este punto es totalmente arbitrario desde el punto de vista de la física. Ello se debe al fracaso en el intento de llegar a probar un espacio newtoniano absoluto y, por ende, un movimiento absoluto con respecto a este espacio. Las modernas concepciones de la Relatividad también asumen la arbitrariedad de la elección del punto de reposo, con respecto al cual se pueden derivar entonces las ecuaciones de los movimientos de los demás objetos. Así, se puede tomar la tierra, como el sol, como la luna, como cualquier objeto celeste, desde un punto de vista físico-cosmológico, como centro de movimientos de todo el universo, siendo cada uno de estos puntos, en palabras de Sir Fred Hoyle, «ni mejor ni peor que los demás».
Las Escrituras comparan la muerte prematura, la repentina pérdida de los bienes, con el ponerse del sol a mediodía (Jer. 15:9; Am. 8:9; Mi. 3:6). Los pueblos paganos contemporáneos de los hebreos adoraban al sol, en particular los babilonios en Sippar y en Larsa (o Samas) y los egipcios bajo la advocación de Ra, en On (cfr. Bet-semes, «casa del sol», o Heliópolis, «ciudad del sol», otros nombres dados a On, Jer. 43:13; Gn. 41:45). (Véanse DIVINIDADES PAGANAS, EGIPTO, d.) Los profetas pusieron a los israelitas en guardia contra todas estas formas de paganismo, pero el culto solar ganó, sin embargo, adeptos entre ellos (cfr. QUMRÁN [MANUSCRITOS DE], f). Los israelitas apóstatas erigieron altares al ejército de los cielos (2 R. 21:5), ofrecían sahumerios al sol, le dedicaban caballos (2 R. 23:5, 11; cfr. el culto persa, Herodoto 1:189; 7:54). Los idólatras enviaban besos a los astros, lanzándolos con la mano (Jb. 31:26-27).
Para la detención del sol sobre Gabaón, véase JOSUÉ (LIBRO DE); véase también RELOJ DE SOL.
El término heb. «hammãnîm» ha sido traducido «imágenes» (o columnas, estelas) consagradas al sol (Lv. 26:30; 2 Cr. 14:5; 34:4; 7; Is. 17:8; 27:9; Ez. 6:4, 6). Pero en Palmira se ha descubierto un altar que llevaba un nombre relacionado con el heb. «hammãnîm». Así, las «imágenes» o «columnas» dedicadas al sol pudieron más bien ser altares donde se le quemaba incienso (cfr. Os. 4:13). En Meguido se hallaron altares similares, anteriores al siglo X a.C., y que se usaban para el culto a Baal.

nom, SOLANO. Véase VIENTO.

nom, SOMER

tip, BIOG MUJE MUAT
vet,
(a) Descendiente de Aser e hija de Heber (1 Cr. 7:32).
(b) Moabita, madre de uno de los asesinos del rey Joás (2 R. 12:21), y que recibe el nombre de Simrit en 2 Cr. 24:25, 26.

nom, SOMORMUJO

tip, FAUN LEYE AVES
vet,
(heb. «Shalak», «zambullidor»)
Ave inmunda (Lv. 11:17; Dt. 14:17).
Se trata probablemente del cormorán común, «Phalcacrocorax carbo», gran ave de la familia de los pelicánidos, pero sin la bolsa de membrana bajo la mandíbula inferior. El cormorán común está muy extendido: vive en Palestina, en la costa del Mediterráneo, y en el mar de Galilea. Su apetito es proverbial. Tristram describe al cormorán emboscado sobre un tronco junto a la desembocadura del Jordán: esta ave atrapa el pez que queda paralizado por las aguas extremadamente saladas del mar Muerto. Otra especie, el «phalcacrocorax pigmaens», cormorán pigmeo, se halla en poca cantidad a lo largo de los ríos palestinos que corren hacia el Mediterráneo.

nom, SÓPATER

tip, BIOG HOMB HONT
vet,
Abrev. de SOSÍPATER
= «salvador de su padre».
Cristiano de Berea, que con otros discípulos acompañó a Pablo desde Grecia hasta Asia, cuando el apóstol volvía de su tercer viaje misionero (Hch. 20:6). Hijo de Pirro.

nom, SOREC

tip, VALL
sit, a3, 178, 103
vet,
= «vid escogida».
Valle en el que vivía Dalila (Jue. 16:4). Es el actual wadi es-Sarãr. Empieza a unos 21 Km. al Oeste de Jerusalén, ligeramente al sur, y sigue un curso sinuoso hacia el noroeste. Su río desemboca en el Mediterráneo a unos 13 Km. al sur de Jafa.
Unas ruinas, que siguen llevando el nombre de Sûrîk, se hallan al norte del valle, a poco más de 3 Km. de Zora, el pueblo natal de Sansón.

nom, SORTILEGIO

tip, LEYE DIAB DOCT
ver, ADIVINACIÓN
vet,
Sortilegio, «nachash», «un murmurador».
Esto parece referirse a los cánticos o a los encantamientos murmurados como un preliminar para obtener la respuesta de los espíritus que deseaban consultar. Ésta es una de las formas a las que recurrió Manasés (2 R. 21:6).
Ver ADIVINACIÓN.

nom, SOSÍPATER. Véase SÓPATER.

nom, SÓSTENES

tip, BIOG HOMB HONT
vet,
= «de toda fuerza».
Principal de la sinagoga de Corinto durante la estancia de Pablo en aquella ciudad. Habiéndose desencadenado una algarada a causa de la predicación del apóstol Pablo, el populacho golpeó a Sóstenes ante el tribunal de Galión.
El encabezamiento de 1 Co. 1:1 asocia a Pablo a uno llamado Sóstenes, que podría ser la misma persona, convertido en cristiano.

nom, SÚA

tip, BIOG MUJE MUAT HOMB HOAT
vet,
= «depresión».
(a) Hijo de Abraham y de Cetura (Gn. 25:2). La tribu llamada Súa, surgida de él, es indudablemente la que se estableció cerca del país de Uz (cfr. Bildad suhita, Jb. 2:11). Identificación probable: Un distrito llamado Súa, as. «Suhu», al oeste del Éufrates y cerca de las desembocaduras del Balikh y del Khabur.
(b) Cananeo cuya hija tomó Judá por mujer; ella fue madre de Er, Onán y Sela (Gn. 38:2, 12; 1 Cr. 2:3).
(c) Descendiente de Aser, hija de Heber (1 Cr. 7:32).

nom, SUAL

tip, LUGA
vet,
Distrito cercano a Ofra (1 S. 13:17), al norte de Micmas.

nom, SUCOT

tip, LUGA
ver, PITÓN, PEREGRINACIÓN POR EL DESIERTO, RAMESÉS
vet,
= «cabañas» o «tabernáculos».
(a) Lugar al este del Jordán (Jue. 8:4, 5). Al volver de Mesopotamia, Jacob, una vez pasado el Jaboc (Gn. 32:22), construyó una casa en este lugar, y cabañas para sus ganados. Por esta razón dio a este sitio el nombre de Sucot (cabañas) (Gn. 33:17). A continuación, Jacob se dirigió a Siquem (Gn. 33:18).
Sucot se hallaba en el valle del Jordán, cerca de Saretán (1 R. 7:46; Sal. 60:6; 108:7). Fue asignado a la tribu de Gad (Jos. 13:27). En tiempos de Gedeón era una ciudad importante, gobernada por setenta y siete ancianos, que rehusaron dar pan a Gedeón y a sus hombres cuando perseguían a Zeba y a Zalmuna, reyes de Madián. Cuando Gedeón hubo conseguido la victoria, castigó a estos ancianos de Sucot (Jue. 8:5-16). Su emplazamiento está en Tell Ahsãs, a unos 2 Km. al norte del Nahr ez-Zerkã (el Jaboc) y a 14 Km. al noreste de Dãmiyeh. Éste es el lugar que el Talmud identifica con Sucot.
(b) El primer campamento de los israelitas después de Ramesés (Éx. 12:37; 13:20; Nm. 33:5, 6). Identificado en ocasiones con Thuku, ciudad abierta que rodeaba los edificios sagrados de Pitón; más recientemente se identifica con Tell el-Maskhûtah. (Véanse PITÓN, PEREGRINACIÓN POR EL DESIERTO, RAMESÉS.)

nom, SUDARIO

tip, COST
vet,
Es traducción del gr. «soudarion», y denota un lienzo ligero que se anudaba en la cabeza para recoger el sudor; también se usaba para cubrir los rostros de los muertos (Jn. 11:44; 20:7). Se traduce también «pañuelo» en Lc. 19:20, y «paño» (Hch. 19:12).

nom, SUDOR

vet,
El sudor aparece sobre el cuerpo como reacción para eliminar exceso de calor o de una energía consumida en un esfuerzo penoso, restableciendo su equilibrio térmico gracias al calor consumido en la evaporación del sudor. En medicina se conoce una forma especial de sudor, el sudor de sangre (hematidrosa, o diapedesis), en el que, a consecuencia de una emoción violenta o una gran excitación mental, los corpúsculos sanguíneos escapan de los vasos sanguíneos sin romperlos, y atraviesan los poros de la piel. Durante la agonía en Getsemaní, el sudor de Cristo caía a tierra en grandes gotas de sangre (Lc. 22:44). Ello ilustra Su honda ansiedad ante la terrible prueba que Él, santo y sin mancha, iba a sufrir, al ser hecho pecado y maldición por nosotros en la Cruz (2 Co. 5:21; Gá. 3:13).

nom, SUEÑO

ver, VISIONES
vet,
Ideas que se presentan mientras una persona está dormida; pueden clasificarse de la siguiente manera:
(a) sueños carentes de importancia espiritual (Jb. 20:8; Sal. 73:20; Is. 29:8).
(b) Sueños que Dios emplea para Sus propósitos. Al suscitarlos, Dios obra mediante las leyes de la mente, y puede usar causas secundarias. Estos sueños pueden influir en la vida espiritual de las personas.
El sueño de un madianita desmoralizó al enemigo y alentó a Gedeón, que lo llegó a conocer de una manera providencial (Jue. 7:13). También fue muy notable el sueño de la mujer de Pilato (Mt. 27:19). En la época moderna se han concedido también sueños providenciales. John Newton, inquieto por la salud de su alma, tuvo un sueño que le mostró el camino de la salvación.
Cuando la revelación no era aún completa Dios dio, en ocasiones, mediante sueños, instrucciones o mensajes proféticos a los suyos e incluso a personas que no lo conocían. Estos sueños parecen haber llevado consigo las marcas de su origen divino. Dios habló de esta manera:
a Abimelec (Gn. 20:3);
a Jacob (Gn. 28:12; 31:10);
a Labán (Gn. 31:24);
a José (Gn. 37:5, 9, 10, 20);
al copero y al panadero de Faraón (Gn. 40:5);
al mismo Faraón (Gn. 41:7, 15, 25, 26);
a Salomón (1 R. 3:5);
a Nabucodonosor (Dn. 2:1, 4, 36; 4:1, 2);
a Daniel (Dn. 7:1);
a José, el prometido de María (Mt. 1:20);
a los magos (Mt. 2:12).
El poder de interpretar de manera precisa los sueños proféticos fue otorgado a ciertos privilegiados:
A José (Gn. 41:16),
a Daniel (Dn. 2:25-28, 47).
Los sueños que contenían revelaciones eran sometidos a criterios que desvelaban su naturaleza. Si eran sueños inmorales, eran declarados falsos; el que, mediante sueños, tratara de apartar a Israel del culto a Jehová, debía ser muerto (Dt. 13:1-5; cfr. Jer. 23:25-32; 29:8; Zac. 10:2).
Los egipcios, asirlos y babilonios atribuían a los sueños una gran importancia, y había entre ellos profesionales dedicados a su interpretación (Gn. 41:8; Dn. 2:2, 7). Se conocen antiguos manuales que daban claves para el descifrado de los sueños. (Véase VISIONES.)

nom, SUERTES

ver, CANAÁN
vet,
Los antiguos, cuando se hallaban ante una incertidumbre, solían echar suertes para determinar una respuesta (Est. 3:7; Jon. 1:7; Mt. 27:35). Se ponían piedras, o tabletas grabadas, u objetos análogos, en un recipiente, que era a continuación movido, antes de retirar o echar los objetos de allí. Primero se ofrecía una oración, pidiéndose a Dios que revelara Su voluntad (Hch. 1:23-26; cfr. Ilíada 3:316, 325; 7:174-181).
Al comienzo de la historia del pueblo judío, a Dios le plugo manifestarse de esta manera. Hay en las Escrituras la importante declaración: «La suerte se echa en el regazo; mas de Jehová es la decisión de ella» (Pr. 16:33). El empleo de las suertes fue ordenado por Dios para la partición de Canaán entre las doce tribus (Nm. 26:56; Jos. 14:2; 18:6). (Véase CANAÁN.)
Saúl descubrió, echando la suerte, lo que Jonatán había hecho (1 S. 14:40-45). La distribución de los sacerdotes, etc., se hizo por suertes (1 Cr. 24:5). Los apóstoles echaron suertes para saber si José (de sobrenombre «el Justo») debía suceder a Judas Iscariote, o bien si debía ser Matías (Hch. 1:15-26). Cuando los apóstoles recibieron el Espíritu Santo, dejaron de usar este método.

nom, SULAMITA

vet,
Joven mujer mencionada en el Cantar de los Cantares (Cnt. 6:13). Este término parece derivarse del nombre de la ciudad de Sunem. En la LXX se traduce sounameitis, o sunamita. En la época de Eusebio, Sunem se llamaba Sulem; en nuestros días recibe el nombre de Sõlem o Sûlam. Es posible que la forma de sulamita haya sido preferida a la de sunamita a causa de su asonancia con Salomón, en heb. «Sh'lomoh». En tal caso, sería una especie de título, forma femenina de Salomón, más que un nombre propio.

nom, SUMER. Véanse BABILONIA, UR DE LOS CALDEOS.

nom, SUMERIO (Idioma)

tip, ABEC
vet,
Es de carácter aglutinativo, y totalmente diferente de la lengua semita de los babilonios en el norte de Mesopotamia. Este idioma, sin relación conocida con ningún otro, ha sido asignado al grupo inclasificable de lenguas turanias.
Su vocabulario ha sido, sin embargo, descifrado en gran parte mediante los silabarios y listas de nombres. En la actualidad se está preparando un diccionario sumerio, del que han ido saliendo diversos volúmenes, permaneciendo inconcluso hasta la fecha (1998). En la actualidad es Profesor Emérito y Conservador del Museo de Arqueología de la Universidad de Pennsylvania.Ref.: http://www.upenn.edu/museum/WhosWho/sections.html
Los sumerios son la primera civilización conocida en emplear el sistema de escritura cuneiforme, que sería más adelante adaptado por babilonios y asirlos a sus propios idiomas. En lengua sumeria se han descubierto multitud de tabletas, de Erec, Ur y otras ciudades, entre las que se hallan fragmentos de diccionarios bilingües, vocabularios e incluso ejercicios de estudiantes. También se halla entre estos textos el código legislativo más antiguo, el del rey Ur-Nammu, que fue el primer monarca de la tercera dinastía de Ur. También se hallan tabletas con fórmulas de ungüentos y jarabes para el tratamiento de enfermedades, un almanaque de agricultura y las primeras fábulas conocidas con intervención de animales, antiquísimas precursoras de las de Esopo.

Bibliografía:
«Sumer», en Biblical Archaeology Review, vol, X, n.0 5, sept./oct. 1984);
Kramer, S. N.: «History Begins at Sumer» (Doubleday, Garden City, N.Y., 1959).

nom, SUMO SACERDOTE

tip, SACE LEYE TIPO
ver, EXPIACIÓN, PROPICIATORIO, URIM, CAMPANILLAS, MITRA, HEBREOS, SACERDOTE, LEVÍTICO
vet,
SUMO SACERDOCIO.
El sumo sacerdote era el más alto dignatario religioso, representante de la nación ante el Señor. Aarón fue designado para este cargo después de la proclamación del pacto en el Sinaí y de la orden de construir el Tabernáculo (Éx. 27:21; 28). Al principio, Aarón había sido sólo el portavoz, el «profeta» de Moisés (Éx. 4:14-16; 7:1); cumplió la orden acerca del vaso de maná seguramente más tarde (Éx. 16:33-34); subió al Sinaí con sus hijos y los ancianos de Israel (Éx. 24:1, 9). Moisés, en este momento, era el único admitido ante la misma presencia de Dios, bien en el monte, bien en el tabernáculo de testimonio (Éx. 19:3, 19; 20:21; 24:12-18; 33:7-11; 40:35). Pero una vez que estuvo el tabernáculo levantado y listo para recibir los sacrificios se hizo necesario un sacerdocio permanente. Entonces fue consagrado Aarón, junto con sus hijos, purificado, ungido y revestido de las vestiduras sacerdotales (Lv. 8). Habiendo ofrecido los primeros sacrificios por sí mismo, por su casa y por Israel, Aarón bendijo solemnemente al pueblo (Lv. 9). El Señor expresó su aprobación manifestando Su gloria y consumiendo las ofrendas mediante fuego del cielo (Lv. 9:23-24).
El hecho de la asociación de los hijos de Aarón con su padre hacía prever que el cargo de este último se haría hereditario (Éx. 28:43). Eleazar, hijo de Aarón, vino efectivamente a sucederle (Nm. 20:25-26). A partir de entonces, el jefe legal de la casa de Aarón quedaba investido del sumo sacerdocio. En la casa de Aarón es posible que el derecho de sucesión fuera dado por el derecho de primogenitura, excepto si el derechohabiente quedaba descartado por una enfermedad o mutilación previstas por la Ley (Lv. 21:16-23). También, con frecuencia, las consideraciones teocrático-políticas tuvieron una gran influencia en la elección (1 R. 2:26, 27, 35). La tradición había fijado la edad del inicio de funciones en los 20 años; sin embargo, Aristóbulo accedió al sumo sacerdocio a los 17 años (Ant. 15:3, 3). Había leyes especiales que determinaban cuál había de ser la conducta del sumo sacerdote (Lv. 21:1-15).
(a) Función.
La función más importante del sumo sacerdote era hacer una vez al año expiación de todos los pecados del pueblo (véanse EXPIACIÓN, EXPIACIÓN [DÍA DE LA]). Portando la sangre expiatoria, protegido por la nube de perfume alrededor de él, atravesaba el velo que separaba el lugar Santo del Santísimo, y se ponía ante el propiciatorio (véase PROPICIATORIO). Hacía la expiación por sí mismo, por su casa, por el santuario y por todo el pueblo (Lv. 16:11-19). Después salía y confesaba sobre la cabeza del macho cabrío de escape todas las iniquidades de Israel, y el animal era conducido al desierto, llevando los pecados lejos de la presencia de Jehová (Lv. 16:20-22). En todo esto, Aarón actuaba como tipo de Cristo (véase al final de este artículo).
A cargo del sumo sacerdote estaba también la supervisión general del santuario, de los que ejercían el servicio, y del tesoro (2 R. 12:7 ss.; 22:4). Era él quien debía consultar a Dios por medio del Urim y del Tumim (Éx. 28:30; Nm. 27:21; Dt. 33:8). Además de ello, tenía el derecho de ejercer cualquier función sacerdotal. Solía ofrecer los sacrificios en día de sábado, de luna nueva y en las fiestas anuales (Guerras 5:5, 7). Presidía el sanedrín cuando este consejo debía debatir cuestiones religiosas (Mt. 26:57; Hch. 5:21).
(b) Sus vestiduras.
Además de la túnica de lino fino blanco, vestidura de todos los sacerdotes, tenía una vestimenta oficial formada por:
(A) El pectoral; cuadrado, hecho de oro, de hilo azul, púrpura, carmesí, y de lino fino retorcido; tenía cuatro hileras de tres piedras preciosas cada una, grabadas, llevando el nombre de cada tribu. El Urim y el Tumim se hallaban en el interior del pectoral (véase URIM).
(B) El efod, vestidura bordada con hilos de colores, y hecha del mismo tejido precioso que el pectoral. Sus dos piezas, que cubrían la espalda y el pecho, se unían en los hombros mediante dos piedras de ónice, llevando cada una de ellas los nombres de seis tribus. El efod, que llevaba el pectoral delante, se ceñía a la cintura con un cinto tejido con los mismos materiales.
(C) El manto del efod era más largo que el efod, y se llevaba debajo, todo azul, sin mangas, adornado en su orilla inferior con granadas de azul, púrpura, carmesí y lino torcido que alternaban con campanillas de oro puro (véase CAMPANILLAS).
(D) La mitra era un turbante de lino fino. En una época tardía había otro tocado blanco encima de este último, coronado todo ello por una triple corona de oro. Con un cordón azul se fijaba la placa de oro en la que iba grabada: SANTIDAD A JEHOVÁ (Éx. 28; cfr. Eclo. 45:8-13; Ant. 3:7, 1-6; 1 Mac. 10:20). (Véase MITRA).
El sumo sacerdote se revestía de esta vestimenta oficial para el cumplimiento de sus obligaciones particulares.
(c) Consagración.
Para la consagración del sumo sacerdote, entre otras ceremonias se echaba el aceite de la unción sobre su cabeza (Éx. 29:7; Lv. 8:12; Sal. 133:2); para caracterizarlo, se le llama «sacerdote ungido» (Lv. 4:3, 4, 16; 21:10; Nm. 35:25). La diferencia entre la consagración de los sumos sacerdotes y la de los sacerdotes ordinarios no está totalmente precisada (Éx. 29:21; Lv. 8:30); pero la tradición de los rabinos hace residir esta distinción en la cantidad de aceite que se empleaba. En tanto que se vertía abundantemente sobre la cabeza del sumo sacerdote, era vertido con moderación sobre la de un sacerdote ordinario. Al principio, la función del sumo sacerdote era vitalicia, pero Herodes, y después de él los romanos, celosos de la autoridad que podía otorgar un cargo de por vida, los designaban y destituían a voluntad.
(d) Tipología.
Aarón era el tipo de Jesús en su oficio como sumo sacerdote de la fe que profesamos (He. 3:1-3). Aarón, y sus sucesores, eran hombres pecadores, y se veían obligados a hacer primero expiación por sus propios pecados. Además, sólo podían ofrecer sacrificios de animales, incapaces de borrar los pecados. Finalmente, eran mortales, y su sacerdocio se veía constantemente interrumpido. En intenso contraste, Cristo es eterno a la manera de Melquisedec; absolutamente sin tacha, ofreció un solo sacrificio eficaz, viviendo desde entonces eternamente, de manera que Su sacerdocio intransmisible nos es suficiente para salvarnos perfectamente (He. 4:14-5:6; 7:21-8:6; 9:11-14; 10:11-14). Jesús, habiendo traspasado el velo y entrado en el mismo cielo con Su propia sangre, intercede ahora por nosotros ante el Padre. De allí volverá para darnos la bendición eterna (He. 9:24-28). (Véase HEBREOS (EPÍSTOLA A LOS].)
Para la expresión «principales sacerdotes», véase al final del artículo SACERDOTE.

Bibliografía:
Véanse las bibliografías bajo LEVÍTICO, HEBREOS, SACERDOCIO.
Véase también:
Saphir, A.: «Epistle to the Hebrews» (Kregel Pub., Grand Rapids, 1983);
Soltau, H. W.: «The Tabernacle, the Priesthood, and the Offerings» (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois).

nom, SUNEM

tip, CIUD
sit, a2, 380, 55
vet,
Ciudad de Taanac Canaán, del territorio de Isacar (Jos. 19:18). Se hallaba frente a Gilboa (1 S. 28:4). Los filisteos acamparon en Sunem antes de librar batalla contra Saúl. Su emplazamiento es Sõlem (que también recibe el nombre de Sûlam), sobre la ladera occidental de una colina, y a 5 Km. al nor-noreste del extremo occidental del monte Gilboa, a unos 26 Km. del Carmelo, a donde se dirigió la sunamita para encontrar a Eliseo (2 R. 4:25).

nom, SUPERSTICIÓN

ver, ADIVINACIÓN, IDOLATRÍA
vet,
(gr. «deisidaimonia»: «temer, o reverenciar a demonios», esto es, dioses paganos).
En la revisión 1909 aparece como adjetivo, «supersticioso» (Hch. 17:22), en la calificación que Pablo da a los atenienses; efectivamente, ellos aceptarían que eran adoradores de demonios en el sentido que ellos daban al término, en tanto que Pablo usa la palabra «daimõn» en el sentido peyorativo, desde la perspectiva monoteísta. En otro pasaje lo usa Festo, refiriéndose al judaísmo (Hch. 25:19).
Se puede aplicar propiamente el término de superstición a todo sistema de creencias que no se relaciona directamente con el Dios Trino y Uno, sino que sitúa seres intermedios en una falsa cadena mediadora y con influencias sobre diferentes aspectos de la vida y del medio en que se desenvuelven las personas. Así, la magia, la adivinación, los sortilegios, la evocación a los muertos, y una multitud de prácticas paganas entran dentro de lo que se puede designar como superstición. (Véanse ADIVINACIÓN, IDOLATRÍA.)

nom, SUQUIENOS

tip, TRIB
vet,
Los hebreos dieron a este nombre el significado de nómadas. Eran unas gentes que suministraron soldados a Sisac, rey de Egipto, para invadir Palestina. Eran de raza africana (2 Cr. 12:3).

nom, SUR

tip, LUGA
SHUR
= «muro», «fortificación».
Localidad del desierto, al sur de Palestina, más exactamente al sur de Beer-Lahai-Roi, y al este de Egipto (Gn. 16:7; 25:18). Sur, o Shur, que no ha sido identificada, se hallaba seguramente en relación con las fortalezas de la frontera egipcia. La localidad dio su nombre al desierto que los israelitas recorrieron durante tres días, inmediatamente después de cruzar el mar Rojo (Éx. 15:22). Este páramo recibe en ocasiones el nombre de desierto de Etam (Nm. 33:8).
exc, SHUR. Véase SUR.

nom, SUSA

tip, CIUD ARQU
sit, a4, 598, 263
vet,
Este nombre sugeriría a los hebreos la gran cantidad de lirios que crecen en la región. Importante ciudad residencial de los reyes de Persia (Neh. 1:1; Est. 1:2), en la provincia de Elam, sobre el río Ulai (Dn. 8:2). Allí tenía el rey almacenes. Assurbanipal se apoderó de esta ciudad durante una campaña alrededor de los años 642-639 a.C. Más tarde, quedó sometida a los reyes de Caldea. La familia real, a la que pertenecía Ciro, el conquistador de Babilonia, reinaba sobre Ansán, que parece haber sido un distrito al este de Elam. Cuando Ciro hubo fundado el imperio persa, elevó Susa al rango de capital, honor que compartió con Ecbatana y Babilonia. Al entrar Alejandro Magno en Susa (el año 331 a.C.) se apoderó de los grandes tesoros que se guardaban en la ciudad. El año 317 a.C., Antígono la volvió a tomar. Susa comenzó entonces su decadencia, pero más tarde resistió la invasión musulmana.
Esta ciudad está situada sobre el Karkeh, a unos 240 Km. del golfo Pérsico. Sus ruinas más importantes se encuentran dentro de un espacio de unos 2 Km. de largo por casi 1,5 de ancho. El perímetro mide unos 5 Km. Si se engloban las ruinas diseminadas algo más lejos, el perímetro alcanza entonces entre los 9 y 11 Km. El conjunto está formado por una serie de tells, el principal de los cuales ha sido explorado desde que en el periodo de 1884-1886 una expedición francesa inició unas excavaciones. Jacques de Morgan descubrió en este tell el Código de Hammurabi en el año 1901. También ha sido excavado el palacio real, decorado maravillosamente con ladrillos esmaltados en colores, y con numerosos motivos en relieve. Es muy posible que éste fuera el palacio en el que se dieron las fiestas y banquetes del Asuero del libro de Ester (Est. 1:2, 3, 9; 2:18; etc.).

nom, SUSANA

tip, BIOG MUJE MUNT
vet,
= «lirio».
Una de las mujeres que servían al Señor Jesús con sus bienes (Lc. 8:3).

nom, SUTELA

tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
(a) Hijo de Efraín y fundador de un clan (Nm. 26:35, 36; 1 Cr. 7:20).
(b) Otro descendiente de Efraín, en la misma línea (1 Cr. 7:21).