H-I


***

H

nom, HABA

tip, FLOR ALIM
vet,
Las habas (heb. «pol») formaban parte de la dieta israelita (2 S. 17:28); ocasionalmente, sobre todo en épocas de hambre, se mezclaban con grano en la confección de un pan basto (Ez. 4:9).
La haba común, «Vicia faba», sigue siendo muy usada en Palestina.

nom, HABACUC

tip, BIOG PROF HOMB HOAT
vet,
Nombre de significado incierto: podría significar «abrazar» o designar «una planta de jardín» (cfr. el ac. «hambakûkû»).
Profeta de Judá. Por su salmo (Hab. 3), y por las instrucciones dadas a su director de coro (Hab. 3:19), se ha llegado a la conclusión de que Habacuc pertenecía a la tribu de Leví; pero este pasaje no constituye demostración de ello de una manera absoluta (cfr. los títulos de los Sal. 3 y 5). Podría ser por esto que el escrito apócrifo de «Bel y el Dragón» lleve el encabezamiento «Habacuc, hijo de Josué, de la tribu de Leví».

nom, HABACUC (Libro)

tip, LIBR CRIT LIAT
ver, QUMRÁN
vet,
Éste figura como el octavo entre los doce profetas menores. Se divide en tres secciones:
(a) Primer lamento:
Su clamor de protesta contra la violencia y la iniquidad, sin que Dios parezca reaccionar (Hab. 1:2-4); la iniquidad triunfa. La respuesta del Señor: Dios suscita a los caldeos (Hab. 1:5-10) que, culpables, serán castigados a su vez (Hab. 1:11).
(b) Segundo lamento:
El reino de Dios no se desvanecerá, y el juicio se abatirá sobre los caldeos (Hab. 1:12). Se plantea sin embargo un problema moral: Dios permite que los caldeos destruyan, den muerte, a los que son más justos que ellos. ¿Hasta cuándo continuará tal estado de cosas? (Hab. 1:13-17). Respuesta del Señor: Los caldeos son inicuos y están hinchados de soberbia; este solo hecho basta, a los ojos de los creyentes, para anunciar el castigo que se avecina sobre ellos (Hab. 1:11; Is. 10:12-16), como les sucederá también a todos los que sean semejantes a ellos. El justo vivirá por la fe (Hab. 2:1-4). Así, el conocimiento de esta verdad permite la resolución del dilema. Así, la certidumbre de que Dios castigará la maldad inspira al profeta a lanzar cinco anatemas, proferidos contra el orgulloso poderío del enemigo, y considerando cinco formas de iniquidad (Hab. 2:5-20).
(c) Oración de acción de gracias (Hab. 3:1-19): Después de una invocación a la misericordia de Dios a pesar de su ira (Hab. 3:2), el profeta describe la gloriosa aparición de Jehová, el terror estupefacto de sus enemigos (Hab. 3:3-15), y después expresa la serena confianza de la fe que se apoya en el Señor (Hab. 3:16-19).

Este libro, aunque no está fechado, procede evidentemente de la época caldea:
(a) El templo sigue estando en pie (Hab. 2:20), donde se celebran los servicios del culto acompañados de música (Heb. 3:19).
(b) Esta generación (Hab. 1:5, 6) ha visto la ascensión de los caldeos hasta llegar a ser una colosal potencia entre las naciones, y el inicio de su acción de subyugar cruelmente a las naciones (Hab. 1:6-17). Los hebreos habían tenido ya relaciones con los caldeos desde hacía tiempo. Atrajeron de nuevo la atención cuando en el año 626 a.C. consiguieron librarse del yugo asirio. Comenzaron sus grandes conquistas, tomando el primer lugar entre las naciones, después de la caída de Nínive en el año 612 a.C., y gracias a su victoria sobre Egipto en Carquemis, el año 605 a.C. Se supone, por la evidencia interna, que Habacuc profetizó durante el reinado de Joacim (608-597 a.C.), pero es difícil precisar la fecha. La mayor parte de los eruditos sitúan la profecía en la primera parte de este reinado, en la época de la batalla de Carquemis, pero sería posible que su proclamación se remonte a unos años antes de la caída de Nínive. En efecto, los caldeos se agitaban ya en el año 626 a.C. e, incluso antes del hundimiento de Nínive, las operaciones militares en marcha constituían premoniciones de que este pueblo estaba en el camino de venir a ser una gran potencia mundial. Los profetas judíos habían anunciado con gran anticipación que los caldeos someterían a Judá (Is. 11:11; 39:6, 7; Mi. 4:10). Todas las naciones conocían el carácter feroz, el amor a la guerra, la crueldad, capacidad y métodos de combate de los caldeos.
Sólo el conocedor del hebreo puede conseguir una idea adecuada de lo magnífico que es el estilo literario de Habacuc. El suyo es un estilo en el que las expresiones son tersas, paralelísticas, poéticas; un maestro del estilo poético, gráfico y enérgico, a decir de Driver. También el salmo del cap. 3 es de un lirismo del más elevado orden, manteniendo un ritmo y un uso de las imágenes que permite la más exigente comparación con las mejores producciones poéticas de la literatura hebrea.
Las escuelas críticas han atacado duramente la unidad del libro, pero en base a presuposiciones y especulaciones carentes de base, y difieren mucho entre sí en sus conclusiones acerca de la unidad y datación de los diferentes capítulos y secciones. Se puede señalar que, p. ej., los términos musicales empleados no son postexílicos, sino que eran utilizados ya en los Salmos.
Habacuc es frecuentemente citado en el NT de una manera que subraya su importancia teológica (cfr. Hch. 13:41; Hab. 1:5; Ro. 1:17; Gá. 3:11; He. 10:38; Hab. 2:4). Los judíos, al igual que la iglesia cristiana, reconocen plenamente el carácter canónico de este libro. Entre los famosos rollos del mar Muerto se descubrió un comentario de Habacuc, en el que la comunidad hacía una aplicación de este libro a sus propias circunstancias históricas. (Véase QUMRÁN [MANUSCRITOS DE], etc.)

Bibliografía:
Eiselen, F. C.: «Habakkuk» en ISBE (Wm. Eerdmans, Grand Rapids, Michigan, 1946);
Freeman, H. E.: «Nahum, Sofonías, Habacuc - Profetas Menores del siglo VII» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1980, PP. 85-108);
Keil, C. F., y F. Delitzsch: «Biblical Commentary on the Old Testament», tomo 2 (Wm. Eerdmans, Grand Rapids, Michigan, 1954);
Kelly, W.: «Lectures on the Minor Prophets» (C. A. Hammond Trust Bible Depot, Londres, reimpresión s/f de la edición de 1874, PP. 311-345);
Kerr, D. W.: «Habakkuk» en The Wycliffe Bible Commentary (Moody Press, Chicago 1962/1978, PP. 871-881);
Stephens Hodge, L. E. H.: «Habacuc» en Nuevo Comentado Bíblico (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, Texas, 1977, PP. 575-579);
Vermes, G.: «The Dead Sea Scrolls in English», véase la traducción del Comentario sobre Habacuc: «Commentary on Habakkuk», PP. 235-243 (Penguin Books, Harmondsworth, Middlesex, Inglaterra, 1962).

nom, HABOR

tip, RIOS
vet,
Afluente del Éufrates que desemboca en este último a cerca de 35° N.
Designa uno de los distritos a los que fueron llevados los israelitas en cautiverio en el año 722 a.C. (2 R. 17:6; 18:11; 1 Cr. 5:26).
El nombre del río Habor ha sido hallado en algunos de los antiguos monumentos asirios.
En historias antiguas ha recibido el nombre de Aborras, Aburas, Abora y Chaboras, etc.

nom, HACHILA

tip, MONT
sit, a3, 335, 253
vet,
o HAQUILA. Collado en la tierra agreste cerca de Zif, y donde, en una de sus cavernas, se refugió David con sus hombres y perdonó la vida a Saúl (1 S. 23:19; 26:1, 3-12).
Hoy se llama Yekín, y es un montón de ruinas.

nom, HADAD

tip, DIOS REYE BIOG HOMB HOAT
vet,
= «poderoso».
(a) Divinidad adorada por los arameos. Su nombre figura como componente de nombres propios:
Ben-adad (aunque parece que éste era un título de los reyes de Siria);
Hadad-ezer.
Los escribas asirios identifican a Hadad con un dios de su propio panteón, patrón del clima, Ramman, o sea, Rimón.
(b) Rey de Edom, hijo de Bedad (Gn. 36:35, 36; 1 Cr. 1:46, 47).
(c) Edomita de la familia real. De niño fue llevado a Egipto; Faraón le dio después su cuñada en matrimonio. A la muerte de David volvió a Edom y, movido por Dios, se convirtió en adversario de Salomón, causándole perjuicios (1 R: 11:14-22).
(d) Hijo de Ismael (1 Cr. 1:30), llamado Hadar en Gn. 25:15.
(e) Rey de Edom y sucesor de Baal-hanán (1 Cr. 1:51, 52). También llamado Hadar en Gn. 36:39.
(f) Parece que «Hadad» era también un título de los reyes de Edom, más que un nombre propio.

nom, HADAD-EZER

tip, BIOG REYE HOMB HOAT
vet,
= «Hadad es un socorro».
Hijo de Rehob, rey sirio de Soba. Fue derrotado por el rey David, sufriendo graves pérdidas, y arrojado allende del Éufrates. David tomó mucho botín y escudos de oro, que consagró al Señor.
Hadad-ezer fue también totalmente derrotado por David otras dos veces (2 S. 8:3-12; 10:6, 14, 15-18). Como consecuencia de ello, los reyes aliados con Hadad-ezer abandonaron la guerra contra Israel y se hicieron tributarios de David (2 S. 10:19).


nom, HADES. Véase SEOL.

nom, HADID

tip, CIUD
sit, a2, 230, 372
vet,
Ciudad situada en territorio de Dan, aunque perteneciente a la tribu de Benjamín (Esd. 2:33; Neh. 7:37; 11:34).

nom, HAGEO

tip, BIOG PROF HOMB HOAT
vet,
= «festivo», o «nacido en día festivo».
Profeta contemporáneo de Zacarías (cfr. Hag. 1:1 y Zac. 1:1).
Profetizó después del retorno del exilio babilónico.
La reconstrucción del templo había estado interrumpida durante 15 años. Hageo contribuyó mucho a que se reanudara la reconstrucción (Esd. 5:1, 2; 6:14).

nom, HAGEO (Libro)

tip, LIBR LIAT
vet,
El libro de Hageo es el décimo en el grupo de los doce profetas menores.
Se compone de cuatro profecías dadas en el espacio de cuatro meses en el año segundo de Darío Histaspes, en el año 520 a.C.:
(a) Primera profecía:
El primer día del sexto mes, el profeta dirige sus reproches a aquellos que se han construido casas artesonadas, pero que han dejado en ruinas el templo de Dios, y les muestra que Dios no ha dado bendición a sus trabajos habituales, A continuación de esta exhortación, se reanuda la reconstrucción del templo el día veinticuatro de este mismo mes (Hag. 1).
(b) Segunda profecía:
El día vigesimoprimero del mes séptimo, Hageo da palabras de aliento a los que lamentan la pobre apariencia del nuevo edificio, al compararla con el esplendor del antiguo. Predice que la gloria postrera del templo sería más grande que su gloria primera, por cuanto Dios hará temblar las naciones; lo que ellas tengan de más precioso afluirá a la casa del Señor, llena de su gloria y de su paz. Será en esta etapa del templo que vendrá el Deseado (v. 7). Es de señalar aquí cómo, a diferencia de tantos comentaristas, que hablan del «primer templo», del «segundo templo», el lenguaje de la profecía se toma un sumo cuidado en destacar el carácter único del templo («Esta casa en su gloria primera... la gloria postrera de esta casa será mayor por la primera», Hag. 2:3, 9). Así, es de destacar que por lo que a Dios concierne, sólo ha habido y habrá un templo, aunque en fases históricas y glorias distintas.
(c) Tercera profecía:
El día vigesimocuarto del mes noveno, Hageo dio la secuela de la primera profecía. De la misma manera que el contacto con algo impuro contamina lo que es puro, de la misma manera la negligencia anterior de los israelitas con respecto a Dios había contaminado sus esfuerzos. Por tanto, Dios les había retirado su bendición. Pero la renovación de su celo por Jehová devolvería la fertilidad a las estaciones (Hag. 2:10-19).
(d) Cuarta profecía:
El mismo día, Hageo pronunció su última profecía. Cuando el Señor haga temblar los cielos y la tierra y trastorne las naciones, Él establecerá a Zorobabel, representante de la línea real de la casa de David (Hag. 2:20-23).
El mensaje de Hageo tiene una aplicación práctica permanente. De hecho se puede resumir en la lapidaria afirmación del Señor Jesús «Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mt. 6:33).
Dios quiere de su pueblo una lealtad a Él sin reservas, subordinándolo todo al cumplimiento de su voluntad, y Él cuidará fielmente de los suyos.

nom, HAGIÓGRAFOS. Véase CANON.

nom, HAGRITAS. Véase AGARENOS.

nom, HAGUIT

tip, BIOG
vet,
= «regocijo».
Una de las esposas de David, madre de Adonías (2 S. 3:4).

nom, HAI

tip, CIUD
sit, a2, 360, 408
vet,
= «montón de minas».
(a) Ciudad-estado cananea.
Abraham la conoció, porque plantó su tienda «teniendo a Bet-el al occidente y Hai al oriente» (Gn. 12:8).
Fue conquistada por Josué, después de una derrota a causa del pecado de Acán, mediante una estratagema. Fue incendiada, y convertida en un montón de ruinas (Jos. 7:2-5; 8:1-29; 10:1, 2).
Se hallaba cerca de Bet-el, en la heredad de Benjamín, y evidentemente fue reconstruida, porque es mencionada en Esd. 2:28; Neh. 7:32.
Es probable que Ajat, en Is. 10:28, y Hai de Neh. 10:31 sean la misma, por los lugares que se mencionan junto a ellas.
En este distrito se hallan ruinas esparcidas a lo largo de una estrecha cumbre, y existe una depresión entre las rocosas alturas, muy apropiada para una emboscada como la que planeó Josué. Las ruinas reciben el nombre de Haiyan, y se hallan a 31° 55' N, 35° 16' E. Allí se puede imaginar de una manera vívida la narración bíblica de la captura de Hai.
(b) Ciudad desconocida de los amonitas (Jer. 49:3).

nom, HALAC

tip, LUGA
vet,
= «liso».
Quizá no se trate de un nombre propio, sino de un epíteto que describe un cerro en el límite sudeste de las comarcas conquistadas por Josué en su paso hacia el monte Seir (Jos. 11:17; 12:7).

nom, HALAH

tip, LUGA
ver, HABOR
vet,
Distrito al que los israelitas fueron llevados cautivos por los asirios en el año 722 a.C. (2 R. 17:6; 18:11; 1 Cr. 5:26).
Se ha hallado en una lista geográfica asiria el nombre «halhhu», que se corresponde con Halah, pero su posición no está bien definida. Los textos la asocian con Habor (véase HABOR).

nom, HALCÓN

tip, LEYE FAUN AVES
vet,
Con el hebreo «nes» (ave de paso que anida sobre las rocas elevadas) se aludiría al halcón.
En Palestina existen el cernícalo y el halcón encarnado.
Hölscher quiere interpretar Cr. 3:16 («dominador de los animales») como alusión a los halcones de caza adiestrados.
En Lv. 11:16 y Dt. 14:15 aparece el halcón entre los animales impuros.

nom, HAL-LEL

tip, MUSI
vet,
Este término, que significa «alabanza», es usado por los judíos para designar unos salmos determinados.
(a) El hal-lel egipcio abarca Sal. 113 a 118. Recibía este nombre porque era cantado en el templo mientras se sacrificaban los corderos de la Pascua, ordenanza que tuvo su origen en Egipto. También eran cantados en privado durante la celebración de la Pascua. Se cree que «el himno» mencionado en Mt. 26:30; Mr. 14:26 se refiere a parte de este Hal-lel.
(b) El gran hal-lel. Recibe este nombre porque incluye el Sal. 136, donde se halla en cada versículo la respuesta: «Porque para siempre es su misericordia.»
Maimónides afirma que incluye Sal. 118 a 136. Otros dicen que comienza en el Sal. 120 o 135:4. Se recitaba en la primera velada de la Pascua, y también en muchas ocasiones especiales.

nom, HAM

tip, LUGA
vet,
Lugar desconocido perteneciente a los zuzitas (Gn. 14:5).

nom, HAMAT

tip, CIUD
sit, a4, 210, 98
vet,
Distrito y ciudad al norte de Siria.
Los hamateos son ya mencionados en Gn. 10:18.
Se hallaba al norte del Líbano y del Antilíbano, pero es posible que se extendiera más hacia el sur, ya que el límite norte de Israel es descrito como «desde donde entran en Hamat» (1 R. 8:65).
Toi, el rey de Hamat, felicitó a David por la derrota de Hadad-ezer, su enemigo común (2 S. 8:9, 10).
Estaba a más de 150 Km. al norte de Dan, pero vino a ser tributaria bajo Salomón, que construyó allí ciudades de aprovisionamiento (2 Cr. 8:4).
Parece que a la muerte de Salomón recuperó su independencia, porque fue reconquistada por Jeroboam II (2 R. 14:28).
Después cayó en manos de los asirios (Jer. 52:9, 27).
Bajo Antíoco Epifanes recibió el nombre de Epifanía (Ant. 1:6, 2).
En la actualidad se llama Hamah.
El río Orontes pasa por medio de la ciudad.
Este distrito está mencionado en la futura partición de la tierra (Ez. 47:16, 17, 20; 48:1; Am. 6:14; Zac. 9:2).
En Am. 6:2 recibe el nombre de «la gran Hamat».

nom, HAMBRE

ver, AMALECITAS, EGIPTO, FARAÓN, HICSOS
vet,
Carencia de alimentos, provocada generalmente por la carencia de lluvia seguida de la pérdida de las cosechas, o por la imposibilidad de introducir víveres en una ciudad asediada.
El hambre llevó a Abraham a la decisión de ir a Egipto (Gn. 12:10). Ésta fue una de las primeras hambres que tuvo efectos sobre la historia de los patriarcas y de sus descendientes; fue el hambre lo que llevó a los hebreos a retirarse provisionalmente de Palestina (Gn. 26:1; 41:27-56; 47:13).
Hubo otras épocas de hambre:
en la época de los Jueces, Elimelec marchó al país de Moab (Rt. 1:1).
También la hubo bajo el reinado de David (2 S. 21:1);
en la época de Elías (1 R. 17:1 ss.);
en la época de Eliseo (2 R. 4:38; 8:1);
bajo el reinado de Claudio (41 a 54 d.C.) se dieron duras escaseces locales sucesivamente en Judea (cuarto año del reinado), en Grecia (año noveno) y en Italia (año undécimo, Hch. 11:28; Ant. 20:2, 5; 5, 2; Tácito, Anales 12:43).
De la cantidad de hambres provocadas por las guerras, citemos la sufrida por Samaria, asediada por Ben-adad (2 R. 6:24-7:20) y las hambres que fueron el acompañamiento de los diferentes asedios de Jerusalén por Nabucodonosor (2 R. 25:1-3; Jer. 52:5, 6) y por Tito (Guerras 5:10, 2 y 3).
La profecía menciona expresamente las hambres entre las señales del fin del siglo (Mt. 24:7; Mr. 13:8; Lc. 21:11; Ap. 6:5-6, 8).
El hambre de la época de José en Egipto tuvo la peculiaridad de que fue preanunciada a Faraón por medio de un sueño, interpretado por José (Gn. 41), lo que permitió adelantarse a los efectos catastróficos, almacenando grano para la época de sequía que iba a seguir. En base a esto se ha podido establecer la identificación de este importante hito en la historia de Egipto, que tenía que cumplir las condiciones de ser un hambre de gran extensión, y prevista con anterioridad. Courville documenta, en base a las inscripciones documentales, que es la que tuvo lugar en época de Serostris I, en la XII dinastía, anterior a los hicsos, que en la cronología revisada que propone y documenta quedan identificados innegablemente con los amalecitas. (Véanse AMALECITAS, EGIPTO, FARAÓN, HICSOS.)
Bibliografía:
Véase la correspondiente a EGIPTO.

nom, HAMOR

tip, REYE BIOG HOMB HOAT
vet,
«gran asno».
Príncipe siquemita (Gn. 34:20; Jos. 24:32; Jue. 9:28); era heveo. Su hijo Siquem sedujo a Dina. Simeón y Leví, hermanos de Dina, la vengaron dando muerte a Hamor y a Siquem, y haciendo una matanza general en la ciudad de ellos (Gn. 34:1-31), no dejando a ningún varón con vida.

nom, HAMMURABI

tip, BIOG REYE HOMB HOAT ARQU
ver, AMRAFEL, BABILONIA
vet,
Sexto rey de la primera dinastía de Babilonia. En el pasado se había identificado con Amrafel (véase, cfr. Gn. 14:1), pero esta identificación no es ya posible debido al descubrimiento, en 1937, de millares de tabletas en Mari, ciudad del curso medio del Éufrates.
La cronología es muy discutida entre diversos expertos, aunque la más comúnmente aceptada (según Albright 1728-1686 a C.) ya lo deja bien alejado y posterior a la época de Abraham. Otros autores lo sitúan entre 1792 a alrededor de 1750. Courville, por su parte, lo sitúa en 1430-1375 a C.
Al principio, Hammurabi no dominaba más que una región poco extensa. Después arrebató Larsa a los elamitas y se proclamó señor de toda Babilonia (véase BABILONIA).
Hammurabi buscó el bien de sus súbditos; reparó los antiguos canales y construyó otros nuevos, a fin de fertilizar el norte y sur de Babilonia. Consolidó las fortificaciones, construyó y hermoseó templos, presidió la administración de la justicia, y codificó las leyes del país.
El Código de Hammurabi constituye la más antigua colección de leyes conocida. Está escrita en cuneiforme sobre una estela de 2,25 m. de altura, descubierta en 1901-1902 por J. de Morgan, y guardada en el Museo del Louvre. Es de basalto negro. En la parte superior, un relieve muestra al rey en actitud de adoración, recibiendo las leyes de la mano derecha del dios-sol (shamash). Sobre la estela hay 28 columnas de texto cuneiforme, comprendiendo:
(a) Una introducción que recuerda los beneficios otorgados a los templos y ciudades de Babilonia por parte del rey.
(b) El texto de las leyes reunidas y ordenadas por Hammurabi, comprendiendo 282 preceptos. Estas leyes tratan de la vida cotidiana, y a ellas se hallan sometidas todas las clases de la sociedad. La ley recomienda el trabajo a sus súbditos, y ordena a los padres que enseñen su oficio a sus hijos y que les enseñen matemáticas. Presuponen una sociedad desarrollada en lo artístico y científico, pero también disoluta, materialista y cruel.
Es indudable que hay algunas características comunes entre este código y la Ley de Moisés, como las puede haber entre todas las legislaciones. Pero es inadmisible hacer de Hammurabi el inspirador y precursor del código mosaico.
Por una parte, las leyes de Hammurabi son, a menudo, inspiradas por el sentido común y por un verdadero espíritu de justicia, pero no se pueden comparar con las del legislador del Sinaí en su elevación moral y espiritual.
El Código de Hammurabi es esencialmente utilitario, desprovisto del sentido de la dignidad de la persona humana. Además, es sumamente duro frente a los pobres, y de una gran severidad al que se muestre compasivo hacia los esclavos. Sus favores son dados a los grandes, a los favoritos de este mundo. No hay ningún cuidado hacia los niños, ancianos, débiles o extranjeros. No hay ninguna noción de un Dios único, todopoderoso, personal. Además, el dios de este código parece ser el mismo Hammurabi que, en su prólogo, parece no hallar ninguna expresión lo suficientemente fuerte para proclamar su propia gloria.
El Código de Hammurabi es de pura inspiración pagana, y no permite más que una comparación muy limitada, por lo que a su contenido legislativo se refiere, con la admirable revelación de la fe moral y de la santidad divina del Decálogo.
Por otra parte, queda en pie la cuestión cronológica, puesto que no está en absoluto probado que el Código de Hammurabi fuera muy anterior al éxodo, y es, además, muy factible que resulte cierta la posición de Courville, muy bien fundamentada, de que fuera contemporáneo con Moisés.

Bibliografía:
Pirenne, J.: «Historia Universal», vol. I (Éxito, Barcelona, 1974);
Courville, D. A.: «The Exodus Problem and its Ramifications» (Challenge Books, Loma Linda, California, 1971);
Free, J. P.: «Archaeology and Bible History» (Van Kampen Press, Wheaton, Illinois, 1950).

nom, HANANEEL

tip, CONS
ver, JERUSALÉN
vet,
«Dios ha sido misericordioso».
Torre de Jerusalén (Jer. 31:38; Zac. 14:10), cerca de la Puerta de las Ovejas y de la Torre de Hamea (Neh. 3:1; 12:39). (Véase JERUSALÉN.)

nom, HANANI

tip, BIOG MUSI SACE HOMB HOAT
vet,
«gracioso».
(a) Hijo de Hemán, y jefe del decimoctavo de los veinticuatro órdenes de músicos designados por David para alabar a Jehová en el santuario (1 Cr. 25:4, 25).
(b) Padre del profeta Jehú (1 R. 16:1), y vidente él mismo. Reprendió al rey Asa que le hizo encarcelar (2 Cr. 16:7-10)
(c) Uno de los hermanos de Nehemías, que le dio noticias de Jerusalén (Neh. 1:2). Él y el jefe de la fortaleza fueron encargados del gobierno de la ciudad (Neh. 7:2)
(d) Sacerdote, hijo de Imer. Esdras lo persuadió para que despidiera a su mujer extranjera (Esd. 10:20).
(e) Levita que tocó un instrumento musical en la dedicación de los muros de Jerusalén por Nehemías (Neh. 12:36).

nom, HANANÍAS

tip, MUSI BIOG PROF SACE EJER HOMB HOAT
vet,
«Jehová ha favorecido».
(a) Benjamita hijo de Sasac (1 Cr. 8:24).
(b) Hijo de Hemán y jefe del decimosexto orden, de los veinticuatro, de músicos que instituyó David para el santuario (1 Cr. 25:4, 23).
(c) Uno de los jefes militares del rey Uzías (2 Cr. 26:11).
(d) Padre de un príncipe llamado Sedecías y contemporáneo de Jeremías (Jer. 36:12).
(e) Falso profeta, hijo de Azur, de Gabaón. En el cuarto año del reinado de Sedecías, hijo del rey Josías, Hananías anunció que los deportados volverían al cabo de dos años de cautiverio. Jeremías profetizó contradiciéndole. Hananías, culpable de engaño, murió dos meses después (Jer. 28:1-17).
(f) Abuelo o antepasado alejado de Irías, el comandante de la guardia que apresó a Jeremías, acusándolo falsamente de pasarse a los caldeos (Jer. 37:13-15).
(g) Nombre hebreo del exilado al que los caldeos dieron el nombre de Sadrac (Dn. 1:6, 7).
(h) Hijo de Zorobabel, padre de Pelatías (1 Cr. 3:19, 21).
(i) Hijo de Bebai, persuadido por Esdras a que despidiera a su mujer extranjera (Esd. 10:28).
(j) Miembro del gremio de los perfumistas; participó en la restauración de los muros de Jerusalén (Neh. 3:8).
(k) Uno de los sacerdotes que tocaron la trompeta en la dedicación de los muros (Neh. 12:41).
(l) Uno de los príncipes del pueblo; puso su sello en el pacto junto con Nehemías (Neh. 10:23).
(j) Jefe de la fortaleza. Gobernador de Jerusalén al mismo tiempo que Hanani, hermano de Nehemías (Neh. 7:2).
(k) Sacerdote; jefe de la casa patriarcal de Jeremías, en la época del sumo sacerdocio de Joacim, una generación después del exilio (Neh. 12:12).

nom, HANÓN

tip, BIOG REYE HOMB HOAT
vet,
= «favorecido».
(a) Hijo de Nahas y rey de Amón; insultó a los embajadores de David, y fue duramente castigado, siendo echado del trono (2 S. 10:1-4; 1 Cr. 19:2-6).
(b) Dos judíos que ayudaron en la reconstrucción de los muros de Jerusalén (Neh. 3:13, 30).

nom, HAQUILA. Véase HACHILA.

nom, HARÁN

tip, BIOG CIUD HOMB HOAT
ver, HABOR
sit, a4, 301, 58
vet,
«fuerte, iluminado».
(a) Hijo de Taré y hermano de Abraham, fue el padre de Lot (Gn. 11:26-31).
(b) Hijo de Simei, gersonita (1 Cr. 23:9).
(c) Hijo de Caleb y Efa (1 Cr. 2:46). La forma hebrea de este último difiere de los dos primeros.
(d) Antigua ciudad de Mesopotamia a la que se dirigieron Taré y su familia al partir de Ur de los caldeos. Allí vivió Abraham hasta la muerte de su padre. Allí también se establecieron los descendientes de Nacor, el hermano de Abraham (Gn. 24:10). Este nombre aparece en Gn. 11:31, 32; 28:10; 29:4; Is. 37:12; Ez. 27:23, y varios más. En griego aparece bajo la forma de Charrán (Hch. 7:2, 4. Cfr. la revisión 1909 de Reina-Valera).
Es un distrito situado entre el río Habor (véase) y el Éufrates. Sigue existiendo una población llamada Harrán en esta zona, alrededor de 30° 50' N, 39° E. En acadio, este nombre significa «camino». Es posible que recibiera este nombre debido a las rutas de caravanas de Siria, Asiria y Babilonia que pasaban por allí. Fue sede de un obispado en el siglo IV, y hay allí las ruinas de una catedral.
nom, HARET. Bosque-refugio de David (1 S. 22:5).

nom, HAROD

tip, RIOS
vet,
= «terror».
Fuente cerca de Jezreel, en el valle situado entre el pequeño Hermón y el monte de Gilboa (Jue. 7:1; 2 S. 23:25).
Hoy se llama Aín Jalud.

nom, HAROSET DE LAS GENTES. Ver HAROSET GOIM.

nom, HAROSET GOIM

tip, CIUD
sit, a2, 268, 12
vet,
Llamada así por su población mixta.
Ciudad en el norte de Canaán, residencia de Sísara (Jue. 4:2, 13, 16).
Estaba situada en la entrada del monte Carmelo, entre Esdraelón y Acre.
Hoy se encuentra allí un montón de ruinas, donde se han comenzado las excavaciones.

nom, HASMONEOS

vet,
(del gr. «Asmõinaios», derivado del heb. «Hashman», «opulento»).
Descendiente de Hashmon o Asmon, sacerdote de la familia de Joarib y antepasado de los macabeos (Ant 12:6, 1; cfr. 1 Mac. 2:1; 1 Cr. 24:7).
El título de hasmoneo o asmoneo se usa corrientemente en la literatura judía para designar a esta familia desde Matatías, el sacerdote que lanzó el grito de rebelión contra Antíoco el Grande (1 Mac. 2:27), hasta Herodes el Grande y Aristóbulo (Ant. 14:16, 4; 20:8, 11).

nom, HATSEPSUT. Véase SALOMÓN.

nom, HAURÁN

tip, PAIS
ver, BASÁN
vet,
= «cuevas».
País al este del Jordán y al sur de Damasco, que limita con Palestina al nordeste (Ez. 47:16, 18).
Su nombre fue cambiado a Auranitis por los griegos y romanos; hoy se llama Haurán. (Véase BASÁN.)

nom, HAVILA

tip, REGI
ver, EDÉN
vet,
Región rodeada por el Pisón, uno de los brazos del río del Edén (véase EDÉN). En ella se hallaban metales y piedras preciosas, y bedelio, especie de goma aromática (Gn. 2:11, 12).
Más tarde, este nombre designa una región al norte de la Arabia central.
Se distingue entre la Havila de los joctanitas, pueblo semita (Gn. 10:29; 25:18; 1 S. 15:7) y la de los cusitas (Gn. 10:7; 1 Cr. 1:9).
Hay geógrafos que prefieren identificar Havila con el Haulan (Khawlãn), en la región occidental de Arabia, al norte del Yemen; no se sabe con exactitud hasta dónde se extendía Havila al norte.
El relato de las guerras de Saúl permite suponer que el desierto de Arabia tenía el nombre de Havila en una extensión de varios cientos de kilómetros, al norte de al-Yanãmah (1 S. 15:7; cp. Gn. 25:18).

nom, HAYA

tip, FLOR ARBO
ver, CIPRÉS
vet,
(heb. «berosh»).
Es el mismo término que se traduce «ciprés» en varios pasajes (véase). No se tiene certeza acerca de cuál es el árbol mencionado, aunque su madera es de características muy semejantes, si no idénticas, a la del ciprés.
Traducido «haya» con referencia a:
instrumentos musicales (2 S. 6:5);
del árbol en el que nidifican las cigüeñas (Sal. 104:17);
como madera para la fabricación de barcos (Ez. 27:5), etc.

nom, HAZAEL

tip, BIOG FUNC REYE HOMB HOAT ARQU
vet,
= «Dios ha visto».
Cortesano sirio que fue ungido como rey de Siria por Eliseo en cumplimiento de una orden de Jehová (1 R. 19:15).
Hazael dio muerte a Ben-adad, y reinó en su lugar, entre los años 845 y 843 a. C.
Salmansar III, rey de Asiria, redujo a Hazael y le impuso un tributo. Jehú, rey de Israel, ya se había sometido antes al rey de Asiria. En el año 838, Salmansar volvió a atacarlo. Hacia el final del reinado de Jehú, Hazael se dedicó a hostilizar los territorios situados al este del Jordán (2 R. 10:32); durante el reinado del sucesor de Jehú, Hazael atravesó el Jordán, e impuso una dura opresión sobre los israelitas (2 R. 13:4-7), invadió el país de los filisteos, tomó Gat, y no levantó el asedio de Jerusalén hasta recibir los utensilios sagrados dedicados al culto de Jehová y el tesoro del templo (2 R. 12:17, 18).
La capital de Hazael fue Damasco (Am. 1:4). Finalmente, el poderío asirio volvió a dejarse sentir sobre Siria.
En 1905 se descubrió la Estela de Saba'a en la que Adadnirari III rey de Asiria (807-782 a.C.) relata: «Di la orden de marchar contra Aram. Encerré a Mari' (Hazael según Albright y otros investigadores) dentro de Damasco, su ciudad real. Recibí... diez talentos de oro, mil talentos de plata» (D. D. Luckenbill, II, sec. 735). El mismo rey escribió otra tableta descubierta en Nimrod (Cala), en la que se halla la lista de otros países sometidos: «Tiro, Sidón, Humri (país de Omri, Israel), Edom, Palastu (Filistea)... los he puesto a mis pies, exigiéndoles impuestos y tributo» (Cfr. la obra citada de Luckenbill, sec. 739).
Hazael murió alrededor del año 801 o poco después.

nom, HAZEROT

tip, LUGA
sit, a4, 160, 343
vet,
= «campamentos».
Etapa de los israelitas en el desierto (Nm. 11:35; 12:16; 33:17, 18; Dt. 1:1).
Varios autores la identifican con Ain Hudherah, 28° 55' N, 34° 30' E.
Fue en este lugar que murmuraron Miriam y Aarón contra Moisés (Dt. 12).

nom, HAZOR

tip, CIUD
ver, AMARNA
sit, a1, 472, 191
vet,
= «lugar cerrado».
(a) Capital del reino cananeo que ocupaba el norte de Palestina; en la época de Josué su soberano era Jabín. Según Josefo, este reino estaba más arriba de las aguas de Merom (Ant. 5:5, 1), Josué se apoderó de Hazor y la quemó (Jos. 11:1-13; 12:19). Esta ciudad fue reconstruida y tocó en suerte a la tribu de Neftalí (Jos. 19:36). En la época de Débora y de Barak, otro rey, que se llamaba Jabín, reinaba en Hazor. Después de la derrota de Sísara, su general, Jabín trató de continuar la lucha contra Israel, pero fue finalmente vencido y muerto (Jue. 4:1-24; 1 S. 12:9). Hay dudas acerca de si ésta es la Hazor fortificada por Salomón, o si fue otra ciudad del mismo nombre (1 R. 9:15). Lo cierto es que los habitantes de la Hazor reconstruida por Salomón fueron deportados a Asiria por Tiglat-pileser (2 R. 15:29). Es en la vecina llanura que Jonatán derrotó a Demetrio (1 Mac. 11:67; Ant 13:5, 7).
Hazor está mencionada en las cartas de El-Amarna (véase AMARNA). Está identificada con Tell el-Makkas (Gedeh), a 6 Km. al oeste del puente de las Hijas de Sión.
En 1955 la Universidad hebrea de Jerusalén inició unas excavaciones. Se ha descubierto que la ciudad estaba fuertemente fortificada, y con un ingenioso sistema de aprovisionamiento de agua gracias al que eran plenamente autosuficientes en caso de asedio (Biblical Archaeology Review, marzo/abril 1980, vol. VI, n. 2, PP. 8-29).
(b) Otra ciudad en el extremo meridional de Judá, cerca de Cades (Jos. 15:23). Identificación plausible: el-Jebariyeh, cerca de Bir el-Hãfir, a unos 14 Km. al sudeste de el-'Aujã.
(c) Hezrón (Jos. 15:25), identificada por lo general con Khirbet el-Karyathein, a unos 7 Km. al sur de Tell Mã'în.
(d) Pueblo de Benjamín (Neh. 11:33). Conder lo identifica con Khirbet Hazzur, a unos 6,5 Km. al nornoroeste de Jerusalén, entre Beit Hanîna y Nebi Samwîl, 31° 50' N, 35° 12' E.
(e) Región en el desierto de Arabia, al este de Palestina. Jeremías profetizó que Nabucodonosor la saquearía (Jer. 49:28-33). Beroso afirma que Nabucodonosor conquistó Arabia (Josefo, Contra Apión, 1:19). Es posible que Hazor tenga un sentido colectivo, refiriéndose a una existencia sedentaria en contraposición a la vida nómada.

nom, HEBER o EBER

tip, BIOG SACE HOMB HOAT
ver, HEBREO
vet,
o EBER = «el otro lado, el país de allende» (1 Cr. 5:13; 8:22; Lc. 3:35).
(a) Descendiente de Sem por la línea de Arfaxad (Gn. 10:22, 24), antepasado de un grupo de pueblos (Gn. 10:21) que incluye entre ellos a los hebreos (Gn. 11:16-26), a los árabes joctánicos (Gn. 10:25-30) y a ciertas tribus arameas surgidas de Nacor (Gn. 11:29; 22:20-24).
El término «Heber» constituye un nombre colectivo que designa a estas naciones (Nm. 24:24). Originalmente, Heber habitaba en la región situada allende del Éufrates, al este de este río, y quizá también al este del Tigris; allí es donde moraban los hebreos en una época más tardía (cfr. Jos. 24:2, 3, 14, 15), los árabes joctánicos, e indudablemente los descendientes de Eber, que fueron los antecesores de Abraham y de Nacor, en Ur (Gn. 11:28) (véase HEBREO).
(b) Sacerdote, jefe de la casa patriarcal de Amoc, en la época del sumo sacerdote Joiacim (Neh. 12:20).
(c) Jefe de una familia patriarcal de la tribu de Gad en Galaad de Basán (1 Cr. 5:13).
(d) y (e) Dos benjamitas, uno hijo de Elpaal, y el otro hijo de Sasac (1 Cr. 8:12, 22).

nom, HEBREO

tip, HIST
ver, HEBER, AMARNA, EGIPTO, ISRAEL (HISTORIA BÍBLICA DE.)
vet,
= «que proviene del otro lado, que cruza».
Según la historia bíblica, los hebreos procedían de la orilla oriental del Éufrates (cfr. Gn. 12:5 con Gn. 14:13; Jos. 24:2, 3). Su nombre puede haber significado esto o haber sido en su origen, una forma patronímica derivada de Eber, y designando a todos sus descendientes, incluyendo a los israelitas (Gn. 10:21), hasta que estos últimos adquirieron tal importancia que el término hebreo vino a aplicarse exclusivamente a los israelitas. (Véase HEBER.)
Frecuentemente se expresa la opinión de que el término hebreo «'ibrî» (hebreo) debe identificarse con el acádico «hapiru» o «habiru» (pl. «habirû») que aparece en los términos cuneiformes de todo el Oriente Medio y de diversas épocas. Este término aparece también en lengua egipcia bajo la forma «'apiru». Según estas inscripciones, los «habirû» eran extranjeros, en busca de aventuras. En Babilonia, eran mercenarios; para subsistir, alquilaron sus servicios a los hurrianos de Nuzu (Nuzi), lo que vino a ser una verdadera servidumbre. No se evidencia en las inscripciones que «habirû» tenga un sentido étnico. Según las cartas de Tell el-Amarna, Abdi-Hiba, de Jerusalén, dirigió llamadas desesperadas al rey de Egipto, cuando bandas de «habirû» merodeaban por Palestina. Se ha querido identificar este episodio con la conquista de Canaán bajo la dirección de Josué. Sin embargo, las características de los «'apiru» o «habirû» no coinciden con las de los hebreos; un estrecho examen de las cartas de Tell el-Amarna ha llevado a gran número de eruditos, en contra de la identificación popularizada en muchos libros, a la conclusión de que las cartas de Tell el-Amarna no hablan de ninguna invasión formal. Los «'apiru» serían ciudadanos, de ciertas ciudades-estado, y el área involucrada incluía territorios muy al norte de Palestina, que no estaban incluidos en el territorio conquistado por los israelitas. Las dificultades descritas en las cartas han llevado a la mayor parte de los eruditos a la convicción de que se trataba de grupos de mercenarios extranjeros que se ponían al servicio de cualquier rey local que quisiera ampliar sus territorios a expensas de vecinos más débiles. Estas cartas, dirigidas al faraón en petición de ayuda, y que no recibían respuesta, fueron escritas evidentemente en un período de decadencia del poderío egipcio, y cronológicamente tanto Courville como Velikovsky argumentan de una manera documentada contra la identificación «'apiru» = hebreos, y en favor de su asignación al siglo VIII a.C. en el contexto de la revisión de la cronología general de la historia de Egipto (véanse AMARNA, EGIPTO, y las Bibliografías correspondientes a dichos artículos).
El nombre «hebreos» en plural se aplica a los israelitas (Gn. 40:15; 1 S. 4:6; 13:3; 2 Co. 11:22). En la época del NT, los judíos que hablaban hebreo o incluso arameo se daban este nombre a sí mismos, en contraposición a sus correligionarios de lengua griega, los helenistas (Hch. 6:1).
La expresión «hebreo de hebreos» significa que todos los ascendientes, tanto de la línea paterna como de la materna, eran hebreos (Fil. 3:5).
Para la historia del pueblo hebreo, véase ISRAEL (HISTORIA BÍBLICA DE.)

nom, HEBREO (Idioma)

tip, ABEC
ver, MARDIKH (Tell)
vet,
El hebreo pertenecía al grupo de las lenguas semíticas.
Las inscripciones y documentos antiguos, incluyendo las tablillas cuneiformes de Ebla (véase MARDIKH [TELL]), la estela de Moab y las inscripciones fenicias, son evidencia de que los cananeos, los fenicios y los moabitas hablaban en un lenguaje poco distanciado del hebreo. En las tablillas de Ras Shamra aparece una forma de hebreo primitivo (siglo XV o XVI a.C.).
El alfabeto hebreo se compone de 22 consonantes. Originalmente, se escribía sin los puntos que actualmente se usan para la vocalización. Éstos son posteriores al exilio, ya dentro de la era cristiana. Los puntos vocales fueron inventados por los masoretas para fijar la pronunciación, al haberse dejado de usar el hebreo como lengua viva en el seno del pueblo.
A excepción de ciertas partes de los libros de Daniel y de Esdras y de ciertos otros pasajes de la Biblia redactados en arameo, todo el AT fue originalmente redactado en hebreo.
Todas las lenguas tienen períodos de crecimiento y cambio. Lo mismo sucedió en diversas épocas del AT, dándose una evolución en la lengua hebrea antes del hebreo bíblico.
El hebreo antiguo estaba subdividido en dialectos (cp. shibolet y sibolet en Jue. 12:6).
Antes de la deportación a Babilonia, el lenguaje bíblico es relativamente puro, en tanto que durante y después del exilio se dejan sentir las influencias arameas sobre el hebreo, y acabó suplantando al hebreo como lenguaje comúnmente hablado.
El hebreo escrito persistió bajo la forma de transcripción aramea, que lleva la denominación de hebreo cuadrado. Éste es el lenguaje de la Torá (Biblia hebrea) y de la Misná, comentario bíblico redactado hacia el año 200 de nuestra era. El hebreo rabínico, la lengua de los teólogos judíos en el Talmud, constituye una evolución lingüística posterior.
A través de toda la Edad Media, el hebreo se mantuvo como lenguaje en medios eruditos. Su forma última es el hebreo moderno, hablado actualmente en el estado de Israel, donde es la lengua oficial. En la época de nuestro Señor Jesucristo, el arameo, y no el hebreo era el lenguaje comúnmente hablado (Mr. 5:41). Sin embargo, el hebreo se usaba como lengua litúrgica y en ocasiones especiales (cfr. Hch. 21:40-22:2).
Gramaticalmente, el hebreo es una lengua bastante sencilla. Por lo que respecta a los verbos, éstos giran alrededor de una raíz, habiendo dos tiempos: el perfectivo y el imperfectívo. La raíz puede quedar modificada para indicar siete formas diversas de acción: voz pasiva y activa, optativo, imperativo, participio, e infinitivos constructo y absoluto.
Los nombres, tanto sustantivos como adjetivos, carecen de declinación. Sus casos se forman, como en castellano, con ayuda de las preposiciones que establecen sus relaciones internas en la oración, formando los casos concretos.
La sintaxis es rígida, y la secuencia de las palabras en la oración determina el significado de ésta, lo cual no permite matizaciones enfáticas al estilo del castellano.

Bibliografía:
Chavez, M.: «Hebreo Bíblico» (Ed. Mundo Hispano, El Paso, 1981);
Wigram G. V.: «The Englishman's Hebrew and Chaldee Concordance of the Old Testament» (Samuel Bagster and Sons, Londres, 1843 / 1971).
Yates K M: «Nociones esenciales del hebreo bíblico» (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1970 / 78).
Véase también Pérez Castro F.: «Hebreos IV: La lengua hebrea bíblica» y Díaz Esteban F. V.: «Lengua y literatura postbíblica» en la Gran Enciclopedia Rialp (Ed. Rialp, Madrid, 1972, vol. II, PP. 610-619).

nom, HEBREOS (Epístola)

tip, LIBR LINT
vet,
En nuestras Biblias es la decimocuarta epístola del NT. Por lo general, se admite que se dirige a cristianos de origen judío, tentados a recaer en el judaísmo a causa de la hostilidad ambiental (He 2:1; 3:12; 4:1, 11; 5:12; 6:6; 10:23-25, 29). Convertidos pronto al Evangelio (He. 5 12) lo habían recibido de boca de los primeros predicadores (He. 2:3). Las persecuciones se abatieron pronto sobre ellos (He. 10:32-34) y habían ayudado frecuentemente a los santos (He. 6:10; 10:34). La epístola no hace ninguna alusión a los cristianos de origen pagano que pudieran haber sido miembros de las mismas iglesias, amenazados de un retorno a las ceremonias rituales más que a la Ley. Las características de los destinatarios se corresponden más bien con las de los cristianos hebreos de Palestina; parece evidente que es a ellos a los que se dirigió esta carta, al mismo tiempo posiblemente que a otros judíos cristianos de oriente. Ciertos exegetas mantienen sin embargo que contempla a los cristianos de origen pagano o a los cristianos en general, sea cual fuere su origen, o incluso a un pequeño grupo establecido en Roma.
(a) AUTOR.
El problema del autor ha suscitado controversias desde la antigüedad. La iglesia primitiva de oriente afirmaba que su autor era Pablo, aunque el estilo fuera diferente de las otras epístolas del apóstol. Se han adelantado varias teorías para dar cuenta de estas diferencias. Clemente de Alejandría alegaba que esta carta podría ser una traducción de Lucas de un ms. hebreo de Pablo. En cambio, la iglesia de occidente en los siglos III y IV, rechazó la paternidad paulina de Hebreos, y llegó a dudar de su inspiración, aunque Clemente de Roma ya la había reconocido a finales del siglo primero. Orígenes, en el siglo III, afirmaba que solamente Dios conocía a su redactor (cfr. Eusebio, Historia Eclesiástica 6:25,14). Delitzsch señala que esta epístola se presenta como Melquisedec, «sin padre, sin madre». Se presenta solitaria, en su dignidad regia y sacerdotal y, a semejanza de él, carece de antecedentes. Durante mucho tiempo, sin embargo, prevaleció la postura de la iglesia de oriente y fue generalmente aceptada. Sin embargo, la evidencia interna indica que no es traducción de un original hebreo. Su estilo griego es depurado. La opinión comúnmente admitida en la actualidad de que Pablo no fue su autor, sino alguno de sus discípulos, sin embargo, no puede ser mantenida dogmáticamente. Se dice que las pruebas objetivas e internas no son suficientes para demostrar que Pablo sí escribió esta epístola. En todo caso, tampoco son suficientes para demostrar que él no fue su autor. Por una parte, se debe admitir que la diferencia de estilo entre las epístolas reconocidas de Pablo y Hebreos no se debe necesariamente a que sean de diferentes autores. El carácter íntimo de las epístolas de Pablo, dirigidas, excepto Romanos y Colosenses, a congregaciones conocidas del apóstol, y todas ellas pertenecientes a su campo de acción como apóstol, se contrapone al carácter de ensayo de Hebreos, dirigida además a unos creyentes ante los cuales Pablo no había sido dirigido como apóstol (pues lo era a la incircuncisión), pero a los que sí podía escribir como maestro autorizado. Esto puede dar cuenta perfecta de la diferencia, al tratarse de un ensayo trabajado, argumentado, elaborado, en contraste con sus otras epístolas, escritas de una manera más espontánea y familiar.
Asimismo, puede ello dar cuenta perfecta de que no diera su nombre. En este escrito dirigido a cristianos de origen hebreo, más que su autoridad apostólica, que no le había sido dada para ellos, contaba la articulación de sus argumentos en torno a la autoridad de las Escrituras del Antiguo Testamento, alrededor de las cuales, por vía de una tipología de contrastes, se erige toda la exposición.
Por otra parte, el testimonio del mismo apóstol Pedro no puede ser dejado de lado. Dirigiéndose «a los expatriados de la dispersión (diáspora) en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia», los israelitas dispersos (1 P. 1:1, cfr. 2 P. 3:1), les dice de manera clara: «como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, como también en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas» (2 P. 3:15, traducción revisada cotejando con el original). En esta frase, Pedro les recuerda un escrito dirigido a ellos por Pablo, esto es, a los hebreos de la dispersión, escrito en el que afirma lo mismo que «en todas sus epístolas». Si a este testimonio unimos el de la iglesia de oriente desde la época más temprana, parece que hay un gran peso de evidencia para sostener que Pablo fue el autor de Hebreos.
Otras objeciones a la paternidad paulina, como su tratamiento de la fe, la concepción escatológica del capítulo 12, y el tratamiento de las Escrituras del Antiguo Testamento como «arsenal de tipos», que, según algunos, no son característicos de la literatura paulina, no son convincentes.
(A) La fe puede ser considerada desde diversos ángulos, al igual que otros conceptos, dentro de una armonía de complementariedad. Pablo se estaba dirigiendo a sus lectores con unos fines muy distintos a los expresados en otras epístolas.
(B) La concepción escatológica del capítulo 12 no es doctrinalmente contradictoria a la de Pablo. Se está refiriendo, no a la esperanza de la iglesia, sino al juicio de Dios sobre los adversarios y a los profesantes apóstatas, con la culminación del establecimiento del estado eterno.
(C) Es evidente que en su tratamiento de las Escrituras con los judíos, Pablo no iba a actuar del mismo modo que con creyentes procedentes de la gentilidad. Su argumentación en Hebreos bien podría ser un reflejo, aunque no en el fondo sí en la forma, de sus discusiones y disputas con los judíos cuando predicaba en las sinagogas. Es evidente que ello no es característico de la literatura paulina general, por cuanto sus destinatarios eran de un carácter muy distinto al de este escrito dirigido específicamente a cristianos hebreos. Por otra parte, la afirmación en He. 13:22 : «os he escrito en pocas palabras» (trad. lit.) difícilmente puede referirse a la epístola entera, que sobrepasa las 8.000 palabras. Parece razonable la sugerencia de Sir Robert Anderson y otros autores que He. 13 es una nota de cariz personal para acompañar el tratado. Es allí que encontramos la nota acerca de Timoteo, y la nota acerca de los de Italia, desde donde evidentemente fue escrita la epístola. El mismo Delitzsch reconoce que en esta nota «parecemos oír a S. Pablo, y a nadie más».

(b) FECHA DE REDACCIÓN.
Las pruebas internas indican, con toda probabilidad, una fecha entre los años 65-68 d.C. En efecto, el tiempo presente indicado para describir el ritual levítico (cp. He. 8:4-5, 13; 9:6-7, 9, 22, 25; 10:1, 8; 13:11) implica una fecha anterior a la destrucción del templo, que se produjo en el año 70 d.C. Hay exegetas que asignan a esta epístola una fecha entre 80-90 d.C., manteniendo que el autor describe este ritual desde el punto de vista ideal, basándose únicamente en el Pentateuco; pero en este caso parecería asombroso que no hubiera utilizado el argumento aportado por la destrucción del templo en favor de su tesis. De todas maneras, Clemente de Roma conocía la epístola, mencionándola en su carta a los corintios (96 d.C.). Timoteo, nacido alrededor del 25 d.C., vivía todavía cuando esta carta fue redactada (He. 13:23).

(c) ANÁLISIS:
(A) El autor comienza afirmando la superioridad del cristianismo por encima de toda revelación anterior, y como definitiva, porque Cristo es el punto culminante de la revelación de Dios (He. 1). Este hecho debería sernos un aliento para no abandonar el Evangelio (He. 2:1-4). La humillación de Cristo no debe oscurecer nuestra visión, porque es precisamente gracias a su abatimiento que ha llegado a ser nuestro Salvador y Sumo Sacerdote (He. 2:5-18). Cristo es superior al mismo Moisés (He. 3:1-6). Las advertencias contra la incredulidad que habían sido dirigidas al Israel bajo el Antiguo Pacto son, bajo el Nuevo Pacto, doblemente poderosas para ponernos en guardia contra el mismo pecado (He. 3:7-4:13).
(B) La epístola revela el valor de la posición de Cristo como Sumo Sacerdote (He. 4:14-16); desarrolla la naturaleza de este sacerdocio, mostrando que Cristo lo ha consumado en cumplimiento de la profecía (He. 5). El cap. 6 reprende a los destinatarios de la carta de una manera vigorosa pero sin dureza, a causa de su incompleto conocimiento del Evangelio. El cap. 7 destaca la superioridad del sacerdocio de Cristo, del que Melquisedec es el tipo, sobre el sacerdocio levítico, anunciando la anulación de este último y de su ritual, y la todasuficiencia del sacerdocio de Cristo.
(C) El sacerdocio de Cristo sigue ejerciéndose necesariamente en el cielo; el hecho de que Cristo sea invisible no debe constituir un obstáculo a la piedad de los cristianos de origen judío. El ministerio celestial de Cristo corrobora los tipos proféticos, cumple las promesas y da remedio a las imperfecciones del ritual terreno (He. 8:1-10:18).
(D) La cuarta sección (He. 10:19-12:29) exhorta a los hebreos a vivir incesantemente por la fe, siguiendo estas verdades. Se insiste sobre la renovación de la confianza en Cristo, y sobre la frecuente asistencia a las reuniones de las santas asambleas (He. 10:19-25); se exhibe la caída sin esperanza de los apóstatas (He. 10:26-31), y se exhorta a los destinatarios a recordar el celo que habían mostrado en el pasado (He. 10:32-39), dándose el ejemplo de los héroes de la fe en el AT (He. 11) y del mismo Jesucristo (He. 12:1-3), exhortándose a los hebreos a la consideración de que el Señor se sirve de pruebas para dirigir a sus hijos por el camino de la gloriosa salvación y crecimiento en ella (He. 12:4-9).
(E) El cap. 13 contiene varias exhortaciones particulares. Esta epístola es la única donde se da a Cristo el título de sacerdote, aunque ciertamente la esencia de esta doctrina figura en otros libros de la Biblia. Esta epístola presenta el cristianismo como la culminación, el objeto último del Antiguo Pacto, y expone con claridad el camino de la salvación, que había sido preanunciado por los tipos y las ceremonias. La Epístola a los Hebreos provee así argumentos perentorios, propios para establecer en la fe. Es evidente que sin esta epístola el Nuevo Testamento hubiera quedado incompleto.
(D) SALVACIÓN.
La excelencia de la salvación en Jesucristo. Pocas epístolas exaltan hasta tal punto la perfecta excelencia de Cristo y de su evangelio. Aparecen una y otra vez los epítetos «mejor», «más excelente», «superior»:
nombre más excelente (He. 1:4),
mayor gloria (He. 3:3),
cosas mejores (He. 6:9),
una mejor esperanza (He. 7:19),
un mejor pacto (He. 7:22; 8:6),
mejor ministerio (He. 8:6),
mejor herencia (He. 10:34),
más excelente sacrificio (He. 11:4),
una patria mejor (He. 11:16),
mejor resurrección (He. 11:35),
alguna cosa mejor para nosotros (He. 11:40),
la sangre rociada que habla mejor que la de Abel (He. 12:24).
El mismo Cristo es superior:
a los antiguos profetas (He. 1:1-2),
a los ángeles (He. 1:4-14),
a Moisés (He. 3:1-6),
a Josué (He. 4:8),
a Abraham (He. 7:4-10),
a Aarón y a todos los sacerdotes (He. 7:11-28).
Su sacrificio expiatorio es total e infinitamente eficaz (a diferencia de los del Antiguo Pacto, He. 10:1-4), y el autor repite en diez ocasiones que fue ofrecido una vez por todas (He. 7:27; 9:12, 25, 26 a, 26 b, 28; 10:10, 12, 14, 18).
Esto se enfrenta abiertamente con la doctrina de la Iglesia de Roma, que pretende que la misa es un verdadero sacrificio, en el que Cristo vuelve a ser inmolado por el sacerdote, llamándose a ello «el sacrificio de la misa». Decir que esta inmolación real es mística e incruenta no soluciona nada, porque por una parte se viola la enseñanza del único e irrepetible sacrificio de Cristo que se halla en Hebreos, y por otra la enseñanza de que «sin derramamiento de sangre no se hace remisión» (He. 9:22). Es en vano que el Concilio de Trento pronuncia el anatema sobre toda persona que rechaza esta doctrina. Por otra parte, es solamente Cristo quien ha sido establecido «sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec», poseyendo «un sacerdocio inmutable» (lit.: «intransferible», gr. «aparabaton»). Así, no puede tener un «vicario» (cp. Ef. 1:22), y Roma no tiene base sobre la cual pronunciar, como lo hace al ordenar a cada miembro de su clero: «Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec».
Recapitulando, por cuanto Jesús ejerce personalmente su sacerdocio, «puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos» (He. 7:25). Así, no tenemos necesidad ni base para ir a otros intercesores, porque Cristo es nuestro único y todosuficiente mediador (1 Ti. 2:5; Hch. 4:12).

Bibliografía:
Anderson, Sir R.: «Types in Hebrews» (Kregel Publications, Grand Rapids, Michigan, 1978);
Calvino, J.: «Epístola a los Hebreos» (Subcomisión Literatura Cristiana, Grand Rapids, Michigan, 1977);
Darby, J. N.: «The author of the Epistle to the Hebrews», en The Collected Writings of J. N. Darby (Editor: W. Kelly, vol. 6, PP. 211-216, Stow Hill Bible and Tract Depot, Kingston-on-Thames, reimpr. 1964), «Notes from Lectures on the Epistle to the Hebrews», Collected Writings, vol. 27, PP. 335-414;
Kelly, W.: «Inspiration of Scripture» (C. A. Hammond Trust Bible Depot, Londres, 1903/1966);
Newell, W. R.: «Hebrews- verse by verse» (Moody Press, Chicago, Illinois 1947 / 1978);
Pfeiffer, C. F.: «La Epístola a los Hebreos» (Publicaciones Portavoz Evangélico, Barcelona, 1981);
Ross, R. W.: «Hebrews», en Wycliffe Bible Commentary (Moody Press, Chicago, 1962 / 1978);
Saphir, A.: «Epistle to the Hebrews» (Kregel Pub., Grand Rapids, reimp. 1983 edición 1874);
Stibbs, A. M.: «Hebreos», en Nuevo Comentario Bíblico (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, Texas, 1977);
Trenchard, E.: «Exposición de la Epístola a los Hebreos» (Editorial Literatura Bíblica, Madrid, 1974);
Vos, G.: «La enseñanza de la Epístola a los Hebreos» (Clíe, Terrassa, 1978).

nom, HEBREOS (Evangelio)

tip, LIBR
vet,
Libro apócrifo originado en ambientes judeocristianos. Su origen es muy oscuro.
Se usó en la secta de los nazarenos, y en las citas que se conservan de él se evidencia una intensa corriente de desviado misticismo judaico.
Entre otros, lo citan Jerónimo y Orígenes.
Había una corriente de opinión que lo identificaba con Mateo, pero es de un carácter decididamente espurio.

nom, HEBRÓN

tip, BIOG CIUD REGI HOMB HOAT
ver, ISRAEL
sit, a3, 280, 224
vet,
= «unión, liga».
(a) Levita hijo de Coat, fundador de un clan (Éx. 6:18; 1 Cr. 6:2).
(b) Ciudad del país montañoso de Judá (Jos. 15:48, 54), llamada originalmente Quiriat-arba (ciudad cuádruple, o Tetrápolis; Gn. 23:2; Jos. 20:7). Fue edificada siete años antes que Zoan-Tanis, ciudad de Egipto (Nm. 13:22); existía, pues, antes que Abraham, quien residió un tiempo en las proximidades de Hebrón, en el encinar de Mamre (Gn. 13:18; 35:27). Allí murió Sara; Abraham compró la cueva de Macpela a los heteos que había entonces en Hebrón para sepulcro (Gn. 23:2-20). La actual mezquita de Hebrón está construida sobre dicha cueva, que con toda verosimilitud contiene todavía los restos de varios patriarcas.
Isaac y Jacob moraron cierto tiempo por Hebrón (Gn. 35:27; 37:14).
Los doce espías exploraron el país, descubriendo que había anaceos entre sus moradores (Nm. 13:22).
Hoham rey de Hebrón fue uno de los aliados de Adonisedec rey de Jerusalén, y vencido junto con los otros cuatro reyes coligados, hecho preso y ejecutado (Jos. 10:1, 27). Josué y sus tropas se apoderaron de Hebrón, destruyéndola completamente y dando muerte a todos sus habitantes, que estaban bajo anatema (Jos. 10:36-39). Después de esta primera expedición de Josué, es evidente que los moradores supervivientes volvieron a construir y fortificar la ciudad (cfr. Jos. 14:12). Caleb reivindicó este distrito, y después de la muerte de Josué, Caleb reconquistó la ciudad (Jue. 1:10, 19, 20; Jos. 15:13-19).
Hebrón que era una capital de distrito fue asignada a los sacerdotes y pasó a ser una ciudad de refugio (Jos. 20:7; 21:10-12; 1 Cr. 6: 54-57). David envió allí una parte del botín conseguido en Siclag (1 S. 30:26-31) y Hebrón vino a ser su capital durante los primeros siete años de su reinado. Absalón proclamó desde allí su rebelión contra su propio padre David (2 S. 15:7-10). Roboam fortificó sus muros (2 Cr. 11:5, 10, 11). Durante el cautiverio, Hebrón cayó en manos de los edomitas, que ocuparon el sur de Judá, y Judas Macabeo reconquistó ésta y otras ciudades. Para entonces, Hebrón era una fortaleza dotada de torres, y dominaba las otras ciudades (1 Mac. 5:65).
En el NT no se hace mención de Hebrón. La ciudad fue arrasada por los romanos en el año 69 d.C. Fue reconstruida, y los árabes la llaman el-Halil. Al finalizar la dominación británica de Palestina en 1948, Transjordania ocupó militarmente los territorios correspondientes a Judea y Samaria, incluyendo Hebrón, anexionándolos. En la Guerra de los Seis Días, en junio de 1967, Israel recuperó estos territorios, que actualmente administra sin haber efectuado una anexión formal de los mismos. (Véase ISRAEL.)

nom, HECES

tip, ALIM TIPO
vet,
Llámase así al sedimento del vino. Los vinos de calidad déjanse reposar en las heces, adquiriendo así un color y olor exquisitos. Por ello se emplean como ejemplo de la generosidad de Dios (Is. 25:6). También como símbolo de una nación que, a causa de un largo período de prosperidad y tranquilidad, se ha hecho rica y descansa sobre una muy confiada seguridad (Jer. 48:11; Sof. 1:12).
Beber las heces de la ira de Dios (Sal. 75:8; Is. 51:17) es beberla hasta el final, esto es, sufrir la ira de Dios hasta el fin y la propia destrucción.

nom, HECHICERO

tip, LEYE
ver, ADIVINACIÓN, ASTRÓLOGOS, MAGOS
vet,
Persona pretendidamente dotada de poderes sobrenaturales, debidos a la práctica del ocultismo y a sus relaciones con los malos espíritus. El término hebreo «hartõm», traducido como «caldeo» o «mago», vino a significar escriba, sacerdote instruido (Dn. 1:20; 2:10, etc.). Versados en los encantamientos, en las prácticas del ocultismo (Éx. 7:11), en la interpretación de los sueños (Dn. 2:10).
Estos magos eran numerosos:
en Egipto (Gn. 41:8; 2 Ti. 3:8 da los nombres de Janes y Jambres, que se opusieron a Moisés),
en Asiria (Nah. 3:4),
en Babilonia (Is. 47:9; Dn. 2:2),
en Canaán y en los otros países paganos (Dt. 18:10).
Otro término hebreo, «hashshãph», se traduce como «encantadores» o «hechiceros». Designa a los hechiceros y exorcistas que empleaban fórmulas mágicas para hacer que los malos espíritus les ayudaran, o para obligarlos a dejar de atormentar a sus víctimas. Los efectos sobrenaturales deseados tenían que ver con los hombres, los animales y las fuerzas de la naturaleza.
Los textos no siempre distinguen limpiamente entre el encantamiento y la adivinación (Nm. 23:23; 24:1; 2 R. 17:17; Jer. 27:9) y otras formas de ocultismo, todas ellas formalmente prohibidas por la ley de Moisés (Dt. 18:9-14), en la que la pena para hechiceros, como para los evocadores de muertos, era la muerte (Éx. 22:18; Lv. 20:6, 27). Los profetas predijeron el castigo que les sobrevendrá (Mi. 5:11; Mal. 3:5; etc.; cfr. Josefo, Vida 31; Ant. 17:4, 1; y Sab. 12:4-6).
El NT evidencia las mismas prácticas, y en sus páginas aparecen:
Simón el Mago (Hch. 8:9, 11);
Bar-jesús (Hch. 13:6, 8);
en Éfeso, los exorcistas judíos y los adeptos a las «artes mágicas» y sus libros de un precio inmenso (Hch. 19:13, 19).
La hechicería es manifiestamente una obra de la carne (Gá. 5:20).
En Ap. 9:21, el término traducido como «hechicerías» es «pharmakeia», lo que sugiere el uso de drogas y de filtros misteriosos; el castigo de estas diabólicas drogas es la perdición eterna (Ap. 18:23; 21:8; 22:15). (Véanse ADIVINACIÓN, ASTRÓLOGOS, MAGOS.)

nom, HECHOS DE LOS APÓSTOLES

tip, LIBR LINT
ver, CANON, MANUSCRITOS BÍBLICOS, LUCAS, PABLO, PEDRO
vet,
Quinto libro del NT.
Este título general, que data del siglo II, no significa que este libro narre todos los hechos y gestas de los apóstoles. El objeto del libro es el de mostrar la expansión del cristianismo entre los paganos, expansión en la que los apóstoles fueron los instrumentos bajo la dirección del Espíritu Santo. En vanguardia se hallan al principio Pedro, y después Pablo. Pero los apóstoles son frecuentemente presentados como un cuerpo ejecutivo (Hch. 1:23-26; 2:42; 4:33; 5:12, 29; 6:2; 8:1, 14; 15:6-23).
El libro va dedicado a un hombre llamado Teófilo, evidentemente un prominente cristiano procedente de la gentilidad. El autor cita una relación que había escrito anteriormente de la vida y de las enseñanzas de Cristo. No puede referirse a otra cosa más que al tercer Evangelio. Razones:
(a) Este Evangelio se dirige también a Teófilo.
(b) Tiene como tema la vida y doctrina de Cristo hasta su ascensión (Lc. 24:51).
(c) Al presentar el ministerio de Cristo, insiste en su misión universal, que también ocupa la perspectiva del autor de Hechos.
(d) El vocabulario de ambos libros presenta numerosas analogías. Aunque el autor no da su nombre en ninguna de ambas obras, emplea la primera persona plural en ciertos pasajes que relatan los viajes de Pablo (Hch. 16:10-17; 20:5-21:18; 27:1-28:16). Ello indica asimismo que fue su acompañante. Durante el segundo viaje del apóstol, se reunió con él en Troas y lo acompañó hasta Filipos. Y fue en esta misma ciudad que volvió a unirse a él en su tercer viaje. Fue con él a Jerusalén, y lo acompañó de Cesarea a Roma. Las tradiciones más antiguas de la época inmediatamente posterior a la de los apóstoles atribuyen el tercer Evangelio y Hechos a Lucas. Las alusiones a Lucas en las epístolas de Pablo concuerdan con lo que se dice en Hechos de sus viajes. No podemos decir de ningún amigo de Pablo que lo acompañara con tanta fidelidad. Col. 4:14 y Flm. 24 nos hacen ver que Lucas estaba con Pablo en Roma. Las epístolas redactadas en las épocas en las que, según Hechos, Lucas no estaba con Pablo, no lo mencionan. Además, la utilización de términos médicos (cfr. Hobart, «La langue médicale de St. Luc»), el estilo clásico, todo ello junto al manifiesto conocimiento que se evidencia del mundo grecorromano, tanto en su organización política como legislativa, militar y cultural, dan evidencia de que el autor estaba bien instruido, como corresponde a un médico. Así, se puede aceptar sin dudas de ninguna especie que Lucas fue el autor del tercer Evangelio y de Hechos.
El objeto del libro de los Hechos ya ha sido mencionado. El cap. 1 relata los últimos encuentros del Señor Jesús con sus discípulos durante los cuarenta días, su promesa del Espíritu Santo, su orden de anunciar el Evangelio a todo el mundo (Hch. 1:8), su ascensión, y los hechos de sus discípulos hasta Pentecostés. Tenemos a continuación la historia de la iglesia de Jerusalén con posterioridad a Pentecostés, describiéndose ciertos hechos característicos (Hch. 2:1-8:3): las primeras conversiones, la primera oposición, el primer acto de disciplina eclesiástica, el primer mártir. Cada uno de estos relatos es seguido de una breve exposición de la situación de la iglesia posterior a estos hechos (cfr. Hch. 2:41-47; 4:23-37; 5:11-16, 41, 42; 6:7; 8:1-3). En estos episodios, Pedro tiene un papel destacado, hasta el primer mártir, Esteban, que introduce el siguiente período. Después tenemos un relato de la transformación de la iglesia en iglesia misionera, ofreciendo la salvación a todos los hombres, únicamente por la fe en Jesucristo (Hch. 8:4-12:25). Esta sección de Hechos describe cinco acontecimientos importantes:
(a) La obra de Felipe en Samaria y la conversión del funcionario etíope (Hch. 8:4-40).
(b) La conversión de Saulo y sus primeras predicaciones (Hch. 9:1-30).
(c) La actividad misionera de Pedro, en Siria, que llevó a la conversión de Cornelio dando a la iglesia la certidumbre de que el Evangelio era también para los gentiles (Hch. 9:31-11:18).
(d) La fundación de un nuevo centro de expansión entre los gentiles, la Iglesia de Antioquía compuesta mayormente de cristianos surgidos de la gentilidad (Hch. 11:19-30).
(e) La persecución desatada por Herodes, por la cual las autoridades políticas rechazan el cristianismo de una manera definitiva (Hch. 12).
A continuación se da el relato del establecimiento de la fe cristiana en los principales centros del imperio, sobre todo por acción de Pablo (Hch. 13), hasta el final del libro de los Hechos.
Esto tiene lugar en el curso de tres grandes viajes.
El primero a Chipre y al interior de Asia Menor (Hch. 13-14), que lleva al Concilio de Jerusalén, en el que reconoce de manera formal la posición de los gentiles procedentes del paganismo en el seno de la iglesia, no sometidos ni a la circuncisión ni a la observancia de la Ley, fuera de unas cosas necesarias que sí están obligados a guardar (Hch. 15:19, 20, 23-29).
El segundo viaje llevó a Pablo a Macedonia y a Grecia (Hch. 18:23-20:3), finalizando en la última visita de Pablo a Jerusalén (Hch. 20:4-21:26), donde fue arrestado. Sigue su propia defensa ante los judíos, ante Félix, Festo, Agripa, y sus dos años de cautiverio en Cesarea (Hch. 21:27-26:32), después de lo cual fue enviado a Roma, a causa de haber apelado a César (Hch. 27:1-28:16). Anunció el Evangelio durante dos años en la ciudad imperial (Hch. 28:17-31).
Muchos piensan que Hechos fue escrito al final de estos «dos años», esto es, en el año 63 d.C. Otros opinan que Lucas se detiene aquí porque éste había cumplido su propósito al escribir este libro: mostrar al apóstol llevando el Evangelio hasta Roma. O quizá porque tuviera la intención de escribir otro libro en el que relatar los sucesos acontecidos con posterioridad. En este caso se podría situar la redacción de Hechos algunos años más tarde.
Las investigaciones modernas han dado evidencia de la notable exactitud histórica de Hechos. La concordancia, que había sido muy debatida, entre Hechos y las Epístolas de Pablo ha sido vindicada con éxito. El libro de Hechos ha sido escrito por un literato de gran talento, que provee los datos que explican la rápida expansión del cristianismo durante los treinta y tres años que siguieron a la comisión de Cristo a los apóstoles.
Véanse CANON, MANUSCRITOS BÍBLICOS, LUCAS, PABLO, PEDRO y las respectivas bibliografías.
Bibliografía:
Hester, H. I.: «Introducción al estudio del Nuevo Testamento» (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1974);
Ladd, G. E.: «Hechos», en El comentario bíblico Moody del Nuevo Testamento (Ed. Moody, Chicago, 1965/71);
Tenney, M. C.: «Nuestro Nuevo Testamento» (Ed. Moody, Chicago, 1973);
Ryrie, C. C.: «Los Hechos de los Apóstoles» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1981).

nom, HELADA

ver, NIEVE
vet,
Algunas veces cae en los terrenos elevados de Palestina, y una capa delgada de hielo se forma en ocasiones también en los estanques de Jerusalén.
A la belleza tranquila de las formas que el hielo toma, se hace alusión en Jb. 37:10. (Véase NIEVE.)

nom, HELBÓN

tip, CIUD VALL
sit, a1, 308, 350
vet,
«fértil» (Ez. 27:18).
Conocida por su vino de que se abastecía a Tiro por comerciantes de Damasco.
Es un agreste vallecito y una aldea llamada todavía Helbón, situada muy arriba en la vertiente oriental del Antilíbano, a 10 Km. de Haifa.

nom, HELCAT

tip, CIUD
sit, a1, 295, 343
vet,
«parte de un terreno, campo».
Población del límite de Aser (Jos. 19:25), fue asignada a los levitas descendientes de Gersón (Jos. 21:31).
En 1 Cr. 6:75 recibe el nombre de Hucoc, probablemente debido a una mala transmisión del texto. Había sido identificada por Yerka, a 13 Km al oeste-noroeste de Acre (31° 57' N, 35° 12' E), pero en la actualidad se propone Tell el-Harbaj.

nom, HELENISMO

vet,
La conquista de inmensos territorios en Asia por parte de Alejandro Magno y el mantenimiento de aquellos territorios bajo las dinastías de los generales de Alejandro, abrió el camino al influjo de la cultura griega en sus múltiples formas en gran parte del mundo antiguo. En la misma Judea se infiltraron las costumbres, la lengua y modos de pensar helenistas, sobre todo en capas elitistas y colaboracionistas de la población. Esto provocó la reacción macabea.
El judaísmo de la dispersión se vio más especialmente sometido a la influencia del pensamiento griego. Filón de Alejandría es uno de los pensadores judíos que evidencia una gran influencia de las concepciones griegas en su manera de pensar.

nom, HELENISTA

ver, HELENISMO
vet,
El que, sin ser griego, hablaba en esta lengua.
Este término se aplicaba sobre todo a los judíos que, habiendo adoptado la lengua griega, habían asumido también las costumbres e ideas de los griegos (Hch. 6:1; 9:29).

nom, HELIÓPOLIS.

tip, CIUD
ver, EGIPTO
sit, a4, 69, 304
vet,
Nombre griego de la ciudad que en la Biblia se conoce como Aven u On (heb. «'on», del egipcio «iwnw», cfr. el copto «on», «luz»).
Ciudad que en la antigüedad fue capital del Bajo Egipto, a pocos kilómetros al este del Nilo, en el Delta, a unos 30 Km. de Menfis.
Aparece con el nombre de Heliópolis en la LXX (Éx. 1:11).
Jeremías la llama Bet-semes (Jer. 43:13).
Parece que Isaías hace alusión a ella (Is. 19:18).
Un ligero cambio en la primera letra de su nombre transforma su significado de «ciudad del sol» a «ciudad de destrucción». Si se admite esta lectura, propuesta por numerosos exégetas, el pasaje significaría que el culto al sol dará lugar a la adoración del verdadero Dios, destruyéndose los ídolos.
Los sacerdotes y médicos tenían en esta ciudad escuelas que dependían del templo dedicado al culto del sol. Los filósofos griegos acudían allí a estudiar.
En la época de Herodoto, los sacerdotes de On eran los mejores historiadores de todo Egipto (Herodoto 2:3).
Faraón dio a José como esposa la hija de un sacerdote de On (Gn. 41:45, 50; 46:20). (Véase EGIPTO.)

nom, HEMÁN

tip, BIOG MUSI HOMB HOAT
vet,
= «fiel».
(a) Israelita de la tribu de Judá con una gran reputación de sabiduría; vivió durante el reinado de Salomón (1 R. 4:31; 1 Cr. 2:6). Compuso el Sal. 88, que constituye una queja lastimera.
(b) Cantor, durante el reino de David; hijo de Joel, nieto del profeta Samuel, y levita descendiente de Coat (1 Cr. 6:33; 15:17). Tocaba el címbalo de cobre (1 Cr. 15:19). Vino a ser uno de los mejores músicos de David (1 Cr. 16:41, 42).

nom, HEMORROIDES

tip, MDIC
vet, o ALMORRANAS.
Esta enfermedad fue usada como castigo a los filisteos cuando robaron el arca de la alianza (1 S. 5:12).
En el libro del Deuteronomio (Dt. 28:27) se las menciona como castigo de los desobedientes.

nom, ALMORRANAS. Ver HEMORROIDES:

nom, HENA

tip, CIUD
vet,
Ciudad tomada por los asirios (2 R. 18:34; 19:13; Is. 37:13), mencionada con Sefarvaim e Iva.
Se identifica con la actual Anah, a orillas del Éufrates, 34° 30' N, 42° E.

nom, HENOC. Véase ENOC.

nom, HEPTATEUCO

tip, LIBR
vet,
(gr.: «siete volúmenes»).
Denominación usada por algunos de los Padres de la iglesia, que opinaban que, debido a la estrecha relación entre los cinco libros de Moisés con Josué y Jueces, el conjunto debería recibir este nombre.

nom, HEREJE

ver, HEREJÍA
vet,
Es un hereje el que se adhiere a una herejía. (Véase HEREJÍA).

nom, HEREJÍA

tip, DOCT RELI
vet,
La palabra «hairesis» procede de «elección» (de «haireomai», elegir). Se traduce también como «secta», y se aplica a las sectas entre los judíos, como las de los saduceos y de los fariseos (Hch. 5:17; 15:5; 26:5).
Los judíos emplearon este término con respecto al cristianismo (Hch. 24:5, 14; 28:22).
Pronto surgieron herejías y sectas en la iglesia, como resultado de la actividad de la voluntad autónoma del hombre en una u otra forma.
La raíz «elegir» en el término griego indica que una herejía es algo peculiar. Puede que la doctrina mantenida y apremiada sea cierta en sí misma, pero que sea exagerada y sacada de proporción o de contexto. El resultado frecuente es la formación de un partido o secta (1 Co. 11:19; Gá. 5:20; 2 P. 2:1).
El adherente a una herejía es un hereje, y debe ser rechazado después de la primera o segunda amonestación (Tit. 3:10).
Además de su sentido primario denotando la formación de corrientes y escuelas y tendencias, pronto vino a denotar errores doctrinales. Así, en su segunda epístola, Pedro advierte a los creyentes contra «herejías destructoras» (2 P. 2:1).
Siendo que Dios nos ha dado en Su palabra todo lo que necesitamos (Hch. 20:32; 2 Ti. 3:15-17), al creyente no le es dado elegir, sino obedecer. Tiene que aprender a recibir con humildad (cfr. 1 Co. 4:7).

nom, HERENCIA

tip, LEYE COST TIPO
vet,
Abraham ya conoció esta costumbre de transmisión de bienes a la muerte (Gn. 15:3, 4).
Sólo los hijos de la esposa legítima tenían derecho a herencia. Los hijos de una concubina quedaban excluidos de ella. Ismael, hijo de la esclava, no podía heredar con el hijo de la libre (Gn. 21:10). Abraham despidió, con dones, a los hijos tenidos con sus concubinas (Gn. 25:5, 6). En cambio, todos los hijos de Jacob recibieron iguales derechos.
Las hijas heredaban en ocasiones con el mismo derecho que los hijos (Jb. 42:15).
Según la ley de Moisés, los bienes de un hombre eran divididos, a su muerte, entre sus hijos. El primogénito recibía el doble de lo que recibían los demás (Dt. 21:15-17). Si no había hijos, la herencia era para las hijas (Nm. 27:1-8), que en tal caso no podían casarse fuera de su tribu (Nm. 36; Tob. 6: 10-13).
Si las circunstancias exigían que alguien de otra familia se casara con una heredera única, los hijos nacidos de este casamiento llevaban el nombre de su abuelo materno (1 Cr. 2:34-41; Esd. 2:61).
Si el difunto no había tenido hijos, la herencia iba a su/s hermano/s; si no los había, iba al pariente más próximo (Nm. 27:9-11).
Las administraciones griega y romana introdujeron nuevos usos y costumbres, y los términos testamento y testador se hicieron familiares entre los judíos (He. 9:16, 17).
En sentido espiritual, somos herederos de Dios, habiendo venido a ser realmente hijos de Él por la adopción del Espíritu, el cual nos hace clamar «¡Abba!» (Padre, lit. «papá», Ro. 8:17). Ya Abraham había recibido, por la fe, la promesa de que sería «heredero del mundo», lo que también nos está reservado (Ro. 4:13-16). El creyente estaba sometido antes a la esclavitud de la Ley del AT, pero ahora, como dice Pablo «ya no eres esclavo sino hijo y si hijo también heredero de Dios por medio de Cristo» (Gá. 3:18; 4:1-7 cp. Gá. 4:30, 31). Cristo, el Hijo unigénito del Padre, es de derecho, el heredero de todas las cosas (He. 1:2) Por su gracia somos también herederos juntamente con Él (Ro. 8:17; Ef. 1:11). Estando justificados, hemos venido a ser en esperanza herederos de la salvación y de la vida eterna (He. 1:14; Tit. 3:7). Dios mismo nos garantiza esta herencia al darnos el sello y la prenda de su Espíritu (Ef. 1:13-14), confirmando la promesa con un solemne juramento (He. 6:17-18). En su bondad, Dios ya nos revela ahora «las riquezas de la gloria de su herencia en los santos» (Ef. 1:18), y nos hace «aptos para participar de la herencia de los santos en luz» (Col. 1:12), prometiéndonos «la recompensa de la herencia» (Col. 3:24), por cuanto «nos ha hecho renacer ... para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible reservada en los cielos para vosotros» (1 P. 1:3, 4). Se debe destacar el hecho de que el mismo Dios es la herencia de los creyentes (Dt. 10:9; 18:2; Jos. 13:14; Sal. 16:5-6) así como nosotros somos herencia de Él (Dt. 9:26, 29; 1 R. 8:53; Sal. 2:8; 33:12).

nom, HERMANO

vet,
(a) Del mismo padre y de la misma madre (Gn. 27:6), o del mismo padre (Gn. 28:2), o de la misma madre (Jue. 8:19).
(b) Uno que tiene la misma ascendencia, sobrino (p. ej., Gn. 14:16), o de la misma raza o de una nación salida de un mismo antepasado que los israelitas (Dt. 23:7; Neh. 5:7; Jer. 34:9).
(c) Aliado (Am. 1:9) o correligionario (Hch. 9:17; 1 Co. 6:6; 2 Co. 2:12, 13). El plural designa frecuentemente a los discípulos de Cristo (Mt. 23:8; Ro. 1:13). Los que son nacidos de nuevo son doblemente hermanos, y como tales deben tratarse (Hch. 15:23; 1 Co. 16:20).
(d) Hombre al que se ama con tanto afecto como al propio hermano o al que uno se dirige respetuosamente con este tratamiento (2 S. 1:26; 1 R. 20:32).
(e) Sin exclusiones. todos los miembros de la gran fraternidad humana (Gn. 9:5; Mt. 5:22; 18:35).

nom, HERMANOS DE JESÚS

tip, CRIT
ver, MARÍA
vet,
Así es como los Evangelios denominan a Jacobo, José (llamado también Josés), Simón y Judas, mencionando además de una manera expresa que tenía hermanas (Mt. 13:55-56; Mr. 6:3). Iban con María (Mt. 12:47-50; Mr. 3:31-35; Lc. 8:19-21).
Acompañaron a Jesús, junto con María, a la ciudad de Capernaum al inicio de su ministerio (Jn. 2:12). Sin embargo, no manifestaron fe en Él hasta después de su muerte (Jn. 7:4, 5). No obstante, después de la resurrección se les halla junto con los discípulos (Hch. 1:14), y ejercitando su ministerio cristiano (1 Co. 9:5). Uno de ellos, Jacobo (Gá. 1:19), se distingue como dirigente de la iglesia en Jerusalén (Hch. 12:17; 15:13; Gá. 2:9), escribiendo la epístola que lleva su nombre. La cuestión de su parentesco con Cristo ha sido sumamente debatida, y se han presentado diversas teorías para afirmar que no eran más que sus primos:
(a) Habrían sido hijos de Alfeo (o Cleofás) y de María, hermana de la Virgen María. Pero el término «primos» nunca se emplea para ellos, a pesar de que el término «anepsios» es un término utilizado en tales casos en el NT (Col. 4:10; Marcos, primo de Bernabé). Además, en Hch. 23:16 se usa la precisa expresión «hijo de la hermana», empleado del sobrino de Pablo; asimismo, se encuentra también el término «pariente» (o primo), que se halla once veces en el NT (Mr. 6:4; Lc. 1:36, 58; Jn. 18:26; Hch. 10:24; Ro. 9:3; 16:7, 11, 21). Así, parece anómalo que los «hermanos del Señor» no hayan sido nunca llamados primos si en verdad lo eran. Por otra parte, Jacobo el hijo de Alfeo se hallaba entre los apóstoles (Mt. 10:3). ¿Cómo se podría decir, en este caso, que los «hermanos» de Jesús no creían en Él? (Jn. 7:5).
(b) Por otra parte, se ha lanzado la suposición de que estos «hermanos» procedieran de un matrimonio anterior de José con una cierta Escha o Salomé. La única razón de esta suposición es la aparente diferencia de edad entre José y María.
(c) Serían hijos de un matrimonio de levirato entre José y la viuda de su hermano Cleofás. Aquí, de nuevo, no tenemos nada más que una mera especulación sin fundamento.
En realidad, todos estos esfuerzos para transformar o manipular los textos de las Escrituras provienen del deseo de demostrar el dogma de la virginidad perpetua de María.
Por otra parte, hay numerosos y poderosos argumentos para demostrar que se trata realmente de hermanos de Jesús, hijos de María y de José. Cristo recibe el nombre de «hijo primogénito» de María (Lc. 2:7). En la época en que Lucas escribía su Evangelio, el Señor era el primogénito, no el hijo único de María. El pasaje de Mt. 1:25 da a entender claramente que después del nacimiento de Jesús, María pasó a ser realmente la mujer de José (trad. lit.: «Y no la conoció [José] a ella hasta que dio a luz al hijo de ella, el primogénito»). Los habitantes de Nazaret se sorprendían al ver tal diferencia entre «el hijo del carpintero» y sus hermanos y hermanas, precisamente porque eran miembros de la misma unidad familiar (Mt. 13:54-56).
Cuando se habla de «los hermanos de Jesús», se menciona constantemente a María con ellos (dándole el título de madre), sin dar jamás la mínima indicación de que no eran hijos de ella (Mt. 12:46; Mr. 3:31; Lc. 8:19; Jn. 2:12; Hch. 1:14). (Véase MARÍA.)

nom, HERMAS

tip, BIOG HOMB HONT
vet,
Cristiano de Roma, a quien Pablo envía saludos (Ro. 16:14).
Orígenes y otros han expresado la opinión de que fue él uno de los Padres Apostólicos, y autor del escrito llamado «El Pastor de Hermas», que fue apreciado en algunos sectores de la iglesia primitiva. Es una especie de alegoría, y hay quien lo ha comparado con «El progreso del Peregrino», de Bunyan. Sin embargo, hay secciones de El Pastor que son muy triviales, y otras que son indecorosas. Ciertamente, se aprecia una notable diferencia con los escritos del Nuevo Testamento. La opinión de Orígenes y de los que siguen esta identificación es una mera conjetura sin base alguna.
El nombre de Hermas era muy común.

nom, HERMENÉUTICA. Véase INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA.

nom, HERMES

tip, DIOS BIOG HOMB HONT
ver, DIVINIDADES PAGANAS
vet,
(a) Forma griega del nombre de un dios que en latín era conocido como Mercurio (Hch. 14:12). (Véase DIVINIDADES PAGANAS (griegas y romanas))
(b) Cristiano de Roma a quien Pablo manda saludos. No se debe confundir con Hermas, a quien Pablo también saluda (Ro. 16:14).

nom, HERMÓN

tip, MONT
ver, TRANSFIGURACIÓN
sit,a1, 575, 48
vet,
«Monte sagrado». Monte llamado Sirión por los sidonios y Senir por los amorreos (Dt. 3:8, 9) este último nombre designaba especialmente una parte de la cadena (1 Cr. 5:23). En ocasiones el Hermón era llamado «monte de Sión» (Dt. 4:48).
Bajo Moisés y Josué esta cumbre constituía el límite nororiental de las conquistas de Israel (Dt. 3:8, 9; Jos. 11:3, 17; 12:1; 13:5, 11; 1 Cr. 5:23).
La poesía hebrea lo asocia con el Tabor (Sal. 89:13), Sión (Sal. 133:3), Líbano (Cnt. 4:8), pero el Hermón sobrepasa a todos.
Situado en el extremo sur de la cadena del Antilíbano se eleva a más de 2 800 metros de altura. Desde su cumbre, que se divisa desde numerosos lugares de Palestina, se ve una maravillosa panorámica, alcanzando el Líbano, la llanura de Damasco, Tiro, el Carmelo, los montes y las llanuras de la Alta y Baja Galilea, el lago Hulé y el mar de Galilea.
El Hermón tiene tres cumbres. La más alta es la que se halla al sudeste. La traducción íntegra del Sal. 42:6, 7 es: «Es en ti que pienso yo, desde el país del Jordán, desde los Hermones.» Este plural designa probablemente el conjunto de la cordillera.
La cima está coronada de nieves perpetuas; de ella descienden, hacia numerosos valles, los glaciales elongados.
La transfiguración de nuestro Señor se produjo probablemente en una de sus zonas retiradas, más bien que en la cumbre de la montaña. El nombre árabe del Hermón es Djebel es-Sheikh. (Véase TRANSFIGURACIÓN.)

nom, HERODES

tip, BIOG REYE HIST HOMB HOAT HONT
ver, TEMPLO, HERODIANOS
vet,
Nombre de varios soberanos de Palestina y de las regiones circundantes, o de una parte de ellas. En el NT se mencionan tres Herodes y un Herodes Agripa.
(a) HERODES EL GRANDE.
Segundo hijo del idumeo Antipas (también llamado Antipáter) y de Cipros, princesa de la misma raza (Ant. 14:1, 3; 7, 3). Herodes no era, por tanto, un verdadero judío, ni por parte de padre ni de madre. Sin embargo, al ser vencidos los idumeos por Juan Hircano en el año 125 a.C., les fue impuesta la circuncisión y el judaísmo, por lo que formalmente quedaron asimilados y eran tenidos oficialmente como judíos.
Antipáter había recibido, en el año 47 a.C., el título de procurador de Judea (Ant. 14:8, 3 y 5). Dio a su primogénito Fasael el gobierno de Jerusalén y de sus alrededores, dando Galilea a Herodes, que tenía entonces 25 años (Ant 14:9, 2). Después del asesinato de Antipáter (43 a.C.), Marco Antonio dio a los dos hermanos el título de tetrarcas, con la responsabilidad de conducir la política judía (Ant 14:13, 1). Sin embargo, Antígono, último rey de la dinastía hasmonea, aliado con los partos, guerreó contra ellos. Fasael, caído en manos de los partos, prefirió suicidarse antes de ser muerto por ellos (Ant 14:13, 10). Herodes había huido a Roma y, recabando la ayuda de Antonio, consiguió la reconquista de Jerusalén y Herodes llegó a ser el rey de Judea en el año 37 a.C.
Herodes, llamado el Grande, tuvo diez esposas, las cuales, con sus hijos, se envolvieron en intrigas, frecuentemente feroces, para asegurarse al menos una parte del poder. Hubo planes, reales o inventados, contra la vida del mismo Herodes, y él, acosado por sus manías persecutorias nacidas de su carácter celoso y desconfiado, hizo dar muerte sucesivamente a su esposa Mariamne, a la que había amado con pasión, a los dos hijos que había tenido de ella, Alejandro y Aristóbulo, y después a otro de sus hijos, Antipáter, cinco días antes de su propia muerte (Ant. 15:7, 4; 16:11, 7; 17:3, 2; Guerras 1:29, 2; 1:33, 7). No es sorprendente que Augusto César ridiculizara a este tirano diciendo: «¡Más valdría ser el cerdo de Herodes que su hijo!». Esta disposición de ánimo explica a la perfección que se pusiera fuera de sí ante la pregunta de los magos: «¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?» Su ira celosa le llevó a dar muerte a todos los pequeños de Belén y sus alrededores (Mt. 2:13, 16). Sabiendo que su muerte sería ocasión de gran gozo, ordenó que se encerrara en el hipódromo a los principales judíos, y que se les diera muerte en el momento preciso de su propia muerte, a fin de asegurar al menos en apariencia «un duelo honorable durante sus funerales». Felizmente, esta monstruosa orden no fue cumplida (Ant. 17:6, 5; Guerras 1:33, 8).
Herodes tenía una pasión por las construcciones gigantescas y ostentosas. Siendo que sus crueldades habían echado por tierra su popularidad, trató de recuperar el favor de los judíos reconstruyendo espléndidamente el antiguo templo (véase TEMPLO). Asimismo, erigió un monumento sobre las tumbas de los antiguos reyes, y contribuyó mucho a embellecer Jerusalén. Hizo lo mismo con Samaria, donde asimismo reconstruyó el templo.
(b) HERODES EL TETRARCA, o Herodes Antipas.
Hijo de Herodes el Grande y de Maltace, esposa samaritana de Herodes. Así, era medio samaritano y, casi seguramente, no corría por sus venas ni una gota de sangre judía. Se le llamaba Herodes o Antipas (Ant 17:1, 3; 18:5, 1; 6, 2; Guerras 2:9, 1), pero, para distinguirlo de los otros miembros de la familia, se le da generalmente el nombre de Herodes Antipas. Era hermano de padre y madre de Arquelao, y menor que él (Ant. 17:6, 1; Guerras 1:32, 7; 33, 7). Fue criado en Roma al mismo tiempo que Arquelao y que su medio hermano Felipe (Ant. 17:1, 3). Un testamento de Herodes el Grande le legaba a él el reino, pero finalmente el padre cambió las disposiciones: Arquelao recibió el trono (Ant. 17:8, 1), y Herodes Antipas solamente recibió la tetrarquía de Galilea y de Perea (Ant. 17:11, 4; Lc. 3:1).
Erigió una muralla en torno a Séforis, haciendo de ella su capital; fortificó asimismo la ciudad de Bet-harán en Perea, construyendo un palacio en ella, dándole el nombre de Julia Livia en honor de la esposa de Augusto (Ant. 18:2, 1; Guerras 2:9, 1). Herodes Antipas reconstruyó también Tiberias (Ant. 18:2, 3). Contrajo matrimonio con una hija de Aretas, rey de los árabes nabateos, cuya capital era Petra. Más tarde, residiendo en Roma, en casa de su medio hermano Herodes Felipe, cedió a una pasión inconfesable hacia su cuñada Herodías, con la que se unió, repudiando a su legítima esposa. Herodías vino a ser su genio maligno, que hizo de él su juguete, como reminiscencia de Jezabel y Acab. Aretas, indignado por el insulto hecho a su hija, declaró la guerra a Herodes y lo venció (Ant. 18:5, 1). Herodías fue la instigadora del asesinato de Juan el Bautista (Mt. 14:1-12; Ant. 18:5, 2). Nuestro Señor, hablando de este marrullero tetrarca, lo llamó «esta zorra» (Lc. 13:31, 32). Es evidente que Herodes Antipas debía tener una cierta influencia sobre sus seguidores, porque Jesús habla de «la levadura de Herodes» (Mr. 8:15). (Véase HERODIANOS.) Cuando empezó a extenderse la fama de Jesús, Herodes, con la conciencia agitada, temía que Juan hubiese resucitado (Mt. 14:1, 2). Estando Herodes en Jerusalén en los días de la crucifixión del Señor, Pilato le envió a Jesús. Herodes pensó que vería hacer algún milagro, y quedó frustrado. Aquel mismo día, Herodes y Pilato se reconciliaron, pues habían estado enemistados (Lc. 23:7-12, 15; Hch. 4:27). La orgullosa Herodías llegó a tener una viva envidia de su propio hermano Agripa, que había obtenido la corona real de Judea, en tanto que su marido no era más que tetrarca. Persuadió entonces a Herodes a que acudiera a Roma para reivindicar la corona. Entonces Agripa escribió al emperador Calígula, acusando a Herodes de haber concertado una alianza secreta con los partos. Herodes fue entonces desterrado a Lion, en las Galias, el año 39 d.C. (Ant. 18:7). Según Guerras 2:9, 6, murió finalmente en España.
(c) El rey AGRIPA I.
El historiador Josefo lo llama simplemente Agripa, pero en general se le da este nombre para distinguirlo de Herodes Agripa II, ante quien compareció Pablo. Agripa era hijo de Aristóbulo, hijo de Herodes y Mariamne, nieta de Hircano. Había sido criado en Roma con Druso, hijo de Tiberio, y con Claudio (Ant. 18:6, 1 y 4). La muerte de Druso y la falta de dinero le hicieron volver a Judea (Ant. 18: 6, 2). En el año 37 d.C. volvió a Roma a fin de acusar a Herodes el tetrarca (Ant. 18:5, 3). Después de haber presentado la acusación, Agripa se quedó en la capital del imperio, frecuentando a las personas que más tarde podrían serle de alguna utilidad. Se ganó los favores de ciertas altas personalidades, entre ellos los de Cayo, hijo de Germánico, el futuro Calígula (Ant. 18:6, 4; Guerras 2:9, 5). Tiberio hizo encadenar a Agripa, porque había osado tomar el partido de Cayo. Seis meses más tarde, Tiberio moría y Cayo, coronado emperador, otorgaba a Agripa el título de rey con dos tetrarquías: la que había sido gobernada por su tío Felipe y la de Lisanias (Ant. 18:6, 10). En el año 39 d.C., el emperador, habiendo desterrado a Herodes Antipas, añadió su tetrarquía de Galilea al reino de Agripa (Ant. 18:7, 2). Éste residió en Roma durante un tiempo y consiguió disuadir al emperador de erigir una estatua en el templo de Jerusalén (Ant. 18:8, 7-8). Después del asesinato de Calígula, Agripa, entonces en Roma, medió entre el Senado y el nuevo emperador Claudio, a quien consiguió convencer para que asumiera la dirección del imperio. Como recompensa de sus servicios, Agripa recibió Judea y Samaria; de esta manera, sus dominios alcanzaron la magnitud de los de Herodes el Grande (Ant. 19:3-5; Guerras 1:11, 1-5).
Dio comienzo a la construcción de una muralla alrededor del arrabal extramuros al norte de Jerusalén, a fin de unirlo al resto de la ciudad amurallada, pero se le dieron órdenes de que interrumpiera esta empresa (Ant. 19:7, 2). Agripa hizo decapitar a Jacobo, hermano de Juan (Hch. 12:1, 2) y encarcelar a Pedro (Hch. 12:3, 19). Habiendo aceptado, en Cesarea, unos honores debidos sólo a Dios, fue atacado por una enfermedad, de la que murió, lleno de gusanos (Hch. 12:20-23; Ant. 19:8, 2). Muerto en el año 44 d.C., a los 54 años de edad, dejó cuatro hijos. Las Escrituras mencionan a tres de ellos: Agripa, Berenice y Drusila (Guerras 2:11, 6; Hch. 25:13; 24:24). (Ver AGRIPA).
(d) HERODES AGRIPA II.
Era hijo de Herodes Agripa I, bisnieto de Herodes el Grande, y hermano de dos mujeres de mala reputación, Berenice y Drusila (Guerras 2:11, 6). A la muerte de su padre, en el año 44 d.C., tenía 17 años, y vivía en Roma, habiéndose criado en la corte imperial (Ant. 19:9). A causa de su juventud, Claudio fue disuadido de ponerlo en el trono de su padre. Se encomendó el gobierno de Judea a un procurador, y Agripa quedó en Roma. Apoyó con éxito a los embajadores judíos que reclamaron del emperador la autorización para controlar el cargo de sumo sacerdote (Ant. 20:1, 1). Al morir Herodes rey de Calcis y tío de Agripa, alrededor del año 48 d.C., el emperador Claudio dio a Agripa este pequeño reino, situado sobre el flanco occidental del Antilíbano (Ant. 20:5, 2; Guerras 2:12, 1). Es así que Agripa recibió el título de rey. Poco después, se le otorgó la tetrarquía de Felipe, que comprendía la Batanea, Traconítide, Gaulanítide, la tetrarquía de Lisanias y la provincia de Abilene (Ant 20:7,1; Guerras 2:12, 8).
Las relaciones incestuosas con su hermana, Berenice, empezaron entonces a ser causa de escándalo (Ant. 20:7, 3). Después que Festo sucediera a Félix como procurador de Judea, Agripa, acompañado de Berenice, se dirigió a Cesarea para visitarlo. Pablo estaba entonces encarcelado. Festo enteró al rey del proceso abierto contra Pablo y, al día siguiente, se permitió al apóstol que hiciera su defensa ante el procurador, el rey, y Berenice. Pablo fue reconocido inocente, pero había ya apelado al César (Hch. 25:13-26:32).
Al comenzar los motines que llevaron a la guerra y a la destrucción de Jerusalén, Agripa se esforzó en disuadir a los judíos de que opusieran resistencia armada al procurador Floro y a los romanos (Guerras 2:16, 2-5; 17:4; 19:3). Cuando se desató la guerra, Agripa combatió al lado de Vespasiano y fue herido en el asedio de Gamala (Guerras 3:9, 7 y 8; 10:10; 4:1, 3). Después de la caída de Jerusalén, se retiró a Roma junto con Berenice, donde le fue dado el cargo de pretor. Murió en el año 100 d.C.

nom, HERODIANOS

tip, RELI
vet,
Un partido político judío adicto a los Herodes.
Como los príncipes herodianos dependían de Roma, sus partidarios se sometían de buena voluntad al poder romano, y sostenían que era justo pagar tributo a los emperadores, cosa que negaban los fariseos. Sin embargo, ambos partidos deseaban la continuación de la religión judía, y se unieron para oponerse a la obra de Cristo, el verdadero Mesías (Mr. 3:6; 12:13; Lc. 12:20).

nom, HERODÍAS

tip, BIOG MUJE MUNT
ver, FELIPE
vet,
Hija de Aristóbulo y media hermana de Herodes Agripa I.
Se casó con su tío Herodes Felipe, hijo de Herodes el Grande y de Mariamne II, que era hija del sumo sacerdote Simón.
En el NT, el primer marido de Herodías lleva el nombre de Felipe (Mt. 14:3; Mr. 6:17); no tenía derecho al título de tetrarca, y no debe ser confundido con Felipe el tetrarca. Generalmente se le llama Herodes Felipe, ya que es probable que tuviera ambos nombres.(Véase FELIPE.). Su medio hermano, Herodes el tetrarca, cediendo a una pasión inconfesable, repudió a su mujer, hija del rey Aretas de Arabia, y se unió a Herodías en vida de su primer marido (Ant 18:5, 1; 6:2; 7:2; Guerras 2:9, 6). Juan el Bautista reprendió esta ilícita unión, por lo que Herodías tramó su muerte. Salomé, hija de Herodías, consiguió el favor de Herodes danzando ante él en una fiesta en la que se hallaban reunidos los dignatarios de la tetrarquía; Herodes le prometió imprudentemente que le daría lo que ella le pidiera, fuera lo que fuera, y la joven le exigió la cabeza de Juan el Bautista. El tetrarca se dolió ante tal petición, pero, a causa de su juramento, cedió (Mt. 14:3-12; Mr. 6:17-29; Lc. 3:19, 20). Cuando Herodes fue desterrado, Herodías lo siguió (Ant 18:7, 2; Guerras 2:9, 6).
Salomé, hija de Herodías, vino a ser la mujer de su tío Felipe, el tetrarca de Traconítide, hijo de Herodes el Grande. Al enviudar, se casó con su primo hermano Aristóbulo, hijo de Herodes rey de Calcis, hermano del rey Agripa.

nom, HERODIÓN

tip, BIOG CIUD HOMB HONT
sit, a3, 381, 118
vet,
(a) Cristiano de Roma. Su nombre parece implicar que se trataba de un liberto perteneciente a la familia de Herodes, quizás a la casa de Aristóbulo. Pablo lo llama «mi pariente» (Ro. 16:11).
(b) Fortaleza construida por Herodes el Grande a 6 Km. al sureste de Belén. Formaba parte de un sistema de fortificaciones para el mantenimiento de guarniciones que le asegurasen su poder. Entre ellas estaban también Masada, Maqueronte y Alejandreion.
Herodión fue el lugar escogido por Herodes el Grande para su sepultura (Ant. 17:9, 3).

nom, HERRERO

tip, OFIC
ver, HIERRO, ORFEBRE, PLATERO
vet,
Artesano que fabrica útiles y armas con hierro (1 S. 13:19; Is. 44:12; 54:16); Tubal-Caín es el primer mencionado de este oficio (Gn. 4:22). (Véanse HIERRO, ORFEBRE, PLATERO.)

nom, HESBÓN

tip, CIUD
sit, a2, 565, 452
vet,
= «cálculo, cuenta».
Ciudad de Sehón, rey de los amorreos. Originalmente pertenecía a los moabitas (Nm. 21:25-30, 34). Moisés dio Hesbón a los rubenitas; después de su conquista, ellos reconstruyeron la ciudad (Nm. 32:37; Jos. 13:17).
Situada en los límites de Rubén y de Gad (Jos. 13:26), cayó en manos de los gaditas, y después fue asignada a los levitas, como ciudad de Gad (Jos. 21:27-39; 1 Cr. 6:81).
En la época de Isaías y en la de Jeremías, los moabitas ocuparon Hesbón (Is. 15:4; 16:8, 9; Jer. 48:2, 33, 34). Más tarde, Alejandro Janneo, y posteriormente Herodes el Grande, la conquistaron (Ant. 13:15, 4; 15:8, 5).
Es todavía conocida con el nombre de Hesbãn; sus ruinas pueden verse sobre una colina entre el Arnón y el Jaboc, a más de 12 Km. al norte de Mádabã. Un poco al este de las ruinas de Hesbón hay una gran cisterna, que probablemente corresponda a uno de los estanques que se hallaban fuera de las fortificaciones (Cnt. 7:4).

nom, HESMÓN

tip, CIUD
sit, a3, 186, 373
vet,
Ciudad del extremo meridional de Judá (Jos. 15:27).
Conder la identifica con el-Meshash, situada entre Beerseba y Moladá.

nom, HETEOS. Véase HITITAS.

nom, HEVEOS

tip, TRIB
ver, HOREOS
vet,
(cfr. heb. «hawwãh», «pueblo de tiendas»; ár. «hiwã», «grupo de tiendas»).
Una de las razas de cananeos que ocupaban el país antes de la conquista israelita (Gn. 10:17; Éx. 3:17; Jos. 9:1, 2).
Se dividían en muchos grupos. Uno de éstos moraba en Siquem en la época de Jacob (Gn. 33:18; 34:2). Muchas generaciones después de la conquista, sus descendientes seguían ejerciendo su influencia en esta ciudad (Jue. 9:28).
Había también un grupo de ellos en Gabaón y alrededores. Josué, víctima de una treta de ellos, formalizó un tratado de paz y alianza con ellos. Cuando se descubrió su engaño, quedaron sometidos a la condición de siervos (Jos. 9).
Parece que la colonia hevea más importante se hallaba al pie del Líbano; se extendía desde el Hermón hasta la entrada de Hamat (Jos. 11:3; Jue. 3:3). Hasta la misma época de David, los heveos tuvieron sus propios pueblos en estos montes septentrionales.
Los que permanecieron dentro de la Palestina propia se vieron obligados, como los otros cananeos que se hallaban en el país, a tomar parte en las grandes construcciones de Salomón (1 R. 9:20-22; 2 Cr. 8:7, 8).
Puede suscitarse la cuestión de si los heveos formaron alguna vez un pueblo con características propias. Se ha especulado que en épocas remotas los horeos, que hay quien los identifica con los hurritas, fueran equivalentes en Gn. 36:2, 20, 29; Jos. 9:7 y 13; LXX. Es posible que los heveos fueran una subdivisión étnica de los horeos. (Véase HOREOS.)

nom, HICSOS

ver, AMALECITA, EGIPTO, ÉXODO, FARAÓN
vet,
o HIKSOS.
Según la reconstrucción convencional de la historia de Egipto, los hicsos fueron el grupo dominante de Egipto, constituyendo las dinastías XV y XVI, en una fecha que varía con los autores (1650-1542, Gran Enciclopedia Rialp).
El término hicsos proviene de Maneto, y su traducción del egipcio es «soberanos de países extranjeros» («hk,. w,sw.t» = Hekayesut).
Por lo general se acepta que Jacob y sus hijos se establecieron en Egipto durante la dominación de los hicsos. Sin embargo, la cronología convencional de Egipto está sujeta a grandes problemas, uno de los cuales lo ha constituido el de la identificación de los hicsos.
Autores como Velikovsky y Courville han llegado, tras un cuidadoso análisis de fuentes literarias, históricas y monumentales, a identificar a los hicsos con los amalecitas. Hay varios elementos que permiten llegar a esta identificación:
(a) Por una parte hay el registro de Maneto, sacerdote egipcio, que afirma que los hicsos, «una raza innoble de oriente», conquistaron Egipto sin dificultad alguna, sin tan siquiera haber librado una batalla. (Citado en Josefo, Contra Apión 1:14.) Esto puede comprenderse dentro del marco del éxodo israelita. En Refidim, los israelitas fueron atacados por Amalec, quedando victoriosos sólo gracias a la intervención divina por la intercesión de Moisés (Éx. 17:8-16).
(b) Hay todo un conjunto de tradiciones esparcidas por Arabia acerca del tema de la conquista de Egipto por parte de los amalecitas, como resultado de una migración que emprendieron, empujados por un cataclismo de gran magnitud, hacia Egipto. Así, autores de la temprana Edad Media, como Al-Shamhudi, Masudi, Albufeda, y otros, relatan esta migración de los amalecitas y, también, el «paseo militar» en el que Egipto cayó en manos de los amalecitas como una fruta madura.
(c) Hatsepsut, reina de una dinastía posterior a la de los hicsos, dejó una inscripción referente a sus obras de reconstrucción de la tierra expoliada con la rapaz dominación de los hicsos. Ella les da el sugerente nombre de «amu», afirmando que la capital de ellos fue Hauar (Auaris), y que no habían dado culto al dios Ra. Esto identifica a los amu con los hicsos. En base a la cronología revisada, Hatsepsut fue contemporánea de Salomón.
(d) En sellos oficiales de las dinastías de los hicsos se han hallado nombres como Apop I, Apop II. Fue Apop I el que, al cabo de unas pocas décadas después de la invasión de los amu, fundó la ciudad de Tebas. En la tradición griega, hubo en Egipto un rey llamado Ogyges que fue el fundador de Tebas. Ahora bien, Apop es una transcripción provisional de los egiptólogos para una inscripción cuyas consonantes admiten la equivalencia «Agog», que entonces concuerda con el registro bíblico acerca del nombre de los reyes amalecitas. Esto explica las menciones a Agag y a Amalec en los exaltados términos con que se hallan en el libro de los Números, mientras el pueblo de Israel se hallaba en el desierto: «Enaltecerá su rey más que Agag» (Nm. 24:7); «Amalec, cabeza de naciones» (Nm. 24:20). Según las tradiciones rabínicas, Amalec se dispuso a conquistar todo el mundo. Se han hallado sellos de los reyes hicsos en Creta, Palestina, Mesopotamia y en otros lugares alejados de Egipto. Así, la fama del rey Ogyges fundador de Tebas, que había llegado a oídos de los griegos, concuerda con el nombre Agag, que se identifica con la línea de faraones Apop. Ello concuerda con la ecuación hicsos = amu = amalecitas.
(e) La destrucción de los amalecitas por parte del rey Saúl, y la muerte del último rey Agag a manos de Samuel (1 S. 15) marca en la Biblia el punto de la reaparición de Egipto como potencia. La campaña de Saúl contra los amalecitas fue hacia el sur, lo cual concuerda con el hecho de que las hordas de hicsos que fueron expulsadas por el primer faraón de la restauración egipcia, Ahmose I, no dejaron rastro histórico. Saúl terminó con el poderío amalecita, aunque quedaron todavía partidas amalecitas que se dedicaron a merodear. Un caso interesante es el de un esclavo egipcio de un señor amalecita, lo cual concuerda con esta etapa de transición (1 S. 30:13 ss).
La identidad de los hicsos parece ya definitivamente desvelada con los valiosos estudios de Velikovsky, Courville y otros investigadores de fuentes antiguas. Los hicsos-amalecitas entraron en un Egipto indefenso, sin ejército ni organización militar ni política, devastado por las diez plagas y por la mortandad en el mar Rojo, sin Faraón ni recursos de ninguna clase, y cayó fácilmente en manos de la nación amalecita en su búsqueda de nuevos dominios. Esta conquista tuvo lugar en la época del Éxodo, alrededor del año 1.441 a.C. La liberación de Egipto de los hicsos-amalecitas tuvo lugar durante el reinado de Saúl en Israel, y la ascensión de Ahmose I al trono de Egipto como primer faraón de la primera dinastía autóctona después de los hicsos, la XVIII, alrededor del año 1020 a.C, se debió a la victoriosa campaña de Saúl, que quebrantó el yugo hicso que mantenía sometido a Egipto.
Todos los registros coinciden en la extrema rapacidad de los «reyes-pastores», los faraones hicsos. Su capital estuvo mayormente situada en Avaris, cerca de el-Arish actual. (Véanse AMALECITA, EGIPTO, ÉXODO, FARAÓN.)

Bibliografía:
(Véase la Bibliografía en el artículo EGIPTO.)

nom, HIDEKEL

tip, RIOS
ver, EDÉN, DILUVIO
sit, a4, 428, 154
vet,
= «rápido».
Forma hebrea del nombre del río Tigris (gr.).
(a) Nombre de uno de los cuatro brazos del río que salía del Edén (Gn. 2:10-14). Es evidente que se han dado grandes cambios geográficos, debido al Diluvio de Noé. La descripción de este pasaje no se corresponde con la estructura del mundo antediluviano (véanse EDÉN, DILUVIO).
(b) El Hidekel actual recibe, en árabe, el nombre de Dijlah. Sus fuentes se hallan en la ladera meridional del Antitaurus, en Armenia central, y atraviesa el Kurdistán, recibiendo el agua de diversos afluentes, siendo de especial importancia los de la vertiente oriental. Se une al Éufrates en las cercanías del golfo Pérsico. El río, desde la unión de ambos hasta la desembocadura, recibe el nombre de Schat el-Arab. El Dijlah tiene una longitud de 1.800 Km. desde su nacimiento hasta su unión con el Éufrates. En su curso pasa junto a las ruinas de Nínive, en su orilla izquierda, casi frente a Mosul en la ribera derecha. Más abajo, el río atraviesa Bagdad, y después las ruinas de Ctésifon, la antigua capital de los partos, y las de Seleucia, que bajo la dinastía griega rivalizó con Babilonia.

nom, HIEL

tip, BIOG HOMB HOAT FLOR TIPO
vet,
(a) (Nombre de persona; heb. «Dios es viviente».).
Hombre originario de Bet-el; vivió bajo el reinado de Acab. Fortificó Jericó, atrayendo sobre sí la maldición que había profetizado Josué sobre el que emprendiera tal obra (Jos. 6:26; 1 R. 16:34).
(b) (Sustancia.).
(A) Heb. «merorah», la secreción del hígado. Es símbolo de «amargura» (cfr. Jb. 16:13). También se usa para denotar el veneno de los áspides (Jb. 20:14, 25).
(B) Heb. «rosh». Planta venenosa de sabor muy amargo, no identificada con certeza. Volverse a la idolatría era como «raíz que produce hiel y ajenjo» (Dt. 29:18). Los juicios de Dios cayeron sobre el pueblo infiel como aguas de hiel a beber (Jer. 8:14; 9:15; 23:15; cfr. Dt. 32:32; Lm. 3:1, 19; Am. 6:12).
En la LXX, «rosh» se traduce con el término gr. «cholë», que, tanto en la LXX como en otros pasajes literarios, denota más generalmente todo tipo de droga especiada del tipo que se ofrecía para adormecer los sentidos; así, el vino mezclado con mirra, resina, azafrán, ládano, etc., podía ser llamado, en términos generales, vino mezclado con «hiel». Mateo habla más generalmente, mencionando «vino mezclado con hiel» (Mt. 27:34), en tanto que Marcos menciona que se trataba específicamente de mirra (Mr. 15:23).

nom, HIERÁPOLIS

tip, CIUD
sit, a9, 395, 203
vet,
= «ciudad sagrada».
Ciudad de Frigia, en Asia Menor, en el valle del Lycus. Epafras se había dedicado con gran celo a la obra entre los creyentes allí (Col. 4:13). Es notable por sus famosas fuentes termales calcáreas, que han depositado curiosas incrustaciones. Su situación es 37° 58' N, 29° 11' E.

nom, HIERBA

tip, FLOR TIPO LEYE
vet,
(a) En general:
Término empleado en las Escrituras con un sentido indefinido, referido a las hierbas en general. Las gramíneas («Graminaceae») y los cereales cultivados son los tipos más representativos.
En Gn. 1:11-12 se mencionan, sucesivamente, hierba verde, hierba, y árboles.
En un sentido figurado, el término hierba describe la brevedad de la vida terrena del hombre: por la mañana, la hierba florece; por la tarde, se corta y se seca (Sal. 103:15, 16; cfr. Sal. 37:2; 90:5, 6; 92:8; 102:12; Is. 40:6, 7, 8; Mt. 6:30; Lc. 12:28).
(b) HIERBAS AMARGAS
Formaban parte de la cena en la celebración pascual (Éx. 12:8; Nm. 9:11).
No se especifica de manera particular de qué hierbas se trataba.
El término «hierba», de todas maneras, no aparece en el original, que literalmente dice «amargura» (heb. «merorim»).
En tipología, así como el cordero pascual es tipo de Cristo sacrificado por nosotros (cfr. 1 Co. 5:7), las hierbas amargas simbolizan, indudablemente, el recuerdo en nuestras almas de que fue por nuestros pecados que Él sufrió.

nom, HIERÓDULAS/OS. Véase PROSTITUCIÓN.

nom, HIERRO

tip, META PIED
vet,
Ya antes del Diluvio fue conocido el hierro.
Tubal-Caín, descendiente de Caín, trabajó el bronce y el hierro (Gn. 4:22).
Los egipcios antiguos conocían el hierro, al que llamaban «metal celestial».
Había hachas y otros útiles de hierro en época de Moisés (Nm. 35:16; Dt. 19:5).
La cama de Og era de hierro (Dt. 3:11).
En época de Josué se elaboraban objetos de hierro (Jos. 6:19, 24); se conocían los carros de hierro para fines bélicos (Jos. 17:16), también mencionados en el período de los Jueces (Jue. 1:19; 4:3, 13).
De hierro se hacían
armaduras, armas, puntas de lanza, corazas (1 S. 17:7; Ap. 9:9);
instrumentos de labranza, arados, trillos (2 S. 12:31; Am. 1:3);
martillos, clavos (1 R. 6:7; 1 Cr. 22:3);
cinceles (Jb. 40:26);
puertas, grillos, cerrojos, cadenas (Sal. 107:10, 16; 145:18; 149:8; Is. 45:2; Hch. 12:10);
ídolos (Dn. 5:4).
El hierro provenía de Tarsis, Grecia, y del norte, indudablemente de lugares alrededor del mar Negro (Jer. 15:12; Ez. 27:12, 19). Se encontraba también en tierra de Israel (Dt. 8:9), especialmente en los montes del Líbano.
Hay numerosas indicaciones de que el hierro fue utilizado mucho antes de lo que algunos arqueólogos están dispuestos a admitir.
El mineral era tratado en hornos (Dt. 4:20; 1 R. 8:51) que, a juzgar por los del Líbano, eran de piedra y medían más de 3 m. de altura con un diámetro de casi 1 m. Se calentaban estos hornos con carbón vegetal, activando la llama con fuelles (Ez. 22:20; cfr. Jer. 6:29).
Parece que los filisteos aprendieron en el norte a servirse del hierro, y guardaban celosamente el secreto del proceso metalúrgico (1 S. 13:19-22).
Flinders Petrie descubrió la confirmación de este monopolio de los filisteos al desenterrar altos hornos e instrumentos de hierro en Gerar.
El uso del hierro no llegó a difundirse ampliamente en Israel hasta después del aplastamiento del poderío filisteo por parte de David.

nom, HÍGADO

tip, LEYE
ver, ADIVINACIÓN
vet,
(heb. «kabëd», «pesado», se refiere a la condición que tiene de ser la víscera más pesada).
Órgano vital, mencionado con frecuencia en las normas sacrificiales (Éx. 29:13, 22; Lv. 3:4; 4:9; 10:15, etc.).
El hígado les servía a los paganos para la adivinación (véase ADIVINACIÓN, cfr. Ez. 21:21).
Como otras personas de la antigüedad, los judíos situaban el hígado más cerca del asiento de la vida que nosotros, empleando este término allí donde nosotros hablaríamos de «corazón» (Pr. 7:23; Lm. 2:11: «Mi hígado se derramó por tierra»).

nom, HIGAION

tip, MUSI
vet,
= «sonido bajo, o meditación».
Término musical que figura en Sal. 9:16-17; este término es sinónimo de cántico, de meditación (Sal. 19:14; 92:3; Lm. 3:63).

nom, HIGO

tip, ALIM FLOR MDIC FRUT
vet,
(hebreo, «pag»; griego, «syke»).
Fruto de la higuera, es (junto con la aceituna y la uva) uno de los tres frutos más importantes de la Palestina bíblica.
Se distinguen los higos tempranos o brevas (en junio; Mt. 24:32) y los tardíos (agosto-octubre).
Los higos se consumen frescos o secos, o elaborados en forma de pan de higos (hecho de higos frescos amasados).
Se usan también los panes de higos como remedio contra las úlceras (2 R. 20:7).
Se obtiene una especie de cerveza de la fermentación del pan de higos en agua.

nom, HIGUERA

tip, ARBO FLOR TIPO
ver, HIGO
vet,
Dicotiledónea de la familia de las moráceas.
Árbol que da un delicioso fruto (véase HIGO; cfr. Jue. 9:10; Nm. 13:23).
En heb. se usa el mismo término para denotar el árbol y el fruto, t'ënãh, en tanto que en gr. el árbol se llama «syke» y el fruto es «sykon».
La higuera es originaria de Asia occidental. Cuando es joven, sólo lleva fruto si está en un suelo rico (Lc. 13:6-9). Al envejecer, la higuera degenera rápidamente; descuidada, no produce mucho (Pr. 27:18). En primavera, la higuera da sus higos tempranos antes de cubrirse de hojas, sobre las ramas crecidas el año anterior, y reciben el nombre de «pag» (higos verdes, cfr. Cnt. 2:13). Si el árbol no tiene higos verdes cuando aparece el follaje, no habrá higos.
La higuera es un árbol muy apreciado; la Biblia lo menciona en muchas ocasiones junto a la vid (Dt. 8:8; Sal. 105:33; Jer. 5:17; Jl. 1:12). La expresión «debajo de su parra y debajo de su higuera» es sinónimo de prosperidad y seguridad (1 R. 4:25; Mi. 4:4; Zac. 3:10).
La altura de la higuera cultivada («Ficus carica») varía entre 6 y 9 m. Las hojas, que aparecen al final de la primavera y que caen al aproximarse el invierno, miden frecuentemente de 20 a 25 cm. de longitud.
La higuera es usada por el Señor como emblema de Israel, y la maldición de la higuera estéril (Mr. 11:12-17) constituye una parábola: el pueblo no había respondido al llamamiento del Señor, que por ello anuncia su juicio. Este árbol tenía las hojas que vienen con los primeros frutos; aunque, como señala Marcos, «no era tiempo de higos» (del verano, la verdadera cosecha), hubiera debido tener al menos los higos verdes de la primavera. La presencia de las hojas sin el fruto es indicación de la profesión religiosa de Israel sin fruto, y constituye una solemne advertencia acerca del peligro del nominalismo religioso en general. Según la profecía, la higuera de Israel deberá reverdecer al final de los tiempos. Es en este sentido que muchos intérpretes entienden Mt. 24:32-33.

nom, HIJA

vet,
En la Biblia hebrea la palabra «bath» se usa no sólo literalmente, sino, como «hijo», en acepciones traslaticias.
Algunas veces denota descendiente (Gn. 28:6), o natural, o moradora de algún lugar, como «hijas de Sión», o «hijas de Jerusalén» (Is. 3:16).
Tiro se llama «hija de Sidón», esto es, «colonia» (Is. 23:12), y en Gn. 17:17 se llama a Sara, en el hebreo, «la hija de noventa años».
En los tiempos antiguos las jóvenes de las familias más ricas, y aun las hijas de las princesas, estaban acostumbradas a los servicios domésticos y al cuidado de la casa.

nom, HIJO

ver, GÉNESIS
vet,
(heb. «ben»; aram. «bar»).
(A) Hijo varón; descendiente directo (Gn. 27 1).
(B) Descendiente varón más distanciado p ej , Jehú, llamado hijo de Nimsi, era en realidad su nieto. El padre de Jehú era hijo de uno llamado Josafat (2 R. 9:20; cp. 2 R. 9:2). Siglos después de la muerte de Jacob, los israelitas siguen llamándose hijos de Israel (Mal. 3:6; Lc. 1:16). El mismo Señor Jesús es llamado hijo de David e hijo de Abraham (Mt. 1:1)
(C) Persona adoptada (Éx. 2:10 cfr. Est. 2:7), o miembro reconocido de una tribu por adopción o matrimonio (Gn. 17:9-14)
(D) Fórmula amable empleada por un anciano dirigiéndose a un amigo joven (1 S. 3:6, 16; 4:16; 2 S. 18:22; cfr. Jos. 7:19)
(E) Miembro de una asociación: «hijo de un perfumero» (Neh. 3.8), «los hijos de los cantores» (Neh. 12:28); los hijos de los profetas (2 R. 2:3, 5; cfr. Am. 7:14). Adorador de una divinidad pagana: hijo de Quemós (Nm. 21:29).
(F) Habitante de una ciudad, de un país:
hijos de Sión (Lm. 4:2);
hijos de Belén (Esd. 2:21);
hijos de Javán (Gn. 10:4).
(G) Persona que presenta unos rasgos característicos:
hijos de Belial (de indignidad) (1 S. 25:17);
hijos de fuerza (héroes) (1 S. 14:52);
hijos de paz (Lc. 10:6).

nom, HIJOS DEL ORIENTE

tip, TRIB
vet,
Término colectivo que designa a las tribus establecidas al este, más allá de Amón y de Moab (Ez. 25:4, 10). Los hijos del Oriente poseían asimismo un distrito septentrional donde las gentes de Harán llevaban a pastar sus rebaños (Gn. 29:1, 4); hacia el sur se extendían hasta Arabia.

nom, HIJO DE DAVID

ver, GÉNESIS
vet,
HIJO DE DAVID (Mt. 1:20; Lc. 3:31).
Este término llegó a ser, con motivo de las profecías del Antiguo Testamento que anunciaban el dominio firme y glorioso de un descendiente de David (Is. 9:7; Jer. 23:5; Am. 9:11), uno de los dictados más usuales del Mesías (Mt. 12:23; 22:41, 42; Mr. 12:35; Jn. 7:42), y como tal se aplica repetidas veces a Jesús (Mt. 1:1; 9:27; 15:22; 20:30, 31; 21:9, 15).

nom, HIJO DE DIOS (I)

ver, GÉNESIS
vet,
(A) Adorador de Dios y objeto de sus bendiciones. Éste era el sentido corriente entre los antiguos semitas.
(B) Los «hijos de Dios» en Gn. 6:1-2. Se han propuesto tres interpretaciones:
(I) Los grandes, los nobles. Las «hijas de los hombres» serían mujeres de rango inferior (versión samaritana; trad. gr. de Símaco; Targumes de Onkelos y de Joathan).
(II) Para otros expositores se trataría de ángeles que abandonaron su posición, y tomaron mujeres de los humanos (Libro de Enoc, Filón de Alejandría, Josefo, Justino Mártir, Clemente de Alejandría, Tertuliano).
(III) Los hombres piadosos, especialmente los descendientes de Set, adoradores de Dios. Seducidos por la belleza de las mujeres que no pertenecían a su línea, se unieron a ellas, perdiendo su espiritualidad (interpretación ésta de Julián el Africano, Crisóstomo, Cirilo de Alejandría, Agustín de Hipona, Jerónimo).
La interpretación (I) ha sido descartada.
Argumentos en apoyo de (II): El término empleado designa asimismo a los ángeles en otros pasajes del AT (Jb. 1:6; 2:1; 38:7; cfr. una expresión semejante en Sal. 29:1; 89:7; es diferente en Dn. 3:25). Se alega, además, que el término que significa ángel se relaciona con la naturaleza de estos «hijos de Dios», en tanto que el término «mal'akim», el término corrientemente usado, designa a mensajeros, y denota su ministerio. A este argumento se añaden los pasajes de Jud. 6 y de 2 P. 2:4. Objeción: No está demostrado que el término en cuestión se refiera a la naturaleza de los ángeles; esta expresión puede también entenderse como descriptiva de los ángeles bajo su aspecto de adoradores de Dios. Se debería demostrar también que el pecado de los ángeles en Jud. 6 fue el de tomar para sí a las «hijas de los hombres». A primera vista, parece más razonable la interpretación (III), por la que los «hijos de Dios» serían la línea piadosa de Set (cfr. Gn. 4:26). Los hombres piadosos reciben el nombre de «generación de tus hijos» (esto es, hijos de Dios) (Sal. 73:15). Y en Is. 43:6, se menciona a «mis hijos, y mis hijas» (esto es, hijos de Dios). También se objeta a la interpretación que identifica a los «hijos de Dios» con ángeles, que son espíritus, y que «los ángeles de Dios ni se casan ni se dan en casamiento» (cfr. Mt. 22:30; He. 1:14). Sin embargo, los proponentes de (II) argumentan que éstos no son ángeles obedientes a Dios, sino desobedientes, y que el abandono de su dignidad se refiere precisamente a haber cometido el acto de materialización y ayuntamiento con mujeres. El hecho de ser espíritus no les impediría necesariamente la materialización, si se asume que estos seres tienen gran poder. En la interpretación (II), estos ángeles forman un caso aparte dentro de los ángeles rebeldes, y están ya encarcelados, en tanto que hay otros en libertad, siguiendo y sirviendo a Satanás, y cuyo aprisionamiento en el gran abismo es aún futuro (cfr. Jud. 6; Mr. 8:29; Lc. 8:30-31). La historia de la interpretación de este texto muestra a intérpretes eminentes alineados a ambos lados de la disputa, y se puede decir que la cuestión no está resuelta. Argumentan en favor de (II) expositores como Cassuto, Darby, Delitzsch, Jukes, Kelly, Morris, Unger, Yates; a favor de (III) se alinean nombres como Calvino, M. Henry, Candlish, Keil, Leupold, Sauer, Young. La posición (I) es mantenida por Kline. (Véase Bibliografía bajo GÉNESIS.)
(C) Hijos de Dios, en el sentido del NT.
Destacando la idea de la filiación, de la protección divina, y también de la obediencia, esta expresión toma, en la enseñanza del Señor Jesús, una extraordinaria amplitud. Proyectando una intensa luz sobre las verdades bosquejadas en el AT, el Señor revela que Dios viene a ser verdaderamente Padre de aquellos que aceptan el Evangelio, habiendo pasado por el nuevo nacimiento (Jn. 3:3, 5, 6, 8; cfr. Ap. 11:11). Son engendrados por Dios (Jn. 1:12, 13; 5:21; Ef. 2:5; Stg. 1:18; 1 P. 1:23); han sido hechos participantes de la naturaleza divina por la operación del Espíritu Santo que mora en ellos (Jn. 6:48-51; 15:4, 5; 2 P. 1:4; 1 Jn. 3:9). La santidad, el amor, la separación del mundo, se hallan entre sus características (1 Jn. 3:9; 4:7; 5:4); aunque no llegan a la perfección final en esta escena terrenal (1 Jn. 1:10), Dios los ha adoptado como hijos (Gá. 4:5); el Espíritu les enseña a decir «Abba, Padre» (Gá. 4:6; Ro. 8:15), y éste es el Espíritu que los guía (Ro. 8:14).
La humanidad se halla dividida entre los que son hijos de Dios (Jn. 1:12) y los hijos de ira (Ef. 2:3), sin Cristo, perdidos, y a los que se dirige el mensaje de amor y salvación (cfr. Ef. 2:4-10). Hay una clase especial de hombres, los que se oponen activamente al Evangelio por un peculiar aborrecimiento contra Cristo, y que reciben el durísimo nombre de «hijos del diablo» (cfr. Jn. 8:44). Y Cristo se ofreció a Sí mismo para ofrecer su salvación a todos los esclavos de Satanás, para que así puedan pasar, por la fe en Él, de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios (Hch. 26:18). «Todo el que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios» (1 Jn. 5:1).

nom, HIJO DE DIOS (II)

ver, GÉNESIS
vet,
Uno de los títulos del Mesías (Sal. 2:7: Jn. 1:49; cfr. 2 S. 7:14) que expresa, en su sentido más profundo, la misteriosa relación que existe entre el Padre y el Hijo en su eterna relación en el seno de la Deidad. Este título, empleado frecuentemente en el NT, designa claramente a nuestro Señor (p. ej., en Mt. 4:3, 6; 16:16; 26:63; 27:43; Mr. 1:1; Lc. 3:38, sin embargo, lo aplica a Adán). Cristo es llamado asimismo el «Hijo unigénito de Dios» (Jn. 3:16, 18). Hay dos razones que justifican esta expresión:
(A) Cristo, siendo eterno, no tiene principio ni fin (He. 7:3);
(B) su nacimiento fue un milagro, habiendo sido engendrado por la operación del Espíritu Santo (Lc. 1:35).
Siendo hijo de Dios, Cristo es el mismo Dios, dotado de las infinitas perfecciones procedentes de su esencia divina (Jn. 1:1-14; 10:30-38; Fil. 2:6). Es igual a Dios el Padre (Jn. 5:17-25); sin embargo, para cumplir la voluntad del Padre, asumió la condición de hombre. Fue enviado por Dios, que obró por medio de Él (Jn. 3:16, 17; 8:42; Gá. 4:4; He. 1:2). El término «Hijo» no se relaciona con la misión de Cristo, sino con su naturaleza, idéntica a la de Dios, implicando su igualdad con Él. Jesús reclama para Sí este título (Lc. 22:70; Jn. 10:36; 11:4; 19:7), y los apóstoles proclamaron que Jesús es el Hijo de Dios (Hch. 9:20; Gá. 2:20, etc.; 1 Jn. 3:8; 5:5, 10, 13, 20). Es por haber mantenido este título ante el sanedrín que Jesús fue condenado a muerte como blasfemo (Mt. 26:63-66; Mr. 14:61-64). El derecho a este título había quedado confirmado por el descenso del Espíritu, con ocasión de su bautismo; el Padre dio desde el cielo un testimonio audible (Mt. 3:16, 17; Mr. 1:10, 11; Lc. 3:22; Jn. 1:32-34). La divinidad de Jesús fue asimismo confirmada en la transfiguración (Mt. 17:5; Mr. 9:7; Lc. 9:35; 2 P. 1:17). El carácter de las obras de Jesús es la prueba de que era verdaderamente el Hijo de Dios (Jn. 1:14; 5:36; 10:36-38; He. 1:3). «Fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos» (Ro. 1:4), así como por su ascensión (He. 1:3).

nom, HIJO DEL HOMBRE

ver, GÉNESIS
vet,
(A) Término que designa al ser humano, para diferenciarlo a la vez de la Deidad y de los animales (Nm. 23:19; Jb. 25:6; Sal. 8:5; Is. 51:12). (Véase (a) (G)).
Gabriel, dirigiéndose al atemorizado Daniel, le dice: «hijo de hombre» (Dn. 8:17).
Ezequiel, abrumado por una visión, oyó las palabras: «Hijo de hombre, ponte en pie» (Ez. 2:1). A partir de entonces, esta expresión se repite constantemente (92 veces) para dirigirse al profeta.
Daniel predijo (Dn. 7:13, 14) que la potencia mundial hostil, simbolizada por las bestias feroces, sucumbirá ante el Anciano de días. «Uno como hijo de hombre», viniendo con las nubes del cielo, recibirá entonces el dominio universal. Todos los pueblos lo servirán; su dominio será un dominio eterno, que nunca tendrá fin, y su reino no será jamás destruido. En esta visión, el ser humano contrastado con las bestias (tipos de los reinos de este mundo) representa al hombre por excelencia, al Mesías, destinado a recibir con todos los santos el reino universal y eterno (Dn. 7:14, 27).
(B) Jesús, el Hijo del hombre. En los Evangelios, el Señor se da a Sí mismo este título 78 veces, evocando deliberadamente Dn. 7:13-14 (cfr. Mt. 24:30; Mr. 14:62, etc.). Esteban también designa a Jesús con este título (Hch. 7:56; cfr. He. 2:6; Ap. 1:13; 14:14). Al elegir un título así, el Cristo no quiere sólo afirmar su fraternidad con los hombres ni insistir en su condición humana, por cuanto al mismo tiempo reivindica constantemente los atributos de la Deidad (Lc. 5:24). Opta con ello por un término que le define como un representante típico de la humanidad, el «último Adán», el «segundo hombre» venido del cielo, en tanto que el primero era de la tierra (1 Co. 15:45, 47), el cabeza de la nueva raza salvada por su sacrificio (Ro. 5:12-19). El Cristo recibe el nombre de Hijo del hombre en relación con toda la raza, en tanto que Hijo de David es su nombre en relación con Israel, e Hijo de Dios es su nombre divino.
Jesús empleó constantemente el título de Hijo del hombre en relación con su misión. Se identifica con los hombres perdidos, los viene a buscar y a salvar (Lc. 19:10); da su vida en rescate por muchos (Mr. 10:45). Como tal, es entregado, crucificado, sepultado y resucitado (Mt. 12:40; 20:18; 26:2); volverá también en su cuerpo glorificado para juzgar y reinar (Mt. 24:30, 39; 25:31; Ap. 1:13-16). Queda claro de pasajes como Mt. 26:63-64 y 16:13, 16-17 que el Hijo de Dios y el Hijo del hombre son la misma persona.
Según Jn. 5:22, 27, Dios mismo no juzga a nadie, sino que todo el juicio lo ha dado a Cristo, por cuanto es el Hijo del hombre. En lugar de castigarnos como hubiera podido hacer, el Padre envió a su Hijo para salvarnos. Por este acto de Dios, el hombre no se pierde porque sea pecador, sino porque rehúsa el perdón divino (Jn. 3:16-19). Así, es el mismo Salvador quien viene a ser el Juez. Es cosa terrible menospreciar al Hijo del hombre, que ha sido soberanamente exaltado después de su humillación, y que aparecerá pronto en su gloria (He. 2:6-9).

nom, HIKSOS. Véase HICSOS.

nom, HILAR

tip, OFIC
vet,
El hilado era una actividad reservada a las mujeres (Éx. 35:25).
No se conocía la rueca, por lo que se ponía el copo de fibra en una asta, y ésta se clavaba en el suelo, o se sostenía debajo del brazo, mientras con una mano se sostenía el huso, que se iba girando, y se daba torsión a la fibra que se hilaba, bien lana o lino.

nom, HILCÍAS

tip, BIOG SACE
ver, JOSÍAS
vet,
«Jehová es mi parte» (cp. Sal. 16:5).
(a) Levita, hijo de Amsi, descendiente de Merari (1 Cr. 6:45, 46).
(b) Otro levita, descendiente de Merari; hijo de Hosa (1 Cr. 26:11).
(c) Padre de Eliaquim; este último tenía un alto cargo en la corte del rey Ezequías (2 R. 18:18, 26; Is. 22:20; 36:3).
(d) Sacerdote, padre de Jeremías (Jer. 1:1).
(e) Padre de Gemarías, contemporáneo de Jeremías (Jer. 29:3).
(f) Sumo sacerdote, contemporáneo del rey Josías; le ayudó en su reforma religiosa, y encontró en el templo el libro de la ley (2 R. 22:4-14; 23:4; 1 Cr. 6:13; 2 Cr. 34:9-22). (Véase JOSÍAS.)
(g) Uno de los principales sacerdotes que volvieron de Babilonia con Zorobabel (Neh. 12:7). En la siguiente generación, hay una casa patriarcal que lleva el nombre de Hilcías (Neh. 12:21).
(h) Uno de los que ayudaron a Esdras a leer la ley al pueblo (Neh. 8:4).

nom, HILLEL

tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
= «alabador».
Piratonita, y padre de Abdón, el juez (Jue. 12:13, 15).

nom, HIMENEO

tip, BIOG HOMB HONT
vet,
(gr., «perteneciente a «Himen», el dios griego del matrimonio»).
Persona que naufragó de la fe. Pablo lo abandonó a Satanás (1 Ti. 1:20).
Himeneo negaba la resurrección futura, diciendo que ya había tenido lugar.
Fileto se unió a él para propagar esta falsa enseñanza (2 Ti. 2:17, 18).
Es posible que tuviera relación con el naciente gnosticismo, alegorizando la esperanza de la resurrección, aplicándola a la conversión y negando su literalidad.

nom, HIMNO, CÁNTICO

tip, MUSI
ver, POESÍA HEBREA
vet,
(a) Poema didáctico, traducido del heb. «masquil»: atento, que da inteligencia. Este término figura en el título de los Sal. 32; 42; 44; 45; 52; 53; 54; 55; 74; 78; 88; 89; 142.
Un término de esta misma raíz se traduce en el Sal. 32:8: «Te haré entender». Otro sentido de masquil es «meditación poética».
(b) Poema, generalmente corto, meditación espiritual susceptible de ser cantada o salmodiada en el culto de adoración. El libro de los Salmos es la colección más antigua de himnos y cánticos.
Entre las otras obras maestras de la poesía religiosa de Israel se hallan los cánticos:
de Moisés (Éx. 15:1-19; Dt. 31:30-32:1-44),
de Débora (Jue. 5),
de Ana (1 S. 2:1-10),
de María (Lc. 1:46-55),
de Zacarías (Lc. 1:68-79).
El cántico de María lleva el nombre de Magnificat que es la primera palabra de su traducción al latín.
El canto de los salmos y cánticos hebreos iba frecuentemente acompañado de música (Éx. 15:20, 21; 2 Cr. 29:27, 28 cfr. 1 Cr. 16:42; Is. 38:20).
Además de las composiciones religiosas se encuentran también cánticos profanos (Gn. 31:27; Nm. 21:17, 18).
Se cantaban las alabanzas de Dios, y también, en ocasiones, las gestas de los hombres (Sal. 28:7; 1 S. 18:6, 7).
Con el cantar se expresaba el gozo, las emociones profundas, o se reflejaban los juegos, la risa, o incluso la burla (Sal. 69:13; Jb. 30:9; Lm. 3:63).
El NT habla de tres géneros de cánticos:
los salmos,
los himnos y
los cánticos espirituales (Ef. 5:19; Col. 3:16).
Después de la cena de la Pascua, la noche en que fue entregado (Mt. 26:30), Cristo y sus discípulos cantaron «el himno», indudablemente el Hal-lel, que comprende los Salmos 113-118. El nombre Hal-lel procede del término heb. traducido al castellano por Aleluya («alabad a Jehová»). Los judíos cantaban el Hal-lel durante la celebración de la Pascua.
Los primeros cristianos cantaban en el culto público, y privadamente, para expresar su adoración a Dios, para edificarse, para fortalecerse (Hch. 16:25; 1 Co. 14:26; Ef. 5:19; Col. 3:16).
La métrica griega de Ef. 5:15; 1 Ti. 3:16 (cp. Ap. 15:3, 4), ha permitido reconocer en estos pasajes fragmentos de himnos cantados por los primeros cristianos.
Al comienzo del siglo II d.C., bajo el reinado de Trajano, Plinio el Joven informa que los cristianos de Bitinia cantaban en honor de Cristo, y que lo adoraban como Dios (Plinio, Ep. X.96).
En el cuadro que presentamos se puede ver hasta qué punto los autores del NT usaban materiales antiguos para expresar los nuevos hechos sucedidos en relación con el cumplimiento de los propósitos de Dios en Cristo. Así, el cántico de María es un himno que ella entona a Dios, al efectuar en su día el anhelado cumplimiento de las profecías del pasado (véase POESÍA HEBREA).

nom, HIN

tip, MEDI
ver, PESOS Y MEDIDAS
vet,
Medida hebrea de capacidad para líquidos, equivalente a entre 5 y 6 litros. (Véase PESOS Y MEDIDAS.)

nom, HINOM (VALLE DE)

tip, VALL TIPO
ver, CASTIGO ETERNO
vet,
Profunda y estrecha torrentera con pendientes escarpadas y rocosas, al suroeste de Jerusalén, que separa el monte Sión, al norte, del monte del Mal Consejo y de la meseta de Refaím al sur.
Este valle es mencionado en la Biblia por primera vez en Jos. 15:8; 18:16, donde viene a ser el límite entre Judá y Benjamín.
Sobre el lugar alto de Tofet, en el valle de Hinom, los padres pasaban a sus hijos por el fuego, como sacrificio a Moloc. Acaz y Manasés cometieron este abominable crimen (2 Cr. 28:3; 33:6). Jeremías anunció que Dios castigaría esta perversidad de una manera terrible, llevando a tal matanza de israelitas que el valle recibiría el nombre de valle de la Matanza (Jer. 7:31-34; 19:2, 6; 32:35). Josías profanó el lugar alto, a fin de inhabilitarlo para los ritos idólatras y para detener los sacrificios (2 R. 23:10). A causa de sus horribles sacrificios humanos, y también debido a su profanación por Josías, y posiblemente porque allí también empezaron a quemarse las basuras, este valle vino a representar una imagen de pecado y de maldición.
Una alteración del nombre hebreo «Gë ben-Hinnõm» (Ge-Hinnõm) dio el término de Gehena, que llegó a ser el nombre empleado para designar el lugar del castigo eterno. (Véase CASTIGO ETERNO.)

nom, HIPÓCRITA

vet,
Literalmente, denotaba en gr. un actor de teatro («hupokriteis»), y de ahí, por su sentido secundario de actuar, de dar una representación ajena a la realidad de la propia persona, vino a denotar un engañador, uno que pretende lo que no es, o que oculta sus verdaderos pensamientos, actitudes e intenciones bajo una máscara de falsas apariencias.
La hipocresía está contundentemente condenada en la Biblia (Jb. 36:13; Pr. 11:9; Is. 33:14; Mt. 6:2, 5; 24:51; 1 P. 2:1).
La hipocresía constituye una constante tentación, en la que incluso grandes creyentes cayeron ocasionalmente, y por la que tuvieron que ser reprendidos, como en el caso de Pedro y Bernabé, amonestados por Pablo (Gá. 2:13). Así, el cristiano debe siempre guardarse de la doblez hipócrita de su vida.

nom, HIRAM

tip, BIOG REYE HOMB HOAT
ver, CABUL
vet,
(probablemente una abreviación del heb. y fen. «'ahiram» = «hermano exaltado»). En antiguas inscripciones queda documentado que Hiram (Ahiram) era un nombre real frecuente en Fenicia. Por ejemplo, figura en el sarcófago del Ahiram del siglo XI a.C. descubierto en Biblos (la Gebal del Sal. 83:8; Ez. 27:9) por una expedición francesa en 1923-24.
(a) Uno de los reyes de Tiro. Hiram sucedió a su padre Abitaal, reinando 34 años (970-936 a.C.), muriendo a los 53 años de edad (Ant. 8:5, 3; Contra Apión. 1:17, 18). Engrandeció la ciudad de Tiro, dotándola de un muelle al este; construyó un dique que unía la ciudad con la isla en la que se hallaba el templo a Júpiter o a Baal-Samem; levantó templos a Hércules y a Astarté.
Hiram fue amigo de David y de Salomón (1 R. 5:1; 2 Cr. 2:3). Cuando David se hubo apoderado de la ciudadela de Sión, Hiram le envió embajadores. David quiso construir un palacio, e Hiram le proveyó de la madera de cedro, enviándole también canteros y carpinteros (2 S. 5:11). Esto fue antes del nacimiento de Salomón (2 S. 7:2, 12; 11:2).
Cuando Salomón accedió al trono, Hiram le envió su felicitación. Con un contrato comercial, le consiguió madera de cedro y de ciprés para la construcción del templo, y artesanos diestros en el arte de trabajar la madera y la piedra (1 R. 5:1-12; 2 Cr. 2:3-16). Le adelantó 120 talentos de oro (1 R. 9:14), y ordenó a sus marinos que participaran en las expediciones de Salomón para ir a buscar oro a Ofir (1 R. 9:10-12; 2 Cr. 9:21). Como compensación parcial a sus servicios, Salomón le ofreció veinte poblaciones de Galilea, que Hiram rechazó (1 R. 9:10-12; 2 Cr. 8:1, 2). (Véase CABUL.)
Ciertos autores han planteado si quizás hubo dos reyes con el nombre de Hiram, el amigo de David al comienzo de su reinado, y el de Salomón, tantos años después. En todo caso, en los anales de Tiglat-pileser III se menciona a otro Hiram rey de Tiro (744-727 a.C.).
(b) Artesano hijo de un padre tirio y de una viuda de la tribu de Neftalí (1 R. 7:13, 14). Por nacimiento, esta mujer era de la tribu de Dan (2 Cr. 2:14). Hiram hizo los trabajos de fundición de bronce y de cobre para el templo de Salomón, las columnas, el gran mar de bronce, las fuentes de bronce, los capiteles, las basas (1 R. 7:13-46; 2 Cr. 2:13, 14).
El título de «padre» («Abi») que se le da (2 Cr. 2:13; 4:16) significa «maestro» o «consejero».

nom, HISOPO

tip, FLOR LEYE ARBU
vet,
(heb. «'esõb»).
Planta aromática de Egipto y Palestina, de la familia de las labiadas, que también comprende las mentas.
Es un arbusto de unos 30 a 45 cm. de altura, con hojas pequeñas y vellosas, que se aferra a los muros y a las rocas (1 R. 4:33).
Se usaba frecuentemente un manojo de hisopo para llevar a cabo la aspersión de la sangre expiatoria durante la Pascua (Éx. 12:22), para la purificación del leproso (Lv. 14:4-7), o para la de una casa pronunciada leprosa (Lv. 14:48-53). Asimismo, se tomaba el hisopo para hacer y aplicar el agua de la purificación de las cenizas de la vaca alazana (Nm. 19:2, 6, 18; cfr. He. 9:19). El salmista clama: «Purifícame con hisopo, y seré limpio» (Sal. 51:7), pensando en realidad en la aspersión de la sangre de la expiación hecha con el hisopo, y que es lo único que puede cubrir el pecado (He. 9:22).
Cuando Jesús fue clavado en la cruz, uno acercó a sus labios una esponja empapada en vinagre, fijada a un hisopo (Jn. 19:29).
Por otra parte, en Mt. 27:48 y Mr. 15:36 se habla de una caña. Con respecto a esto, no puede tratarse de una contradicción, como algunos adversarios de la Biblia han supuesto gratuitamente. El hisopo podría haber estado fijado a una caña, o quizá la palabra caña pudiera referirse a una rama larga de hisopo. Haley supone que la bebida fue ofrecida dos veces a Jesús.

nom, HISTORIA BÍBLICA

tip, HIST
ver, CREACIÓN, SÁBADO, GÉNESIS, EDÉN, ADÁN, SATÁN, SERPIENTE, ABEL, CAÍN, ENOC, DILUVIO, NOÉ, BABEL, ABRAHAM, MELQUISEDEC, ISAAC, JACOB, VISIONES, TEOFANÍA, EGIPTO, JOSÉ, MILAGRO, ÉXODO, MARA, MANÁ, CODORNIZ, REFIDIM, SINAÍ, TEOCRACIA, TABERNÁCULO, LEVITA, LEVÍTICO, CAMPAMENTO, NÚMEROS, PEREGRINACIÓN POR EL DESIERTO, CORÉ, SEHÓN, OG, SITIM, BALAAM, PEOR, DIVINIDADES PAGANAS, MADIÁN, DEUTERONOMIO, JOSUÉ, CANAÁN, CONQUISTA, SILO, JUECES, SAMUEL, SAÚL, DAVID, SALOMÓN, ROBOAM, ISRAEL, SAMARIA, SARGÓN, EZEQUÍAS, ASIRIA, MANASÉS, NABUCODONOSOR, JUDÁ, CAUTIVIDAD, ZOROBABEL, NEHEMÍAS, JERUSALÉN, ESDRAS, CANON, ALEJANDRO, VERSIONES DE LA BIBLIA, JASÓN, ANTÍOCO, MACABEOS, FARISEOS, SADUCEOS, SANEDRÍN, JUDEA, HERODES, PROCURADOR, JESUCRISTO, EVANGELIO, APÓSTOL, PENTECOSTÉS, ESPÍRITU SANTO, LENGUAS (DON DE), BAUTISMO, IGLESIA, ANANÍAS, SAFIRA, DIÁCONO, ESTEBAN, FELIPE, CORNELIO, CONCILIO DE JERUSALÉN, PABLO, JUAN, PEDRO, SANTIAGO
vet,
La historia bíblica consigna los acontecimientos que forman la base de la revelación de Dios al hombre (cfr. Mr. 10:2-9; Ro. 15:4; 1 Co. 10:11).
Puede ser dividida en cuatro períodos:
(a) El relato de la creación, mostrando la relación entre Dios y el mundo y relatando el origen de la humanidad.
(b) Una sección bosquejando el inicio de la historia, indicando la relación entre Dios y la raza humana, y estableciendo la necesidad del pueblo elegido.
(c) La historia del pueblo elegido, la actitud de Dios hacia este pueblo elegido, y la preparación de la venida del Cristo.
(d) La historia de la fundación de la iglesia cristiana, llamada a llevar las buenas nuevas a todas las naciones.

I. El relato de la creación, la relación entre Dios y el mundo, el origen de la humanidad (Gn. 1:1-2:3). (Véanse CREACIÓN, SÁBADO.).
Doctrina fundamental: Dios es el Creador y Señor de todo. Al enseñar el monoteísmo, este relato refuta el materialismo y el politeísmo. Al afirmar la personalidad y omnipotencia de Dios, muestra lo lógico de su manifestación sobrenatural e intervención en la historia de la humanidad.

II. Bosquejo del inicio de la historia, mostrando la relación existente entre Dios y la raza humana, estableciendo la necesidad del pueblo elegido (Gn. 2:4-11:26). Los acontecimientos de este período, dividido en dos partes por el cataclismo del Diluvio, sólo son dados de manera muy esquemática, a excepción del relato del Diluvio, con lo que los acontecimientos que llevaron alrededor de un año ocupan dos capítulos enteros, señalando la capital importancia que se concede en la Biblia a este acontecimiento. Esta sección tiene una construcción simétrica. Hay 10 generaciones antes del Diluvio de Adán a Noé, 10 generaciones después del Diluvio de Sem a Abraham (Gn. 5:1-11:26). El período posterior al Diluvio se divide asimismo en dos a partir de Peleg (= «división» Gn. 10:25), en la época del cual la tierra fue dividida. De Sem a Peleg hay 5 generaciones y otras 5 de Reu a Abram. Los acontecimientos del período antediluviano son: el mandamiento dado a Adán para que se mantuviera en dependencia de Dios, en su estado de inocencia, su caída a causa de su desobediencia, y la entrada del reinado de la muerte debido al pecado, el juicio del Diluvio, y la salvación de Noé y su familia. El período posterior al Diluvio incluye el pacto incondicional con Noé; el nuevo mandato dado al hombre, el aumento de la población, la creciente independencia de los hombres con respecto a Dios, el castigo que les sobrevino mediante la confusión de las lenguas y la dispersión de las naciones. Se da la genealogía de Set a Abraham a través de Sem; asimismo, se pone en evidencia el origen común de esta línea genealógica con las demás familias de la tierra. Estos hechos tuvieron lugar en la región de la cuenca del Tigris y del Éufrates. En todo caso todos los datos geográficos precisos están situados en esta región (Gn. 8:4; 10:10; 11:2, 28). (Véanse especialmente GÉNESIS, EDÉN, ADÁN, SATÁN, SERPIENTE, ABEL, CAÍN, ENOC, DILUVIO, NOÉ, BABEL)

III. Historia del pueblo elegido, la actitud de Dios hacia él y los preparativos para la venida del Cristo. Este periodo difiere del precedente en que su centro histórico se desplaza del valle del Éufrates a Palestina, al país de Canaán.
Dios se manifiesta frecuentemente a los patriarcas mediante teofanías. De las cuatro grandes épocas marcadas por milagros, tres se hallan dentro de esta época: La salida de Egipto y conquista de Canaán, bajo Moisés y Josué; la lucha a muerte entre el culto a Jehová y el culto a Baal, en la época de Elías y Eliseo; el cautiverio en Babilonia. Con excepción de raras ocasiones, son siglos sin milagros los que separan las épocas en las que se manifestaron en abundancia. La historia del pueblo elegido se puede dividir en las etapas marcadas por sus desarrollos externos:
(A) Una tribu independiente, bajo el caudillaje de Abraham, Isaac y Jacob, en Canaán. El patriarca era a la vez sacerdote y cabeza, responsable de la tribu. Los elementos de esta historia se hallan bajo los encabezamientos ABRAHAM, MELQUISEDEC, ISAAC, JACOB, VISIONES, TEOFANÍA.
(B) Un pueblo de 12 tribus, esclavos durante mucho tiempo en Egipto. (Véanse EGIPTO, JOSÉ, MILAGRO, ÉXODO, MARA, MANÁ, CODORNIZ, REFIDIM.)
(C) Una nación independiente, constituida en el Sinaí. Cuando aceptó el pacto que Dios le ofrecía, el pueblo quedó constituido en nación. Este pacto incluye los Diez Mandamientos, y constituía la ley fundamental de la nación, de la que Dios era el rey soberano. Presente desde entonces en el tabernáculo en medio de su pueblo, Dios revela su voluntad al profeta y al sacerdote. Por las leyes que Él promulga, por los juicios que Él pronuncia, por los instrumentos que Él suscita, Jehová ejerce la autoridad legislativa, ejecutiva y judicial. La nación fue, a partir de este punto:
(a) Una comunidad de doce tribus, regidas por una constitución teocrática, y que poseía un santuario central y único (Éx. 19 hasta 1 S. 7). El sumo sacerdote era la viva imagen de la nación; los profetas estaban para asistirle, y en ocasiones para dirigirlo, como en el caso de Moisés. (Véanse SINAÍ, TEOCRACIA, TABERNÁCULO, LEVITA, LEVÍTICO, CAMPAMENTO.).
Al salir del Sinaí, los israelitas se dirigieron a Cades. Su falta de fe hizo que el Señor los devolviera al desierto, donde peregrinaron durante 38 años. (Véanse NÚMEROS, PEREGRINACIÓN POR EL DESIERTO, CORÉ.). Finalmente, rodearon el país de Edom y encontraron un paso río arriba del Arnón. A ello siguió la conquista del país situado al este del Jordán. (Véanse SEHÓN, OG.) Se levantó entonces el campamento en el valle del Jordán. (Véanse SITIM, BALAAM, PEOR, DIVINIDADES PAGANAS, MADIÁN, DEUTERONOMIO.). Después de la muerte de Moisés, los israelitas cruzaron el Jordán, conquistando el país de Canaán. (Véanse JOSUÉ, CANAÁN, CONQUISTA, SILO.)
Josué murió después de que los israelitas quedaran instalados en el país de Canaán. Dios suscitó a hombres capaces e influyentes, quince en total, que se fueron sucediendo con ciertos intervalos intermedios. Estos jueces dirigían las expediciones contra los enemigos del pueblo, y lo gobernaban. Fue entonces que se manifestaron tendencias a la unidad; el sentimiento nacional se manifestó en una y otra ocasión; sin embargo, se permitió con demasiada frecuencia que los obstáculos naturales, los celos mezquinos, los intereses locales, constituyeran factores de división. La historia de Israel ofrece brillantes ejemplos de piedad, pero también exhibe el hecho de que el pueblo caía fácilmente en la incredulidad. (Véanse JUECES, SAMUEL.).
Los beneficiarios del pacto, el pueblo de Dios, revelaron durante este período todas sus flaquezas y vicios. Desde el mismo comienzo, se reveló la falta de fe en Dios, ya en Cades. Los celos entre las tribus se manifestaron ya de principio en la revuelta de Coré y sus partidarios contra el sacerdocio de Aarón y la autoridad de Moisés. El asunto del becerro de oro, la caída en el ardid de Baal-peor, todo ello evidenció cuán inclinados estaban los israelitas hacia la idolatría. La alianza con los gabaonitas y el no apoderarse de Jebus (Jerusalén) constituyeron los grandes errores políticos cometidos en este período. Todos estos elementos negativos tuvieron una pesada influencia en la historia posterior de Israel.
(b) Una monarquía unida de las doce tribus. El pueblo no había llegado a manifestar la unidad estipulada por su religión y, en la época de los Jueces, «cada uno hacía lo que bien le parecía» (Jue. 21:25). La actitud amenazadora de las naciones vecinas hizo desear a Israel la presencia de un gobierno fuerte y un caudillo militar respetado. En estos momentos, Samuel era ya anciano. Los israelitas se apartaron del ideal de la teocracia, y pidieron otro rey aparte de Jehová (1 S. 8:5-7). Desde entonces, además del sumo sacerdote y del profeta, hubo un monarca terreno, investido de la autoridad suprema, reinando permanentemente en lugar de los Jueces que Dios había suscitado. Saúl fue el primer rey. Presuntuoso e incapaz de admitir la superioridad del sumo sacerdote y del profeta, perdió el privilegio de fundar una dinastía. Le fue arrebatado el reino. Dios se retiró de él, y el profeta Samuel también lo abandonó, por cuanto había desobedecido voluntariamente las órdenes formales de Dios. David fue entonces el elegido. (Véanse SAMUEL [LIBROS DE], SAÚL, DAVID.). Bajo el reinado de David, las doce tribus quedaron unidas después de siete años de guerra civil; Jerusalén, arrebatada a los jebuseos, vino a ser la capital del centro religioso del reino, cuyos límites se extendieron mediante conquistas adicionales, hasta el noreste de Damasco. Los territorios adquiridos fueron hechos tributarios. Israel impuso guarniciones en el país de Edom. Salomón, el sucesor de David, edificó el templo, Y adornó Jerusalén, desarrollando sus fortificaciones y dando gran esplendor a Israel. Pero sus exacciones tributarias hicieron surgir el descontento entre el pueblo, y su caída en la idolatría, bajo la influencia de sus mujeres extranjeras, le hicieron incurrir en el desagrado de Dios. Su hijo y sucesor, Roboam, no supo discernir la gravedad de la situación, y ante su actitud arrogante diez tribus se rebelaron contra la casa de David. Por ello, Judá y Benjamín vinieron a formar el reino del sur (véanse SALOMÓN, ROBOAM), y el resto de tribus formó el reino del norte.
(c) Dos reinos rivales: Una monarquía constituida principalmente por la tribu de Judá, y un reino cismático y apóstata creado por las diez tribus rebeldes. Las causas que condujeron a esta escisión eran antiguas y variopintas (véase ISRAEL). El reino de Judá, más fuerte, tenía el poderío material. Además, su situación geográfica le proporcionaba mejores defensas naturales; poseía la capital, un gobierno estable, y el centro cultural al que el pueblo estaba acostumbrado. Tenía además la fuerza moral: la historia señala que la convicción de la adhesión a una dinastía considerada como legítima es siempre un factor de poderío. Sobre todo, el reino de Judá se benefició de la influencia exaltante de la verdadera religión y del sentido de la fidelidad debida a Jehová. Tuvo reyes más piadosos que los del reino de Israel. Para mantener en el seno de la humanidad el conocimiento y el culto al Dios único y verdadero, Jehová protegió el reino de Judá, y preparó la venida del Mesías. De todas maneras, la historia religiosa de este período acusa una decadencia en la época de Roboam (1 R. 14:22); Abiam (1 R. 15:3) y de nuevo bajo Joram y Ocozías (2 R. 8:27).
Las mujeres de Salomón, al introducir en Israel sus cultos idolátricos, fueron la raíz de esta degeneración religiosa. La madre de Roboam era amonita; Salomón construyó para ella un lugar alto dedicado a Milcom (Moloc), y esta mujer ofrecía sacrificios a este abominable ídolo de su nación. Joram era yerno de Acab y Jezabel. Cada uno de estos períodos de decadencia religiosa fue seguido de un avivamiento: el primero tuvo lugar bajo el reinado de Asa, el segundo bajo el de Joás; después, el mismo Joás se apartó de Jehová, y tuvo que venir otro avivamiento religioso, seguido más tarde de una nueva oleada de idolatría debido a la nefasta influencia del rey Acaz. Las incursiones asirias contra el territorio de los israelitas comenzaron en esta época. La nación dividida, y muy degenerada en el aspecto religioso, no estaba en estado de resistirlos. Lenta, pero seguramente, desde la época de Acab los asirios fueron ensanchando sus conquistas, hasta que el reino del norte se derrumbó. (Véanse ISRAEL, SAMARIA, SARGÓN.)
(d) La monarquía de Judá subsiste sola. El reino del sur quedó desde entonces expuesto a los ataques de los asirios, a los que siguieron los de los caldeos (babilonios). (Véanse EZEQUÍAS, ASIRIA, MANASÉS, NABUCODONOSOR.) El estado espiritual del pueblo era muy malo, a pesar de que grandes profetas, Isaías, Jeremías y Miqueas, habían dado valiente testimonio de la verdad. A excepción de Ezequías y Josías, los reyes de Judá no fueron rectos ni fieles a Jehová. El pueblo siguió a sus reyes en su disolución. Los partidarios de la idolatría triunfaron bajo Acaz. Los falsos cultos arraigaron profundamente en el pueblo, y las reformas desde el trono no tuvieron más que un efecto superficial. Había además en Israel extranjeros abiertamente entregados a la idolatría. La nación iba a la deriva. En el espacio de 20 años, el ejército de Nabucodonosor hizo frecuentes apariciones ante Jerusalén. Se dieron varias deportaciones de judíos a Babilonia. Finalmente, Jerusalén fue tomada e incendiada en el año 586 a.C. Los israelitas no habían mantenido las bases del poderío de su nación. Sucumbieron, al no haber querido mantenerse «bajo la sombra del omnipotente». (Véase JUDÁ.)

(D) Un pueblo esclavizado.
(1) Judá durante el cautiverio en Babilonia. (Véase CAUTIVIDAD.)
(2) Judá en Palestina. En el primer año de su gobierno en Babilonia (539-538 a.C.), Ciro promulgó un edicto que permitía a los judíos el retorno a Palestina y la reconstrucción del templo. Cuarenta y tres mil judíos aprovecharon la ocasión de volver, bajo la dirección de Zorobabel. Esta colonia israelita fue, sin embargo:
(a) Una parte del imperio persa, subordinada a la provincia situada al otro lado del río (Éufrates). Fue colonia persa durante doscientos años. Dos veces tuvo gobernadores locales de raza judía, nombrados por el emperador de Persia. (Véanse ZOROBABEL y NEHEMÍAS.) Sin embargo, lo más frecuente era que el poder fuera ejercido por el sátrapa del «otro lado del río». Éste delegaba en un gobernador en Judá, con derecho a la leva de hombres y recaudación de tributos, pero dejando la administración local al sumo sacerdote, que fue poco a poco adquiriendo el puesto de cabeza política y religiosa de la nación. A su vuelta del exilio, los judíos pusieron los cimientos del templo. Los profetas Hageo y Zacarías exhortaron a sus compatriotas a que prosiguieran esta reconstrucción, que finalizó en el año 515 a.C., a pesar de las interrupciones y oposiciones. Por orden de Artajerjes, emitida en el año 445 a.C., Nehemías dirigió la restauración de las murallas de Jerusalén. (Véase JERUSALÉN.). En esta misma época, el escriba Esdras, lleno de celo por la Ley de Dios, estaba en Jerusalén, trabajando eficazmente en la reforma religiosa. (Véanse ESDRAS, CANON.) Hacia el año 365 a.C., dos hermanos se disputaron el cargo de sumo sacerdote. Uno de ellos dio muerte al otro en el recinto del templo. A causa de esta muerte, Bagoses, general del ejército de Artajerjes Mnemon, entró en el templo (Ant. 11:7, 1). En la primavera del año 334 a.C., Alejandro de Macedonia pasó el Helesponto y derrotó a los sátrapas persas. Al siguiente año, venció al rey de Persia, Darío Codomano, en Iso, desfiladero próximo al extremo noreste del Mediterráneo, sometió Siria y entró en Jerusalén. Después de una serie casi ininterrumpida de victorias y conquistas, llegó al mismo oriente de la India y el Punjab. Murió en Babilonia el año 323 a.C. (Véase ALEJANDRO.)
(b) Judea sometida a Egipto. En el año 320 a.C., Ptolomeo Soter arrebató Palestina a Siria, en cuyas manos había quedado a la muerte de Alejandro. Con excepción de unos breves períodos, los Ptolomeos mantuvieron Judea hasta el año 198 a.C., año en que se dio la victoria de Antíoco el Grande sobre el general egipcio Scopas, cerca de Páneas (Vãñiãs). Durante estos 122 años, los judíos fueron gobernados por su sumo sacerdote, sometido al rey de Egipto. En esta época, se llevó a cabo en Alejandría de Egipto la traducción griega de las Sagradas Escrituras, llamada la Septuaginta (LXX). (Véase VERSIONES DE LA BIBLIA.)
(c) Judea sometida a Siria. Gracias a su victoria sobre el ejército de Ptolomeo V en Páneas, Antíoco el Grande se apoderó de Palestina en el año 198 a.C. Los sirios no se conformaron con apoyar a los judíos que aspiraban a helenizar Judea, sino que se esforzaron directamente en imponer la idolatría en Israel. La tiranía sacrílega de los sirios se hizo insoportable para los israelitas piadosos, que se levantaron en armas bajo el caudillaje de los Macabeos en el año 166 a.C. (Véanse JASÓN, ANTÍOCO.)
(d) Período de independencia bajo los Macabeos. Éstos eran a la vez los sumos sacerdotes y reyes. (Véase MACABEOS.) Esta era de libertad duró desde el año 166 hasta el 63 a.C., fecha en que Jerusalén fue tomada por Pompeyo; sin embargo, los Macabeos fueron autorizados a permanecer en el trono hasta el año 40 a.C. Este año, el Senado romano concedió el trono a Herodes el Grande, que comenzó su reinado tomando Jerusalén, el año 37 a.C. Los fariseos y saduceos, partidos oficialmente reconocidos, ejercían entonces una gran influencia política y religiosa. (Véanse FARISEOS, SADUCEOS, SANEDRÍN.)
(e) Judea bajo el dominio romano. Las autoridades romanas delegaron el poder administrativo en Herodes el Grande y, al morir éste, en Arquelao, y más tarde en procuradores, excepto durante el reinado del rey Herodes Agripa I, del 41 al 44 d.C. (Véanse JUDEA, HERODES, PROCURADOR.) La mala gestión de estos mandatarios exasperó al pueblo y estalló una revuelta. Hubo una guerra encarnizada entre el año 66 y el 70 d.C., año de la caída de Jerusalén. A los judíos que sobrevivieron y se quedaron en Palestina se les negó el permiso para entrar en su capital, y se dejó de considerarles como una nación. Jesucristo nació mientras la nación judía aún subsistía bajo el dominio romano, en la época del rey Herodes. Esto marca el inicio de un nuevo período de la historia bíblica.

IV. Historia de la fundación de la iglesia cristiana, llamada a evangelizar todas las naciones.
(1) Cristo preparó la creación de su iglesia con su ejemplo, sus enseñanzas y su obra redentora. (Véanse JESUCRISTO, EVANGELIO, APÓSTOL.).
(2) La iglesia entre los judíos. El Cristo resucitado funda la Iglesia. El Espíritu que Él había prometido descendió el día de Pentecostés. Las predicaciones de Pedro, el crecimiento de la cantidad de los creyentes, y el bautismo de ellos, marca el comienzo de la acción de la Iglesia. (Véanse PENTECOSTÉS, ESPÍRITU SANTO, LENGUAS (DON DE], BAUTISMO, IGLESIA.)
Posteriormente, durante quizá 6 años, la iglesia pasó por dificultades suscitadas por errores de creyentes, y por las persecuciones, pero fue adquiriendo una mayor consciencia de su identidad nueva, y aumentó el número de sus adeptos. (Véanse ANANÍAS, SAFIRA, DIÁCONO, ESTEBAN.). La persecución sobrevenida tras la muerte de Esteban dispersó a los hermanos, que se dedicaron a proclamar el evangelio a los judíos de Palestina y de Siria. Se predicó el evangelio en Samaria y en las ciudades costeras, desde Gaza hasta Cesarea. (Véase FELIPE.) Saulo se dirigió a Damasco a fin de perseguir a los cristianos de la colonia judía. Fue convertido y llamado al apostolado entre los gentiles. La visión de Pedro en Jope, seguida de la conversión de Cornelio y de su experiencia del bautismo del Espíritu, sirvió para abrir los ojos a la Iglesia a esta verdad que no conocían más que teóricamente: que el Espíritu Santo era para todos aquellos que creían en Jesús, judíos y gentiles. (Véase CORNELIO.) Discípulos cristianos de entre los judíos procedentes de occidente fueron también dispersados por la persecución que siguió a la muerte de Esteban. Estos anunciaron el evangelio también a los griegos (Hch. 11:20). Desde entonces, y empezando en Antioquía, comenzó a darse el nombre de «cristianos» a los discípulos de Jesús, acabando así su identificación con los judíos. La iglesia quedaba así dispuesta a emprender la evangelización de los gentiles; sabía que no se debía mantener ninguna diferencia entre los cristianos surgidos del judaísmo y los surgidos de entre los gentiles. Dios había suscitado en Pablo a un apóstol a los gentiles; había comenzado a obrar en medio de ellos.
(3) La iglesia entre los judíos y los gentiles. Pablo y Bernabé, llamados por el Espíritu Santo, se dispusieron a evangelizar a los gentiles de Asia Menor, lo que suscitó problemas de los deberes que incumbían a los convertidos de origen gentil. El Concilio de Jerusalén se pronunció netamente por la libertad cristiana, rehusando imponer a los conversos la circuncisión y la observancia de la ley de Moisés. Se insiste solamente en ciertos deberes morales y del gobierno universal de Dios ya ordenados a Noé para él y sus descendientes, que no tenían que ver con el ceremonial judío, sino que eran obligatorios para todos, tanto judíos como gentiles (Hch. 15:28, 29, [cosas necesarias], cfr. Gn. 9:3, 4). Aunque hay comentaristas que insisten en que la prohibición a los gentiles de comer sangre y animales ahogados era solamente para evitar fricciones, esto choca con el hecho de que se les permitía comer todo tipo de carnes prohibidas por la ley de Moisés, como cerdo, conejo, etc., así como con el hecho de que se les liberaba de toda una obligación ceremonial vital para la mentalidad judía. Es evidente que esta razón es falsa, y que la prohibición no se basa «en los prejuicios judíos, y para evitar malestares», como pretenden algunos autores, sino en la inmutable voluntad de Dios expresada a Noé para toda la raza humana, al permitir al hombre el consumo de carne de animales, sin su sangre, después del Diluvio (Gn. 9:3, 4).
Una vez asegurada la libertad cristiana, ésta se comunicó mediante cartas a las congregaciones (Hch. 15:23-29). En el curso de su segundo viaje misionero, Pablo, dirigido por el Espíritu Santo, llegó a Troas. Llamado por una visión a pasar a Macedonia, obedeció y, desde Filipos hasta Roma, a donde llegó como preso, evangelizó Europa. (Véanse CONCILIO DE JERUSALÉN, PABLO, JUAN, PEDRO, SANTIAGO.)

nom, HITIAS

tip, TRIB ARQU HIST
ver, EGIPTO, ASIRIA, EGIPTO, FILISTEOS
vet,
(heb. «Hittï», pl. «Hittïm») o HETEOS (del heb. «Het»).
Durante muchos años, los orientalistas no se ocuparon más que de dos imperios importantes, el del valle del Nilo y el de las cuencas del Tigris y el Éufrates.
Después del descubrimiento en Carquemis, en 1871, de inscripciones desconocidas, se llegó a reconocer el papel de los hititas como fundadores de un tercer gran imperio oriental, que floreció en el Asia Menor entre 1400 y 700 a.C. (La cronología convencional los sitúa entre 1900 y 1200 a.C., hallándose en conflicto con inscripciones asirias. La cronología revisada sitúa el imperio hitita dentro del marco cronológico de sus relaciones con Asiria, y concuerda con la cronología revisada de Egipto; véase EGIPTO.)
(a) Los hititas en la Biblia.
El nombre hitita aparece, en singular y plural, 47 veces en el AT, en tanto que el nombre Het, de sentido análogo, se encuentra 14 veces. (En nuestras versiones se transcribe generalmente como «heteo».) En la extensa confederación de estos pueblos, es posible que ambos términos no se relacionen siempre con el mismo grupo. Los heteos son frecuentemente mencionados en la lista de pueblos que moraban en Canaán antes de su conquista por los israelitas (cfr. Gn. 15:20; Éx. 3:8; Dt. 7:1; 20:17; Jos. 3:10; 11:3; 24:11).
Abraham compró la cueva de Macpela a Efrón heteo (Gn. 23:10-20).
Esaú se casó con dos mujeres heteas (Gn. 26:34). Más tarde, también hubo israelitas que hicieron lo mismo (Jue. 3:5, 6).
Ezequiel, lanzando sus reproches a la Jerusalén infiel le dice (Ez. 16:3): «Tu origen, tu nacimiento, es de la tierra de Canaán; tu padre fue amorreo y tu madre hetea» (cfr. Ez. 16:45).
David se relacionó con heteos (1 S. 26:6), se caso con Betsabé viuda de Urías heteo (2 S. 11:2-27).
Había mujeres heteas en el harén de Salomón (1 R. 11:1), este monarca sometió a los heteos y a otros pueblos extranjeros a prestar servicio de trabajo obligatorio (1 R. 9:20-22; 2 Cr. 8:7-9).
Los hebreos no consideraban a los heteos como apátridas sin hogar. Conocían su país (Jos. 1:4). Los reyes de los hititas son mencionados junto con los de Siria (1 R. 10:29; 2 Cr. 1:17). En 2 R. 7:6 figuran al lado de los egipcios, lo que indica la importancia que tenían.
Todas estas alusiones de la Biblia fueron tratadas con gran escepticismo, hasta el día en que se pudo acudir a la exhumación arqueológica de esta gran nación que desde entonces ha llegado a ser famosa.
(b) Los descubrimientos arqueológicos.
W. Wright, misionero en Damasco, y el orientalista A. H. Sayce estuvieron entre los primeros investigadores que comenzaron a reconstruir la imagen del imperio hitita, al unir las piezas de un inmenso rompecabezas esparcido por diversos monumentos (Wright: «The Empire of the Hitites», 1884; Sayce: «The Hitites, the Story of a Forgotten Empire», ed. revis. 1925). Entre 1906 y 1912, Hugo Winckler, de Berlín, descubrió alrededor de 10.000 tabletas de arcilla en Boghaz-koi, capital hitita situada sobre el río Halys, a 150 Km. al este de Ankara. Gracias a los trabajos de varios lingüistas, entre ellos el checo F. Horzny, se llegó a descifrar el cuneiforme hitita, con lo que se llegó a tener acceso a una vasta literatura: anales, textos religiosos y míticos, secciones de códigos y leyes, etc.
Las evidencias documentales, arqueológicas y monumentales examinadas conducen a la conclusión de que el imperio hitita en Asia Menor se formó en base a las migraciones de los hititas expulsados de Canaán en la época de su conquista por Josué. Al cabo de unos 50 años, unos pueblos de origen indoeuropeo conquistaron y absorbieron esta antigua raza hitita, adoptando su civilización. Esto llevó a la formación del llamado Imperio Antiguo, que llegó a su fin bajo el embate asirio dirigido por Tiglat-pileser (1114-1076 a.C.). El Imperio Antiguo había sido fundado sobre las ruinas del antiguo imperio de Babilonia y la aniquilación de la dinastía de Hammurabi (aprox. 1265 a.C.). Después de la caída del Imperio Antiguo en el año 1110 a.C., el Imperio Nuevo vio su ascensión, y también reveses y guerras con Salmanasar III de Asiria (825 a.C.), con Ramsés II (786 a.C.), a lo que siguió un pacto de no agresión entre Ramsés II y el rey hitita Hatusilis II, sellado con el matrimonio de la hija primogénita de éste con el faraón. Hacia el año 700, el Imperio Nuevo hitita se derrumbó con la invasión de los Pueblos del Mar, y la capital, Boghazkoi, fue tomada. (Véanse ASIRIA, EGIPTO, FILISTEOS.)

Bibliografía:
Courville, D. A.: «The Exodus Problem and its ramifications» (Challenge Books, Loma Linda, California, 1971);
Velikovsky, I.: «Ages in Chaos» (Doubleday, Garden City, New York, 1952).

nom, HOBA

tip, CIUD
sit, a4, 232, 127
vet,
Ciudad situada al norte de Damasco.
Hasta allí llegó Abraham en su persecución de los reyes vencidos que habían venido del este (Gn. 14:15).
Wetzstein menciona un lugar que lleva este nombre, entre Tadmor y Homs, a unos 80 Km. al norte de Damasco.

nom, HOBAB

tip, BIOG HOMB HOAT
ver, CENEOS
vet,
Hijo de Ragüel madianita, que era suegro de Moisés (Nm. 10:29).
Moisés pidió a Hobab, buen conocedor del desierto, que se quedara con ellos para instruirles acerca de él en los lugares a que Dios les condujera (Nm. 10:29-33).
Sus descendientes se establecieron en Israel (Jue. 1:16; 4:11).
(Véase CENEOS.)

nom, HOJALDRE
tip, ALIM LEYE
vet,
Una torta delgada hecha de flor de harina, sin levadura, y cuyo uso se relaciona con varias ofrendas; usábase para esto el aceite dulce (Éx. 29:2, 23; Lv. 2:4; 7:12; 8:26; Nm. 6:15, 19; 1 Cr. 23:29).

nom, HOJAS

tip, TIPO FLOR
vet,
Se las menciona a menudo en la Biblia, y se hacen muy propias y bellas alusiones a las hojas como símbolo de la prosperidad y de la gracia divina (Sal. 1:3; Jer. 17:8), cuando están frescas y verdes, y como símbolo de adversidad y decadencia (Jb. 13:25; Is. 64:6; Mt. 21:19) cuando no lo están.
Son muchas las hojas mencionadas en la Biblia:
las del olivo (Gn. 8:11),
las de la encina (Is. 1:30; 6:13)
y las de la higuera (Gn. 3:7; Mt. 21:19).

nom, HOLOCAUSTO

tip, LEYE TIPO
ver, SACRIFICIOS
vet,
(heb. «Olah», «Alah», «hacer ascender»).
Se traduce holocausto, transcripción del término griego usado en la LXX y en el NT griego «holokautos», y denota quemar totalmente. Se refiere a la combustión total de la víctima ofrendada, después de haberse impuesto sobre ella las manos y degollada a continuación.
Según la ley ceremonial israelita, se tenían que ofrecer dos holocaustos a diario, uno por la mañana y otro por la tarde, lo que recibe nombre de «holocausto continuo».
También había holocaustos adicionales, ofrecidos por los fieles en cumplimiento de diversas leyes con respecto a ritos de purificación.
(Véase SACRIFICIOS.)
Tipológicamente, representa a Cristo presentándose a Sí mismo de acuerdo con la voluntad divina para el cumplimiento del propósito y mantenimiento de la gloria de Dios allí donde se advertía pecado. En el tipo, la víctima y el ofrendante eran esencialmente distintos, pero en Cristo los dos estaban necesariamente combinados. La ofrenda ofrecida en holocausto, cuando no estaba obligatoriamente prescrita, era ofrecida para la aceptación de alguien. La expresión «de su voluntad» en Lv. 1:3 tiene una mejor traducción como «la ofrecerá para su aceptación». La víctima podía ser macho de las manadas, o de las ovejas o cabras de los rebaños, o bien una tórtola o un palomino, según la capacidad económica del ofrendante, o el aprecio que tuviera de la ofrenda. Estas ofrendas eran diferentes en grado, pero del mismo tipo. El macho es el tipo más elevado de ofrenda; no se menciona ninguna hembra en la ofrenda de holocausto.
Después que el ofrendante hubiera puesto sus manos sobre la víctima, le daba muerte (excepto en el caso de las aves, que eran muertas por el sacerdote). De Lv. 1 parecería que también era el ofrendante quien la desollaba, descuartizaba y lavaba sus intestinos y patas en agua; pero las expresiones usadas pueden tomarse en un sentido impersonal: «el holocausto será desollado, y será dividido en sus piezas», etc. (v. 6). Estas funciones pueden haber sido llevadas a cabo por los sacerdotes o por los levitas. (Los levitas desollaban los sacrificios cuando había pocos sacerdotes; cfr. 2 Cr. 29:34). El sacerdote rociaba la sangre alrededor del altar y, excepto la piel, que quedaba para el sacerdote, todo el animal era quemado como olor grato sobre el altar. Hacía expiación por el ofrendante, que hallaba aceptación en base a su valor. Tipológicamente, es figura de Cristo en su perfecta ofrenda de Sí mismo, siendo probado en lo más hondo de su ser por el fuego escudriñador del juicio divino (Lv. 1). (Este aspecto de la cruz se ve en pasajes como Fil. 2:8; Jn. 10:14-17; 13:31; 17:4; Ro. 5:18, etc.).
En Lv. 6 se da la ley del holocausto: «El holocausto estará sobre el fuego encendido sobre el altar... no se apagará» (Lv. 6:9, 13). Esto se refiere a los corderos de la mañana y de la tarde; constituían un holocausto continuo (Éx. 29:38-41). Se debe señalar que era «toda la noche, hasta la mañana» (aunque era perpetuo), indudablemente para señalar que Cristo es para Israel siempre olor grato a Jehová, incluso durante el presente periodo de tinieblas y olvido de Israel. Aarón tenía que ponerse sus vestiduras de lino para quitar las cenizas del altar y ponerlas «junto al altar». Después se cambiaba los vestidos de lino por otras ropas, y llevaba las cenizas fuera del campamento. Las cenizas constituían la prueba de que el sacrificio había sido totalmente aceptado (Sal. 20:3, lit.: «encenice tu holocausto»; cfr. la versión de Reina 1569). Por «la mañana» Israel conocerá que su aceptación y bendición es mediante la obra de su Mesías en la cruz. El sacrificio diario era ofrecido por el sacerdote actuando por toda la nación, y presenta tipológicamente la base de sus bendiciones y privilegios. De ahí que la fe le diera un gran valor (cfr. Esd. 3:3; Dn. 8:11, 13, 26; 9:27).

nom, HOMBRE

tip, DOCT
ver, ADÁN, CREACIÓN, CASTIGO ETERNO, CIELO, CABEZA, MUJER, ALMA, CUERPO, ESPÍRITU, CARNE, VIDA
vet,
Son varios los términos hebreos que se traducen frecuentemente como «hombre».
(a) «Adam», «hombre», término genérico para hombre, humanidad (Gn. 1:26, 27).
(b) «Ish», «hombre», implicando «fortaleza y vigor» de mente y cuerpo (1 S. 4:2; 26:15); también significa «marido» en contraste con «mujer» (Gn. 2:23; 3:6).
(c) «Enosh», «sujeto a corrupción, mortal»; no se usa del hombre hasta después de la caída (Gn. 6:4; 12:20; Sal. 103:15).
(d) «Ben», «hijo», con palabras adjuntas, como «hijo de valor» u hombre, o varón valiente; «hijo de fortaleza» u hombre o varón fuerte (2 R. 2:16, etc.).
(e) «Baal», «amo, señor» (Gn. 20:3).
(f) «Geber», «poderoso, belicoso» (Éx. 10:11; 12:37).
Hay pasajes en que estos diferentes términos hebreos se usan en contraste. Un ejemplo es Gn. 6:4: «Se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres (a), y les engendraron hijos. Éstos fueron los valientes («gibbor») que desde la antigüedad fueron varones (c) de renombre». En el Sal. 8:4: «¿Qué es el hombre (c), para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre (a), para que lo visites?» «Dios no es hombre (b), para que mienta» (Nm. 23:19).
El hombre fue la cumbre de la obra creadora de Dios (véase ADÁN), y le dio el dominio sobre la esfera en la que fue situado. Es imposible que el hombre surgiera por evolución de cualquiera de las formas inferiores de vida (véase CREACIÓN). Dios sopló en la nariz de Adán el aliento de vida, y el hombre es así responsable ante Él como creador suyo. Por esta razón, será llamado a dar cuenta de sí, personalmente, ante Él, lo que no sucede con ninguno de los animales. «Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio» (He. 9:27). Todos descienden de Adán y Eva. Dios, «de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los limites de su habitación; para que busquen a Dios» (Hch. 17:26, 27).
Siendo que el alma del hombre es inmortal, sigue existiendo después de la muerte. En las Escrituras se revela que su cuerpo será resucitado, y que o bien pasará la eternidad apartado de Dios en castigo por sus pecados, o bien, por la gracia de Dios, estará en la eternidad con el Señor Jesús, en gozo eterno, mediante la obra expiatoria de la Cruz. (Véanse CASTIGO ETERNO, CIELO.)
En el NT se usan los siguientes términos principales:
(a) «Anthrõpos», hombre en el sentido de «humanidad», sin tener en cuenta el sexo: «No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt. 4:4). En unos pocos pasajes se usa en sentido más restringido en contraste con la mujer, como en Mt. 19:3 «¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?».
(b) «Aner» hombre en distinción de una mujer: «El varón es la cabeza de la mujer» (1 Co. 11:3). Por ello, es el término comúnmente usado para «marido»: el hombre de una mujer es su marido. «José, marido de María» (Mt. 1:16, 19)
(A) El nuevo hombre.
Se trata de una expresión descriptiva de una condición moral u orden del hombre que ha llegado a hacerse realidad en Jesucristo (Ef. 4:21) y cuyo carácter es descrito en lo que es creación de Dios en justicia, santidad y verdad. En su muerte Cristo destruyó la pared intermedia de separación entre judíos y gentiles, para crear en Sí mismo de los dos «un solo y nuevo hombre», reconciliando a ambos con Dios en su cuerpo mediante la Cruz (cfr. Ef. 2:14-16), con lo que de esta manera el que es objeto de la reconciliación no está ante Dios como judío o gentil, sino como un hombre perteneciente a un orden enteramente nuevo. «El nuevo hombre» contrasta con el «viejo hombre», que representa el corrompido estado en que se hallan los hijos del primer hombre, Adán. Siendo que el creyente se ha despojado del «viejo hombre», también se ha revestido del «nuevo», del estado propio del creyente, la nueva creación en Cristo. El nuevo hombre creado de esta manera es enteramente nuevo («kainos», Ef. 2:15). En Col. 3:10, los cristianos son considerados como habiéndose despojado del viejo hombre con sus hechos, el cual es reemplazado por el hombre nuevo («neos»), que es renovado («anakainoumenon») hasta el conocimiento pleno. De ahí que Cristo vive en los santos, y sus características morales se desarrollan vitalmente en un cuerpo. Cristo es todo (porque queda excluido el viejo hombre de todo tipo), y está en cada creyente. (Véanse CABEZA, MUJER, ALMA, CUERPO, ESPÍRITU, CARNE, VIDA. Véase también ADÁN.)

nom, HOMBRO

vet,
Al ser llevadas las cargas generalmente en el hombro (Nm. 7:9; Sal. 81:6), la expresión «bajar el hombro» denota servidumbre (Gn. 49:15).

nom, HOMER

tip, MEDI
ver, PESAS Y MEDIDAS
vet,
Medida de capacidad para áridos y líquidos; contenía diez batos, o efas (Ez. 45:11, 14) y cien gomers (Éx. 16:36).
En términos modernos, oscilaba entre 30 y 40 litros. (Véase PESAS Y MEDIDAS.)

nom, HOMICIDIO

tip, LEYE
ver, CIUDAD DE REFUGIO, CASTIGO, JUSTICIA
vet,
Inmediatamente después del Diluvio, se decretó que «el que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada» (Gn. 9:6). El «vengador de la sangre» tenía derecho a dar muerte al homicida (Nm. 35:19). Sin embargo, si éste podía alcanzar una ciudad de refugio, salvaba su vida de momento. Las ciudades de refugio no habían sido instituidas para ventaja de los criminales, sino para proteger a los homicidas involuntarios, por causa de imprudencia (Nm. 35:22-25).
En caso de que la muerte hubiera tenido lugar con premeditación, se daba muerte al criminal, incluso si se aferraba a los cuernos del altar (Éx. 21:14; cp. 1 R. 2:28-34).
El homicida que buscaba asilo en la ciudad de refugio era juzgado. No podía ser condenado a muerte más que por la acusación de dos testigos concordantes, como mínimo (Nm. 35:30; Dt. 17:6). Si era culpable de homicidio voluntario, no podía librarse mediante ninguna compensación económica (Nm. 35:31); era entregado al vengador de la sangre, que le daba muerte (Nm. 35:19; Dt. 19:12). Si era absuelto, tenía derecho de asilo en la ciudad de refugio, pero tenía que permanecer allí hasta la muerte del sumo sacerdote. (Véase CIUDAD DE REFUGIO).
Bajo la legislación mosaica, se había enunciado el principio de «ojo por ojo, diente por diente» (Mt. 5:38; Éx. 21:24). Este principio establece que la pena tiene que ser proporcional a la ofensa. La justicia es el principio rector en la retribución punitiva. No podía darse lugar a una exaltación de la venganza, con castigos grandes a ofensas nimias, pero tampoco debía darse por justo al culpable ni dejarlo sin castigo (Dt. 19:11-13, 18-21).
Bajo la dispensación de la gracia el cristiano actúa bajo otro principio: siendo que es un objeto de gracia, tiene también que actuar en gracia hacia los demás. Al cristiano se dirige la amonestación: «No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor» (Ro. 12:19; Ap. 6:10; 19:2). Ahora es el día de la gracia. Pero se avecina un día de venganza para aquellos «que no conocieron a Dios, ni obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesucristo» (2 Ts. 1:8). El deber del cristiano de no vengarse no se enfrenta en absoluto con el ejercicio del gobierno de Dios, delegado en magistrados humanos, que derivan su autoridad de la de Él, en la represión y castigo de los crímenes. Este principio se reafirma en el NT, porque la autoridad «no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo» (Ro. 13:4). (Véanse CASTIGO, JUSTICIA.)

nom, HON

tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
Un miembro de la tribu de Rubén, hijo de Pelet, comprometido al principio en el motín de Coré (Nm. 16:1). Se considera que él se separó de los rebeldes, evitando así el castigo de la ira divina.

nom, HONDA

tip, UTEN EJER
vet,
(heb. «gelah»).
Sencilla arma para lanzar piedras. Se podía hacer fácilmente con un trozo de cuero con un pequeño agujero en el centro, y uniendo una tira de cuero o una trenza de lana a cada extremo. Se ponía una piedra en el agujero de la pieza de cuero y, haciéndola girar velozmente, se dejaba ir una de las dos tiras o trenzas de lana, con lo que la piedra salía despedida con gran fuerza.
Era arma de pastores, para mantener a raya a animales como los lobos. David usó una para abatir a Goliat (1 S. 17:40, 50).
Había honderos muy diestros, que «tiraban una piedra con la honda a un cabello, y no erraban» (Jue. 20:16).
También era usada en la guerra (2 R. 3:25; 2 Cr. 26:14).
En los monumentos egipcios aparecen representaciones de hombres usando hondas.

nom, HONOR

vet,
Consideración (reconocimiento del valor) de otra persona (Hch. 28:10).
El honor de Dios es parte de su gloria.
Honrar a Dios significa: reconocer el poder y la gloria de Dios (Jos. 7:19; 1 Cr. 16:28; Jn. 9:24; Hch. 12:23); sólo a Dios se debe honor (Ro. 11:36); Él exige ser honrado (Mal. 1:6).
Al hombre se le debe honor por haberlo recibido de Dios como un don (1 R. 3:13; Sal. 8:6), como un prestigio y dignidad proveniente de ser imagen de Dios (Gn. 45:13).
Se debe mostrar honor:
a los padres (Éx. 20:12),
a los ancianos (Lv. 19:32),
a los reyes (1 P. 2:17),
a las viudas (1 Ti. 5:3),
a los señores (1 Ti. 6:1).
Se espera de los cristianos que se den muestras de honor en el trato de unos con otros (Ro. 12:10); con ello se junta la renuncia a buscar egoísticamente el propio honor (Jn. 5:44; 12:43; Gá. 5:26; Fil. 2:3), lo que, sin embargo, no excluye que cada uno tenga cuidado de su propia honra (Hch. 13:46; 16:37).

nom, HORA

tip, MEDI
vet,
Este término se usa en las Escrituras con diversos significados.
(a) Un periodo indefinido, en el que el término tiempo daría el mismo sentido: «La hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre» (Jn. 4:21).
(b) Un punto determinado en el tiempo, pudiéndose usar «instante» o «en el acto» como sinónimos: «Y la mujer fue salva desde aquella hora» (Mt. 9:22).
(c) La división del día en doce horas, que por lo general se considera desde la salida hasta la puesta del sol. Esto variaba en Palestina desde diez de nuestro cómputo en el invierno hasta catorce en verano, de manera que las horas de verano eran casi la mitad más prolongadas que las del invierno. Las horas en las Escrituras se cuentan por lo general como desde las 6 de la madrugada hasta las 6 de la tarde, lo que hace que la hora tercera se corresponda con las 9 de la mañana; la hora sexta con las doce del mediodía; la hora novena con las 3 de la tarde, etc.
Esta correspondencia es aplicable a todas las horas mencionadas en el NT excepto en el Evangelio de Juan. Este evangelista seguía el cómputo romano, de medianoche a medianoche. Esto da explicación a la dificultad que se halla en Jn. 19:4, que registra que el juicio estaba en marcha en la hora sexta, en tanto que en Mr. 15:25 se dice «era la hora tercera cuando le crucificaron». Una comparación de todos los pasajes muestra que el juicio tuvo comienzo a una hora muy temprana, y las 6 de la mañana en nuestro cómputo se ajusta bien; y la crucifixión a las 9 de la mañana, la hora tercera de los judíos, concuerda con Marcos. Las otras horas concretas mencionadas en Juan se hallan en Jn. 1:39; 4:6, 52, 53, y nuestro cómputo de tiempo concuerda bien con todas estas menciones.

nom, HOREB

tip, MONT
ver, SINAÍ
sit, a4, 144, 344
vet,
(heb. «yermo, desierto»).
Monte estrechamente relacionado con el Sinaí; se supone que abarca la cordillera de montañas que se extiende alrededor de 28° 30' N, entre el golfo de Suez y el de Ákaba, y que Sinaí es uno de sus picos.
Horeb era llamado el «monte de Dios» (Éx. 3:1).
Fue allí donde Dios tuvo su encuentro con Moisés, y donde dio su pacto a Israel.
Cerca de aquí también se erigió el becerro de oro (Éx. 17:6; 33:6; Dt. 1:2, 6, 19; 4:10, 15; 29:1; Sal. 106:19). (Véase SINAÍ.)

nom, HOREOS

tip, TRIB ARQU
ver, EGIPTO, FILISTEOS, HITITAS, CRONOLOGÍA BÍBLICA, JOSÉ, FARAÓN, UGARIT
vet,
Moradores del monte de Seir, llamados también hijos de Seir (Gn. 36:20). Quedorlaomer y sus aliados los vencieron (Gn. 14:6).
Eran dirigidos por jefes de clanes (Gn. 36:29, 30).
Más tarde, los descendientes de Esaú exterminaron a los horeos (Dt. 2:12, 22).
La etimología de este nombre se remonta al heb. «hõr» («hoyo, caverna»), lo que ha hecho pensar que los horeos eran un pequeño grupo de trogloditas, esto es, hombres de las cavernas.
En la actualidad, se identifica a los horeos con un pueblo llamado hurritas, en base a una diversidad de hallazgos arqueológicos, en Mari, sobre el Éufrates (a unos 10 Km. de Abou Kemal), que han dado numerosas tabletas que se han adscrito a un pueblo llamado «hurritas». Otros textos similares han sido hallados en la capital hitita de Boghaz-koi en Asia Menor, y en Nuzu, que hoy recibe el nombre de Yorgan Tepe, a unos 18 Km. al suroeste de Kirkuk. Esta identificación horeos = hurritas se ha hecho en base a la aceptación de la cronología convencional de Egipto y de las asociaciones sincrónicas en el tiempo con esta cronología, que como se ha indicado en otros artículos, presenta graves problemas (véanse EGIPTO, FILISTEOS, HITITAS, CRONOLOGÍA BÍBLICA, JOSÉ (EL PATRIARCA), FARAÓN, etc.). Velikovsky documenta, en relación con estos hechos, cómo la identificación de los «khar» o «jar» de las tabletas cuneiformes de Ras Shamra (véase UGARIT), o de los «khr» o «jr», o el «kharu» de documentos egipcios, debe ser hecha con los «kari», «kreti», que son los carios o carianos, también conocidos en las Escrituras como «cereteos». Así se debe desechar como insostenible la popular identificación horeos = hurritas. Se trata de una identificación falsa provocada por la adhesión a un marco cronológico que resulta erróneo.
Bibliografía:
Velikovsky, I.: «Ages in Chaos», véase especialmente PP. 196-205 (Doubleday, Garden City, New York, 1952).

nom, HORMA

tip, CIUD
sit, a3, 251, 387
vet,
= «destrucción».
Era la ciudad que llevaba el nombre de Sefat (Jue. 1:17) y que, después de su destrucción, vino a llevar el nombre de Horma.
Se encuentra hacia el sur, en los límites de Edom, cerca de Siclag.
Los israelitas, carentes de fe, pero llenos de presunción, se dirigieron desde Cades hacia Canaán. Los amalecitas y cananeos los derrotaron y persiguieron hasta Horma. De hecho, este territorio no recibió este nombre hasta 38 años más tarde, después de haber sido dedicado el anatema (Nm. 14:45; Dt. 1:44). Los cananeos volvieron después a atacar a los israelitas, acampados en esta región, e hicieron éstos voto a Jehová de destruir las ciudades de los cananeos si les era dada la victoria; la región destruida lleva desde entonces el nombre de Horma, esto es, exterminación (Nm. 21:1-3).
Horma fue atribuida a Judá, y después pasó a Simeón (Jos. 15:30; 19:4; 1 Cr. 4:30).
David envió a sus amigos en Horma una parte del botín de Siclag (1 S. 30:30), en reconocimiento de la hospitalidad que le habían brindado mientras era un proscrito.
Horma probablemente se identifique con Tell es-Seba (también llamado Tell al-Mshãsh) a casi 5 Km. al este de Beerseba.

nom, HORMIGA

tip, TIPO FAUN
vet,
(heb. «nemalah»).
Son varias las especies de hormigas.
El término hebreo proviene de una raíz que significa «apiñarse juntos», lo que se aplica a todas las hormigas.
En Pr. 6:6; 30:25 son presentadas como ejemplo a los perezosos, indicándose en el último pasaje que preparan su comida en verano. De la misma manera, los creyentes debemos ser diligentes en redimir el tiempo (Ef. 5:16; Col. 4:5).

nom, HORNO

tip, UTEN
ver, HIERRO, PAN
vet,
Se usaba para separar el hierro del mineral (Dt. 4:20; 1 R. 8:51; véase HIERRO).
En crisoles se afinaban el oro, la plata, el cobre, el estaño y el plomo (Pr. 17:3; Ez. 22:20).
También se usaba el horno para cocer el pan (cfr. Neh. 3:11; Is. 31:9; véase PAN).
Según Dn. 3:6 ss., uno de los hornos anteriormente citados pudo haber servido en Babilonia para el suplicio del fuego.
El término asirio «atoûnou» (aram. «a'ttoun») aparece en las tabletas de Tell el-Amarna, designando un horno para fundir metales.
En Persia se ha descubierto un cilindro de terracota con la mención de un blasfemo «arrojado dentro de un horno y totalmente quemado».
En Babilonia, se ha encontrado un horno con esta inscripción: «He aquí el lugar donde morían por el fuego los hombres que blasfemaban contra los dioses de Caldea.». El mismo rey Assurbanipal castigó a su hermano rebelado contra él, «arrojándolo a un horno ardiente».

nom, HORONAIM

tip, CIUD
ver, MESA
sit, a3, 496, 485
vet,
= «doble cueva».
Ciudad moabita, situada en el fondo de un valle, parece que no lejos de Zoar (Is. 15:5; Jer. 48:3, 5, 34; Estela de Moab, n. 31). (Véase MESA [ESTELA DE].)
Sin duda se trata de la ciudad de Oronae, que Alejandro Janneo arrebató a los árabes y que su hijo Hircano rindió a Aretas (Ant. 13:5, 4; 14:1, 4).
Este lugar se corresponde posiblemente con el-Arãk, a unos 500 m. por debajo de una meseta, y donde se hallan fuentes, huertos, y numerosas cavernas.

nom, HOSANNA

vet,
(del gr. «hõsanna», derivado del heb. «hõshï'ãh-nã'», Sal. 118:25, imperativo «hiph'ïl»: «¡Salva ahora!», o «¡te rogamos que salves!». Fue la aclamación de la gente cuando Jesús hizo su entrada triunfal en Jerusalén (Mt. 21:9, 15; Mr. 11:9, 10; Jn. 12:13).
Según la tradición judía, se recitaba el Sal. 118:25 una vez cada uno de los primeros seis días de la fiesta de los tabernáculos, mientras se llevaba a cabo una procesión solemne alrededor del altar de los holocaustos. El séptimo día se repetía siete veces.
Originalmente, tenía el sentido de una súplica, pero, como lo muestra el contexto de los Evangelios, vino a ser una exclamación de gozo y esperanza.

nom, HOSPITALIDAD

tip, LEYE COST
ver, MESÓN
vet,
En el oriente se ha considerado desde siempre como un sagrado deber acoger, alimentar, alojar y proteger a todo viajero que se detenga delante de la tienda o del hogar.
El extraño es tratado como huésped, y los que de esta manera han comido juntos quedan atados por los más fuertes lazos de amistad, confirmados por mutuos presentes y pasados de padre a hijo.
La ley de Moisés recomendaba la hospitalidad (Lv. 19:34), que era también para los griegos un deber religioso.
La manera actual de actuar entre los árabes es algo que recuerda las más antiguas formas de hospitalidad hebrea. Un viajero puede sentarse ante la puerta de alguien que le es perfectamente desconocido, hasta que el dueño de la casa le invite a cenar. Si prolonga su estancia por algo de tiempo, no se le hará pregunta alguna acerca de sus intenciones; podrá partir en cuanto quiera sin más pago que un «¡Dios sea contigo!».
Con el crecimiento de la población hebrea se vio la apertura de numerosos mesones (véase MESÓN), pero la hospitalidad familiar persistió igual. Hay de ellos numerosos ejemplos en el AT (Gn. 18:1-8; 19:1-3; 24:25, 31-33; Éx. 2:20; Jue. 19:15-21; 2 R. 4:8, etc.; cp. Jb. 31:32).
El rico malvado de Lc. 16:19-25 violó gravemente la ley de la hospitalidad.
El NT enseña cómo debe ser la hospitalidad cristiana (Lc. 14:12-13).
En gr., el término «hospitalario» es «philoxenos», amigo de los extraños (Tit. 1:8; 1 P. 4:9) y la hospitalidad es «philoxenia», amor a los extraños (Ro. 12:13; He. 13:2).
Este deber es tanto más llevadero cuanto que le acompaña una maravillosa promesa (Mt. 10:40-42).

nom, HUÉRFANO

tip, LEYE
vet,
La Ley de Moisés protegía a los huérfanos de un modo especial (Dt. 14:29; 24:17), y la Epístola de Santiago considera una de las características de la verdadera religión el visitar a los huérfanos y el proteger a las viudas (Stg. 1:27).

nom, HUERTO

tip, CONS
vet,
El primer huerto o parque mencionado en la Biblia es el de Edén, que Dios creó para el hombre aún inocente (Gn. 2:8-3:24; Ez. 28:13; 31:8, 9).
En Egipto, los huertos se regaban (Dt. 11:10) con el agua del Nilo, guardada en depósitos y desviada hacia los canales de irrigación mediante una noria o una cadena sinfín provista de cangilones, y que se mantenía en movimiento con un pie. Abriendo o cerrando compuertas se conseguía irrigar la zona deseada.
En Palestina también se practicaba la irrigación (Ec. 2:6; Is. 58:11; Jer. 31:12).
Había en los huertos plantas cultivadas (1 R. 21:2), lirios y otras flores (Cnt. 5:1; 6:2), árboles frutales (Jer. 29:5, 28; Am. 9:14).
El huerto de Getsemaní era, al parecer, un bosquecillo de olivos con una prensa de aceite.
Jerusalén tenía un huerto real (2 R. 25:4), al igual que Etam, cerca de Belén (Ant. 8:7, 3; Cnt. 6:11; Ec. 2:5).
El palacio real de Susa incluía un huerto (Est. 1:5).
Con el fin de proteger los huertos contra los saqueadores, eran rodeados de un muro o de un vallado (Cnt. 4:12; Is. 5:2, 5); en ocasiones, había un vigilante en una cabaña en el huerto (Is. 1:8).
Las personas se paseaban por el retiro refrescante del huerto (Susana 1:7), y en ocasiones se bañaban (v. 15) e instalaban para una comida (Est. 1:5), oraban allí (Mt. 26:36). En ellos se practicaban privadamente ritos idólatras (Is. 1:29; 65:3; 66:17; cfr. 2 R. 16:4), y en ocasiones se enterraba en ellos a los muertos (Jn. 19:41).

nom, HUÉSPED. Véase HOSPITALIDAD.

nom, HUEVO

tip, ALIM LEYE
vet,
En Jb. 39:14 se menciona el desamparo en que el avestruz deja a sus huevos;
En Dt. 22:6, se da la ley acerca del comportamiento al hallar un nido con huevos.
Isaías hace una metáfora con la imagen de los huevos de áspides, de los que salen las serpientes ya con el veneno y listas para matar (Is. 59:5).
En Lc. 11:12 se mencionan los huevos como parte de la dieta común.

nom, HULDA

tip, BIOG PROF MUJE MUAT
ver, JOSÍAS
vet,
«comadreja».
Profetisa de la época del rey Josías. El rey la consultó acerca del libro de la Ley hallado por el sacerdote Hilcías (2 R. 22:14; 2 Cr. 34:22). (Véase JOSÍAS.)

nom, HUMILDAD

vet,
Aquella actitud que reconoce el propio lugar bajo la condición de criatura de Dios, opuesta a la presunción, afectación u orgullo.
La persona humilde reconoce su dependencia de Dios, no busca el dominio sobre sus semejantes, sino que aprende a darles valor por encima de sí mismo (Jb. 22:29; Sal. 10:17; Pr. 3:34; 29:23; Is. 57:15; Ro. 12:16).
Dios mismo atiende a los humildes (2 Co. 7:6), y les da gracia (1 P. 5:5).
A su tiempo, Dios exaltará a los humildes sobre los soberbios que los oprimen (Sal. 147:6; Lc. 1:52).
El Señor Jesús es el paradigma de la humildad, pues siendo Dios de gloria, se humilló asumiendo naturaleza humana, y dio en todos sus pasos el verdadero ejemplo de humildad en todos sus tratos con los que le rodeaban (Mt. 11:29; cfr. Jn. 13:2-14; Mt. 23:8-12; Mr. 10:42-45).
La verdadera humildad se distingue de la forma falsa de humildad que lleva a una hipocresía. Se trata, más que de un voluntario desprecio de uno mismo, de una honesta valoración de uno mismo como criatura y de la adquisición de la consciencia de que nada somos ni tenemos que no nos haya sido dado por Dios, y que todo ello es a fin de que podamos servir con la actitud de corazón regida por el Espíritu Santo, y descrita, bajo el nombre de «fruto del Espíritu», en su multiformidad en Gá. 5:22, 23.

nom, HUR

tip, BIOG REYE HOMB HOAT
vet,
(a) Hombre de Judá, de la familia de Hezrón (1 Cr. 2:18, 19). Fue abuelo de Bezaleel (1 Cr. 2:20; Éx. 31:1, 2). Hur y Aarón sostuvieron los brazos de Moisés durante la batalla contra Amalec en Refidim (Éx. 17:10-12). Moisés declaró que mientras él subía al Sinaí, Aarón y Hur juzgarían a los israelitas. Muchos siglos después, Josefo afirma que Hur era esposo de María la hermana de Moisés (Ant. 3:2, 4). El AT no registra nada en cuanto a esto.
(b) Uno de los cinco reyes de Madián vencidos y muertos por Moisés (Nm. 31:8; Jos. 13:21).
(c) Padre de uno de los intendentes de Salomón; vivía en la región montañosa de Efraín (1 R. 4:8).
(d) Padre de un cierto Refaías (Neh. 3:9).

nom, HURTO

tip, LEYE
vet,
La Ley de Moisés castigaba al culpable de hurto con la restitución completa, la cual se obtenía, en caso de necesidad, con la venta de las posesiones del culpable, o alquilando los servicios de éste hasta que se hubiese recaudado la suma sustraída (Éx. 20:15; Pr. 6:13; 22:22).
Cuando lo robado era un animal, había que devolver el doble si se devolvía vivo (Éx. 22:3-8). Si el ladrón había vendido el animal o lo había inutilizado, debía pagar el cuádruplo, si éste era oveja o cabrito; y el quíntuplo si era res o ganado vacuno (Éx. 22:1; 2 S. 12:6; Lc. 19:8).
El oro y la plata habían de ser restituidos con un quinto más. Los secuestradores de personas eran castigados con la pena de muerte (Éx. 21:16).

nom, HURRITAS

tip, TRIB
ver, HOREOS
vet,
En base a una serie de inscripciones que nombran a un pueblo con las consonantes «khr», se ha supuesto que pertenecían a una antigua civilización, a la que se asignó el nombre de hurritas, identificándolos con los horeos de la Biblia. (Véase HOREOS.)

***

I

nom, IBIS

tip, FAUN LEYE AVES
vet,
Ave de la familia de las íbidas que no existe en las regiones septentrionales. Se han encontrado unas treinta especies diferentes, de las cuales solamente tres están representadas en los monumentos egipcios.
El ibis sagrado se veneraba en Egipto como una encarnación del dios Thot, y en la ciudad de Hermópolis, dedicada a su culto, se han encontrado momias de dicha ave.
Se alimentaba de serpientes y otros reptiles y de moluscos crustáceos.
El ibis sagrado tenía el cuerpo blanco y la cabeza y la cola negras. Para los hebreos, posiblemente a causa de sus hábitos alimenticios, era ave inmunda (Lv. 11:17; Dt. 14:16).
Algunas versiones traducen «lechuza».

nom, IBLEAM

tip, CIUD
sit, a2, 355, 117
vet,
= «pueblo que cae».
Antigua ciudad de Isacar, dada después a Manasés, y en cuyas cercanías fue herido mortalmente Ocozías, rey de Judá, en una contienda civil (Jos. 17:11, 12; Jue. 1:27; 2 R. 9:27).

nom, IBZÁN

tip, JUEZ BIOG HOMB HOAT
vet,
(Probablemente «veloz»).
Décimo juez de Israel, oriundo de Belén y jefe de numerosa familia.
La tradición rabínica lo identifica con Booz (Jue. 12:8-10).

nom, ICABOD

tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
= «La gloria ha partido; sin gloria».
Hijo de Finees y nieto de Elí. Su nombre recordaba, de una manera solemne, que la gloria se había retirado de Israel, por cuanto el arca de Dios había sido tomada (1 S. 4:19-22).

nom, ICONIO

tip, CIUD
sit, a9, 466, 195
vet,
Ciudad de Asia Menor. Jenofonte la describe como la última ciudad de Frigia que hallaba el viajero que se dirigía hacia el este (Anabase 1:2, 19).
Bajo el dominio de los griegos y romanos, Iconio fue la capital de Licaonia. Se hallaba en un paraje fértil de la meseta licaonia, mayormente carente de agua.
Bernabé y Pablo visitaron Iconio durante su primer viaje misionero, deteniéndose allí al ir y al volver (Hch. 13:51; 14:1-6, 19-22; cfr. Hch. 16:2; 2 Ti. 3:11).
La historia de Iconio no presenta ninguna interrupción. En la actualidad se llama Konya.

nom, IDDO

tip, SACE BIOG HOMB HOAT
vet,
(a) Levita, descendiente de Gersón (1 Cr. 6:21). Llamado también Adaía (1 Cr. 6:41).
(b) Padre de Ahinadab, intendente de Salomón en Mahanaim (1 R. 4:14).
(c) Abuelo del profeta Zacarías (Zac. 1:1, 7; cfr. Esd. 5:1; 6:14). Es lógico admitir que es este Iddo, jefe de sacerdotes, el que volvió a Jerusalén con Zorobabel, y cuyo nombre vino a ser el de una casa patriarcal en la siguiente generación.
(d) Jefe que moraba en Casifia. Gracias a él, Esdras obtuvo los necesarios ministros levitas que precisaba para el servicio del Templo (Esd. 8:17-20).

nom, IDIOMAS

tip, ABEC
ver, BABEL, GRIEGO, HEBREO, ARAMEA
vet,
La diversidad de lenguas se remonta a la confusión de Babel (Gn. 11). Así, el lenguaje, herramienta básica de comunicación, vino a ser inútil para la empresa común a que se había dedicado la humanidad en su desafío a Dios, y sobrevino la dispersión.
La Biblia misma fue escrita en dos idiomas principales, el hebreo para el AT, con unos pocos pasajes en arameo, en tanto que el NT fue redactado en griego. Sin embargo, los diferentes escritos evidencian rastros lingüísticos de las épocas y circunstancias históricas en que fueron redactados. En el Pentateuco se advierte una influencia egipcia en muchos nombres y ciertos términos; en cambio, en el libro de Daniel hay términos administrativos tomados del persa, y nombres de instrumentos musicales que habían venido de Grecia conservando su nombre griego. La influencia persa se advierte también en el vocabulario de Esdras, Nehemías y Ester. En el NT se advierten también las diferentes influencias sobre los autores dependiendo de su origen, aunque usaran todos ellos el griego «koinë» de los pueblos helenizados de Oriente. (Véanse BABEL, GRIEGO BÍBLICO, HEBREO BÍBLICO, ARAMEA [LENGUA].)

nom, IDOLATRÍA

tip, LEYE
ver, DIVINIDADES PAGANAS, JEROBOAM
vet,
El culto a los ídolos ha sido practicado desde épocas relativamente tempranas de la historia. Sabemos que los antecesores directos de Abraham adoraban, en lugar de a Jehová, a dioses extraños (Jos. 24:2), indudablemente por medio de ídolos. Labán tenía estatuillas («terafim») que Raquel le hurtó (Gn. 31:30, 32-35). Se trataba de «dioses domésticos», cuya posesión daba derecho a la herencia.
Los egipcios, por su parte, adoraban a las estatuas que representaban a sus dioses; en la parte más santa de sus templos se hallaba el emblema de un dios o de un animal divinizado (Herodoto 2:63, 138).
Los cananeos poseían ídolos que los israelitas habían recibido orden de destruir al llegar al país, entre los que se hallaban los baales y Astoret, Moloc, etc. (Véase DIVINIDADES PAGANAS.)
El segundo mandamiento del Decálogo está dirigido especialmente en contra de la idolatría (Éx. 20:4, 5; Dt. 5:8, 9), prohibiendo inclinarse ante imágenes, esculturas, estatuas, pinturas.
Los profetas de Israel, al estigmatizar y ridiculizar la incapacidad e impotencia de los ídolos, obedecían una orden formal del Señor (Sal. 115:2, 8; Is. 2:8, 18-21; 40:19, 20; 44:9-20; Jer. 10:3-5). Esta impotencia de los falsos dioses se revela, p. ej., cuando el arca de Dios es colocada en el templo de Dagón (1 S. 5:3-5).
A excepción de los persas, todos los pueblos con los que los israelitas entraron en contacto en la época bíblica eran idólatras. En la apostasía de los israelitas, al lanzarse a seguir las prácticas paganas de sus vecinos, hubo dos fases características en el hundimiento en el error. Primero se trató de adorar a Jehová sirviéndose de ídolos para representarlo. (Véase JEROBOAM, a.) En la segunda fase se abandonó totalmente a Jehová, fabricándose ídolos representando a otros dioses.
En la época del NT, los cristianos que vivían en medio de comunidades paganas fueron exhortados a evitar toda componenda con la idolatría.
El Concilio de Jerusalén ordenó la abstención de toda carne que hubiera sido sacrificada a los ídolos (Hch. 15:29). El apóstol Pablo advirtió a aquellos cristianos que no daban importancia alguna a los ídolos que también ellos debían practicar esta abstinencia, a fin de no escandalizar a los hermanos más débiles que ellos (1 Co. 8:4-13). El cristiano invitado a la comida de un pagano no estaba obligado, por razón de escrúpulos, a enterarse de si la carne había sido sacrificada a un ídolo; pero si se le informaba expresamente, debía entonces abstenerse de consumirla. Se tenía que observar la misma norma con respecto a los alimentos comprados en el mercado para su uso doméstico (1 Co. 10:18-33).

nom, ÍDOLO

tip, LEYE
ver, HISTORIA BÍBLICA, ISRAEL, LUNA, DIVINIDADES PAGANAS, ADIVINACIÓN, SACRIFICIO, PABLO, GENTILES
vet,
o imagen.
Representación mediante una imagen, escultura, u otro medio, de una persona o animal o cosa, a fin de hacer de ello un objeto de adoración, o bien la morada de una divinidad (Éx. 20:4, 5, 23; Jue. 17:3; 1 S. 5:3, 4; Ro. 1:23).
Se hacían ídolos de plata, de oro (Sal. 115:4; 135:15), de madera o de otros materiales (Is. 44:13-17). Los ídolos de metal se hacían vertiendo el metal fundido en un molde, que en este caso recibían el nombre de estatuas o imágenes de fundición.
Otros tipos de ídolos se hacían tallando la madera, que era a continuación dorada, plateada o policromada. De piedra o madera, estas representaciones, trabajadas con instrumentos de corte, reciben el nombre de imágenes de talla o esculpidas. Isaías y Jeremías describen su fabricación (Is. 40:19, 20; 44:9-20; Jer. 10:9).
Las estatuillas representaban, entre otros, a los dioses domésticos, llamados «terafim» (Gn. 31:34; 35:1-4).
Había ídolos que tenían las dimensiones de un ser humano (1 S. 19:16). Otros, como el que Nabucodonosor erigió en el valle de Dura, eran de dimensiones colosales (Dn. 3:1).
En el siglo IV d.C., cuando los paganos fueron introducidos en masa en la iglesia, entraron con ellos imágenes en algunos edificios cristianos, pero sólo, se dijo, para ornamentación y para la instrucción del pueblo. En el año 736, el emperador de Bizancio León III, el Isáurico, promulgó los edictos contra las imágenes. En el año 780, la emperatriz Irene volvió a introducirlas en la iglesia de Oriente, lo que fue ratificado en el año 787 por el segundo concilio de Nicea.
La iglesia de Roma alienta igualmente el culto a las estatuas y representaciones de Cristo, la Virgen María y los santos. Ello es justificado afirmándose que estos últimos son venerados, en tanto que sólo se adora a Dios y a su divino hijo. Sin embargo, la ley de Moisés prohibía totalmente hacerse ninguna representación que pudiera usarse para darle culto, fuera de hombre, mujer, o de lo que fuera (Dt. 4:15-18, 23-24). El segundo mandamiento del Decálogo es uno de los más largos y solemnes (Dt. 5:7-10), e insiste en la prohibición de servir a las imágenes y de postrarse ante ellas. Así, queda prohibido levantarlas sobre altares, arrodillarse ante ellas, y ponerles cirios, dirigirles oraciones, y llevarlas en procesión. Estas prácticas proceden del antiguo paganismo, siendo totalmente extrañas al cristianismo. Por otra parte, el Señor es un Dios celoso, que reclama nuestra adoración y culto de una forma exclusiva. En el gobierno de Dios, se anuncia el castigo hasta la cuarta generación a aquellos que desobedecieran esta orden formal. Los israelitas cayeron en el pecado de quemar incienso ante la serpiente de bronce hecha por Moisés en el desierto (Nm. 21:4-9), por lo que el rey Ezequías la hizo pedazos para dar fin a esta idolatría (2 R. 18:4). El NT indica las razones espirituales de prohibiciones semejantes. Ante todo, Cristo es nuestro único mediador e intercesor todopoderoso, y es una ofensa a él y una insensatez dirigirse a las criaturas tanto o más que a Él (Hch. 4:12; Ro. 8:31-34; 1 Ti. 2:5 He 7:24-25; 9:24).
Por otra parte, si bien es evidente que una estatua no es nada más que un poco de mármol, de metal o de escayola, Pablo indica que el culto ofrecido al ídolo es en realidad ofrecido a los demonios (1 Co. 10:19-22). Esta palabra puede parecer muy dura, pero está claro que un acto religioso prohibido no puede redundar más que en provecho del enemigo. Un enemigo que empuja a la adoración idolátrica para que los hombres pierdan de vista al Dios único y verdadero, y para atraerlos a las redes de los poderes demoniacos que se agazapan tras los ídolos.
Queda el hecho de que tanto la Virgen como los «santos» representados por imágenes son muertos, aún no resucitados (Jn. 6:40; 1 Co. 15:22, 23).
El AT prohibía, bajo pena de anatema e incluso de muerte, la búsqueda de contacto con los difuntos, incluso si habían sido creyentes (Lv. 20:6, 27; Dt. 18:10-14; 1 S. 28:3-19; 1 Cr. 10:13-14; Is. 8:19-20).
A un nivel espiritual, es evidente que se puede llegar a tener otro tipo de verdaderos ídolos. Todo lo que en nuestro corazón tome el lugar debido a Dios, sean personas o cosas, son ídolos. El amor al dinero, la avaricia, la codicia, la glotonería, todo ello son formas de idolatría (Mt. 6:24; Lc. 16:13; Ro. 16:18; Ef. 5:5; Col. 3:5; Fil. 3:19; 2 Ti. 3:4). Los hombres del siglo XX tienen de sí mismos el concepto de que son mucho más refinados que los de la antigüedad, pero no son por ello menos idólatras. Los dioses a los que sirven son Mamón, Venus, el Deporte, el Estado, el Poder, el Yo, que ponen a la criatura, con su orgullo y apetitos insaciables en pos de placeres, en lugar del Creador (Ro. 1:25). Huyamos, pues, de los ídolos y de toda idolatría, tanto externa como interior (1 Co. 10:7; Ro. 2:22; 1 Jn. 5:21). El único medio de conseguirlo será dando nuestra adhesión de todo corazón al maravilloso Dios, nuestro Creador, que nos amó hasta el punto de dar a su Hijo unigénito por nosotros, y que busca nuestra adoración en Espíritu y en verdad (Jn. 4:23-24).
Para un examen histórico de la influencia de la idolatría en Israel, véanse HISTORIA BÍBLICA (c), ISRAEL, LUNA, DIVINIDADES PAGANAS. Véanse también ADIVINAClÓN, SACRIFICIO, PABLO, GENTILES.

nom, IDUMEA

tip, REGI
ver, EDOM
sit, a3, 290, 465
vet,
Nombre dado por los griegos y romanos a Edom, desde el siglo III a.C. (Mr. 3:8).
Este nombre es empleado por la versión de los LXX en la época grecorromana para traducir el nombre de la región de los idumeos, tierra situada al sur de Palestina y ocupada por este pueblo después de la toma de Jerusalén por Nabucodonosor en el año 587 a.C. (Véase EDOM.)

nom, IGLESIA

tip, DOCT
ver, CARISMAS, CONCILIO
vet,
(gr. «Ekklesia», del verbo «ek kaleõ», «llamar fuera de»).
(a) Uso del término.
En los estados griegos recibía este nombre la asamblea de los ciudadanos, convocada por un heraldo para tratar y decidir los asuntos públicos (cfr. la asamblea alborotada de Éfeso, Hch. 19:32, 41).
La LXX traduce como «ekklesia» el término hebreo «kãhãl», que designa a la asamblea o congregación de Israel. Es en este sentido que Esteban habla de «la congregación» («ekklesia») que estuvo con Moisés en el desierto (Hch. 7:38).
El Señor Jesús emplea por primera vez en el NT el término iglesia, que va a recibir un tratamiento tan corriente en el NT. Señalemos ya aquí que este término no designa jamás un edificio ni un lugar de culto, como sucede en la actualidad.
(b) Definición.
En esencia, la Iglesia es la comunidad de todos los creyentes del Nuevo Testamento que han sido unidos por el lazo de la fe y de la acción regeneradora del Espíritu Santo, de una manera vital, a Jesucristo. Esta Iglesia «espiritual» es el cuerpo místico del Señor, del que se llega a ser miembro por el bautismo del Espíritu, y en este sentido sólo es discernida por los ojos de la fe (1 Co. 12:13).
Es «universal» por cuanto todos los hijos de Dios de todos los países y procedencias forman parte de ella (Hch. 2:47; 9:31), comprendiendo también a todos los rescatados ya recogidos en el Señor (He. 12:22-23). Si bien en cierto sentido es «invisible», es al mismo tiempo «visible», pues se halla en la tierra manifestada por medio de miembros vivos y activos, para que el mundo pueda ver su amor fraternal, constatar sus buenas obras, y comprender su fiel testimonio del Señor (Jn. 17:21; 1 P. 2:12; Fil. 2:15-16). Asimismo, es también «local», ya que en el NT la comunidad cristiana de cada localidad era considerada como una iglesia, lo que permite emplear asimismo el término «iglesias» (Hch. 8:1; 11:26; 13:1; 14:23, 27; 15:41; Ro. 16:4-5; 1 Co. 7:17; 1 Ts. 2:14).
(c) Relación entre Cristo y la Iglesia.
La relación entre Cristo y la Iglesia queda maravillosamente ilustrada en el NT. Cristo es la Cabeza, el Jefe del Cuerpo de la Iglesia (1 Co. 12:12-13, 27; Ef. 5:23, 30); es el Esposo celestial, que se ha unido tan íntimamente a ella que los dos ya no son más que una sola carne (2 Co. 11:2; Ef. 5:31-32). Es la piedra cabecera del ángulo del templo del Señor, cuyas piedras vivas son los creyentes individuales edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas (Ef. 2:19-22; 1 P. 2:4-5; es así como se debe interpretar Mt. 16:18, siendo que Pedro fue el primero en confesar claramente el nombre del Salvador, siendo en este sentido la primera piedra individual puesta sobre el fundamento. Cfr. Hch. 4:11-12). Cristo es asimismo el sumo sacerdote que encabeza el regio sacerdocio constituido por todos los miembros de la Iglesia (1 P. 2:5, 9-10; He. 9:11, 14; Ap. 1:6).
(d) Unidad.
La unidad de la Iglesia es un don de Dios y un milagro conseguido por la obra de la Cruz y de Pentecostés, reuniendo en uno solo a los hijos de Dios que estaban esparcidos (Jn. 11:52; Ef. 2:13-16; 1 Co. 12:13). Así se cumple la oración intercesora de Cristo, pidiendo para los suyos una perfecta unidad de naturaleza, semejante a la del Padre y el Hijo (Jn. 17:11, 20-23). La base séptuple de esta unidad queda indicada en Ef. 4:4-6; esta unidad existe entre aquellos que adoran y sirven al Dios uno y trino, que han venido a ser miembros del cuerpo de Cristo, la Iglesia, por el bautismo del Espíritu, teniendo la sola fe que salva y la esperanza viva del retorno de Cristo. Fuera de esta base, es ilusoria toda búsqueda de unidad. De todas maneras, no tenemos que hacer, ni organizar la unidad, que es espiritual, mediante nuestros esfuerzos, sino guardarla en el vínculo de la paz (Ef. 4:1-3). Esto demanda un constante esfuerzo de los creyentes, y debe llevarnos a la confesión de que todos hemos pecado gravemente a este respecto. ¡Se debería prestar más atención a la severa advertencia de 1 Co. 3:16-17 !
(e) Dones y ministerios en el seno de la iglesia.
En el Cuerpo de Cristo cada miembro recibe uno o varios dones del Espíritu, para capacitarle a actuar en bien del resto de los miembros. Una enumeración de los dones y ministerios posibles se halla en 1 Co. 12:7-11, 28-30; Ro. 12:4-8; Ef. 4:11 (véase CARISMAS).
Por cuanto todos los miembros del cuerpo de Cristo son así dotados y llamados al sacerdocio, no existe jerarquía en la Iglesia, ni división entre clero y laicos. Lo que sí existe es una armónica distribución de los dones y ministerios, ejercidos en mutuo amor y sumisión los unos a los otros (1 P. 4:10-11).
En la Iglesia del NT los apóstoles ejercieron un papel que era, en un sentido, irrepetible (Hch. 1:21-22; Ef. 2:20); los obispos (gr. «supervisores»), llamados también ancianos (Hch. 14:23; 15:22; 20:17, 18), estaban encargados de velar sobre el rebaño y de asegurar la predicación y la enseñanza (1 Ti. 3:1-7; 5:17); los diáconos ejercían un ministerio de servicio (Hch. 3:8-13; 6:2-6; cfr. Ro. 16:1-2: Febe, diaconisa de la iglesia de Cencrea). Éstos eran cargos siempre establecidos por la irreemplazable autoridad de los apóstoles bien personal, bien delegada expresamente (1 Ti. 3:1-7, 8-13, 14-15; Tit. 1:5), lo cual es evidencia de que no eran establecidos por las iglesias mismas. Había también profetas, evangelistas, pastores y maestros (Ef. 4:11). Éstos son constituidos por la autoridad directa del mismo Señor, cabeza de la Iglesia (cfr. Hch. 13:1-3), ejerciendo sus ministerios en comunión con toda la Iglesia pero no, ciertamente, comisionados por ella, sino por el mismo Señor para edificación mutua. Es además un ministerio plural, y no reducido a un solo hombre, como sucede tan frecuentemente hoy en día. Las actividades y la autoridad quedan así en el seno de la Iglesia, de manera que en el Concilio de Jerusalén las decisiones son tomadas en nombre de los apóstoles, ancianos, hermanos y, finalmente, de toda la Iglesia, bajo la dirección del Espíritu Santo (Hch. 15:22-23, 28). (Véase CONCILIO DE JERUSALÉN.)
f) El destino eterno de la iglesia.
En esta tierra, la Iglesia es aún imperfecta, incompleta y menospreciada; no es del mundo y marcha, como su Señor, por el camino de la cruz (Lc. 12:32; Jn. 15:18, 20; 17:14-18). Su tarea es dar testimonio de Jesucristo y ganar almas para Su nombre (1 P. 2:9-10; Fil. 2:15-16). Tiene que crecer en la santidad (Ef. 4:12-16); es inminente el momento en que se cumplirá el número de los elegidos (Ro. 11:25) y en que Cristo hará comparecer ante Sí a su esposa perfecta, gloriosa e irreprensible (Ef. 5:27). Para ello, su esposa habrá sido arrebatada al cielo al encuentro de su Señor (1 Ts. 4:14-17; cfr. Mt. 25:1-13), purificada y unida a Él en las Bodas del Cordero (Ap. 19:7-9). Sentada con Cristo en su trono, reinará con Él por los siglos de los siglos (Ap. 3:21; 22:3-5). Entonces aquellos que han sido salvos por la fe del Evangelio, gozarán de su felicidad sin adversidad alguna, en la presencia del mismo Dios, en aquella ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios, gozando de una comunión entrañable con Cristo y con el Padre en una unión eterna por el Espíritu (He. 11:10; Jn. 14:1-3; Ap. 21:9-22:5). Las últimas palabras de la Biblia retumban con la esperanza de la Iglesia alimentada por el Espíritu: «Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven... El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén, sí, ven, Señor Jesús» (Ap. 22:17, 20)

Bibliografía:
Chafer L. S.: «Teología Sistemática», tomo II vol. IV. «Eclesiología» (Publicaciones Españolas, Dalton, Ga., 1974 PP 3-256).
Darby J N.:«Considerations on the Nature and Unity of the Church of Christ»; «The Character of Office in the Present Dispensation»; «On the Formation of Churches»; «On Ministry, its Nature, Source, Power, and Responsiblity»; «On Discipline»; «Separation from Evil God's Principle of Unity»; «Grace, the Power of Unity and of Gathering»; «On Gifts and Offices in the Church»; «The House of God; the Body of Christ; and the Baptism of the Holy Ghost»; «The Church - the House arid the Body», en The Collected Writings of J. N. Darby (Ed.: W. Kelly, vols. 1 y 14; Stow Hill Bible and Tract Depot, Kingston-on-Thames, Surrey, reimp. 1972);
Kelly, W.: «Lectures on the Church of God» (C. E. Hammond Trust Bible Depot, Londres s/f);
Lacueva, F.: «La Iglesia cuerpo de Cristo» (Clíe, Terrassa, 1973);
MacDonald, W.: «Cristo amó a la Iglesia» (Páginas Orientadoras, Tehuacán, 1961);
Morgan, G. C.: «Pedro y la Iglesia» (Clíe, 1984);
Nee, W.: «La iglesia normal» (Clíe, Terrassa, 1983);
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Patterson, F. G.: «Paul's Doctrine and other papers» (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois, 1944);
Regard, P. F.: «Los ministerios y los dones» (Ed. «Las Buenas Nuevas», Los Ángeles s/f);
Shaeffer, F. A.: «La Iglesia al final del siglo XX» (Ediciones Evangélicas Europeas, Barcelona, 1973),
Shaeffer, F. A.: «The Church Before the Watching World» (Inter-Varsity Press, Londres, 1972).

nom, IJE-ABARIM

tip, LUGA
sit, a4, 177, 312
vet,
= «minas de Abarim».
Uno de los lugares de la peregrinación de los israelitas por el desierto, cerca de la frontera de Moab (Nm. 21:11; 33:44, 45).

nom, IJÓN

tip, CIUD
sit, a1, 477, 112
vet,
«ruina».
Ciudad fortificada de Neftalí; Ben-adad rey de Siria se apoderó de ella, instigado por Asa (1 R. 15:20; 2 Cr. 16:4). Más tarde Tiglat-pileser II deportó a sus habitantes (2 R. 15:29).
Robinson identifica esta ciudad con Tell-Dibbin, una elevación de 33 m. de altura, a unos 13 Km. al noroeste de Dan.

nom, ILÍRICO

tip, REGI
sit, a9, 147, 46
vet,
Mencionada en Ro. 15:19 como límite occidental de la actividad hasta entonces desarrollada por Pablo, en contraposición a Jerusalén, extremo oriental. Es la región del noroeste de Macedonia, poblada por los ilirios, desde el año 35-33 a.C., romana, en el año 6-9 d.C. dividida entre las provincias de Dalmacia, Panonia y Mesia.

nom, IMAGEN

tip, LEYE
ver, DIVINIDADES PAGANAS, IDOLATRÍA, ÍDOLOS, CABEZA
sit,
vet,
Este término se refiere, por una parte, a las imágenes de talla y fundición relacionadas con la idolatría, y que la ley prohibía estrictamente a los israelitas.
En Hch. 19:23 ss. se menciona la creencia popular de que la imagen de Diana guardada en el templo de Éfeso había venido del mismo Júpiter. (Véanse DIVINIDADES PAGANAS, IDOLATRÍA, ÍDOLOS.). Pero el término «imagen» tiene otros usos muy importantes. Por ejemplo, Dios dijo, al crear al hombre: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree... Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó» (Gn. 1:26, 27; 5:1; 9:6). El término que se emplea aquí por imagen es «tselem», que se usa también de las imágenes de culto idólatra y de la gran imagen de Dn. 2.
A pesar de la caída, el hombre sigue siendo portador de la imagen de Dios. Al hablar del hombre como cabeza de la mujer, se declara que él no debe cubrirse la cabeza, por cuanto «él es imagen y gloria de Dios» (1 Co. 11:7; véase CABEZA). Santiago hace una afirmación general: «los hombres... están hechos a la semejanza de Dios» (Stg. 3:9). Hasta qué punto el hombre es imagen y semejanza de Dios después de la Caída puede quedar ilustrado con una analogía. Es evidente que una imagen es una representación. Cuando al Señor le mostraron un denario al hacerle la pregunta sobre el tributo (Mt. 22:15-22), preguntó: «¿De quién es la imagen...?» La respuesta fue: «De César.» Puede que la imagen no estuviera bien hecha. Puede que hubiera estado desgastada y abollada, como sucede frecuentemente con las monedas. Sin embargo, esto no afectaba al hecho de que se trataba de la imagen de César. Era su representación, y la de nadie más. Así, el hombre, como cabeza de los seres creados en relación con la tierra es la imagen de Dios: a él le fue dado el dominio sobre todo ser vivo que se mueve sobre la tierra, en el mar, y en el aire. Naturalmente, esto debería ser en sujeción a Dios.
La semejanza va más lejos. En el hombre hay una semejanza moral y mental con Dios. No sólo representa a Dios en la tierra, sino que, aunque limitado en el tiempo y en el espacio, y ser creado, puede, por su semejanza con Dios, llegar a tener una relación personal con Dios. El hombre es una imagen abollada y sucia de Dios, al haber caído en pecado, y no tiene más posibilidad de esta relación que la provista por la gracia de Dios por la muerte de Cristo. Esta obra de la gracia de Dios, cuando es aplicada en el corazón del hombre por medio de la fe, lo regenera espiritualmente y lo lleva a una nueva vida.
En el concepto imagen entra también la caída. Adán pecó, y murió espiritualmente. En relación con Dios, heredamos esta condición de Adán, y por naturaleza estamos muertos en delitos y pecados. El hecho de nuestra condición de mortal por causa del pecado heredado de Adán, Pablo lo atribuye a que «hemos traído la imagen del terrenal (Adán)» (1 Co. 15:49). En el mismo versículo anuncia, sin embargo, que los creyentes, que ya ahora hemos recibido la imagen de Cristo, a la que vamos siendo conformados en nuestras vidas, «traeremos también la imagen del (hombre) celestial» en nuestros propios cuerpos glorificados.
Cristo es la verdadera imagen de Dios. Es en Él, Dios el Hijo que se hizo hombre, que se halla de una manera perfecta y plena «la imagen del Dios invisible... porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad» (Col. 1:15; 2:9).

nom, IMITACIÓN DE CRISTO. Véase Discípulo.

nom, IMPEDIMENTOS (para el matrimonio). Véase MATRIMONIO.

nom, IMPERIO ROMANO. Véase ROMA.

nom, IMPIEDAD

tip, DOCT
vet,
Lo opuesto a la piedad, a la reverencia debida a Dios.
Es una actitud rebelde, que se opone a la sujeción y al conocimiento de Dios de una manera consciente, en contra de lo que se le debe como Creador, Sustentador y Salvador.
La impiedad surge de la soberbia (Sal. 75:4; Pr. 21:4). Los impíos manifiestan:
deshonestidad (Sal. 37:21);
su crueldad (Pr. 12:10);
falsedad (Éx. 23:1);
opresores (Jb. 24:6);
perseguidores de los piadosos (Sal. 37:12, 14);
pertinaces (Pr. 21:29);
sin embargo, su final es tenebroso, sin esperanza (Pr. 10:28; 13:9); su retribución será la ira consumidora de Dios (Sal. 109; 119:119; 145:20; Pr. 2:22; Sof. 1:3; Jud. 15). Sin embargo, es por los impíos que Jesús vino a morir (Ro. 5:6); en base a su sacrificio, Dios está dispuesto a justificar al impío que cree en Jesús (Ro. 4:5); ya en el AT hay llamamientos al arrepentimiento de los impíos (Is. 55:7; Ez. 3:18; 18:21); el Señor declara que no desea la muerte de los impíos, sino su conversión (Ez. 18:23), aunque tendrá que juzgar a los que no han querido volverse a Él (2 P. 3:7).
Los creyentes son exhortados a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y a vivir de corazón para Aquel que los ha redimido y dado la esperanza bienaventurada de que serán tomados por Él al hogar paterno (Tit. 2:11-15, cfr. Jn. 14:1-3, 1 Ts. 4:13-18).

nom, IMPOSICIÓN DE MANOS

tip, DOCT TIPO CERE
ver, IGLESIA, CARISMAS, ANCIANOS
vet,
Acto simbólico que consiste en poner las manos sobre una persona o un animal para transmitir un don, un poder, o una culpa.
En el sacrificio anual del Día de la Expiación, el sacerdote ponía las manos sobre el camero vivo, confesando sobre él las iniquidades de Israel. Así, ponía sobre él las iniquidades del pueblo. Cargado con ellos, el carnero vivo las llevaba al desierto (Lv. 16:20-22). Se trataba de un rito de transmisión.
Moisés consagró a Josué como sucesor suyo mediante la imposición de manos. Con ello le transmitió su dignidad y poder (Nm. 27:18-23; Dt. 34:9).
También se podían transmitir maldiciones de esta manera (Lv. 24:14).
Los padres bendecían a sus hijos imponiéndoles las manos (Gn. 48:14).
En el NT, la imposición de manos significa siempre una bendición; Jesús obró así muchas curaciones (Mt. 9:18; Mr. 5:23; 6:5; 8:23, 25, etc.) empleó esta acción al bendecir a los niños (Mr. 10:16), se menciona también en relación con ciertas curaciones en Hechos (Hch. 9:12, 17; 28:8). En ocasiones se comunicó con las manos el don del Espíritu Santo (Hch. 8:17; 19:6). En la iglesia de Jerusalén los apóstoles consagraron a sus ayudantes mediante la imposición de manos (Hch. 6:6). Pablo y Bernabé y más tarde Timoteo son iniciados en sus cargos con este rito (Hch. 13:3; 1 Ti. 4:14; 2 Ti. 1:6).
Esta ceremonia no es una ordenación estableciendo una función ni un privilegio jerárquico, como lo prueba la doble imposición recibida por Pablo en Damasco (Hch. 9:17) y en Antioquía (Hch. 13:3). En este caso la imposición confirma el don espiritual que sólo puede ser conferido por el Espíritu Santo. Se ha de procurar no imponer las manos a ninguno a la ligera (1 Ti. 5:22).
Nada en las Escrituras permite ligar obligatoriamente la recepción de ninguna gracia con el rito de la imposición de manos. Dios permanece soberano y libre en el empleo de sus medios, y permanece la norma de que «el justo, por la fe vivirá».
En todo el libro de Hechos hay sólo dos pasajes que mencionen este rito en relación con el Espíritu Santo (Hch. 8:17; 19:6). En el caso de Saulo (Hch. 9:17), la imposición de manos por parte de Ananías parece que tiene que ver con la curación de la ceguera de Saulo.
Así, es erróneo decir que la imposición de las manos sea necesaria para recibir el Espíritu Santo, cuando tantos textos mencionan la sola condición de la fe (Jn. 7:39; Gá. 3:2, 13-14; Ef. 1:13, etc.). Lo mismo sucede con la curación: Cristo y los apóstoles utilizaron los medios más diversos:
toque (Mt. 8:3),
la palabra (Mt. 8:13, 16),
acción a distancia (Mt. 15:28),
saliva (Mr. 8:23),
oración (Hch. 9:40),
paños (Hch. 19:12), etc.
El gran texto de Stg. 5:15 habla de la unción del aceite y de la oración de la fe, pero nada dice de la imposición de manos.
En resumen, queda claro que uno puede ser llamado al ministerio de una manera directa por Dios, sin que medie ninguna imposición de manos. Hemos visto que la iglesia de los tiempos apostólicos utilizaba este rito, pero ningún texto hace de ello una ley, sino que el Espíritu sopla donde quiere (cfr. Jn. 3:8; Nm. 11:26-30; Lc. 9:49, 50). No hay otra cosa precisa sino que el hombre llamado y capacitado por Dios (como Pablo, p. ej., Gá. 1:1) ejerza su ministerio en el marco del cuerpo de Cristo y para la común utilidad (1 Co. 12:7; Ef. 5:21). (Véanse IGLESIA, CARISMAS, ANCIANOS.)

nom, IMPOTENTE

tip, MDIC
vet,
Falto de fuerza, ya sea por enfermedad, ya por defecto congénito (Hch. 14:8).

nom, IMPUESTO. Véase TRIBUTO.

nom, IMPUREZA. Véase INMUNDICIA.

nom, IMPUTACIÓN

vet,
La imputación tiene un importante puesto en el plan divino de salvación. «Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado» (Sal. 32:2; Ro. 4:8). El pecado del que cree en Jesús no le es imputado. Cristo ha hecho la expiación; el creyente puede tener que ser disciplinado debido a ellos (cfr. 1 Co. 11:31, 32; He. 12:7), pero no hay imputación. Al contrario, entra en la bendición del hombre al que Dios imputa, o cuenta, justicia sin obras. Abraham creyó a Dios, y le fue contado (mismo término) como justicia; y esto es verdad de todos los creyentes sin distinción (Ro. 4:3, 4). Por ello, no sólo se trata de que los pecados del creyente no le sean imputados, sino que es contado como justo.
En 2 Co. 5:19 se da el aspecto de gracia por el cual Cristo vino a la tierra. Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, no imputando a los hombres sus ofensas; sin embargo, el mundo lo rechazó y sigue rechazando.
En Ro. 5:13, «donde no hay ley, no se inculpa de pecado», trata del gobierno de Dios. Los que pecan sin ley, sin la ley perecerán (cfr. Ro. 2:12). El pecado no deja de serlo ante Dios. Sin embargo, los que no tienen la ley no son llamados a dar cuenta de sus actos ahora en el gobierno de Dios sobre la tierra (cfr. Hch. 17:30).

nom, INCENSARIO

tip, UTEN
ver, INCIENSO
vet,
Había dos incensarios, el que se usaba a diario, de bronce (Nm. 16:39), y el usado en el Día de la Expiación, de oro (1 R. 7:50). El incienso era puesto sobre carbones encendidos tomados del altar del holocausto. (Véase INCIENSO.)

nom, INCESTO

tip, LEYE
ver, MATRIMONIO
vet,
Relación carnal entre parientes consanguíneos, se halla prohibida por la ley de Moisés (véase MATRIMONIO).
El incesto era practicado en algunas civilizaciones. En Egipto se practicaba el incesto regio, por el que el Faraón se casaba con su hermana.

nom, INCIENSO

tip, LEYE FLOR ARBO
vet,
Resina perfumada de un árbol (Eclo. 50:8; Cnt. 3:6), de color blanco, como lo indica su nombre heb., «l'bonah».
El incienso entraba en la composición del aceite santo, con el que los sacerdotes eran consagrados (Éx. 30:34); se incluía en el aceite venido sobre la ofrenda de flor de harina (Lv. 2:1, 2, 15, 16), era finalmente quemado con fuego (Lv. 6:15). No se añadía incienso en el sacrificio de la expiación (Lv. 5:11), ni a la ofrenda por los celos (Nm. 5:15). Se vertía incienso puro sobre los doce panes de la proposición (Lv. 24:7; cp. 1 Cr. 9:29; Neh. 13:5).
Los dromedarios de Madián, de Efa y de Sabá lo traían de Arabia (Is. 60:6; Jer. 6:20).
Es posible que el collado del incienso (Cnt. 4:6) fuera un lugar retirado de los jardines reales en medio de árboles de incienso (Ec. 2:5; Ant. 8:6, 6; 9:1-2).
El incienso de la antigüedad, el olíbano del comercio europeo, proviene de la «Boswelia Floribunda», de la familia de las buseráceas, que crece en la India, o bien de otras especies originarias de la India, de la costa de Somalia y del sur de Arabia.
El incienso es una goma resinosa que se presenta en forma de «lágrimas» de 2 cm., que se secan, y difunden un olor balsámico al ser quemadas.
El incienso de calidad inferior es rojizo, y se recoge en primavera; la calidad superior es blanca, recogiéndose más tarde.

nom, INCIRCUNCISO

tip, LEYE TIPO CERE
vet,
Apelativo que daban los judíos a los paganos que no habían pasado por el rito de la circuncisión (Éx. 6:12).
A veces se designaba con esta palabra a todos los que tenían un acento extranjero o, como decían los hebreos, «los labios pesados» (Éx. 6:30) o a los oídos que oyen con dificultad (Jer. 6:10).
En sentido figurado se aplica a quienes no quieren oír la Palabra de Dios y tienen corazones en los cuales no puede penetrar la buena nueva (Dt. 10:16; Hch. 7:51).
El fruto primero de los árboles recién plantados se consideraba también incircunciso y no podían comerlo hasta haber ofrecido de él ofrenda de primicias a Jehová, lo que se hacía el tercer año (Lv. 19:23).

nom, INCREDULIDAD

vet,
(DUDA). Después de la caída, la humanidad constituye una «generación incrédula y perversa» (Mt. 17:17), que pone en tela de juicio la palabra de Dios, y aún su misma existencia (Sal. 53:1-4). No se trata que el hombre sea ignorante o incapaz de creer: Dios le habla mediante la triple revelación de la naturaleza (Ro. 1:18-21), de la conciencia (Ro. 2:14, 15), y de las Escrituras (Ro. 2:17-20; 2 Ti. 3:16-17). El que, a pesar de todo ello, se aleja del Señor, es por ello inexcusable (Ro. 1:20; 2:1; 3:19); en realidad lo hace porque «ama más las tinieblas que la luz», porque «todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz» (Jn. 3:19-20).
La incredulidad no proviene en absoluto de la imposibilidad de resolver una multitud de problemas intelectuales. Su origen es moral y espiritual: en su soberbia, el hombre elige deliberadamente permanecer independiente con respecto a Dios. No quiere abandonar su pecado, o su propia justicia, y sobre todo rehúsa abdicar de su rebelde voluntad. Después de haber dado a los judíos todas las pruebas que se pudieran desear de su divinidad y de su amor, Jesús les tuvo que decir: «No queréis venir a mí para que tengáis vida» (Jn. 5:40). «¡Jerusalén, Jerusalén...! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos... y no quisiste!» (Mt. 23:37). Los invitados a las bodas del rey no quieren venir, ni se molestan lo más mínimo en atender la invitación, sino que incluso los hay que dan muerte a los mensajeros reales (Mt. 22:3-6).
La incredulidad es algo tan inveterado en nuestra naturaleza caída que en principio se halla en todos (Jn. 3:11, 32); «el hombre no regenerado no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura» (1 Co. 2:14). Jesús vino a los suyos, y los suyos no le recibieron (Jn. 1:11); no recibió honor en su patria (Mt. 13:57-58), los príncipes de su pueblo lo rechazaron (Jn. 7:48), y ni aun sus hermanos creían en Él (Jn. 7:5). Incluso sus discípulos se mostraron frecuentemente incrédulos (Jn. 6:60, 66; 20:24-29; Mt. 17:17).
La primera manifestación de la incredulidad es de naturaleza negativa: al no aceptar la palabra de Dios, uno se aleja de Él (Jn. 1:5; 5:43; 6:66); a continuación vienen varios pecados relacionados con ella (Lc. 15:12-13; Ro. 1:20-25); Posteriormente se manifiesta la persecución que, después de los insultos y de los malos tratos, llega hasta la muerte (véase esta progresión en Jn. 7:7, 13, 20; 8:6, 47, 59; 9:22, 34, 41; 10:31; 11:53, etc.).
El juicio que espera a los que persisten en la incredulidad es terrible. En efecto, Cristo fue en la cruz la propiciación por los pecados de todo el mundo, y en base a ello ofrece el perdón a todos los que se arrepientan (Jn. 1:29; 1 Jn. 2:1-2); pero ¿qué se puede dar al que rehúsa creer y rechaza la gracia? «El que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios... la ira está sobre él» (Jn. 3:18, 36). Toda una generación de israelitas pereció en el desierto, por cuanto habían rehusado entrar en Canaán «a causa de incredulidad» (He. 3:17-19). Los cobardes (que nunca llegan a decidirse) y los incrédulos son los primeros que van al infierno (Ap. 21:8). ¡Qué desventurados son aquellos a los que el dios de este siglo les ha cegado la inteligencia! (2 Co. 4:4).
Pero hay remedio para la incredulidad. Dios conoce la debilidad e incapacidad de nuestra naturaleza, y desea ardientemente ayudar a aquellos que se presentan a Él con todas sus dudas y falta de fe. A Pedro, al hundirse en el agua y clamar por su ayuda, el Señor le tendió la mano diciendo: «Hombre de poca fe, ¿Por qué dudaste?» (Mt. 14:30-31). Al Tomás que exclama: «Si no viere... no creeré», el Señor responde: «No seas incrédulo, sino creyente», al mismo tiempo que lo convence de la realidad de su resurrección (Jn. 20:25, 27). Llega hasta aquel que clama: «Creo, ayuda mi incredulidad» (Mr. 9:24). Por su Espíritu, mediante la obra de la regeneración, engendra a los creyentes a una esperanza viva (Jn. 3:5; 1 P. 1:3).

nom, INCULPAR. Véase IMPUTACIÓN.

nom, INDIA

tip, PAIS
ver, ALEJANDRO
sit, a8, 615, 215
vet,
Constituía el límite oriental del imperio de Persia, así como Etiopía era su límite occidental (Est. 1:1; 8:9). India no es mencionada en ningún otro pasaje de las Escrituras, pero puede que las naves de Salomón pudieran haberla incluido en sus viajes de tres años en busca de madera de sándalo, monos, pavos reales, etc. (1 R. 10:22).
Alejandro, en su marcha victoriosa por Asia, había entrado en ella, atravesando el río Indo. (Véase ALEJANDRO.)

nom, INFIERNO. Véanse CASTIGO ETERNO, DESCENSO (de Cristo a los infiernos), SEOL.

nom, INIQUIDAD

ver, ANTICRISTO, IMPIEDAD
vet,
Significa, literalmente, injusticia, la condición de no ser recto, ya sea en relación con Dios, en base a su norma inamovible de justicia y santidad, o en relación con los hombres, en base a lo que el hombre sabe que es justo por su propia conciencia.
En el AT se señala la iniquidad como condición interna del corazón del hombre (Sal. 58:2), aplicándose también el término iniquidad a los actos injustos cometidos (Sal. 36:12).
Los miembros del hombre pecador son instrumentos de iniquidad (Ro. 6:13 ss.); está en acción el misterio de la iniquidad que culminará con la llegada de «aquel inicuo» (2 Ts. 2:7-12), que conducirá a un mundo apóstata a una rebelión contra Dios haciéndose pasar por Dios (2 Ts. 2:4; véase ANTICRISTO); el creyente debe apartarse de iniquidad en su vida y relaciones (2 Ti. 2:19), y a seguir «la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor» (2 Ti. 2:22).
Mediante el derramamiento de su sangre el Señor Jesús ha puesto en vigor el Nuevo Pacto, en base al cual puede justificar a los que en Él creen (Ro. 3:22-26); así, Dios promete: «nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades».
El destino de los no arrepentidos será el castigo eterno (Mt. 13:41). (Véase IMPIEDAD.)

nom, INMORTALIDAD

tip, DOCT
ver, CASTIGO ETERNO, ALMA, CIELO, RESURRECCIÓN, MUERTE
vet,
Vida sin fin, exenta de muerte y de aniquilación. Por definición, Dios es el único que tiene inmortalidad (1 Ti. 1:17; 6:16). Solamente Él es esencialmente eterno (Sal. 90:2), como lo son el Hijo (He. 13:8) y el Espíritu Santo (He. 9:14).
A. La inmortalidad del hombre o del alma humana.
En la actualidad es cosa corriente su negación, con la justificación de que sólo Dios posee este atributo (1 Ti. 6:16). También los hay que presentan el texto de Ez. 18:4, «el alma que pecare, ésta morirá». (Cfr. Ro. 6:23: «Porque la paga del pecado es muerte.»). Según se argumenta, así como la muerte provoca la descomposición del cuerpo, así también aniquila el alma pecadora; en base a esta postura, la doctrina de la inmortalidad del alma, lejos de ser bíblica, se basaría en las doctrinas paganas, especialmente las griegas. Para los condicionalistas, nuestra inmortalidad está totalmente sometida a la condición de la fe: el hombre, mortal por naturaleza, es solamente un candidato a la inmortalidad, y su «inmortalización» sería la meta de la redención. La existencia de los pecadores, prolongada más allá de la tumba, sería sólo transitoria, y llegaría finalmente a su extinción. (Véase CASTIGO ETERNO.)
Es cierto que los griegos, con Platón de manera particular, creían en la supervivencia del alma, pero de manera bien diferente a la indicada en las Escrituras. Para ellos el alma ya existía antes de la concepción, siendo de esencia divina e inmortal. Al incorporarse a un cuerpo, quedaba encarcelada, y la «salvación» viene a ser para ella su liberación de la corporalidad. Si el alma ha quedado totalmente purificada, vivirá sin cuerpo por toda la eternidad. Es evidente que tales teorías constituyen una negación de la noción bíblica de la resurrección del cuerpo, ligada a la regeneración del alma, que no es ni divina ni preexistente antes del inicio de la vida humana.
B. La enseñanza de las Escrituras.
Dios sólo posee la inmortalidad, de la misma manera que sólo en Él está «la vida», la fuente única de toda existencia (Jn. 1:4; 14:6; Hch. 17:28). Pablo no dice que solamente Él es inmortal. Posee esta inmortalidad, y la otorga como un don a las criaturas hechas a su imagen (Gn. 1:27). Los textos bíblicos afirman de una manera evidente lo siguiente:
(A) Hay otra vida en el otro mundo para los justos e injustos. Según Jesús, los patriarcas desaparecidos ya durante tanto tiempo seguían vivos (Lc. 20:37-38). Los injustos continúan existiendo en la morada de los muertos (Is. 14:9-10; Ez. 32:21-32). El término usado en Ez. 18:4 se clarifica si se lee toda la frase: «He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare [es decir, la persona que peque, aquella que sea culpable], ésa morirá.» Este texto, así, no indica en absoluto una aniquilación del pecador en el otro mundo. Cristo enseña que los no arrepentidos, a su partida de la esfera terrenal, se hallan plenamente conscientes en un lugar de tormentos (Lc. 16:19-31).
(B) La existencia más allá de la muerte física no tendrá fin, ni para salvos ni para perdidos. Naturalmente, la vida eterna de los elegidos no tendrá fin, pero el castigo de los réprobos tendrá la misma duración (Dn. 12:2; Mt. 25:46; Ap. 14:10-11; 20:10).
(C) El término inmortalidad, cuando se refiere al hombre, es aplicado al cuerpo resucitado, no al alma (1 Co. 15:53 b). Es el cuerpo corruptible lo que se corrompe y disuelve, y es el cuerpo lo que necesita llegar a la incorruptibilidad e inmortalidad. En cuanto al alma, si bien conoce «la muerte espiritual», no deja de existir, ni en este mundo ni en ultratumba. Se puede decir, así, que el hombre recibe:
(I) a partir del comienzo de su vida, con su alma, la existencia sin fin;
(II) con el nuevo nacimiento, en su espíritu, la vida eterna;
(III) en la resurrección, en su cuerpo, la inmortalidad.
(D) Es también indudable que los ángeles son espíritus llamados a una vida sin fin.
La Escritura no habla de la inmortalidad limitada al alma, sino del hombre creado a imagen y semejanza de Dios. El creyente ya tiene ahora la vida eterna (Jn. 5:24; 17:3); a su muerte, su alma pasa a la presencia del Señor (1 Co. 5:3; cfr. 2 Co. 12:2), gozando conscientemente de su compañía (cfr. Lc. 16:22-25); en la resurrección, su cuerpo recibirá la inmortalidad prometida (1 Co. 15:53 b). (Véanse ALMA, CIELO, CASTIGO ETERNO, RESURRECCIÓN, MUERTE.)

Bibliografía:
Anderson, Sir R.: «Human Destiny» (Pickering and Inglis, Londres s/f);
Boettner, L.: «La inmortalidad» (Ed. Clíe, Terrassa, 1976);
Lacueva, F.: «Escatología II» (Ed. Clíe, Terrassa, 1983);
Pentecost, D.: «Eventos del Porvenir» (Ed. Libertador, Maracaibo, 1977).

nom, INMUNDICIA

tip, LEYE
ver, LEPRA, LEPROSO
vet,
La Ley establecía una distinción entre la pureza legal y la santidad (Lv. 10:10). Un animal, por ej., es limpio o inmundo, lo cual no implica ninguna idea de santidad o de pecaminosidad. La impureza legal, si era adquirida involuntariamente, no era equiparada a una falta moral. La impureza provocaba la exclusión del santuario (Lv. 7:20, 21) y de la comunidad, pero no interrumpía la relación con Dios mediante la oración.
Las prescripciones que definen la impureza son frecuentemente reforzadas por la orden: «Seréis santos, porque yo soy santo» (Lv. 11:44, 45). Al guardarse de las impurezas, el israelita se hacía consciente de que había sido apartado para servir al Señor. La impureza legal era símbolo del pecado. La Ley distinguía además entre lo físicamente propio y la pureza ceremonial o legal. La higiene era necesaria para la salud y la vida comunitaria de los israelitas con independencia de las demandas ceremoniales. Pero la idea fundamental es que los hijos de un Dios santo tienen que alejarse de toda contaminación espiritual y física, para acercarse al Señor debían buscar esta doble purificación (Éx. 19:10-11, 14; 30:18-21; Jos. 3:5).
Causas de la impureza ceremonial:
(a) Contacto con un cadáver (Nm. 19:11-22). Esta infracción era la más grave, por cuanto se relacionaba con la consecuencia última del pecado (la muerte del hombre, la disolución del cuerpo). La contaminación contraída hacía inmunda a la persona durante siete días, y sólo podía ser levantada mediante el agua de la purificación. La manipulación de las cenizas de la vaca alazana, necesarias para la preparación de esa agua, hacía que el sacerdote fuera impuro hasta la noche (Nm. 19:7-10); el contacto con un hombre inmundo también contaminaba (Nm. 19:22).
(b) La lepra era causa de exclusión de la comunidad (Lv. 13:14). Los enmohecimientos sobre tejidos o paredes eran asimilados a la lepra. El leproso era separado de su familia y de la sociedad (Lv. 13:46). Su purificación precisaba de un rito particular, con sacrificio de expiación y holocausto. (Véanse LEPRA, LEPROSO.)
(c) Las emisiones, naturales o mórbidas, provenientes de los órganos genitales (Lv. 15). La mujer era considerada impura durante los días de su menstruación y los ocho días siguientes (Lv. 15:19, 25-28; 20:18). Después del alumbramiento estaban prohibidas las relaciones sexuales, por el mismo estado de «impureza», durante 40 días como mínimo (Lv. 12:2, 4), lo que se corresponde de manera precisa con las recomendaciones de la medicina moderna. En cuanto a la procreación en sí misma, no es considerada en absoluto como pecado, por cuanto ha sido ordenada por Dios (Gn. 1:27-28). Sin embargo, el salmista exclama: «He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre» (Sal. 51:5), porque a causa de la caída, un hombre y una mujer pecadores sólo pueden tener hijos a su semejanza (cfr. Jb. 14:4; Ef. 2:3).
(d) El consumo de la carne de un animal inmundo; el simple contacto con su cadáver o con el cadáver de un animal puro no sacrificado conforme a las ordenanzas ceremoniales (Lv. 11:27-28).
La purificación no era una mera medida de higiene, exigiendo lavar en agua el cuerpo u objeto contaminado (Lv. 11:28; 15:27, etc.); constituía un acto religioso, basado en la expiación necesaria para el restablecimiento de la comunión con el santo Dios. Se ha mencionado el agua de la purificación hecha con las cenizas de una vaca ofrecida como expiación (Nm. 19:11-13). Además, era necesario un sacrificio de expiación individual para la que había sido madre (Lv. 12:6-8), para el leproso (Lv. 14:4-20), para el hombre o mujer enfermos (Lv. 15:13-15, 28-30).
El sentido profundo de todas estas enseñanzas se resume en Lv. 15:31: los creyentes tienen que librarse de toda impureza que contamine el santuario y que conduce a la muerte espiritual así como física.

nom, INSENSATO. Véase NECIO.

nom, INSOLACIÓN

tip, MDIC
vet,
Enfermedad provocada por una excesiva exposición al ardiente sol de verano, especialmente en las horas de mediodía.
Produce una postración extrema. La piel se seca, y el paciente siente náuseas al principio, cayendo después en la inconsciencia; por lo general, en este estadio es muy difícil la recuperación, y sobreviene la muerte.
En 2 R. 4:18-35 se relata la historia de la muerte por insolación del hijo de la sunamita y su resurrección por Eliseo.
En Is. 49:10 Dios promete proteger de este mal a los liberados de Sión.
Hay otras menciones más, entre ellas Sal. 121:6; Ap. 7:16, cfr. Jon. 4:5-8.

nom, INSPIRACIÓN

tip, DOCT
ver, DIOS (nombres), MANUSCRITOS BÍBLICOS, QUMRÁN (Manuscritos de)
vet,
(a) SENTIDO RELIGIOSO.
La inspiración, en el sentido religioso de la palabra, denota un hecho de orden psicológico: la toma de posesión, más o menos completa, del alma humana por parte del Espíritu de Dios. En el fenómeno de la inspiración, Dios introduce su Espíritu en el espíritu del hombre. Para designar este acto, tanto Pablo como los escritores del NT en general emplean indistintamente los términos «apocalipsis» o «pneuma» (revelación o soplo, 1 Co. 2:10; Gá. 1:11-12; 2 Ts. 2:2). «La inspiración es un soplo que hinche las velas del ser moral», escribía F. Godet («Revue Chrétienne», 1 abr. 1982, p. 255, «Révélation»). Es el soplo divino que ejerce su acción, en grados variables, sobre la personalidad humana. Se resuelve en un estado, el estado del hombre en el que Dios da de una manera particular la luz de su Espíritu («spiritus», «pneuma»). La inspiración hace del hombre natural («psuchikos», psíquico), incapaz de discernir las cosas de Dios, un hombre espiritual («Pneumatikos», neumático), que recibe su revelación con la capacidad de transmitirla en «palabras (gr. «logoi») ... que enseña el Espíritu» (1 Co. 2:13-16). Esta intervención divina puede aparecer como una especie de contemplación o de éxtasis; sin embargo, y de una manera general, la inspiración, que sitúa al hombre en una atmósfera propicia a la receptividad de lo divino, es esencialmente «creadora» o, más exactamente, «reveladora».
Toda revelación, en el sentido bíblico de la palabra, nos aparece como el producto más o menos directo de la inspiración. Dios pone su Espíritu en el hombre para instruirlo en alguna verdad que ignora, para comunicarle esta verdad. No puede haber ninguna confusión entre revelación e inspiración: ésta es el medio, en tanto que la revelación es el objetivo. La revelación implica, presupone la inspiración, gracias a la que aquélla se da.
Toda revelación es una comunicación que Dios da al hombre. Por la inspiración, es decir, por la acción de su Espíritu sobre el espíritu del hombre, Dios da a este último la capacidad de recibir e interpretar esta comunicación. Esto es lo que quiere decir Pablo cuando habla del conocimiento de las cosas de Dios y de la recepción de las cosas del Espíritu de Dios, hecho todo ello posible por el Espíritu de Dios (1 Co. 2:9-16).
No tenemos que analizar aquí el proceso psicológico que va desde el acto revelador de Dios a la asimilación de la revelación. Será suficiente señalar que, en base a las Escrituras, la inspiración divina es el instrumento de dos géneros de revelaciones:
(A) Revelaciones particulares, que interesan sobre todo a un medio, a una época, a un colectivo (por ej., la orden del Señor a Jacob de que no tomara mujeres cananeas, sino que fuera a Mesopotamia, Gn. 28:1; visión del centurión Cornelio, Hch. 10). Estas revelaciones pueden aplicarse, por los principios que enseñan, mucho más allá de su objeto primario, pero interesaban en principio al individuo o medio inmediato de aquellos que las recibían,
(B) Revelaciones presentando un carácter universal, que interesan a la humanidad entera. Su objeto, como en toda revelación particular, sigue siendo Dios, su voluntad, su plan de salvación, su gracia. Sin embargo, en lugar de ser de aplicación primaria a un solo individuo o a una colectividad limitada o a una época particular, estas comunicaciones se aplican a todos los hombres. Se imponen como una expresión definitiva, normativa absoluta de la voluntad de Dios. Se trata entonces de lo que se llama la Revelación, o Revelación general.
Así, cuando el Señor se apareció a Moisés en la zarza ardiendo, se trata de la Revelación, en lo que ella conlleva de más intangible y más universal. La Revelación de Horeb aporta a Israel, y por Israel al mundo entero y a todas las edades, el sentido real y profundo del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. En YHWH se define, en su esencia y significado eterno, no sólo el Dios del Decálogo y de todo el Antiguo Testamento, sino también el Dios de Jesucristo, que es Espíritu y Vida. (Véase DIOS, nombres de.)
La cumbre de la Revelación es la persona de Cristo. Y Jesucristo es también el instrumento por excelencia de la Revelación; y, en tanto que manifestación histórica y universal de Dios, puede ser llamado «La Revelación» en su expresión soberana. Esta Revelación es a la vez el hecho constituido por el milagro de la encarnación, y el fruto de la inspiración cuando se contempla a la luz de las predicaciones proféticas.
En lo que a nosotros concierne como creyentes, la inspiración siempre tiene que ver en la lectura e interpretación de la Revelación, es decir, de la Palabra de Dios. Por la iluminación de su Espíritu, Dios no da nuevas revelaciones, sino que nos revela el significado y el poder de la palabra para nuestra vida y testimonio. Gracias a la iluminación, la Palabra de Dios se nos hace inteligible y directamente personal: «El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios» (Ro. 8:16). Para el creyente ante las Escrituras, la inspiración se traduce en el testimonio interior del Espíritu Santo.

(b) Inspiración de las Escrituras.
Siguiendo a Pablo (2 Ti. 3:16) el término de inspiración de las Escrituras designa un acto estrictamente divino («theopnéustico»), el acto del Espíritu de Dios mediante el cual tanto la Revelación general como las revelaciones especiales de Dios, han quedado registradas en el texto escrito de la Biblia. Designa, de una manera aun más particular, el acto mediante el cual este texto ha llegado a ser en su letra, en toda su letra («pasa graphe»), el vehículo material de un mensaje sobrenatural, del mensaje de Dios.
Así, se trata de una operación divina en la que la Escritura, en todas sus partes, ha sido dada a los hombres por medio de los redactores sagrados, como expresión única e infalible de la verdad y voluntad de Dios. Éste es el sentido de la inspiración de las Escrituras.
(c) Naturaleza de la inspiración.
La antigua noción de una inspiración literal, considerándola como un mero «dictado», que hacía de los redactores sagrados unos meros transmisores mecánicos de un mensaje «caído del cielo», con «sus letras, puntos y signos ortográficos», reducía a la nada la individualidad de los redactores, y no se ajusta a la realidad de las Escrituras, las cuales no justifican una tal concepción literalista (= inspiración de las letras).
Aquí se debe hacer una breve mención de la historia de la transmisión del texto de la Biblia. Por lo que respecta al NT, aunque no poseemos ninguno de los escritos originales y muy poco de las copias de los primeros siglos (debido a la gran destrucción de copias del NT durante la persecución de Diocleciano, 303 d.C.), se tiene que señalar que este hecho no afecta para nada a la doctrina «theopnéustica», por el celo desplegado por hombres como Orígenes (siglo II) para restablecer el texto en su integridad; la considerable cantidad de mss. del NT (más de 6.000) permite útiles exámenes comparativos; el número extremadamente reducido de variantes, además de otros factores, permite afirmar que el Espíritu de Dios ha velado de una manera maravillosa para preservar la integridad del texto apostólico. El lector del NT puede estar seguro, con las recensiones griegas tradicionales, que posee el texto sagrado de tal manera que, a los efectos prácticos, no difiere prácticamente en nada del texto primitivo
En cuanto al texto del AT veamos a continuación de una manera muy resumida la historia de la transmisión de su texto. Después de volver del exilio (siglo V a.C.) la generalidad de los hebreos ya no comprendían, o comprendían muy poco, la lengua bíblica original, esto es, el antiguo hebreo. Hablaban el arameo, lengua de Babilonia (también llamada caldeo), que tenía otro alfabeto.
Es entonces que, respondiendo sin duda a un llamamiento especial del Espíritu, los rabinos y los masoretas, aquellos hombres de la tradición que habían conservado el uso del viejo texto, lo transcribieron al alfabeto arameo. De él provienen los caracteres que constituyen el hebreo cuadrado de nuestras Biblias masoréticas.
Lo transcribieron (no lo tradujeron). Esto es de una gran importancia. Es por ello que podemos hablar de un texto inspirado, por cuanto, si bien esto no se puede aplicar de una manera estricta a las traducciones (alejandrina, latina, así como las Versiones a las lenguas vivas), en cambio, por cuanto el texto de nuestras Biblias hebreas es una transcripción, que no una traducción, del texto inspirado, éste es, también, un texto inspirado. Y lo es a la par que el antiguo original hebreo, por cuanto cada una de sus consonantes se corresponde a una consonante equivalente a la del original, y por cuanto, de esta manera, cada palabra del texto masorético se corresponde exactamente, por sus caracteres alfabéticos equivalentes y por el número de sus letras, a la palabra del original cuyo lugar toma. Además, los signos paratextuales de vocalización y de acentuación, con su respeto estricto del texto consonantal por su posición marginal, constituyen una garantía complementaria admirable de la integridad del texto. Fijan de una manera exacta la pronunciación y la lectura tradicional de las palabras y frases. Es por estas razones que se puede afirmar que, a pesar de la desaparición del texto primitivo, poseemos en la práctica el texto original del AT. Esto ha quedado además confirmado por los descubrimientos del mar Muerto, con el hallazgo de manuscritos de gran antigüedad de Isaías y otros libros de la Biblia. Su cotejo con los manuscritos más antiguos que se poseían hasta ahora ha permitido confirmar que las variaciones textuales, en el proceso de copias, han sido prácticamente despreciables, a todos los efectos prácticos, para un lapso de 1.000 años (véanse MANUSCRITOS BÍBLICOS y QUMRÁN (MANUSCRITOS DEL).
La historia del texto del NT, y más claramente la del texto del AT, nos permite aportar al testimonio de las Escrituras, en cuanto a su inspiración, una base material sólida. Podemos afirmar que tenemos las palabras de los viejos textos perdidos. En base a esto, podemos hablar de una inspiración verbal.
El concepto de inspiración verbal implica la inspiración de las palabras, y no de las meras ideas. Porque si las letras trazadas por Moisés, Isaías, Jeremías, etc., han desaparecido por el hecho anteriormente indicado de la transcripción, han quedado las palabras, y podemos leerlas en nuestras Biblias masoréticas. Además, y a la vista de este hecho providencial de la transcripción, parecería inconcebible que Dios haya podido revelar e inspirar ideas sin inspirar al mismo tiempo las palabras que las expresan.
La Biblia nos presenta el proceso de la inspiración de las Escrituras como el acto mediante el cual Dios pone palabras, términos, en la boca de los escritores sagrados. Así, la Biblia es la Palabra de Dios.
Así, leemos, en el AT, lo que Dios dijo a Moisés: «Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca» (Dt. 18:18). También a Jeremías: «dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca» (Jer. 1:9). Estas palabras, estos términos que Jehová ponía en sus bocas, ¿no fueron acaso los que los autores sagrados hicieron también pasar por sus plumas en sus escritos?
En el NT leemos lo que Pablo dice; su testimonio confirma todos los demás testimonios del NT. Afirma él «que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo no lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo» (cfr. Gá. 1:11-12; 1 Co. 15:1-4). «Damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es verdad, la palabra de Dios» (1 Ts. 2:13). «El que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo» (1 Ts. 4:8).
Así, está claro lo que la Biblia dice. No se trata de que Dios revelara sentimientos o ideas a los profetas o a los apóstoles. Se trata de mensajes (exactamente, de palabras o términos). Se trata verdaderamente de la Palabra de Dios, una palabra revelada, dada como tal por Dios, Padre o Hijo, por medio del Espíritu Santo.
La inspiración verbal se aplica a los dos Testamentos. No puede usarse alguna cita en el NT, donde parece que se hace una atribución errónea de autor (p. ej., en Mt. 27:9 se atribuye a Jeremías una profecía que se halla en Zac. 11:13), para objetar a esta afirmación. Estamos muy lejos de poder afirmar que estas citas sean verdaderamente erróneas. (Por lo que respecta a este ejemplo de Mt. 27:9, bien hubiera podido Jeremías haber pronunciado la profecía, que hubiera sido posteriormente reproducida por Zacarías. Zacarías fue posterior a Jeremías. Y hay muchos ejemplos en los que los profetas citan a sus antecesores. Por otra parte, hay también la costumbre de que las divisiones principales de las Escrituras recibían el nombre del libro principal que las encabezaba. Jeremías se usaba muchas veces para denotar a todos los profetas. De una u otra manera, no hay base alguna para pretender que aquí tenemos error alguno.)
«La admisión del principio de la inspiración verbal implica su admisión para todos los escritos del AT y NT. Porque, de la misma manera que cuando se admite el milagro se admite lo sobrenatural, y por ello la posibilidad de todos los milagros, de la misma manera al admitirse la inspiración verbal de los profetas se admite el principio y, por consecuencia, la posibilidad de la inspiración verbal de toda la Biblia» (J. Cadier: «Le Prophétisme du Réveil», PP. 63-66).

(d) La personalidad de los escritores sagrados.
La noción de «inspiración al dictado» suprime la individualidad de los escritores sagrados, al hacer de estos últimos órganos pasivos y mecánicos. La concepción de la inspiración verbal respeta el hecho indiscutible de la personalidad de los escritores sagrados, que salta a la vista en la lectura de la Biblia. Es un hecho evidente que aparece un estilo de Isaías, un estilo de Amós, etc. Cada libro de la Palabra de Dios presenta la impronta de la personalidad de quien lo redactó bajo la dirección del Espíritu.
En el Éxodo es donde leemos con frecuencia términos que destacan la iniciativa de Dios en el mensaje de Moisés: «Habló Jehová a Moisés»; «Jehová habló a Moisés». Y es en este mismo libro que se nota, quizá más intensamente que en cualquier otra sección del Pentateuco, la personalidad del gran profeta (cfr. Éx. 3 y 4).
El Señor hizo de Jeremías, por así decirlo, su instrumento, su hombre, hasta tal punto que el profeta podía escribir: «Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido» (Jer. 20:7). Y por ello este hombre subyugado por el Señor no deja de revelarnos sus horas de crisis, de desaliento o de angustia. «Maldito el día en que nací» (Jer. 20:14). Y llegará a exclamar, en medio de sus sufrimientos (y Dios no se lo impide ni le prohibe que lo registre por escrito): «no me acordaré más de Él, ni hablaré más en su nombre» (Jer. 20:9).
Sí, los hombres de Dios permanecieron siendo hombres, y es un milagro de Dios que los subyugó sin haberlos suprimido, a fin de permitirles que nos entregaran, con sus luchas humanas, el secreto de las victorias del Espíritu.
Tenemos numerosos ejemplos, en el NT, de las reacciones de los discípulos y de los apóstoles, tanto antes como después de su conversión. Recordemos al apóstol Pedro, y también al apóstol Pablo (Ro. 7). Las cartas de Pablo nos revelan con una gran claridad, mayor quizá que cualquiera de los otros libros del NT, la personalidad de los escritores sagrados. Nos muestran que los autores conservan, en palabras de P. F. Jalaguier: «bajo la intervención divina, toda su capacidad intelectual y moral... sometidos, como nosotros, al deber de la vigilancia y de la oración... » Afirman anunciar aquello que han visto y conocido; distinguen, en ciertos casos, entre su opinión personal y las prescripciones obligatorias del Espíritu; en ocasiones se hallan en duda (1 Co. 1:16; 2 Co. 12:2-3); disputan, argumentan, apelan a su buena fe (Éx. 3 y 4; Ro. 9:1; 2 Co. 1:18, 23; Gá. 1:20), y apelan a la conciencia e inteligencia de sus oyentes.
La inspiración verbal es un milagro, el milagro de una «encarnación espiritual», a decir de Adolphe Monod. Para dar cuenta en pocas palabras de la realidad de la inspiración divina y del elemento humano en la inspiración, se puede decir que para comunicar al hombre su Palabra, y para hacerlo, en las palabras que, en las lenguas humanas, tenían que expresarlos de la manera más adecuada, Dios eligió a unos hombres concretos. Los eligió dotándolos de las aptitudes, dones, reacciones y otras características personales, para prepararlos de una manera especial para que fueran, con sus personalidades integrales, los canales más adecuados para lo que en cada momento de la historia Dios quisiera revelar a los hombres, para encarnar por medio de ellos su Palabra. No pidió a estos hombres que aportaran sus propias palabras. Él les dio sus propias palabras. Pero para dar a su palabra, en el corazón de los hombres, todo el eco que Él deseaba dar, tuvo a bien utilizar, al mismo tiempo que los temperamentos y talentos diversos de aquellos hombres especialmente pensados para esta misión, el mismo vocabulario de aquellos que tomaba como sus portavoces. Es así que para dar su multiforme revelación, con sus énfasis diversos, pero con un mismo propósito central, el lenguaje de Juan no es el de Pablo, el de Isaías no es el de Ezequiel. Tenemos aquí a Dios llamando al profeta, al apóstol, desde el vientre de su madre, desde la misma eternidad (cfr. Jer. 1:5; Lc. 1:5-17; Hch. 9:15, etc.). Así, el fenómeno de la inspiración no toca solamente la emisión del mensaje de parte de Dios, sino la misma creación del escritor sagrado, con su personalidad integral, para ser quien transmitiera la palabra de Dios a su generación y a la audiencia universal más allá del tiempo y del espacio.
En resumen, al hablar de inspiración verbal, se destaca que el Autor supremo de las Escrituras, de toda la Escritura, es el Verbo («logos», «verbum»), es decir, Dios. «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.»
Al hablar de inspiración verbal se implica también el modo de percepción de la inspiración bíblica. La inspiración está caracterizada por un mensaje comprendido, recibido por el escritor sagrado en su espíritu. Al recibir así el mensaje divino, el profeta percibía los términos más apropiados a la expresión oral o escrita de este mensaje. Es así que el Señor podía decir a Jeremías: «He aquí, he puesto mis palabras en tu boca» (Jer. 1:9).
Así, hablar de inspiración verbal es afirmar una vez más que Dios, el Verbo Supremo, ha inspirado a los autores bíblicos incluso en las palabras que nos transmitieron. Dios usó los dones que Él dio a los instrumentos humanos que Él eligió, para dar a su Palabra las diversas tonalidades que estimaba necesario darle. Pero es Él, Dios, quien habla por medio de estos instrumentos, y precisamente a través de su diversidad. «Los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo» (2 P. 1:21).
El concepto de inspiración verbal lleva además la inspiración no solamente a los hombres que fueron los instrumentos momentáneos, sino a los escritos que iban a constituir el registro y vehículo permanente de la Revelación.

(e) El testimonio interno del Espíritu Santo.
Queda por considerar brevemente el agente de la percepción y asimilación de la Biblia, Palabra de Dios, es decir, la actuación indispensable del Espíritu Santo, como Aquel que da la clave de las Escrituras al creyente.
La Biblia es la Palabra de Dios, pero, ¿cómo puede esta realidad objetiva producir una experiencia subjetiva? ¿Cómo puede la Biblia llegar a ser para nosotros Palabra viva y eficaz? Por la acción del Espíritu Santo en nosotros. Siendo como es obra del Espíritu, la Escritura no puede ser leída, ni llegar a ser comprensible ni activa en nuestra salvación más que por la interpretación dada por el Espíritu Santo, esto es, por la interpretación del Señor en nosotros. A esto se refería el apóstol Pablo al escribir a los corintios: «Porque hasta el día de hoy, cuando (los judíos) leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado» (2 Co. 3:14).
El Espíritu Santo, el Espíritu del Padre y de Cristo, que El prometió enviar a sus discípulos para que los guiara «a toda la verdad» (Jn. 16:13), el Espíritu Santo, el autor de la Biblia, es el único que está calificado para dar su sentido, y para quitar el velo que oscurece y cierra los ojos y el corazón del hombre natural.
El hombre inconverso, que se pone ante la Biblia con su mentalidad griega, su razón, su sentimiento, está decidido a no asumir que la Biblia es la Palabra de Dios, es decir, la palabra que Dios ha escrito para él en la Biblia, la palabra que se dirige a él de una manera personal, la palabra escrita para su propia regeneración, su santificación y su llamamiento para ser hijo de Dios.
El Espíritu Santo, en su obra en el corazón humano, no solamente da testimonio al creyente de que es hijo de Dios (Ro. 8:16), sino que también abre los sellos que hasta entonces le impedían el acceso a la Palabra de Dios. Él mismo es la clave de esta Palabra. «Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así también nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios» (1 Co. 2:9-11).
Calvino, a quien le fue dado formular la doctrina del testimonio interno del Espíritu Santo, resume así su pensamiento («Institución de la Religión Cristiana I». 7): «La autoridad de las Escrituras es sellada, confirmada en el corazón de los fieles por el testimonio interior del Espíritu Santo... El mismo Espíritu que ha escrito la Biblia habla al fiel y le ilumina las páginas de la Biblia.»
La posesión del Espíritu Santo, que regenera, santifica, consuela y conduce a toda la verdad; que es la expresión actual y permanente de la presencia del Señor; que Dios ha dado a todo el que cree en Jesús el Señor y lo recibe por la fe (Jn. 7:39; Gá. 3:13-14), ésta es la condición esencial y necesaria para la apropiación personal y vivificante de la Biblia, la Palabra de Dios. Y la certidumbre que el Espíritu nos ha dado queda confirmada por el gozo que se desprende de la posesión de la vida divina, y por la armonía perfecta entre la Biblia (el testimonio objetivo del Espíritu) y el testimonio interno del mismo Espíritu. Porque el Espíritu no está dividido: El Espíritu que ilumina al creyente no puede hacer otra cosa que decir amén a lo que él mismo ha dado en la Biblia.

Bibliografía:
Berkhof, L.: «Principios de interpretación bíblica» (Clie, Terrassa, 1973);
Calvino, J.: «Institución de la religión cristiana» (trad. Cipriano de Valera; Felire, Rijswijk, Holanda, 1968);
Chafer, L. S.: «Teología Sistemática», «Bibliología», Tomo 1, PP. 49-128 (Publicaciones Españolas, Dalton, Georgia, 1974);
Darby, J. N.: «Apologetic», n. 1, vol. 6 de «The Collected Writings of J. N. Darby» (Stow Hill, Kingston-on-Thames, reimp. 1964);
Geisler, N. L., ed.: «Inerrancy» (Zondervan, Grand Rapids, 1980);
Kelly, W.: «Inspiration of Scripture» (C. E. Hammond, Londres, 1903, reimp. 1966);
Ramm, B.: «La revelación especial y la Palabra de Dios» (La Aurora, Buenos Aires, 1967).

nom, INTERCESIÓN

tip, DOCT
vet,
En general, la acción de uno que busca el bien de otro, interviniendo en su favor, para conseguirle un beneficio, perdón, etc. Hay muchos casos de intercesión en las Escrituras, y se puede señalar en el AT la intercesión de Abraham ante Dios por Sodoma (Gn. 18:23-33); las múltiples intercesiones de Moisés buscando el perdón de Dios hacia una nación rebelde (Éx. 32:11-14, 21-24; 33:12-16; cfr. Dt. 9:13-29) y muchos otros ejemplos, como los de Samuel, Daniel, Esdras y Nehemías, orando por la bendición y restauración de su pueblo.
En el NT nos encontramos con el gran Intercesor, Cristo. El término gr., «entunchanõ», significa «encontrarse con», interceder. Se refiere a la intercesión de Cristo en favor de sus santos, mientras se hallan en su estado presente, para llevarlos a ser como corresponde a la posición que les ha sido dada por el perdón justificador, y también para levantarlos por encima de sus pruebas, y conducirlos como sacerdotes a los goces y actividades correspondientes al santuario espiritual (Ro. 8:34; He. 7:25). El Espíritu Santo también intercede por los creyentes, cuando ellos no saben orar como debieran, y lo hace con gemidos indecibles (Ro. 8:26, 27).
En 1 Ti. 4:5 se nos ordena que intercedamos por todos los hombres.

nom, INTERÉS

tip, LEYE
vet,
En el hebreo del Antiguo Testamento la palabra «interés» se dice «nesek», que literalmente se traduce por «bocado». A veces se emplea otra palabra, «tarbit», que significa «recargo» o también «suplemento». En el uso de estas dos palabras no hay gran diferencia.
En varios pasajes se da la prohibición específica de no cobrar interés alguno por dinero o por otros bienes que se prestan a los demás (Éx. 22:24; Dt. 23:20; Lv. 25:35-38). Esta prohibición se incorporaba también a los años jubilares.
Los profetas son todavía más exigentes, al decir que quien presta dinero a interés es un malvado (Ez. 18:17). El libro de los Proverbios, aun reconociendo la institución del préstamo a un cierto interés, llama la atención a las consecuencias desastrosas que de él pudieran seguirse (Pr. 28:8).

nom, INTERPOLACIÓN

tip, MANU CRIT
ver, GLOSA
vet,
Reciben este nombre las adiciones hechas a un texto original por algún copista antiguo.
En la Biblia son extremadamente infrecuentes y carecen en la práctica de toda importancia.
La crítica textual en el cotejo de numerosos mss. antiguos del NT provenientes de distintas áreas geográficas y líneas de transmisión ha permitido determinar, p ej., que la segunda parte de Ro. 8:1 es una interpolación: «los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu». Así, en realidad, Ro. 8:1 tiene un carácter incondicional. A esta salvación corresponde un andar, que es lo que se considera en los versículos siguientes. (Véase GLOSA.)

nom, INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA

ver, EXÉGESIS, TEXTO, VERSIONES CLÁSICAS DE LA BIBLIA
vet,
Una de las primeras ciencias que debe conocer quien quiera estudiar la Biblia es la Hermenéutica, o interpretación bíblica.
La «hermenéutica», del griego «hermenevein», es el «arte de interpretar los textos», y precede a la exégesis. Tiene por objeto comprender, dentro de lo posible, el proceso por el cual el autor (en nuestro caso los hagiógrafos) compuso su texto y hacerlo comprensible al lector moderno. El mismo apóstol Pedro, hablando de las Escrituras, dice que «hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras (las del Antiguo), para perdición de sí mismos» (2 P. 3:16).
El Espíritu Santo es el primer intérprete de las Escrituras y asiste a los creyentes para que las entiendan y las apliquen a sus vidas, pero es preciso recordar que las variadas circunstancias que concurrieron en la producción del maravilloso libro requieren de los expositores un estudio detenido y siempre «conforme a ciencia» y a principios hermenéuticos.
La interpretación bíblica tiene una doble vertiente:
(a) El problema del lenguaje, que comprende el estudio del texto, y
(b) el significado del Mensaje.
El descubrimiento del verdadero significado de todas las palabras y términos de un pasaje bíblico es el principio de la interpretación. Se requiere una interpretación del lenguaje, y ello encierra diferentes disciplinas, como la crítica textual, que está al alcance solamente de los especialistas y traductores, pues libros tan antiguos, raros y difíciles no es extraño que se hayan copiado muchísimas veces, y en ocasiones con variantes de un pasaje determinado que necesariamente debe ser esclarecido siguiendo reglas precisas que se aplican a los manuscritos más fieles. El texto de la Biblia ha sido fijado con gran exactitud en nuestros días gracias al paciente análisis de famosos estudiosos.
Son muchas las ciencias auxiliares en la interpretación, así la geografía bíblica, la historia, la literatura, la psicología, la numismática, etc. Como los creyentes bien sabemos, la Biblia, cuando se la lee como libro de salvación, es sencilla y comunica su mensaje que hace al creyente «sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús» (2 Ti. 3:14-17). Cuando se lee con fe, la Escritura habla con sencillez y claridad; en todas partes se encuentran mensajes de perdón de pecados, de deberes cristianos, de sabiduría práctica, de inspiración para solucionar problemas de todos los días.
Cosas a tener en cuenta:
(A) Es preciso leer el texto fijándonos en el contexto, porque la Biblia es su propio intérprete, la Biblia es explicada por la Biblia misma; así, un pasaje oscuro se entiende por otros más claros y luminosos.
(B) Es preciso tomar las palabras en su sentido usual y ordinario en cuanto sea posible; esta regla sencilla es de suma importancia, pues olvidándola se cae en el peligro de dar a la Escritura un sentido arbitrario y caprichoso. Aquí se habrá de tener en cuenta los hebraísmos y peculiaridades del estilo oriental, las costumbres y modo de proceder de los judíos.
(C) Es preciso tomar las palabras en el sentido que indica el conjunto de la frase, porque una palabra puede tener distintos significados según el contexto y según la materia de que trate el autor. Aquí se ha de tener en cuenta el mensaje que el autor trata de comunicar y situar la palabra en el discurso.
(D) Es necesario tomar las palabras en el sentido que indica el contexto, a saber, los versículos que preceden y siguen al texto que se estudia. Aquí topamos, a veces, con interrupciones bruscas del relato, con divisiones que oscurecen el texto, porque como se sabe, la división en capítulos y versículos data solamente de hace unos pocos siglos y fue hecha para facilitar el estudio, pero no fue conocida por los autores sagrados.
(E) Es preciso tomar en consideración el objeto o designio del libro o pasaje en que ocurren las palabras o expresiones oscuras. Así, por ejemplo, algunas epístolas de Pablo fueron escritas con ocasión de los errores, que con gran daño procuraban implantar los judaizantes o «falsos maestros». Si nosotros leemos estos pasajes a la luz del ministerio del apóstol, de su historia personal, de sus luchas, etc., los comprenderemos mejor. Algunos pasajes fueron escritos para ser usados en la liturgia del Templo o para ser cantados por un coro, como algunos salmos que traen el subtítulo de «graduales» y se entonaban mientras se subía por las gradas del Templo.
(F) Es necesario consultar los pasajes paralelos, como dice el texto griego en 1 Co. 2:13: «Explicando las cosas espirituales por las espirituales.» Así, además de aclarar el pasaje, se aprenden conocimientos bíblicos exactos en cuanto a doctrinas y prácticas cristianas. Aquí conviene recordar que existen paralelos de palabras, paralelos de ideas y paralelos de enseñanzas generales. Al consultar esta clase de paralelos se debe primeramente aclarar el sentido de la palabra oscura en el mismo libro o autor en que se halla, luego en los demás libros de la misma época y finalmente cualquier libro de la Escritura.
Este método, combinado con el histórico-gramatical, es excelente para llegar al sentido original de las Escrituras. Cuando somos humildes, el Espíritu nos abre las Escrituras tal como Cristo las abrió a los dos discípulos en camino hacia Emaús (Lc. 24:25). El estudioso de la Biblia sabe muy bien que hay cosas que escapan a los libros de consulta que necesariamente ha de usar en sus investigaciones. Los diccionarios, las gramáticas, los libros de historia son preciosos para entender lo que dice un autor y lo que quiere decir en lo que dice, pero la clave para leer la Biblia cristianamente es la fe en Cristo Jesús (Véanse EXÉGESIS, TEXTO Y VERSIONES CLÁSICAS DE LA BIBLIA.)

Bibliografía:
E. Lund: «Hermenéutica»;
Trenchard, Barrat Ernesto: «Normas de interpretación bíblica», Ed. Lit. Bíb., 1973;
A. R. Miles: «Introducción popular a las Sagradas Escrituras», Ed. Caribe (reedición), 1977;
Tim LaHaye: «Cómo estudiar la Biblia por sí mismo», Ed. Betania, 1977;
Varios autores: «Manual Bíblico ilustrado», Ed. Caribe, 1976;
Berkhof: «Principios de interpretación bíblica», Ed. Clíe, 1973;
Chafer, L. S.: «Teología Sistemática», Ed. Pub. Españolas, 1974.

nom, INTESTINOS

vet,
Las entrañas o partes interiores de que se habla en varias partes de la Escritura (Éx. 12:9; 29:13; Lv. 3:3, 9, 14).

nom, INVIERNO

tip, CALE
ver, ESTACIONES
vet,
Comprendía la estación lluviosa, y también la estación de la cosecha de otoño (Gn. 8:22; Sal. 74:17; Zac. 14:8).
Era también el tiempo del frío (Jer. 36:22; Am. 3:15).
En el NT, «cheimõn» (Jn. 10:22) se corresponde con la estación lluviosa (heb. «hõreph»).
El verbo «paracheimazõ» significa «invernar» (Hch. 27:12).
(Véase ESTACIONES.)

nom, INVOCAR (el nombre del Señor)

vet,
Significa rogarle como a Dios (Gn. 12:8).
Esta expresión se repite varias veces en la Biblia (Sal. 79:6; 105:1).
Éste es también su significado cuando se refiere a Cristo en el NT, a quien los cristianos, desde el principio, adoran como la manifestación en la carne del Dios previamente revelado en el AT, y manifestado en la consumación del tiempo para obrar la salvación (Hch. 2:21; 7:59; Ro. 10:12; 1 Co. 1:2; cfr. He. 1:1).

nom, IOTA. Véase JOTA Y TILDE.

nom, IRA

ver, INCREDULIDAD, DÍA, CASTIGO ETERNO, JUICIO, PACIENCIA
vet,
La ira, cuando se adueña del hombre, es generalmente una manifestación de la naturaleza pecaminosa del hombre que monta en cólera, y queda patente la desaprobación de Dios hacia ella y sus efectos. «La ira del hombre no obra la justicia de Dios» (Stg. 1:20), y las Escrituras insisten una y otra vez en contra de este estado de ánimo (Sal. 37:8; Pr. 12:16; 15:1; 19:19; 26:17; 27:4; 29:11; 2 Co. 12:20; Gá. 5:20; Ef. 4:31; Col. 3:8; 1 Ti. 2:8).
La ira, en el hombre, es pecaminosa en cuanto es fruto de su naturaleza caída, de su egoísmo.
Por la ira, el hombre puede llegar a perder el dominio propio, cosa que Dios detesta.
El creyente es exhortado a ser sobrio (1 Ts. 5:6; Tit. 1:8; 2:2, 12; 1 P. 1:13; 4:7; 5:8), lo cual implica evidentemente sobriedad en su manera de actuar, el dominio de sus emociones, para gloria de Dios.

nom, IRA DE DIOS

ver, INCREDULIDAD, DÍA, CASTIGO ETERNO, JUICIO, PACIENCIA
vet,
Al ser Dios santo y justo, la manifestación de su ira es asimismo propia y justa. Sin embargo, las Escrituras afirman que Dios es «tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad» (Éx. 34:6; cfr. Nm. 14:18; Neh. 9:17; Sal. 86:15; 103:8; 145:8; Nah. 1:3; cfr. Ro. 9:22).
La clave de la manifestación de la ira de Dios se da en Ro. 1:18, «se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad». Pese a que Él es lento para la ira, ésta se manifiesta, y se ha manifestado gubernamentalmente en la historia, con juicios sobre el pueblo de Israel, al provocarlo ellos a ira con sus múltiples infidelidades, injusticias, rapiñas, maldades y rebeliones (cfr. Éx. 32:10; Lv. 26:14-46; Nm. 11:1-34; 12:1-15; Dt. 9:7-29; Jue. 2:12; 2:20; 3:8; 10:7; 2 R. 24:20; 2 Cr. 36:16; Esd. 5:12; 9:26, etc.).
Los profetas anuncian el día de la ira, cuando vendrá Dios a establecer su reino (Is. 13:9 ss.). Será mediante juicios abrumadores que los moradores de la tierra aprenderán justicia (cfr. Is. 26:9). Aquellos que no han querido recibir el amor de Dios deberán ser objeto de su ira (Ro. 2:2-11).
Apocalipsis habla de «la ira del Cordero» (Ap. 6:16), y describe los tremendos juicios de la ira de Dios cuando llegue el momento en que Dios dé término a su paciencia ante un mundo que ha rechazado a su Cristo y que se burla de sus llamamientos de amor al arrepentimiento (Ap. 6:17; 15:1, 7; 16:1 ss; 19:15, etc.; cfr. Sal. 50).
Esta ira de Dios se manifestará «en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo» (2 Ts. 1:18). (Véase INCREDULIDAD.)
Dios, que no quiere la muerte del pecador, sino que desea la salvación para todos, llama y advierte, por boca del mismo Jesucristo, a «huir de la ira que vendrá» (Mt. 3:7; 18:34, 35), habiendo llevado sobre Sí mismo, en Su gracia maravillosa, la ira de Dios por nuestros pecados para que pudiéramos quedar libres de la ira y maldición (Gá. 3:13, 1 Ts. 1:10) (Véanse DÍA, DÍA DEL SEÑOR, CASTIGO ETERNO, JUICIO, PACIENCIA)

nom, ISAAC

tip, BIOG TIPO HOMB HOAT
ver, NUZU
vet,
= «risa».
El hijo de Abraham y Sara nacido probablemente en Beerseba (Gn. 21:14, 31) cuando su padre tenía 100 años y su madre algo más de 90 (Gn. 17:17; 21:5).
Cuando Dios dio la promesa de que Sara tendría un hijo, Abraham, incapaz de creerlo, se puso a reír (Gn. 17:17-19). Más tarde, al oír la misma promesa dada por un extraño que se había detenido en sus reales, Sara se rió también de incredulidad (Gn. 18:9-15). Después del nacimiento del niño, reconoció gozosa que Dios le había dado motivos para reír, tanto a ella como a sus amigas, pero con risa de alegría (Gn. 21:6). Como recuerdo de estos acontecimientos, Abraham lo llamó Isaac, «él ríe» (Gn. 21:3).
Fue circuncidado al octavo día (Gn. 21:4).
Isaac, el hijo de la promesa y heredero legítimo, gozaba de mayores privilegios que Ismael, hijo de Abraham y de la esclava (Gn. 17:19-21; 21:12; 25:5, 6).
Dios sometió a Abraham a prueba respecto a Isaac, ordenándole que lo ofreciera en holocausto (Gn. 22:6). Según Josefo, Isaac tenía entonces 25 años. Isaac no se resistió, por respeto a su padre y a Dios. El ángel del Señor intervino, impidiendo el sacrificio en el momento en que iba a ser llevado a cabo, y Abraham halló allí un carnero, que ofreció en lugar del joven. Son varias las lecciones que se desprenden de este hecho. En primer lugar, Dios no consintió la consumación de un sacrificio humano. Los cananeos y otras naciones idolátricas los llevaban a cabo, pero Dios manifiesta su horror ante tales prácticas, y las condena severamente (cfr. Lv. 18:21; 20:2; Dt. 12:31). Pero hay también otras dos lecciones que se pueden ver en este pasaje. En primer lugar, la prueba de la fe de Abraham. Dios había prometido a Abraham una numerosa posteridad que le vendría por Isaac; por otra parte, su hijo debía ser ofrecido en holocausto. La sencilla conclusión de Abraham fue que su hijo resucitaría (cfr. He. 11:17-19). Pero, lo más importante, es que Isaac es un tipo de la Cruz. El hijo único, amado, tanto tiempo prometido y esperado, es ofrecido en Moria (cerca del Calvario, Gn. 22:2; 2 Cr. 3:1). Él, consciente libremente de su muerte, lleva la madera del suplicio, se dirige hacia el suplicio con su padre, que extiende la mano él mismo para darle muerte (Is. 53:4, 6, 10). Isaac, salvado por la ofrenda cruenta de un sustituto (el carnero), es devuelto a Abraham por una resurrección «en sentido figurado» (He. 11:19). Jesucristo cumplió totalmente este tipo, muriendo verdaderamente como nuestro sustituto, sufriendo el castigo de Dios, siendo restituido al Padre mediante una verdadera resurrección.
Isaac habitaba en el Neguev (Gn. 24:62), y era amante de la soledad. Sufrió hondamente la muerte de su madre (Gn. 24:63, 67). Se casó a los 40 años, pero no fue hasta los 60 que tuvo hijos de su mujer Rebeca (Gn. 25:20, 26). El relato de la expedición del mayordomo de Abraham, comisionado por éste para que consiguiera una esposa para Isaac (Gn. 24), es una de las más bellas páginas de las Escrituras. Constituye un tipo del Padre enviando al Espíritu Santo a buscar Esposa (la Iglesia) para el Hijo (cfr. L. S. Chafer: Teología Sistemática, «Eclesiología», tomo II, PP. 143-146). Además, arroja mucha luz sobre las costumbres de aquellos tiempos, y está lleno de colorido y vivacidad.
La debilidad de Isaac hacia Esaú, sabiendo que Jacob había sido elegido por Dios para heredar la bendición (Gn. 25:21-26), le acarreó una gran tristeza: verse privado durante muchos años de la presencia de su hijo Jacob, y conocer el odio tomado por Esaú hacia su hermano.
Por orden de Dios, Isaac no descendió a Egipto en una época de hambre (Gn. 26:1). Tuvo conflictos con los filisteos, que moraban en Gerar (Gn. 26:6-30) en su búsqueda de pozos para sus ganados. Después del retorno de Jacob, ya reconciliado con Esaú, pudo ver a su hijo y su descendencia, cuando habitaba en Arba (Hebrón). Allí murió a los 180 años de edad, siendo sepultado por sus hijos (Gn. 35:27-29).
El NT alude a Isaac, el hijo de la promesa (Gá. 4:22, 23), declarando que él manifestó su fe durante su vida de nómada, morando en su tienda, y bendiciendo a Jacob y a Esaú «respecto a cosas venideras» (He. 11:9, 20).
Las cartas de Nuzu, descubiertas en un lugar cercano a la moderna Kirkuk entre 1925 y 1941, no solamente ilustran la vida y las costumbres de los patriarcas, sino que dan ejemplos semejantes al nacimiento de Ismael (Gn. 16:1-6). El código matrimonial de Nuzu estipulaba que una mujer estéril debía dar a su marido una esclava como concubina. Si esta esclava tenía un hijo, éste no podía ser despedido. Esto explica la mala disposición de Abraham a despedir a Ismael cuando Sara se lo pidió. Esta demanda era contraria a la costumbre; y Abraham no cedió más que ante la intervención de Dios, con su promesa formal igualmente dada a Ismael (Gn. 21:9-13). (Véase NUZU.)

nom, ISACAR

tip, BIOG TRIB TR12 SACE HOMB HOAT
sit, a6, 315, 173
vet,
= «recompensa».
(a) Noveno hijo de Isacar y quinto de Lea. No se da ningún dato biográfico de él, excepto que tuvo cuatro hijos, que vinieron a ser príncipes de la tribu. En la bendición de Jacob a sus hijos, de Isacar dijo: «asno fuerte que se recuesta entre los apriscos; y vio que el descanso era bueno y que la tierra era deleitosa; y bajó su hombro para llevar, y sirvió en tributo» (Gn. 49:14, 15). En la bendición de Moisés, Zabulón e Isacar son mencionados juntos, y se señala también a su destino hacia la actividad en lo comercial, en este último caso ya en condiciones mileniales de justicia (Dt. 33:18, 19). Muchos de la tribu de Isacar se unieron a David en Siclag, de los que se dice que eran «entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel tenía que hacer» (1 Cr. 12:32). En la primera cuenta había 54.400 hombres de Isacar dispuestos para la guerra, y en la segunda, 64.300. Son descritos como «hombres valientes en extremo» (1 Cr. 7:4, 5). La tribu poseía una de las secciones más feraces de la tierra, incluyendo la extensa llanura de Jezreel, con el Jordán como su límite por unos 70 Km. En Ap. 7:7 se hallan 12.000 de Isacar entre los 144.000 señalados.
(b) Hijo de Obed-edom, levita de la familia de Coré (1 Cr. 26:5).

nom, ISAÍ

tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
= «Jehová es».
Hijo de Obed, belenita, padre del rey David. Es poco lo que se registra de él. Cuando David fue perseguido por el rey Saúl, Isaí fue protegido, junto con su esposa, por el rey de Moab, en cuya tierra hallaron refugio (1 S. 22:1-4).
El Mesías, hijo de David, recibe también el nombre de «una vara del tronco de Isaí» y «la raíz de Isaí» (Is. 11:1, 10).
nom, ISAÍAS
tip, BIOG PROF CRIT HIST HOMB HOAT LIAT
fot, dib00174, dib00175, dib00406
ver, MANUSCRITOS BÍBLICOS, QUMRÁN
sit,
vet,
= «Jehová ha salvado».
Profeta de Judá bajo los reinos de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías (Is. 1:1; cfr. 6:1; 7:3; 14:28; 20:1, 2; 36:39).
Era hijo de Amoz, que no debe ser confundido con el profeta Amós. Son pocas las indicaciones acerca de su personalidad. Pero en base a algunos pasajes, se advierte que se trata de un carácter humilde y compasivo (Is. 6:5; 16:9; 21:3; 65:2). Son asimismo pocas las indicaciones acerca de su familia. Su padre era Amoz, del que también se hace mención en 2 R. 19:2.
Según Is. 7:3 y Is. 8:13, 18, el profeta estaba casado, y era padre de al menos dos hijos.

(a) ÉPOCA.
La época de Isaías es de fácil determinación, como ya hemos visto de los datos que proporciona el libro. Fue llamado al oficio profético en el año de la muerte del rey Uzías (Is. 1:1; 6:1), alrededor del año 758 a.C. Ejerció su ministerio hasta el final del reinado de Ezequías (invasión de Senaquerib, 701-700 a.C.). Entre estos dos reyes hubo los reinados de Jotam y de Acaz (32 años en total, 2 Cr. 27:1; 28:1). Pero todo induce a creer que prosiguió su ministerio bajo Manasés (2 R. 21), al menos durante uno o dos años. Lo que permite suponer esto, es:
(A) El conjunto de profecías acerca de las desventuras del pueblo exiliado (Is. 40-66), que reflejaban unas pruebas ya conocidas, y
(B) la tradición judía que relata que Isaías murió mártir bajo el reinado del impío Manasés. Según esta tradición, fue condenado a muerte por haber osado decir que había visto a Dios (Is. 6), y por haber comparado Jerusalén con Sodoma y Gomorra (Is. 1:9; 3:9). Otra tradición dice que fue muerto por haber añadido, con sus oráculos, a la Ley de Moisés, o por haberla contradicho. Poco importa por qué, lo que parece cierto es que murió mártir, y se cuenta que, habiéndose refugiado el profeta dentro del tronco hueco de un cedro, el rey dio orden de serrar el árbol con él dentro. Es posible que sea a este hecho al que se hace alusión en He. 11:37.
El reinado de Ezequías fue de 29 años (2 Cr. 29:1), por lo que la actividad de Isaías debió de ser ejercida durante alrededor de 60 años, desde la muerte de Uzías, en el año 758 a.C., hasta el inicio del reinado de Manasés, en el año 698 a.C. Si se supone que el profeta tenía solamente 20 años cuando fue llamado, su vida se prolongó alrededor de 80 años, y la fecha de su libro puede situarse entre los años 750 y 700 a.C.

(b) MARCO HISTÓRICO.
Isaías era del reino de Judá, y allí profetizó, en uno de los períodos más críticos de la historia de su país. Para comprender su mensaje, es preciso tener conocimiento de esta historia. A continuación se da el resumen de las monarquías citadas por el mismo profeta (Is. 1:1).
El reinado relativamente pacífico de Uzías (cfr. 2 R. 16:3; 2 Cr. 26:1, 23) fue seguido por una serie de calamidades (2 Cr. 26:16-23). Bajo el reinado de Jotam, Rezím, rey de Damasco, y Peka, rey de Israel, habían tratado de destruir el reino de Judá (2 R. 15:37; 16:5). La lucha se prolongó hasta dentro del reinado de Acaz. Es en esta época que Isaías profetizó la cercana caída de los enemigos de Judá y la ascensión del poder de Asiria (Is. 7-8). Poco después, los acontecimientos confirmaron su predicación: Siria y Samaria fueron invadidas por Tiglat-pileser y Damasco fue tomada (732 a.C., cfr. 2 R. 16:7; 15:29; 2 Cr. 28:16; Is. 17:1, 3). Diez años más tarde, se precipitó la caída del reino del norte, cayendo Samaria en el año 722 mientras Ezequías reinaba en Judá (2 R. 17:3; 18:9; Is. 28:1). Sargón emprendió una campaña contra Palestina y Egipto (Is. 10; 20). Después, Senaquerib invadió Judá en el año 701 a.C., poniendo sitio a Jerusalén, sitio que tuvo que levantar debido a una intervención milagrosa del Señor (Is. 14:24, 27; 17:12, 14; 38; cfr. 2 R. 18:13; 19:37). Entonces el profeta proclamó la caída del imperio asirio; estaba resurgiendo el imperio babilónico, y en su búsqueda de grandeza trataba de hallar aliados. Incluso envió una delegación a Ezequías (2 R. 20:12-13).

(c) MENSAJE DE ISAÍAS.
Llevado por el Espíritu, Isaías denuncia las infidelidades de su pueblo. Ve en estas infidelidades la causa básica de las desventuras que cayeron sobre el reino del norte de Israel, amenazando a Judá con un castigo semejante en un término más o menos largo. Profeta de Judá, reprochó a su pueblo por su superstición, su formalismo, su idolatría, su crueldad, su inmoralidad y codicia. Pero también ataca los pecados de los enemigos de Judá (Babilonia, Is. 13; 24; 47; Tiro, Is. 23; Asiria, Is. 10; 33; Edom, Is. 34-35).
De todas formas, su mensaje no deja de dar una nota de esperanza. Esta nota de esperanza domina su obra. Si predice a su pueblo el cautiverio y los prolongados sufrimientos, anuncia también el retorno del exilio y la liberación (Is. 40). Llega incluso a precisar el nombre del liberador, y ello dos siglos antes de su nacimiento, en la persona de Ciro (Is. 44:28; 45:1, 13). Y, más allá de la visión de la liberación de Judá y su restauración (Is. 44; 45; 60; 61), el profeta, cuyo mensaje es esencialmente mesiánico, tiene la visión sublime del Siervo de Jehová. Este «Ebed Yahveh» vendrá, no sólo para socorrer a Israel, sino para dar a todos los pueblos de la tierra su Espíritu de paz, de justicia y de salvación. Este Siervo, en definitiva, se revela al profeta bajo los rasgos de Varón de dolores, del Mesías que lleva sobre sí el pecado del pueblo y que, por sus sufrimientos y expiación, vendrá a ser el Mesías victorioso y el Salvador del mundo. Es esta visión, cuya expresión más sublime se halla en Is. 52:13-53:12, la que permite llamar a Isaías el quinto evangelista.
Muchos exegetas, al examinar los caps. 44 a 53, han emitido las siguientes opiniones en cuanto a la identidad del Siervo de Jehová:
(A) Para unos, el profeta lo habría visto bajo los rasgos de Ciro, el libertador de los exiliados (Is. 44; 45), pero ésta es una opinión insostenible. En los caps. 44 y 45 sólo se trata de la restauración de Jerusalén y del Templo y Ciro nunca recibe el epíteto de Ebed Yahveh. El profeta lo llama: mi pastor (rey) (Is. 44:28), ungido (Is. 45:1), y es presentado como libertador (cfr. Is. 45:13).
(B) Para otros, el profeta habría tenido una visión de carácter doble:
(I) En principio, el profeta habría visto en el Siervo de Jehová una colectividad. Esta colectividad tenía el nombre de «Jacob», «Israel» (Is. 44:1, 2, 21; 45:4; 48:20; 49:3, 5). Se trata, examinando bien el texto, de un remanente. Los exiliados fueron, como la mayor parte de sus antepasados, infieles (Is. 48). El profeta veía al Siervo en un residuo de Israel, molido y purificado por los sufrimientos del exilio, y espiritualmente victorioso de la prueba (Is. 45:20-25). De ahí el llamamiento a los exiliados que se mantuvieron fieles en tanto que muchos de sus hermanos habían sucumbido a las tentaciones de Babilonia; de ahí la poderosa proclamación del llamamiento de Israel (Is. 46:3; 49:6).
(II) Después, el profeta, consciente de que ningún residuo, de que ninguna colectividad podría llevar a cabo la obra mesiánica querida por Dios, fue llevado en su visión a centrarse a ver el Siervo en una persona. El solapamiento entre la visión colectividad y la visión persona es perceptible, especialmente en Is. 50-52:1-12. Lo cierto es que ni el pueblo de Israel en su conjunto, ni una élite de este pueblo, podrían pretender cumplir la voluntad de Yahveh-Salvador. Ello sólo podría hacerlo un individuo puesto aparte, diferente de los hijos de los hombres (Is. 52:14), apto, por su doble naturaleza, humana y divina, para llevar nuestras enfermedades y cargar sobre Sí nuestras iniquidades (Is. 53:4-5).
No debe sorprender que se nos ofrezcan estos dos planos sucesivos en el mensaje mesiánico de Isaías. Israel había sido elegida como nación para ser luz a las naciones, y para llevar la salvación hasta los extremos de la tierra (Is. 49:6). Al recordar esta vocación que un residuo fiel al menos hubiera debido llevar a cabo, lo mismo que al reducir el Siervo fiel a una sola persona, el profeta está además lanzando un reproche a su pueblo. Así es como se puede explicar el aparente solapamiento de las dos visiones del Siervo de Jehová: el Siervo de Jehová colectivo, que es el remanente de la nación, en medio del cual aparece el verdadero Siervo de Jehová, la persona del Mesías. Así como Israel fue una vid plantada por Jehová, pero que dio uvas silvestres (Is. 5:1-7), el Mesías pudo decir: «Yo soy la vid verdadera» (Jn. 15:1). Y también Él es el Siervo fiel, en medio de un residuo que, en tanto que le reconozca, vendrá a ser también Siervo de Jehová. Así, el profeta presenta al Siervo-Persona irrumpiendo y dominándolo todo. Y los cristianos, iluminados por el Evangelio, no pueden dejar de percibir la patente identidad del Siervo único, tal como aparece en los caps. 52:13-53:12, con la persona de Jesucristo. Éste es uno de los puntos culminantes de la inspiración profética, junto con el Salmo 22 y otras joyas proféticas.
El mensaje de Isaías desborda el marco de la historia y salvación espiritual de Israel y de las naciones. Describe los tiempos mesiánicos, esto es, el reino de Dios sobre la tierra. En relación con esto se deberían leer Is. 24-27; 60-65; 8:23-9:6; 11. Así, tiene un carácter escatológico. La panorámica que Isaías nos ofrece es vasta. Abarca el dilatado período de tiempo desde la época del profeta hasta la segunda venida de Cristo, y su reinado de paz. El mensaje del libro puede quedar clasificado alrededor de estos tres temas fundamentales:
(A) Temas específicamente históricos (Is. 1-39, excepto algunos pasajes escatológicos: Is. 8:23-9:5; 11; 24-27),
(B) tema mesiánico (Is. 40-55),
(C) tema escatológico (Is. 56-66 y 8:23-9:6; 11; 24-27).

(d) PROBLEMA CRÍTICO.
Si para nosotros la autenticidad del libro de Isaías no puede ser puesta en tela de juicio, no sucede así con una gran cantidad de críticos. Se puede afirmar que «la teología oficial» rechaza la «isaicidad», es decir, la paternidad de toda la obra por parte de Isaías. A continuación se da cuenta muy resumida de estas hipótesis críticas, con un sumario de las razones para rechazarlas.
La Alta Crítica afirma que este libro fue escrito por un mínimo de tres autores: Isaías uno de ellos, indudablemente, y dos autores anónimos posteriores que habrían situado sus escritos bajo la cubierta de la autoridad de Isaías (ficción literaria). Recapitulamos las alegaciones que se presentan de la siguiente manera:
(A) Isaías habría escrito los caps. 1-39, a excepción de una serie de pasajes a lo largo de estos capítulos, que no le podían ser atribuidos.
(B) Los caps. 40-55 tendrían por autor a un escritor anónimo de la época del exilio, a quien se le da el nombre de «deutero-Isaías». El profeta describe aquí una situación totalmente diferente a la de los capítulos anteriores, esto es, la situación acerca de la que tuvo que dar testimonio al retorno de Babilonia. El estilo, además, sería diferente, así como el vocabulario. Y, de todas maneras, ¿cómo habría podido Isaías anunciar el nombre de Ciro casi dos siglos antes del nacimiento de este rey? Esta sección habría sido escrita alrededor del año 540 a.C.
(C) Finalmente, los caps. 56-66, con un estilo más lírico y más místico a la vez, de un tema esencialmente escatológico, pertenecerían a otro autor de una época muy incierta (300 a.C. para unos, alrededor del año 200 a.C., para otros). Esta sección recibe el nombre de «trito-Isaías».
A las hipótesis de la Alta Crítica se puede responder concisamente con las palabras de Edward Strachey: «Las normas de la crítica nos imponen la aceptación de Isaías como autor único hasta que no se nos demuestre lo contrario.» Estas pruebas no nos han sido dadas, y las normas sobre las que reposa la hipótesis de los dos autores anónimos son sumamente frágiles: la psicología y el vocabulario (o estilo). Se trata de argumentos profundamente subjetivos. ¿Por qué rechazar que un profeta que predijo el exilio podría también predecir el retorno del exilio? Tampoco hay dificultad alguna en admitir que un autor que ha estado escribiendo a lo largo de casi 60 años haya podido manifestar estilos literarios diferentes, con variación de vocabulario, entre los escritos de la juventud, los de la madurez, y los de la ancianidad. El estilo y el vocabulario de «La doctrina cristiana» y de ciertos poemas y cartas de John Milton son muy diferentes en estilo y vocabulario de su «Paraíso perdido», de manera que ahí también, siguiendo los métodos de la Alta Crítica, podrían suponerse diferentes autores Y los ejemplos podrían multiplicarse. Sobre este tema, C. S. Lewis tiene un interesante artículo titulado «Fern Seeds and Elephants» en un libro de ensayos y artículos que lleva el mismo título.
La verdadera razón que explica que se propongan estas hipótesis es el rechazo «a priori» de lo sobrenatural, la negación, ya de entrada, de la inspiración de la Biblia. La Alta Crítica rechaza admitir que un profeta pudiera predecir acontecimientos que fueran a producirse muchos siglos después de él; rehúsa admitir que el Isaías del siglo VIII a.C. hubiera podido dar el nombre de una persona del siglo VI a.C., Ciro, porque no cree en la Biblia, la Palabra del Dios que anuncia lo por venir desde el principio (Is. 46:10). Para todo el que cree con Pablo que «toda la Escritura es inspirada por Dios» (2 Ti. 3:16), la unidad del autor no constituye ningún problema. Isaías, el profeta que firmó y fechó su libro (Is. 1:1), es su único autor humano.
Y ésta era la postura de Jesucristo y de sus apóstoles, con toda la autoridad que ello tiene. Es a Isaías que le atribuye de manera indiscutida la paternidad de los caps. 40-66, al igual que los caps. anteriores. Mt. 8:17 cita el cap. 3 de Isaías en estos términos «...para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías» .Del mismo modo, Mt. 12:17-21 cita Is. 42:1-4; Lc. 3:4 cita Is. 40:3; Lc. 4:17-19 cita Is. 61:1-3; Jn. 1:23 cita Is. 40:3; Jn. 12:38-41 cita Is. 53:1; etc. Por último, se debe destacar que la unidad del libro de Isaías ha sido matemáticamente confirmada por el rollo completo de Isaías descubierto en la Cueva I de los mss. de Qumrán, en el año 1947. Este rollo, al que se le ha asignado una fecha de 100 a 120 a.C., es un ms. que reproduce íntegramente la profecía, y sin ninguna indicación que pueda llevar a confirmar las hipótesis de la Alta Crítica. (Véanse MANUSCRITOS BÍBLICOS, QUMRÁN.)
Con W. H. Guiton («Introduction à la Bible, p. 142), podemos decir del libro de Isaías que «es un majestuoso edificio en el que parece que hallamos todos los estilos, pero de manera que dan impresión de armonía. Sobre la fachada de este edificio aparecen, en caracteres flamígeros, estas palabras: «Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria» (Is. 6:3).

Bibliografía:
Allis, O. T.: «The Unity of Isaiah» (Tyndale Press, Londres, 1951);
Archer, G. L.: «Isaiah», en The Wycliffe Bible Commentary (Moody Press, Chicago, 1962);
Darby, J. N.: «Thoughts on Isaiah the Prophet», en The Collected Writings of J. N. Darby (Stow Hill, Kingston-on-Thames, reimpr. 1695, vol. 30, PP. 168-240);
Kelly, W.: «Notes on Isaiah», en The Bible Treasury, serie de artículos desde enero 1865 hasta diciembre 1866;
Kinder, D.: «Isaías», en Nuevo Comentario Bíblico (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1977);
Martin, A.: «Isaías - La salvación del Señor» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1979);
Young, E. J.: «The Book of Isaiah» (Eerdmans, Grand Rapids, 1965).

nom, ISBI-BENOB

tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
= «morador en Hob».
Gigante que estuvo a punto de matar a David en una batalla, pero que fue muerto por Abisai (2 S. 21:16, 17).

nom, IS-BOSET

tip, BIOG REYE HOMB HOAT
ver, DAVID, SAÚL
vet,
= «hombre de vergüenza».
Uno de los hijos menores de Saúl. Al principio se llamaba Es-baal (1 Cr. 8:33; 9:39; «el hombre del señor, u hombre de Baal»). Este nombre fue cambiado a Is-boset, ya sea en su vida, cuando la gloria de su dinastía se desvaneció, ya posteriormente, al caer en descrédito el término baal, porque recordaba la idolatría.
Parece que Is-boset no participó en la batalla de Gilboa. En todo caso, escapó de la matanza.
A la muerte de Saúl, David reinó sobre Judá, pero las otras tribus rehusaron adherirse a él, ungiendo como rey a Is-boset en lugar de su padre Saúl. Reinó durante dos años (2 S. 2:8-10).
En su guerra con David, su general era Abner, que lo abandonó debido a una disputa (2 S. 3:6-12). Abner fue asesinado traicioneramente por Joab (2 S. 3:22-30) y, poco después, Is-boset caía víctima de una conspiración de dos de sus capitanes, que llevaron su cabeza a David (2 S. 4:1-8). David hizo enterrar honrosamente la cabeza de Is-boset y dio muerte a sus asesinos (2 S. 4:9-12). (Véanse DAVID, SAÚL.)

nom, ISMAEL

tip, BIOG FUNC HOMB HOAT
ver, ISAAC, ISMAELITAS
vet,
= «Dios oye».
(a) Hijo de Abraham y de Agar, la esclava egipcia. Nació cuando Abraham, de 86 años de edad, había pasado ya diez años en Canaán (Gn. 16:3,15; cfr. Gn. 12:4).
Ismael es hijo de la sabiduría carnal, no de la fe. Es el hijo de un padre que, ante la promesa de Dios, se deja cegar por las aparentes imposibilidades y se esfuerza por obtener, por medios humanos, el resultado de la promesa.
Cuando la circuncisión fue instituida para la familia de Abraham, Ismael tenía 13 años (Gn. 17:25). Al año siguiente nació Isaac, cuando su madre ya había pasado la edad de tener hijos. Él fue el hijo de la promesa y la respuesta de Dios a las dudas de sus padres (Gn. 21:5, véase ISAAC).
Durante la fiesta del destete de Isaac, Ismael se hizo notar por su actitud burlona. Por primera vez en la familia de Abraham, el que había nacido de la carne y de la incredulidad, se burlaba del heredero de la promesa. El apóstol Pablo muestra este acontecimiento como una alegoría (Gá. 4:22-31). Este comportamiento de Ismael conllevó su expulsión y la de su madre. Fueron errando por el desierto de Beerseba, donde estuvieron a punto de morir de sed. El ángel del Señor dirigió a Agar hacia una fuente de agua, lo que les salvó a ambos la vida. Ismael creció y se fortaleció en el desierto de Parán, al sur de Canaán, viviendo de su arco.
Ismael se casó con una egipcia (Gn. 21:3-21). Fue padre de doce príncipes, según la promesa de Dios a Abraham (Gn. 17:20; 25:12-16). (Véase ISMAELITAS.). Tuvo además una hija, que vino a ser esposa de Esaú (Gn. 28:9; 36:10). Ismael e Isaac sepultaron juntos a su padre Abraham (Gn. 25:9).
Ismael murió a los 137 años de edad (Gn. 25:17).
(b) Descendiente de Jonatán (1 Cr. 8:38; 9:44).
(c) Alto funcionario con poderes judiciales, padre de Zebadías (1 Cr. 19:11).
(d) Hijo de Johanán; participó en la conspiración que hizo caer a Atalía (2 Cr. 23:1).
(e) Miembro de la casa real de Judá, dio muerte a Gedalías, el gobernador que Nabucodonosor había puesto sobre Judea después de la caída de Jerusalén, luego de haberse granjeado su confianza. Después de varias incidencias, consiguió llegar al país de los amonitas, que lo habían inducido a cometer estos crímenes (2 R. 25:25; Jer. 40:7-16; 41:1-18).
(f) Hijo de Pasur; Esdras lo persuadió para que despidiera a su mujer extranjera (Esd. 10:22).

nom, ISMAELITAS

tip, TRIB
vet,
Descendientes de Ismael, tenían sangre egipcia y de Abraham. Ismael dio origen a doce tribus (Gn. 17:20; 25:12-16).
Moraban en el norte de Arabia, entre Havila, Egipto y el Éufrates (Gn. 25:18; Ant. 1:12, 4).
Alguna tribu, como la de los nabateos, se volvió sedentaria, pero la mayor parte de estos pueblos mantuvo el carácter nómada, permaneciendo en el desierto.
Los hermanos de José lo vendieron a ismaelitas que viajaban con sus camellos entre Galaad y Egipto. El texto precisa que José fue sacado de la cisterna por «los madianitas mercaderes» (Gn. 37:28); indudablemente, formaban parte de la caravana. El Sal. 83:6 menciona a los ismaelitas junto con los edomitas, moabitas y agarenos.
En un sentido más extenso, «ismaelitas» designa a las tribus nómadas del norte de Arabia. La liga ismaelita llegó a incluir a tribus de otras razas (Jue. 8:24; cfr. Jue. 7:25; 8:22, 26).
Todos los árabes, siguiendo a Mahoma, se proclaman descendientes de Ismael.

nom, ISRAEL

tip, BIOG HOMB HOAT TRIB
ver, JACOB
vet,
= «luchador con Dios».
Nombre dado a Jacob a su retorno de Mesopotamia, cuando hubo cruzado el torrente Jaboc, y después de su lucha con el ángel en Peniel (Gn. 32:22-32). (Véase JACOB.)
nom, ISRAEL ( Pueblo)
tip, TRIB HIST
ver, JACOB, JUDÁ, CRONOLOGÍA BÍBLICA, CAUTIVERIO, SARGÓN, TRIBULACIÓN (La gran), MILENIO, IGLESIA, HIGUERA, HEBREO, HISTORIA BÍBLICA, JERUSALÉN, JUDÁ, JUDÍO, EGIPTO, ÉXODO
sit,
vet,
PUEBLO DE ISRAEL,
Se da este nombre al conjunto de los descendientes de Jacob a través de toda la historia. Asumieron el nombre que le había sido dado a su padre todavía en vida de él (Gn. 34:7).
Este nombre se usa frecuentemente en la peregrinación en el desierto (Éx. 32:4; Dt. 4:1; 27:9), pero se dice también «hijos de Israel». Hasta la muerte de Saúl, estas dos expresiones, «Israel» e «hijos de Israel», tomadas en un sentido nacional, englobaban el conjunto de los hebreos, sin distinción de tribus. Pero había diversas causas, en particular las geográficas, que tendían ya a separar Judá del resto de Israel. La distinción estaba ya reconocida antes de que se efectuara la distinción entre los dos reinos (1 S. 1:8; 17:52; 18:16). (Véase JUDÁ.) En tanto que se mantuvo la monarquía unida, se mantuvo el uso del término general de «Israel» (1 R. 11:42). En el paralelismo típico de la poesía hebrea, el nombre de Israel, situado en un segundo versículo, se corresponde frecuentemente con el nombre de Jacob figurando en un primer versículo (Nm. 23:7, 10, 21; 24:5; Sal. 14:7). Después del exilio, la expresión «Israel» se refiere frecuentemente a las diversas tribus representadas en Jerusalén por el retorno de residuos de ellas (Esd. 9:1; 10:5; Neh. 9:2; 11:3; cfr. 2 Cr. 30:5-11).
Sin embargo, a partir de la escisión de Israel en dos reinos, el nombre de Israel se refiere a las diez tribus conformando el reino del norte que se independizó de la casa de David. Ya en tiempos de David hubo una escisión, a la muerte de Saúl. Las tribus del norte y del este proclamaron rey a Is-boset, hijo de Saúl, en tanto que la tribu de Judá daba su adhesión a David. Desde entonces, se da frecuentemente el nombre de «Israel» a las diez tribus. Is-boset reinó dos años, pero fue asesinado. Sin embargo, pasaron siete años más antes de que el conjunto de Israel ofreciera su lealtad a David (2 S. 2:10, 11; 5:1-5). La corriente de rivalidades persistió de tal manera que, a la muerte de Salomón, la nación quedó dividida de una manera definitiva. Diez tribus siguieron a Jeroboam en tanto que la tribu de Judá quedaba fiel a la casa de David. En cuanto a la tribu de Simeón, ésta tenía su heredad «en medio de la heredad de los hijos de Judá» (Jos. 19:1). Las diez tribus que se separaron de las dinastía davídica fueron: Rubén, Gad, la media tribu de Manasés, situadas al este del Jordán, y al oeste de este río la otra media tribu de Manasés, Efraín, Isacar, Zabulón, Neftalí, Aser, Dan, y, en último término Benjamín, de la que una parte de territorio con sus principales localidades de Bet-el, Gilgal y Jericó pertenecían al reino del norte.
Las causas de este cisma nacional fueron las siguientes:
(A) El derecho de primogenitura conferido a José (1 Cr. 5:1) y los antiguos celos entre las dos poderosas tribus de Efraín y de Judá. Esta rivalidad había llevado a una ruptura temporal en el reino, después de la muerte de Saúl. Las divergencias volvieron a evidenciarse después de la derrota de Absalón, porque Judá fue la primera tribu en dar la bienvenida al rey cuando éste volvió (2 S. 19:15, 40-43). Al embellecer Jerusalén de una manera suntuosa, Salomón dio pie a un renacimiento de los celos entre Judá y el norte, que condujo a la separación definitiva a la muerte del rey.
(B) El lujo desmesurado del soberano excitó el descontento. El pueblo gemía bajo pesadas cargas. Para sostener el esplendor de su corte, así como para la ejecución de grandes obras públicas, Salomón multiplicó los impuestos y aplicó un régimen de levas obligatorias (1 R. 4:22, 23, 26; 5:13-16).
(C) La idolatría, favorecida por los matrimonios con mujeres extranjeras (1 R. 11:1-13). La corrupción de las costumbres, alentada sutilmente por los adeptos de los falsos cultos, se infiltró por todas las clases de la sociedad. Al debilitarse la lealtad a la religión de Jehová, quedó destruido el principal factor conducente a la unidad.
(D) La insensatez de que hizo gala Roboam, al rehusar conceder al pueblo sus razonables demandas de aligeración de impuestos. La dureza real favoreció las tendencias a la desintegración, y precipitó la secesión (1 R. 12:3-5, 12-16).
El reino del norte, con sus diez tribus, tenía el doble de habitantes que Judá, y casi tres veces más extensión. Pero su situación estaba más expuesta a las invasiones, y tenía una posición menos defendible que Judá. Además, el reino del norte era una nación apóstata, y el abandono de Dios mina inexorablemente la estabilidad de los estados. En el reino del norte (Israel) el nivel era sumamente bajo, y los mejores elementos de su población renunciaron a seguir las prácticas de una religión falsa: los sacerdotes y levitas emigraron al reino de Judá (2 Cr. 11:13, 14). Siquem fue al principio la capital del reino del norte; después Tirsa; Omri fundó Samaria e hizo de ella su capital (1 R. 12:25; 14:17; 15:21; 16:23, 24). Jeroboam, primer rey de Israel del norte, temía que su pueblo, al ir a Jerusalén a adorar a Dios, se volviera al soberano de la legítima dinastía. Por esta razón erigió dos santuarios, uno en Dan, en el limite norte, y el otro en Bet-el, al sur del reino. En cada una de estas localidades, Jeroboam erigió un becerro de oro, que unió al culto de Jehová (1 R. 12:26-32). Dios hizo proclamar su juicio sobre Jeroboam y sus descendientes, a causa de esta apostasía parcial. Nadab, hijo y sucesor de Jeroboam, fue muerto por Baasa en su segundo año de reinado, y toda la descendencia de Jeroboam fue aniquilada (1 R. 15:25-31). Fueron diecinueve los reyes que se sucedieron en el trono del reino de Israel. (Véase CRONOLOGÍA.) El conjunto de sus reinados abarca 210 años; siete de estos reyes no reinaron más que dos años o menos; ocho de ellos fueron muertos o se suicidaron, pasando la corona a otras familias. Sólo en dos casos hubo cuatro miembros de la misma familia que se sucedieron en el poder real. Ninguno de estos soberanos hizo desaparecer los becerros de Bet-el y de Dan. Acab, influenciado por su mujer, la perversa e idolátrica Jezabel, llevó la apostasía a su punto más profundo, al reemplazar la adoración cismática a Jehová por el culto a Baal. Pero Dios suscitó en esta época a profetas que lucharon incesantemente, con riesgo de sus vidas, por el mantenimiento del culto a Jehová. Los más señalados fueron Elías y Eliseo. Después de la supresión del culto a Baal hubo otros profetas, particularmente Oseas y Amós, que se esforzaron en trabajar para el saneamiento moral de la nación.
Hubo numerosas guerras entre Israel y Judá. Los dos reinos solamente se aliaron cuando la dinastía de Omri ocupaba el trono de Israel; Joram, el primogénito de Josafat rey de Judá, se casó con Atalía, hija de Acab rey de Israel. La ascensión de Siria, cuya capital vino a ser Damasco, influenció de manera necesaria la política del reino de Israel, su vecino inmediato. Los dos estados guerrearon con frecuencia, pero se aliaron contra los asirios en la época de Acab. 120 años después, Siria y el reino de Israel se aliaron con el propósito de tomar Jerusalén. Acaz, rey de Judá, se atemorizó ante la perspectiva de poder perder el reino, e incluso la vida. Sin querer confiar en Jehová ni oír las exhortaciones de Isaías, no dudó en pedir socorro a Tiglat-pileser, rey de Asiria, al precio de su propia independencia. Judá tuvo que acceder a pagar un tributo anual a Asiria, y Acaz tuvo que someterse a Tiglat-pileser (2 R. 16:8-10). Este último liberó a Judá de los invasores, saqueó Israel, batió a los filisteos, puso sitio a Damasco, de la que se apoderó, y dio muerte a Rezín. El rey de Asiria deportó a los habitantes de Neftalí y a los israelitas establecidos al este del Jordán; participó en el asesinato de Peka, o lo ordenó, poniendo a Oseas en el trono del reino de Israel, hacia el año 730 a.C. Después de la muerte de Tiglat-pileser, Oseas se rebeló contra Asiria. Los ejércitos asirios volvieron a invadir el reino de Israel. En el año 722 a.C. cayó Samaria, y una gran cantidad de sus habitantes fueron llevados al cautiverio a Asiria. (Véanse CAUTIVERIO, SARGÓN.) Vinieron colonos de cinco distritos asirios a habitar en los lugares que los israelitas deportados se habían visto obligados a abandonar. Estos extranjeros, que se mezclaron con aquellos israelitas de la Palestina central que habían escapado a la deportación, dieron lugar al pueblo samaritano.
La deportación de los israelitas fue la retribución de sus pecados contra Jehová, a quien habían abandonado; se habían entregado a la adoración de dioses falsos y a seguir las costumbres de naciones paganas, influenciados por sus malvados reyes (2 R. 17:7, 8). Los israelitas, caídos en la infidelidad, habían quebrantado el pacto de Dios (2 R. 17:15; cfr. Éx. 20:22; Os. 6:7; 8:1) y menospreciado sus leyes. Su apostasía se manifestó de dos maneras: adoptaron las costumbres de las naciones rechazadas por el Señor (2 R. 17:8, 15, 17; cfr. Is. 2:13; 4:2, 11, 15; Am. 2:6-9); después se entregaron al culto de los becerros de oro, instituido por los reyes de Israel, y a la idolatría general que vino como consecuencia (2 R. 17:8, 16; Os. 8:4-6; 10:5, 8; 13:2-4). Continuaron pecando, por mucho que Dios les advirtiera mediante tribulaciones y dramáticas intervenciones (2 R. 17:13; Os. 12:10; Am. 2:9-11; 4:6-13). Su pecado provocó el cisma, el envilecimiento, el juicio. Separados de la tribu de Judá, y debilitados por ello, fueron vencidos por sus enemigos. La idolatría, la intemperancia, las disoluciones, provocaron la desmoralización de sus hombres, quitándoles la voluntad de resistir. Al carecer de carácter, de ideal moral, los soldados del Israel del norte no eran mejores que los guerreros egipcios, asirios y babilónicos.

(A) Vocación y destino profético de Israel.
1. La vocación de Israel es la de ser el pueblo elegido, suscitado después de la triple tragedia de la caída en Edén, del Diluvio y de Babel (Gn. 2-11) para aportar al mundo la Revelación divina y el Salvador prometido. Al llamar a Abraham, Dios le promete:
(a) que él poseerá para siempre un país, Palestina,
(b) que sus descendientes serán una nación particularmente privilegiada,
(c) que ellos vendrán a ser el canal de una bendición universal (Gn. 12:1-3).
La alianza ofrecida a Abraham (Gn. 15:18; 17:3-8; 22:16-18) queda solemnemente confirmada a todo el pueblo de Israel reunido en el Sinaí (Éx. 19:4-6; 24:7-11).
Pablo resume en estos términos las insignes gracias otorgadas al pueblo elegido: A ellos pertenecen «la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos» (Ro. 9:4-5). Nunca podremos mostrar un suficiente reconocimiento a Israel por habernos dado las dos partes de nuestra Biblia, y por encima de todo el conocimiento del verdadero Dios y nuestro Salvador Jesucristo, pues, no se debe olvidar que «la salvación viene de los judíos» (Jn. 4:22).
2. La deportación, el retorno del exilio, la crucifixión del Mesías y la dispersión mundial de Israel. El rechazamiento de la teocracia, la desobediencia al Señor y la idolatría atrajeron el juicio sobre la nación, su pérdida de independencia nacional y la deportación para las diez tribus a Asiria, y para Judá a Babilonia (2 R. 17:1-23; 2 Cr. 36:14-21). Las diez tribus se quedaron en la dispersión, en tanto que después de 70 años una parte minoritaria de Judá volvió a Jerusalén (cfr. Esdras y Nehemías). Se emprendió la reconstrucción del templo, y la comunidad judía fue reconstituida, pero el pueblo ya jamás reencontró su unidad y el «trono de David» no fue ya restaurado. Sin embargo, a través de las pruebas del cautiverio, los judíos quedaron liberados de su tendencia hacia la idolatría y se aferraron como nunca lo hubieran hecho a la fe monoteísta. Es entre ellos que pudo nacer el Mesías. Reconocido y aceptado por el remanente, por aquellos que «esperaban la consolación de Israel» (cfr. Lc. 2:25-32, 38; Jn. 1:45, etc.) Jesús, sin embargo, no fue recibido por los suyos sino que fue finalmente crucificado (Jn 1:11; 5:18; 7:5; 8:59; 9:22; 10:31; 11:47-50; 12:10-11; 37:40; 19:6-16; cfr. Mt. 13:3, 10-15, 21-38; 22:2-7; 23:37-39; 26:59; 27:20-25; Lc. 11:29-32; 19:14, etc.). Los profetas ya habían preanunciado claramente el rechazamiento del Mesías por parte de su propio pueblo (Is. 49:7; 52:14; 53:1-8; Sal. 2:1-2; cfr. Hch. 4:25-27; Sal. 22:7; Zac. 11:12-13; 12:10, etc.). Las palabras de Cristo relacionan directamente este hecho con la destrucción de Jerusalén y la dispersión mundial de los judíos (Mt. 21:38-43; 22:7; 23:36, 38; 24:2; Lc. 19:41-44; 21:20-24; 23:28-31). La dispersión de Israel por toda la tierra, igualmente anunciada por los profetas (Dt. 4:27; 28:64, 68; Jer. 9:16; cfr. Jer. 29:14; 31:8; Is. 43:5-6), fue sumamente intensificada después de la toma de Jerusalén por parte de Tito en el año 70 d.C.
A partir de este trágico acontecimiento, se cumplen tres predicciones bíblicas de una forma maravillosa:
(a) Dios ha preservado la existencia misma de un pueblo, al que ha prometido preservar hasta el fin de los tiempos (Jer. 31:35-36; Lv. 26:44-45; Ez. 11:16);
(b) este pueblo dispersado ha conocido grandes sufrimientos, pero Dios juzgará a todos aquellos que lo hayan afligido, según Gn. 12:3; Dt. 28:65-67; Lv. 26:36, 38-39; Jer. 30:11; Os. 3:4; Zac. 2:8. Las persecuciones lanzadas sobre los judíos constituyen una vergüenza para los países pretendidamente cristianos.
(c) durante la ausencia de los judíos, Palestina quedó convertida en un desierto (Lv. 26:33-34; Dt. 29:22-25; Is. 5:6; 6:11-12; Zac. 7:14).
3. La resurrección y conversión de Israel.
Ezequiel tuvo una emocionante visión de la reunión y de la resurrección nacional de Israel, dispersado entre todas las naciones (Ez. 37:1-14). Dios ha prometido de manera formal que devolverá a su pueblo al país de sus padres (Ez. 34:13-14; 36:24; 37:25; Is. 14:1-2; 34:16-17, etc.). Parece que ha empezado a hacerlo ya bajo nuestra mirada con el retorno de judíos a Palestina. El desierto y la aridez vuelven a florecer (Is. 35:1-10; Ez. 36:10, 11, 33, 38), se han plantado millones de árboles y se está desarrollando la agricultura en el mismísimo desierto del Neguev. Esta renovación exterior prepara la conversión final de Israel a su Mesías, conversión anunciada tanto por el AT como por el NT (Ez. 36:24-27; 39:28, 29; Zac. 12:10; 13:8-9; Hch. 3:19-20; Ro. 11:11-15, 23, 25-31). Esta conversión será la señal de maravillosas bendiciones para el mundo, y el preludio del establecimiento del reino glorioso del Señor. El creyente tiene motivos para gozarse, al ver cómo los planes de Dios están empezando a materializarse, y tiene renovados motivos para orar, con fe, «por la paz de Jerusalén» (Is. 62:6, 7).

(B) El Estado de Israel.
Desde finales del siglo XIX, los judíos han establecido en Palestina numerosas colonias agrícolas, alentadas en parte por la familia Rothschild. El movimiento Sionista, fundado en 1897, hizo mucho para preparar el retomo de los israelitas a su patria. Un impulso adicional lo fue la famosa «Declaración Balfour», prometiendo a los judíos en nombre de Su Graciosa Majestad Británica que, después de la Primera Guerra Mundial, se constituiría un Hogar Nacional Judío en la tierra de sus padres. Después de las persecuciones nazis, en las que fueron asesinados alrededor de 6 millones de judíos, hubo una corriente migratoria aún más intensa a Palestina, a pesar de la creciente oposición de los árabes y de los británicos. Finalmente, en el momento en que Inglaterra abandonaba su mandato sobre el país, era proclamada, el 15 de mayo de 1948, la independencia del Estado de Israel. Desde la conquista de Nabucodonosor, Israel había conocido 2.555 años de sometimiento y de dispersión. Sin embargo, los ejércitos de cinco naciones árabes, Líbano, Siria, Transjordania, Irak y Egipto se lanzaban al asalto de la joven nación. Las tropas de Israel pudieron resistir el embate, pero las tropas de Transjordania, mandadas por oficiales británicos, pudieron tomar la ciudad vieja de Jerusalén, y mantener los territorios de Judea y Samaria. La Organización de las Naciones Unidas intervino, y se estableció un precario armisticio en 1949. En 1956, Israel se midió con Egipto, debido al bloqueo a que los egipcios tenían sometidos a los israelitas en el golfo de Ákaba. Israel ocupó el Sinaí, que fue abandonado ante las firmes garantías internacionales de libertad de navegación. El 5 de junio de 1967, después de una serie de tensiones en aumento, y de un prolongado bloqueo del golfo de Ákaba por parte de Egipto, y ante los movimientos de tropas árabes que indicaban un ataque inminente, Israel lanzó un ataque relámpago sobre Egipto, Jordania y Siria, que en menos de una semana llevaba a sus ejércitos al canal de Suez, ocupando toda la península del Sinaí, a la conquista de toda Judea y Samaria, desalojando de allí a las tropas jordanas, liberando además la ciudad vieja de Jerusalén y devolviéndola finalmente a Israel, y desalojando a los sirios de las alturas del Golán, desde donde habían estado cañoneando intermitentemente las colonias agrícolas judías en la Alta Galilea. Nuevamente, la intervención de las Naciones Unidas impuso un armisticio, aunque Israel se negó a abandonar los territorios conquistados. Las garantías internacionales del pasado habían sido siempre papel mojado. La cuarta guerra fue la desencadenada por un ataque por sorpresa de los egipcios, cruzando el canal de Suez el 6 de octubre de 1973, con la esperanza de recuperar los territorios perdidos en 1967. Los sirios abrieron un segundo frente, apoyando este ataque. Sin embargo, la reacción israelita de cruzar a su vez el canal de Suez, cortando las líneas de aprovisionamiento del ejército egipcio, y embolsando a las tropas atacantes, produjo el hundimiento de la ofensiva. Una iniciativa de paz del presidente Anwar al-Sadat, viajando a Jerusalén para entrevistarse con el primer ministro Menahem Begin en 1978, llevó a un proceso de devolución del Sinaí, y a la firma de un tratado de paz en 1979 entre Israel y Egipto. Pero sigue habiendo tensiones entre Israel y los países árabes circundantes, especialmente con el problema del desplazamiento de los árabes palestinos, consecuencia de una guerra desencadenada por los árabes en 1948, y que, en lugar de resolver, como los judíos resolvieron el de sus refugiados en los campos de Europa después de la Segunda Guerra Mundial, han querido mantener, para instrumentalizarlo políticamente, apelando a la enorme carga emotiva que conlleva un problema humano de este tipo.
La resurrección de la nación de Israel ha conllevado la resurrección del hebreo, que era una lengua muerta, y que ahora es un idioma moderno y floreciente. La Universidad Hebrea de Jerusalén es un foco de actividad cultural de gran prestigio mundial. A pesar de sus problemas económicos, causados por los gastos militares que se ven obligados a mantener, Israel tiene una industria y agricultura boyantes, y compiten agresivamente en el mercado europeo de cítricos con países como España e Italia. Las riquezas del mar Muerto son objeto de explotación comercial, y constituyen, en lo material, la mayor riqueza de Israel.
Sin embargo, ha de llegar todavía el día en que Israel reconozca nacionalmente su mayor tesoro, el Mesías rechazado y que ha de volver. Los profetas anuncian que el día de la venida de Cristo, para Israel, vendrá precedida del día de la angustia de Jacob (véase TRIBULACIÓN [LA GRAN]). En este período, la nación pasará por durísimas pruebas, al final de las cuales aparecerá el Señor Jesucristo. Zacarías describe la emocionante escena del reconocimiento por parte de Israel de «el que traspasaron» (Zac. 12:10-14), con el profundo arrepentimiento nacional del remanente de Israel. Entonces entrará Israel en el disfrute del reino milenial bajo el reinado del Mesías, que tanto los ama, y que se dio «por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos (Jn. 11:51, 52). (Véanse MILENIO, IGLESIA.)
La higuera infructífera, imagen usada por el Señor, maldecida por su ausencia de fruto (Mt. 21:18-19; Mr. 11:13, 21), es presentada después como parábola de Israel (véase HIGUERA, cfr. Mt. 24:32; Mr. 13:28-30; Lc. 21:19-33; cfr. Lc. 13:6-9). Seco de muerte durante mucho tiempo, del tronco de esta nación vuelven a brotar hojas. Esto constituye un signo evidente de que la venida del Señor está cerca. (Véanse HEBREO, HISTORIA BÍBLICA, JERUSALÉN, JUDÁ, JUDÍO, y también EGIPTO, ÉXODO.)

nom, ISTOB

tip, TRIB
vet,
= «hombre de Tob».
Algún pequeño reino de Aram o Siria. Doce mil hombres de Tob se unieron a los amonitas en la guerra contra David y fueron derrotados (2 S. 10:6, 8).  

nom, ITAI

tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
(a) Hijo de Ribai, fue uno de los valientes de David (2 S. 23:29; 1 Cr. 11:31).
(b) Morador de Gat, abandonó su ciudad al frente de 600 hombres, siguiendo fielmente a David. En la batalla que se libró contra Absalón y que acabó con su muerte, Itai mandaba una tercera parte del ejército del rey (2 S. 15:18-22; 18:2, 5).

nom, ITALIA

tip, PAIS
sit, a9, 74, 118
vet,
En el siglo V a.C., este término geográfico designaba tan sólo una pequeña parte del extremo meridional de la península italiana. Poco a poco se fue aplicando a mayores extensiones; en el siglo primero de nuestra era ya tenía el sentido que se le da actualmente.
Una cohorte llamada Itálica estaba de guarnición en Siria (Hch. 10:1).
Aquila y Priscila vivieron un cierto tiempo en Italia (Hch. 18:2).
La apelación de Pablo a César exigió que se dirigiera a Italia, por mar (Hch. 27:1, 6).
El saludo con que se concluye la Epístola a los Hebreos (He. 13:24) indica la presencia de cristianos no sólo en Roma, sino también en otros lugares del país (cfr. Hch. 28:14).

nom, ITAMAR

tip, BIOG SACE HOMB HOAT
vet,
= «isla de palmas».
El menor de los hijos de Aarón (Éx. 6:3), consagrado al sacerdocio junto con su padre y sus hermanos mayores (Éx. 28:1) y fundador de una familia sacerdotal (1 Cr. 24:3-5; Esd. 8:2) a la que pertenecieron varios sumos sacerdotes.

nom, ITUREA

tip, REGI
sit, a1, 593, 160
vet,
= «perteneciente a Jetur».
Región ocupada por un pueblo llamado Jetur, que descendía de Ismael (Gn. 25:15; 1 Cr. 1:31). Hubo guerra entre Jetur y las tribus israelitas al este del Jordán (1 Cr. 5:19).
En la época de los Asmoneos, Aristóbulo conquistó una parte de Iturea, anexionándola a Judea e imponiendo la circuncisión a los vencidos (Ant. 13:11, 3).
Era una región montañosa que englobaba una parte del Antilíbano. Ptolomeo, hijo de Menaeo, fortificó Calcis, y se mostró hostil a Damasco (Estrabo 16:2, 18, 20; Ant. 13:16, 3). Más tarde, su hijo Lisanias fue muerto por Marco Antonio (34 a.C.). Una parte de Iturea y de Traconítide formaron la tetrarquía de Felipe (Lc. 3:1).

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